Caminaba muy tranquila por la calle cuando vi este graffiti. El primer pensamiento que se me ocurrió fue ilustrar una foto de esta pared como parte de un calendario de humor involuntario que reseñara el mes de febrero. ¿Por qué? Porque hablan de un tamal y de una Tania a la que aman.
En febrero se comen tamales, se hace un fin laaargo fin de semana como pretexto por la Constitución, se dice además que es el mes del amor y la amistad (?), ah, y se festeja a la bandera. ¿Faltó algo más?
Luego estar observando el graffiti pensé que seguro ese tamal es el tercero en discordia entre Tania y el que pintarrajeó el muro.
O también podría ser lo contrario, El Tamal dejó de ser el “consentido” del graffitero y ahora prefiere amar a La Tania.
Pero si nos fijamos en los rasgos grafológicos que están plasmados, se ve que el primer párrafo está escrito con las tripas, con harto coraje, incluso con la letra más amplia, con más aire, letra gorda, como que se acababa de comer un tamal. El sentimiento de culpa ha sido plasmado en este glotón arrepentido de manera más que explicita y por ende, usa el insulto de manera cobarde en lugar de asumir que se tragó un tamal y ahora sufrirá las consecuencias de sus actos. Ja, el muy canalla. El último párrafo es para tratar de suavizar con mielecita pegajosa la mentada que le dio tamal y decir: Ven todo lo violento que soy arriba, ahh, pero soy capaz de amar a la Tania. Algo así como la canción de: Ya no quiero ser borracho, ya voy a cambiar de vida.
O puede ser que el graffitero desea pasar por alto que tiene que cumplir con el compromiso del niño de la rosca de reyes, mandar al diablo los tamales y sólo se la va a pasar follando con Tania.
Podemos seguir y seguir analizando ese graffiti y encontrar distintas versiones del porque fue escrito. Pero la verdad yo tengo ahora sí, muchísimas invitaciones a comer tamales en diferentes lugares. No me la voy a pasar llorando como años anteriores porque se fueron mis tamaleras o porque no consigo un buen tamal. Ahora sí va a temblar la tierra de las atractivas ofertas que tengo. Y por supuesto que no voy a andar arrepintiendome después de mis actos.
Ah y por favor, ya no le anden poniendo remoquetes a sus enemigos con nombres así como: "El tamal"o "El pozolero" o "El chicharronero". ¡Qué sacrílegos, con la comida no se juega!
Hay más de tamales acá, allá y acullá
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Hace 12 años.