El sol sigue inexorable marcando los días, derritiendo los cuerpos exhaustos.Compongo mi tiempo estival acariciado por la brisa amable del alba y el temor a que tras el ocaso la noche tórrida me desespere en pesadillas que me ahoguen en mi propio sudor. El intermedio del día es un exceso que no quiero recordar.
Mientras, el estío me hace comprobar día tras día el retroceso del agua en algunas zonas que las lluvias excepcionales del invierno pasado habían anegado. He aprovechado este tiempo para recoger en documentos fotográficos imágenes que se puedan parecer a lo que un día fue la Mancha Húmeda. Así, dentro de unas décadas, si se cumplen la regularidad de los ciclos de lluvias, alguien podrá contrastar, viendo las fotografías que tomé, si las aguas alcanzaron el mismo nivel.
El generoso invierno ha permitido que nuestros ríos y lagunas hayan recuperado los espacios que antaño hicieron que los humedales de la Mancha fuesen declarados en 1981 Reserva de la Biosfera. Pero aunque el agua nos ha permitido comprobar hasta donde alcanzaba su dominio, la recuperación de la flora y fauna que en ellas se desarrollaba ha sufrido daños irreversibles debido a la acción humana.La mayoría de esas lagunas, cauces y vegas de los ríos han sido roturadas y aprovechadas para la agricultura. ("HOY EN DÍA, LAS ÚNICAS LAGUNAS PERMANENTES QUE EXISTEN EN LA LLANURA MANCHEGA SE EXPLICAN POR LA EXISTENCIA DE LOS VERTIDOS PROCEDENTES DE LAS DEPURADORAS DE AGUAS RESIDUALES"[...])
Este espejismo de poder ver nuestras ríos y lagunas desbordados ha llegado a su fin de momento. El calor del clima semiárido de esta zona ocasiona una intensa evotranspiración durante los meses estivales y progresivamente nuestras lagunas, que no alcanzaban más allá de 40 a 60 cm. de profundidad, se iban secando. Siempre ha sido así, salvo en algunas excepciones como las que se daban en las lagunas de Escoplillo, La Nava y la Albuera en Daimiel, que en algunas zonas podían alcanzar hasta 4 m. de profundidad y que gracias a los aportes del acuífero 23 se podían mantener todo el año inundadas.
Lo extraordinario del momento hidrológico nos ha permitido ver como muchas especies se reproducen en nuestras lagunas, ver los polluelos de las aves más comunes como la cigüeñuela (foto superior) y los pollitos de la polla de agua (foto tercera) hasta los graciosos zampullines (foto segunda) y el pollo del calamón común (foto primera) que más bien parece un ave exótica me está resultando de una fascinación adictiva.
Más extraordinario aún es poder ver individuos de especies que parece que hace muchos años dejaron de habitar nuestras lagunas por las pésimas e ineficientes condiciones que ofrecen y que no admiten especies como el tarro canelo que este año se ha dejado ver en reiteradas ocasiones.