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15 nov 2009

y el Agua.

Como es sabido por los seguidores del tema del PN. de Las Tablas de Daimiel el Gobierno de España ha aprobado un trasvase 20 Hm3  desde la cabecera del Tajo para inundar las tablas y apagar el fuego interno que las está devorando ya que no es posible hacerlo con el agua que suministrará  la tubería manchega pues se prevé que esta obra no será operativa hasta principios del año 2010.  Se ha tomado la opción de empezar hacer efectiva  la política que debe desarrollar el PEAG, por lo que los derechos de agua que le corresponden a  varias fincas aledañas de las que se han comprado se  bombearán hacia la zona afectada para apagar la turba en combustión que se ha generado al sur del Parque (desde agosto también esta ardiendo el lecho del río Guadiana a la altura de Molemocho)
El trasvase es una medida extraordinaria que en un plazo breve de  tiempo debe dejar de utilizarse, y, se supone, que con la aplicación del Plan Especial del Alto Guadiana se regenerará este singular espacio.
Días pasados las asociaciones ecologistas que se están ocupando del tema: Ecologistas en Acción, MXTG, ...,  han difundido una nota de prensa en la que se oponen al trasvase y solicitan que los aportes hídricos a Las Tablas se hagan desde el propio acuífero mediante el bombeo de agua ya que la situación sólo se debe paliar con los aportes de los propios ríos que conforman tan valioso paraje. Alegan que el Tajo ya sufre bastantes carencias de  agua y que los trasvases a los que se le someten sólo aceleran su deterioro
He querido documentar esta entrada con una imagen que recoge lo que fue el cauce del río Azuer, que dos Km. más adelante de donde esta realizada la fotografía desembocaba en el Guadiana, en la zona denominada de La máquina.
Cuando en los años 60 se realizaron las  obras de las desecaciones de los ríos que formaban la Mancha Húmeda se cometió una de las mayores barbaridades ecológicas que se han llevado a cabo en este país. Esta acción sí degradó de forma irreversible el futuro de la Mancha Húmeda.
Hasta entonces los ríos, según la cantidad de agua proveniente de la lluvia y con la subida del nivel freático del acuífero 23, seguían un cauce caprichoso ensanchándose e inundando las zonas que lo permitían. La imagen muestra una zona en la que el río  se expandía formando una laguna o tabla. Esos terrenos se  convirtieron en tierra de labor y es impensable que vuelvan a tener su aspecto original a no ser que diluvie.
El acuífero 23 es un depósito subterráneo que según estimaciones podía tener una capacidad de 20.000 Hm3. Se ha sacado agua hasta  dejarlo en un déficit de 3.000 Hm3. Su recarga sólo es posible extrayendo menos agua  que los aportes hídricos; pero con la agricultura que se practica en la zona y la escasez de lluvia debido a los periodos cada vez más prolongados de sequía este proyecto parece imposible. Si se sigue sacando agua en estas cantidades (para consumo humano, agrícola, industrial, y para la inundación del propio Parque Nacional), más tarde o más temprano se agotará. Luego, necesitará aportes externos. ¿O, cómo se hará?

8 nov 2009

otoÑo


De niño el otoño era época de lluvias. Ahora no llueve igual, apenas llueve. Las nubes, desde hace tiempo, sólo rozan mi tierra y el viento empuja algunas gotas hasta el suelo febril de seco. Sin embargo la luz del otoño sigue siendo tan melancólica.

La lluvia del otoño limpiaba el aire, pegaba en los cristales el polvo seco,  abatía el carrizo, tumbaba  sobre la tierra las hierbas secas del estío, y el tiempo se encogía poco a poco hasta el invierno.

Hoy el agua no vendrá del cielo, entrará por el este, a trompicones y con prisas.  La veré llegar a ras, despacio, ancha. Esperaré su triunfo efímero sentado en la piedra donde el abuelo solía contarme los cuentos. Esperaré verla pasar bajo mis pies, la esperaré hasta que dibuje en mi cara una sonrisa. Y mediré su espacio con los brazos abiertos.
Llegará hasta tu puerto de nuevo, inundará las tablas,  y la barca flotará, y en su dicha se sentirá velero; aunque ya conoce su destino: nunca se romperá la estaca que le impide dejarse mecer para siempre por el viento.
El viento que no trajo la lluvia danza sobre los carrizos secos, les avisa que espera a su amada, que la masiega ya se está vistiendo. Con brío los tumba en el lecho, si viene el agua quiere que estén ya durmiendo.
Llegará el agua, y se hará una fiesta, bailarán todos de contentos. ¿Cuánto durará el espectáculo? ¿Cuántos pedirán en su canción no ver este paraíso otra vez muerto?