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domingo, 19 de abril de 2015

THE GODFATHER

GENTE SIN SWING. El hombre agarra un charango y finge producir algún sonido musical. Está con estudiantes: dos niñas ríen, el resto mira con asombro, la que agarra la pandereta parece buscar, entre el público, que alguien brinde una explicación a ese acto inesperado.
http://www.eltribuno.info/renovo-compromiso-n535907
El hombre, dice la noticia, remarcó la importancia de la docencia y de los padres en la educación. Lo hizo en un recorrido por escuelas rurales de Jujuy. En la escuela de frontera N° 3 de Oratorio dijo: “Ustedes hacen Patria”. Lo hizo, en su función de padrino de la escuela y llevó regalos, aunque no precisa si fueron caramelos, libros o netbooks.
El padrino, como sabemos, es una persona que asiste a otra persona para sostener sus derechos en diversos actos. En nuestra región, el padrino es alguien solidario que apoya, alienta y sostiene a sus ahijados; sobre todo cuando hay ausencia de padres.

NO HAY NADA MÁS LINDO QUE LA FAMILIA UNIDA. Ése era el lema de la familia Campanelli, un clásico de la televisión en blanco y negro que nos llegaba desde Buenos Aires. Otra familia, más difundida porque venía de los estudios de Hollywood, también exigía una profunda moral familiera; ese film es recordado por sus hectolitros de sangre, la cabeza de un caballo muerto en una cama y por la principal preocupación principal de Michael Corleone: ordenar los asuntos familiares. Ya sabemos: en la mafia, familia y Familia son la misma cosa.
Los jefes de familia, en Jujuy, también tienden a emprolijar la vida de sus integrantes. Les consiguen trabajos en el Estado o en las empresas que están fuertemente ligadas a la gestión gubernamental. Para que los lazos de sangre sean respetados, arman otros lazos y así surgen grupos como “Los colombianos”, “La medianera”, “Los contadores” y también liderazgos que tienen sus nombres de guerra: el Ruso, el Amarillo, el Bocha, el Pardo o, en algún caso, alcanza con el nombre de pila como cuando nos referimos al Papa (¿hace falta recordar que la Iglesia le pide a la familia Corleone que ingrese en el banco del Vaticano?).

SÍMBOLOS. Hay algo que es inobjetable en la expresión del vicegobernador: la importancia de la educación pública. Esta importancia va más allá de los reclamos salariales (hay gremios que sólo se movilizan por un pedido de aumento de sueldo, pero nunca fundamentan sus demandas, como sí lo hacía Avelino Bazán). Es, por medio de la historia, que aprendemos el significado de nepotismo. Gracias a la regla de tres simples sabemos cuántos días puede gastar en sana alimentación un funcionario y un obrero municipal, por dar un ejemplo.
El lenguaje nos permite ver la credibilidad que tienen los discursos; cuando un padrino afirma: "Vengo a visitar a mis ahijados y ahijadas como prometí en su momento no lo hago con las manos vacías y espero sinceramente poder repetir esta visita en breve", su enunciado es, por lo menos, dudoso. Afirma que cumple una promesa: la visita; que llega con “algo” en las manos, pero no define qué es lo que lleva, para qué sirve, quién compró, quién pagó.

¿Por qué sería bueno que nuestros funcionarios precisen sus actos? Fundamentalmente para lograr transparencia en la gestión pública; para erradicar los liderazgos excluyentes, personalistas y autoritarios; para que si defienden la educación pública, ellos y sus hijos se eduquen en universidades públicas. Y para que nada quede en la nebulosa, como esos crímenes no aclarados de una Familia poderosa que llegó al poder.


http://www.eltribuno.info/renovo-compromiso-n535907

lunes, 24 de junio de 2013

Discriminan a políticos en la Feria del Libro de Jujuy

Resulta muy feo que los organizadores de la Feria del Libro de Jujuy, en la programación del presente año, no hayan incluido a sólidos conocedores de la historia de Belgrano: me refiero al senador nacional Gerardo Morales, al diputado provincial Carlos Oheler y al ministro de Educación Rodolfo Tecchi, quienes han dejado por escrito su sapiencia, ya sea en cámaras legislativas o en discursos públicos. Ellos han leído seguramente a Pierre Vidal–Naquet quien expresó que la historia es demasiado seria para dejarla en manos de los historiadores. ¿Hace falta aclarar que las historias que cuentan nuestros funcionarios están en las antípodas de la seriedad? Hace falta: las historias que cuentan nuestros funcionarios están en las antípodas de la seriedad. Por lo tanto, un buen título de la charla sería “Todo lo sólido se desvanece en el aire”.

Oheler, el diputado de la lapicera caliente

Morales: "Frente tamaña afrenta a un hecho que marcó no solo la vida de los jujeños, sino que también sentó las bases para la independencia de la República Argentina, es deber de todo jujeño –y mucho más de sus autoridades– tomar las medidas necesarias para evitar que se continúe con la difusión de una versión falsa que difama a nuestros ancestros, causando un daño irreparable en la educación de las futuras generaciones".
Tecchi: "Las ideas de Belgrano están en el gobernador Fellner"

lunes, 20 de mayo de 2013

El poroto del mal

La planta del poroto del mal ha sido descubierta recientemente en Tilcara. Su descubridor es el primer biólogo indígena y afirma que esta planta abandonó el reino vegetal para instalarse en el animal. Basa su afirmación en el hecho de que el "porotus patitas" (nombre científico), cuando es llevado a la comisaria del pueblo, grita. Según comentarios escuchados en los pasillos de la comisaria, un método para curar el mal que les ha sido engendrado es trasladar al poroto a comisarias alejadas, pero antes hay que gritarles: "¿Quieren órgano sexual masculino? ¡Órgano sexual masculino tendrán!". Los biólogos más osados afirman que el sintagma dicho a viva voz puede tener variantes que usen una palabra grosera (“pija”) que reemplace a tres que no lo son. Personas que están alrededor del biólogo indígena (que responden al nombre colectivo de “Su Gabinete”) sostienen que el mejor lugar para cosechar "porotus patitas" es a la salida de los bailes y que siempre es mejor cortar a las especies más jóvenes de raíz. No es fácil arrancarlos de su suelo natal, por eso los cosechadores que visten de azul utilizan todo su arsenal y equipo de combate.

viernes, 1 de abril de 2011

Recordando Jujuy en los 90

Guión para una historieta

Miguel Rep


Texto: Los 90 son el fin de los liderazgos tradicionales y el comienzo de los gobernadores impotentes.
Imagen: los fantasmas de Carlos Snopek y Horacio Guzmán miran, desde el aire, a la ciudad.

Texto: Son la privatización de las grandes empresas nacionales, algunas con apoyo de los propios gremialistas.
Imagen: dos hombres cantan: “Se va a acabar, se va a acabar, esta manía de estatizar, se va a acabar…”.

Texto: Son los cortes de rutas y enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas represivas.
Imagen: ¿hace falta descripción?

Texto: Son los tiempos de la tala indiscriminada y el florecimiento de los “arbolitos”
Imagen: Forestal talado y vendedores de dólares en la peatonal.

Texto: Son los casamientos arreglados entre las hijas de los tabacaleros con los políticos emergentes.
Imagen: Una foto de la sección Sociales del diario local.

Texto: Son los tiempos en lo que Menem ordenaba achicar el Estado y en los que el Frente de Gremios Estatales ganaba las calles.
Imagen: ¿hace falta descripción?

Texto: Son los tiempos del “pensamiento único" y la disciplina partidaria de los legisladores nacionales
Imagen: Fellner y otros diputados nacionales diciendo “Sí, Carlos”

Texto: Pero también son tiempos de internas feroces, el PJ tenía más de 30 líneas internas.
Imagen: Torre de Babel peronista. Un personaje dice: “Soy peronista”, otro (de otro color) dice: “Y yo”, otro (de color diferente) dice: “Y yo”. Finalmente uno dice: “Y entonces, por qué estamos separados? ¿Somos peronistas?”

Texto: Son los años que empezaron con “Chatrán” De Aparici y el “Perro” Santillán.
Imagen: manifestación frente a la Casa de Gobierno con un cartel: “Perros sí, gatos no”.

Texto: Son los días de la Ley de Lemas y varios Gobernadores autoproclamados.
Imagen: Roberto Domínguez, Guillermito Snopek, Humberto Salum que dicen: “Yo gané”.

Texto: Y también el tiempo en el que el gobernador fue un advenedizo que además no quería renunciar.
Imagen: Ferraro que dice: “Si caigo yo que caigan todos”.

Texto: Entonces un maestro ganaba 195 pesos y un diputado provincial 4.000 pesos.
Imagen: dos pilas de billetes, sobre la más alta está un diputado que mirá con desprecio hacia abajo; en la pila menor, un maestro. Al lado un niño que piensa: “¿Cómo quién quiero ser cuando sea grande?”

Texto: Son los tiempos de Marcha Federal y el cura Olmedo.
Imagen: ¿hace falta descripción?

Texto: Son tiempos de corruptos donde ningún político se suicida y el único que planta su renuncia es Néstor Groppa a la UNJu.
Imagen: Groppa deja una pieza llena de libros.

Texto: Son los años del nacimiento de la videopolítica.
Imagen: dos TV, en uno Ferraro de saco y corbata en un escritorio. En el otro, el Chato vestido de manera informal y tomando vino con un guitarrista. Cartelito: “Una avispa el lunes, un pilpinto el jueves”.

Texto: Los 90 en Jujuy, en fin, prefiguran lo que la crisis del 2001 en todo el país.
Imagen: Un jujeño que mira x TV a De La Rúa y dice. “Esta película ya la vi”.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Cómo engañar a un escritor

Un escritor es alguien que escribe libros y otro –un editor, en el mejor de los casos– lo publica. Al escritor le corresponde un diez por ciento del precio que se vende en las librerías. Los libreros, por lo general, se quedan con un treinta por ciento o más, los distribuidores con un porcentaje mayor; el resto va para la imprenta, los diseñadores gráficos, correctores, el depósito para obtener el ISBN y otro montón de gente que hacen creer a todo escritor que si recibe alguna moneda tiene que darse por bien pagado. Porque hay que decirlo: son pocos los editores serios que pagan a sus escritores.

Un escritor con espíritu crítico, por otro lado, es alguien que se opone al mercado y se resiste a considerar su obra como un producto comercial. El amor al arte, por lo general, se realiza gracias a otro trabajo que es redituable.

Como se puede ver, un escritor es alguien temerario que ejerce su oficio a riesgo de perder siempre, salvo que se dedique a escribir libros de autoayuda que, como bien dice Leo Maslíah, son libros para ayudar al que los escribió.

Soy consciente de que casi todo el mundo conoce estas características. Soy escritor y estoy acostumbrado a que los libreros prometan pagarme más adelante. Conozco a editores que me publican algún texto y después pretenden que les pague por un ejemplar de la publicación porque lo que ellos hacen es un trabajo cultural. Lo mío, claro está, no es cultura.

Creía estar al tanto de todos los engaños que existen, pero una carta que recibí hace algunos años, me hizo ver lo equivocado que estaba. La carta de Pedro Mendoza y Rufina Valdiviezo decía que me invitaban a un “Encuentro de poesía y canto infantil”. Cuestión que significaba que los firmantes no sabían que mis textos no están dirigidos a un público infantil. La invitación decía que yo había sido designado padrino honorario y que iban a designar con mi nombre a una sala de lectura. Aquellas personas sabían que los escritores desayunamos con egos revueltos. Pero algo me hizo dudar: al encuentro asistirían cincuenta niños y los organizadores me consideraban un “verdadero ejemplo de vida digno de imitar”. Nadie nunca me dijo nada parecido y si otra vez vuelvo a sentir esa expresión, juro que voy a maldecir a la persona que haga esa enunciación y a toda su descendencia.

El penúltimo párrafo de aquella carta me sirvió para confirmar mi sospecha de que estaba a punto de caer en un engaño original. Lo transcribo: “Por último con mucho respeto le solicitamos un préstamo de $ 150 (ciento cincuenta pesos) para la compra de algunos accesorios para la sala y para el pasaje del señor Lázaro Pedro Mendez quien viaja para entrevistarse con usted”.

Aquella carta fue realizada por un embaucador que bien podría dedicarse a escribir historias porque es más original que los malos editores, que los libreros duros de pagar y que muchos escritores malos que no tienen nada para contar. Como yo que, como un acto de venganza, utilizo aquella carta para compensar mi falta de originalidad.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Una anotación vieja para un blog olvidado




Soy un cocainómano que no toma cocaína. Desde niño tengo una adicción por la lectura que me pone en estado similar al que provoca la merca. No puedo negar que he estado cerca de drogadictos. No es ningún mérito, ya lo sé; pero es un tema que no desconozco por completo. De ahí que puedo afirmar mi adicción a la lectura.

Mayo de 2007.




Imagen: Marcello Mercado

lunes, 22 de diciembre de 2008

Editores

Desde hace algunos años tengo la costumbre de criticar por escrito. Lo hago por dos razones: en un debate me arrebato y, además, mi escritura es tan lenta que esa lentitud me permite ensayar alguna reflexión.

Digo esto porque hace unos días, después de participar en el Festival de Poesía del Norte Grande que organizó la Secretaría de Cultura de Salta, manifesté mi disconformidad por la antología que hizo la editorial Hanne y por el prólogo de Gregorio Caro Figueroa. Al primero le reproché la falta de reciprocidad hacia los poetas que le enviaron sus poemas; al segundo, que calificara de generosa la participación de la citada editorial cuando ni siquiera había retribuido a cada autor con un libro.

Después, recibí respuestas de ambos. Caro Figueroa me expresó que recién tomaba conocimiento del asunto y él creía que la editorial iba a entregar por lo menos seis ejemplares a cada autor. Unos días después, Verónica Ardanaz, colaboradora de Caro Figueroa, mandó un mail informando que la cantidad de libros se reducía a un ejemplar.

Víctor Hanne también contestó mi reclamo. Él se excusó con el siguiente argumento:

La señorita, la niña, a quien pedí por favor que atendiera esa mesa, no tenía los conocimientos ni el manejo de las relaciones como para brindar una respuesta satisfactoria y espero Ud. sepa entenderlo y disculparla.
Es decir, tiró la pelota para otro lado. Es una lástima que él no haya pensado en la relación con los autores de la antología que editó.

Es interesante, por lo tanto, volver a pensar cuál es la función de editor. La tarea básica de este tipo de profesión es tratar con escritores que a veces tienen el ego demasiado desarrollado ("hay varios autores que se creen que son Borges", dijo el Carlos Gazzera, el editor de la Universidad Nacional de Villa María, en aquella reunión de Salta); imprenteros que buscan sacar la mayor ganancia a sus máquinas; libreros que miran con desconfianza a todo libro que no signifique una ganancia rápida; funcionarios públicos que buscan promover políticas culturales que dejen una marca en las historias de las instituciones; distribuidores que, por lo general, son los que llevan la mayor parte de lo que recauda y otros profesionales (diseñadores, correctores, etc.) que nos hacen pensar que es casi injusto que al autor de un libro le corresponda el diez por ciento del precio de tapa del libro. A lo mejor, por eso Víctor Hanne considera innecesario establecer buenas relaciones con los autores.

La antología que trata esta nota se realizó con extrema rapidez. Hubo una cantidad de ejemplares que fueron entregados a la Secretaría de Cultura de Salta, pero faltó una actitud similar hacia los escritores. Por otro lado, el editor no consideró importante la relación que debe establecer con los escritores. Por eso, el confío esa relación a una señorita ("una niña") que no estaba capacitada para hacer esa tarea.

Concluyo esta nota con lo que le contesté a Víctor Hanne: la culpa no es de la señorita.

Fotografía: Escritores en el Festival de Poesía del Norte Grande (¿quién pagó el libro que está en el centro de la imagen?). Gentileza del blog La nebulosa de fercita.


lunes, 15 de diciembre de 2008

Respuesta a un editor

Estimado Víctor M. Hanne:

Recibí su invitación y celebro su rapidez, pero no puedo dejar de expresarle mi disconfomidad con su trato hacia los poetas que integran la antología. No crea usted que estoy hablando en representación de ningún grupo, apenas hablo por mí -si bien pienso que esta disconformidad es un sentimiento generalizado.

Usted presentó un proyecto a la Secretaría de Cultura de Salta y ese gesto ha sido calificado como generoso de su parte por el mismo Gregorio Caro Figueroa. Me parece muy bien que se establezcan relaciones entre una institución oficial y una empresa privada, pero creo que esas relaciones no deberían dejar de lado a una parte importante de todo hecho cultural: a los autores.

Digo esto porque los poetas tuvieron que pagar para obtener un ejemplar. Los escritores son, sin dudas, muy buenos compradores de libros; pero no por eso deben ser confundidos por parte de un editor. No dudo que esto usted lo sabe muy bien: por un lado, están los autores de una obra y, por otro, están sus lectores o, si prefiere, los compradores de libros.

A menudo, el trabajo intelectual no es reconocido por algunas instituciones y determinadas empresas privadas. Muchos consideran al escritor como un trabajador fuera del sistema laboral y, como el personal de limpieza que trabaja en muchos hogares, no recibe un salario digno.

Cuando la Secretaría de Cultura convocó a los autores para enviar un poema y un breve CV en ningún momento expresó la convocatoria que cada autor tenía que aportar dinero si quería tener un libro donde figuraban versos de su autoría. No me voy a meter en cuestiones legales (o no lo haré por ahora); si quiero decir que usted debería haber entregado -en un gesto de reciprocidad antes que de generosidad- por lo menos un ejemplar de la antología a cada autor que posibilitó la existencia de ese libro.

Entiendo que una empresa privada no tiene por qué ser generosa. Nadie le pide eso. Sí le reclamo a la Secretaría de Cultura que no le otorgue ese título a alguien que para "recuperar costos" (así me lo expresó una vendedora de la citada antología) tiene que cobrar a los propios autores.

Sé muy bien que muchas veces las ediciones se gestan con el aporte económico del autor y el trabajo solidario del editor, pero esa gestación está pautada desde el vamos entre la editorial y el autor. Esas gestaciones las encaran, a menudo, las editoriales independientes que funcionan por fuera del circuito comercial.

Lo vuelvo a felicitar por su rapidez y agradezco tardíamente su invitación. Por mi parte, lo invito a reflexionar sobre la situación que usted planteó: ¿le parece bien que el autor de un poema reciba una invitación para pagar y así leer su propia obra impresa? ¿Usted le pediría a un trabajador de limpieza que pague por barrer los talleres gráficos donde imprime tan rápido los libros?

Atentamente.

Reynaldo Castro

Leer el doble prólogo de la antología: la presentación del editor, Víctor Hanne, y un texto del Secretario de Cultura de Salta, Gregorio Caro Figueroa.

miércoles, 20 de junio de 2007

Me ofrezco para hacer metáforas

No sé cómo la que hoy es mi suegra no me expulsó de su casa. Le dije que era escritor y quería casarme con su hija. Ahora, con la tranquilidad que dan los años que nos separan de aquel hecho, sospecho que me subestimó demasiado y no pensó que cumpliría con mi palabra.

Un amigo poeta se casó a la misma edad con esta justificación: “¡Y qué se puede hacer en Jujuy después de los treinta años!”. Confieso que yo no estaba seguro de mi decisión matrimonial; en rigor, casi nunca estoy seguro de nada. Ni siquiera sé cómo responderé el día que mi hija me diga que está por empezar una convivencia. De lo único que estoy seguro es que su pareja no será del mundo literario. Afortunadamente, los padres lectores apabullamos a nuestros críos con demasiados libros y ellos terminan odiando todo lo que tengo tufillo a literatura y se dedican a vivir la vida. Y lo bien que hacen.

Sospecho, además, que los padres de una señorita en edad de merecer añoran para su hija un candidato que tenga solvencia económica. Por mi parte, me conformo con que no sea contador, remisero o policía municipal. Tengo sobrados motivos para no desearlos como parientes políticos y no pienso detallarlos en esta nota.

Sí quiero decir que es muy difícil que cualquier padre no levante una mirada de sospecha si su futuro yerno es alguien que trabaja con cosas intangibles como metáforas. Podemos ser borgeanos pero sabemos que las metáforas no dan de comer, ¿o no?

Imagen de poeta

Para colmo los poetas y los folkloristas han construido una imagen de bohemia que incluye a la noche, el alcohol y los amores fugaces. Una mezcla explosiva para cualquier familia políticamente correcta. Aclaremos que muchos borrachos se las dan de artistas porque así justifican su adicción, pero no tienen escrito ni una zamba que valga la pena tararear.

No obstante lo anterior, sospecho que esa imagen empezó a modificarse. Los mejores escritores actuales no se van de la universidad dando un portazo. Muchos son docentes, otros abogados, algunos periodistas y muy pocos son veterinarios, militares y odontólogos; todos tienen una formación enciclopedista muy sólida realizada con lecturas afiebradas.

Algunos ejemplos pueden ayudar a entender esto que digo: Jorge Accame, docente; Susana Aguiar, docente; Ernesto Aguirre, periodista part time; Alberto Elías Alabí, docente; Jorge Albarracín, docente y empleado bancario; Pablo Baca, abogado y legislador; Elena Bossi, docente; Mario Busignani, abogado; Patricia Calvelo, docente; Jorge Calvetti, periodista; Nélida Cañas, docente; Álvaro Sebastián Cormenzana, músico; Marcelo Vicente Constant, docente; Libertad Demitrópulos, docente; Raúl Dorra, docente; Fernanda Escudero, docente; Miguel Espejo, periodista; Andrés Fidalgo, abogado y docente; Raúl Galán, docente y funcionario; Godofredo Garay, abogado; Víctor Ocalo García, docente y arquitecto; Néstor Groppa, docente y periodista cultural; Mita Homs, contadora; Federico Leguizamón, comunicador social; Tito Maggi, odontólogo y docente; Estela Mamaní, docente; Marcelo Mariani, docente; José Luis Melano, docente; Ildiko Nassr, docente; Ángel Negro, veterinario; Raúl Noro, periodista y docente; Antonio Paleari, militar; Susana Quiroga, docente; Fortunato Ramos, docente; Carmela Ricotti, docente; Blanca Spadoni, docente; Ramiro Tizón, abogado; Héctor Tizón, juez; Sixto Vázquez Zuleta, docente; Luis Wayar, periodista; Domingo Zerpa, docente.

A muchos de estos escritores les sobran horas de potrero literario como a muchos universitarios les sobran horas de cursos de posgrado. Tanto unos como otros se miran con cierta envidia, justo es decirlo.

Hablar al flato

Leopoldo Marechal, un peso pesado de la literatura que estuvo postergado durante mucho tiempo por ser peronista, termina su célebre novela Adán Buenosayres con la frase: “Solemne como pedo de inglés”. Él sabía muy bien que ese final sería muy distinto si hubiese escrito “flato” en vez de “pedo”. Conclusión: no siempre hay que hacer lo literariamente correcto.

En nuestra provincia, la mayoría de las veces, los avisos que corresponden tanto a la publicidad como a la propaganda son hechos al reverendo flato. Así, cada vez que hay un aniversario o se conmemora una fecha, aparecen en los diarios numerosos avisos que dicen lo mismo: todos saludan, felicitan y desean buenos augurios de la misma manera. Si la musa inspiradora de estos improvisados “creadores” publicitarios se encarnara en una mujer, todos se acostarían con ella. O lo que es lo mismo: todos se engañarían entre sí. De hecho: casi todos se engañan a sí mismos cuando se definen como creativos publicitarios.

Pero la culpa no es del que crea el aviso, sino del que lo paga. Hoy, los mayores culpables de que existan malos avisos en los medios son los funcionarios públicos. Seguro que todos recordamos aquellos avisos que nos hartaron en el verano: “Maneje a la defensiva”. Fue en esa época que ocurrieron la mayor cantidad de accidentes de tránsito en nuestras rutas. A los creadores de esa frase habría que hacerles un juicio por el crimen de lesa publicidad.

Otra frase que carece de todo gancho y creatividad es el lema: “Trabajamos para todos los jujeños”. ¿No es acaso la premisa normal que debería tener cualquier gobierno democrático? ¿A quién se le ocurrió semejante genialidad? Pero la que es la peor de todas es aquella frase que, al lado de la palabra “Gestión”, coloca el apellido del funcionario de turno.

El poder de las palabras

Nuestros gobernantes (esos que dan las órdenes para que se paguen los avisos institucionales) deberían aprender que las metáforas sirven para abrir las mentes. Al revés de los avisos que ellos a menudo publican y que tienen una visión demasiado estrecha acerca de lo que quieren publicitar y carecen de vuelo poético. Sospecho que es muy difícil que entiendan esto que digo ya que, como lo expresó la directora de esta revista hace dos números, la secretaría de Cultura de la provincia paga por ediciones de dudosa calidad. Las obras y los autores, casi siempre, son incuestionables; lo dudoso, en este caso puntual, es la factura editorial.

Por el contrario, las empresas japonesas conocen bien el poder que tienen las palabras. La empresa Honda, por ejemplo, innovó en el mercado automovilístico cuando sus directivos dieron la orden de trabajar bajo una metáfora que sería críptica para muchos de nuestros funcionarios: “La teoría evolutiva del automóvil”. Ésa fue la metáfora que originó la creación del Honda City, el innovador coche urbano que desplazó a los aparatosos coches americanos que hasta entonces reinaban en el mercado.

Las metáforas, por lo tanto, son palabras que para más de un funcionario local sonaría a estupidez. Las metáforas son palabras que no contienen órdenes cerradas (recuerden las que citamos más arriba) y que contienen el germen del carácter imprevisible de la innovación.

Una última cuestión: ¿hace falta aclarar que las personas más capacitadas para hacer metáforas son los poetas? Hace falta: las personas más capacitadas para hacer metáforas son los poetas. No lo digo para que algún funcionario me contrate; lo digo para que mi suegra me siga invitando a comer tallarines los domingos.

Esta nota se publicará en La Revista, nº 34, San Salvador de Jujuy, julio de 2007.


domingo, 10 de junio de 2007

Recomendaciones para rendir un examen

El autor de esta nota fracasó en varias carreras universitarias. Por algunas de las vueltas del destino, su trabajo más constante es ser docente; aunque no tiene título pedagógico que lo habilite (como alguna vez se lo recordó un funcionario rencoroso). No tiene formación docente pero, como aquel atorrante de barrio que es detenido reiteradamente y que por eso mismo conoce el movimiento interno de la seccional policial, nuestro columnista se mete con un tema que conoce con la sapiencia de un ladrón.


Nota publicada en
La Revista, nº 33, San Salvador de Jujuy, junio de 2007.



1. No se presente sin dormir.

2. Si estudia hasta tarde consuma coca (la hoja, no la gaseosa) porque evita el sueño. Al otro día no se olvide de cepillarse bien los dientes.

3. Coloque un buen despertador o hable con alguien para que lo despierte (y que éste a su vez coloque un buen despertador o hable con alguien para que lo despierte y así sucesivamente).

4. No desayune un termo completo de mate cebado. Graves consecuencias no deseadas pueden sucederle.

5. Trate de llegar por lo menos diez minutos antes al aula. Considere el hecho de que vive en Jujuy. Que a menudo hay corte de calles. Que el colectivo urbano no siempre pasa. Que muchos de los que pasan no tienen freno. Mejor vaya en bici.

6. Antes de entrar al aula pase por el baño. En situaciones como éstas, las propiedades diuréticas juegan en contra.

7. Ya en el aula verifique que tiene lapicera. Por alguna razón inexplicable, los estudiantes cuando tienen hojas suficientes no tienen con qué escribir. Compruebe que la lapicera tenga tinta.

8. Si no tiene con qué escribir, coloque su mejor cara de idiota y diga en voz alta: “¿Quién tiene dos lapiceras?” o “¿A quién le sobra una lapicera?”.

9. Si, a pesar de lo ya expresado, usted llega tarde, no espera que su profesor corra presuroso hacia usted a dictarle las consignas de la evaluación. Por lo menos, ponga cara de desesperado.

10. Si no tiene idea nada, no ponga cara de examinar intensamente la manera en que se viste su profesor o, si es profesora, si ya se le han caído las gomas.

11. No se presente a un recuperatorio diciendo: “¿Me puede decir la nota de mi parcial porque yo no vine en toda la semana y no sé si me corresponde rendir?”.

12. No espere que el cielo le mande una señal sobre cómo contestar. Ni san Expedito lo va a ayudar.

13. Tampoco espere que descienda una musa inspiradora y le agarre la mano para que usted tenga buena letra. Lamento desilusionarlo: las únicas musas que existen son las de carne y hueso. Por lo general, sus nombres figuran en el baño de varones.

14. Si llegó una hora tarde al examen, y a pesar de eso lo dejan pasar, no solicite permiso para ir al baño. Aguántese que ya termina.

15. Si usted es mujer y está en edad de merecer, no se haga la seductora con el profesor. No muestre las piernas, ni se desabroche la blusa. No es el momento ni el lugar más adecuado.

16. No duerma en el parcial.

17. Si estuvo todo el tiempo analizando la geometría del capuchón de su lapicera, cuando el profesor solicite que presenten las hojas, no pida “cinco minutitos más”.

18. Si llegó hasta aquí, dedíquese a otra cosa y no simule estudiar. Siempre será mejor leer cualquier libro que esta pésima nota.

martes, 29 de agosto de 2006

El aliento de las pantallas



[Nota publicada en La Revista, San Salvador de Jujuy, año 3, nº 26, setiembre de 2006.]
Que la política ya no convoca a multitudes no es ninguna novedad. Ahora los discursos se pronuncian frente a las cámaras de televisión o no existen. Las arengas en las plazas y en los cortes de ruta son de uso exclusivo de las protestas de los trabajadores y de los que quieren llegar a ser considerado como tales. Y estas medidas de fuerza se levantan recién cuando un camarógrafo registra el hecho.


Marshall McLuhan tenía razón: la aldea se hizo global gracias a las pantallas. Podemos conocer el ánimo de Manu Ginobili en el mundial de básquet, ver la guerra en vivo y directo que cada tanto inaugura Bush o el último trabajo que enganchó Nazarena Velez para dar de comer a sus hijos.

Y también podemos ver, como una comedia trágica, nuestra propia aldea: la tacita de lata.

Aparentemente, los políticos que supimos conseguir saben de la importancia de llegar a miles de televidentes. Si éstos los (re)conocen, más fácil les será conseguir su voto, parece que razonan. No siempre es así. Hay reconocimientos que no son de los mejores y hay famas que cuestan.

Sólo en las campañas electorales los políticos patean las calles. Pero hasta en eso ya hay una construcción escenográfica: inevitablemente siempre hay un candidato que besa a un chico de un barrio pobre. Después, pasado el fragor de los comicios, ya se sabe lo que pasa: los políticos se meten al living de las casas de sus potenciales votantes por medio de los televisores.

“Que hablen bien o mal, no me importa. Me interesa que hablen de mí”, explica un político que, contradiciéndose, no quiera figurar en esta nota, pero sí quiere dejar en claro cuál es su estrategia mediática. Él, como tantos, está convencido de que el emisor determina los sentidos del mensaje. Si me siguen, veremos que no siempre es así.

El medio es el masaje

Antes de continuar, una aclaración: resulta difícil seguir al medio televisivo desde una revista que aparece una vez por mes. Digo esto porque la televisión se renueva día a día y una noticia que tiene más de veinticuatro horas no aparece en las pantallas porque, sencillamente, ya huele a podrido.

No obstante la lógica televisiva, podemos congelar algunas imágenes y buscarles algún significado. Cuestión que, como veremos, no necesariamente tiene que coincidir con los objetivos de los protagonistas de las noticias.

Una rápida y arbitraria selección nos puede hacer recordar que en este mes la diputada provincial Mirna Abregú se metió en el dedo en la oreja delante de una cámara indiscreta y que después su imagen fue reiterada para el deleite de sus rivales. Que el diputado Mario Pizarro le hizo un gesto de desprecio a su ex compañero de bloque Fado Zamar. Que el también diputado Pablo Baca expuso con fundamentos la falta de una política ambiental y que Guillermo López Salgado, secretario de Medio Ambiente, afirmó que había recibido una gran cantidad de mails de todo el país por la obra que realiza en su gestión. Que en la legislatura se discutió sin pelos en la lengua y que, en la misma sesión, el tiro al pichón estuvo en la orden del día.

También vimos imágenes de archivo en las que el diputado nacional Rubén Daza se refería al actual gobierno provincial y los motivos que lo llevaron a posicionarse como franco opositor; enseguida vimos declaraciones del mismo (sí, el mismo) enunciador que afirmaba ser un disciplinado de la decisión de su superior antes que de su propia coherencia.

Qué decir del mismísimo Eduardo Fellner cuando afirmó que eran totalmente infundadas las noticias de las renuncias del ministro de Gobierno y del jefe de Policía, qué se puede expresar, digo, si al otro día asumían los nuevos funcionarios en los puestos que él había mencionado como incuestionables.

Una mención especial se merece el flamante ministro de Gobierno. El popular “Pollo” Cavadini expresó que con varios de los dirigentes del Frente de Gremios Estatales se habían conocido en las luchas populares y no en los escritorios, como si su pasado reciente hubiera estado en los cortes de puentes y no en las cámaras legislativas.

La lucha por la recepción

Lo dijimos al comienzo de esta nota: la lucha por los significados tiene que ver con lo que dicen los medios. Ahora bien, esa pelea no siempre la ganan los emisores de los mensajes; los receptores también podemos plantear una guerra de guerrillas para construir lo que significan las imágenes que vemos a diario.

Si bien no existe una lectura única de las perlitas televisivas que mencioné antes, sí podemos pelear por la mejor ubicación frente al televisor y comentar lo que vemos y entendemos.

Podemos aprender que las cámaras son indiscretas y no siempre nos muestran como queremos. Que de la violencia simbólica a la lluvia de huevos hay un paso. Que la credibilidad se construye con argumentos sólidos y no con mensajes virtuales. Que la Legislatura no puede ser una caja de resonancia de las patotas; que esa cámara debería ser un lugar de discusión para producir leyes y acciones que favorezcan el bien común. Que hay políticos que practican la obediencia debida y no la obediencia de vida a sus principios. Que el gobernador –quizás el político que mejor cuida su imagen– también puede ser devorado por la falta de coherencia de sus propias palabras. Y que ni siquiera la popularidad nos da licencia para hablar cualquier cosa.

Algo huele a podrido en las pantallas jujeñas. Es una lástima que el viejo McLuhan no esté aquí para reírse.

jueves, 3 de agosto de 2006

Habla el otro yo de Gerardo


Entrevista apócrifa
[Nota publicada en La Revista, San Salvador de Jujuy, agosto de 2006.]

Al otro, a Gerardo, es a quien le molesta que le hagan chistes sobre Borges. Yo camino por Jujuy y me demoro, acaso ya inconscientemente, para mirar cómo otros gobiernan la provincia. De Gerardo tengo noticias por los diarios (y también por el correo de lectores de La Revista) y veo su nombre en una lista de candidatos o en un parte de prensa. A él le gusta participar (tanto que sus rivales le dicen: “Seguí participando, Gerardín”), disfruta también con los asientos de contabilidad y los sillones de la cámara; yo comparto esas preferencias pero de un modo vanidoso debo confesar que más me gusta Borges. Sí, me gusta ¿y qué? ¿Por qué dudan de mis preferencias literarias? ¿Acaso no puedo ser un lector secreto y silencioso como tantos otros?

No sería acertado afirmar que la relación entre Gerardo y yo es hostil. No nos une el amor, pero tampoco el espanto. Yo leo en secreto y alguna vez casi cedí a la tentación de escribir un poema para una correligionaria, pero debo decir que mi actitud disimulada tiene un solo objetivo: que él pueda hacer su carrera política y esa carrera me justifica.

Nada me cuesta afirmar que ha logrado ocupar puestos de envergadura: diputado provincial, diputado nacional, senador, ministro, gober…, perdón, casi me traiciona el inconsciente o sea yo mismo. Esta traición que casi se me escapa es difícil de contener y, para colmo de males, ya no hay periodistas que redacten el diario de Yrigoyen.

Es por mi falsedad que yo estoy destinado a perderme definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Quizás ese instante sea una anécdota sobre Borges. Cuentan unos amigos que, cierta vez, el mejor escritor se preparaba para cruzar la 9 de Julio, cuando un peronista —parece que siempre hay un peronista en un momento clave— lo vio y pensó: “Ésta es mi oportunidad para vengar tanto desprecio”. El militante se acercó y le ofreció su brazo: “Borges, le ayudó”. Cuando llegaron a la mitad de la avenida más ancha del mundo, el peronista saboreó sus palabras y le confesó su identidad partidaria para así espantarlo al gran escriba. Éste no se inmutó y, con una tranquilidad pasmosa, le contestó: “No se haga problemas, amigo, yo soy ciego”.

Al otro, a Gerardo, le voy cediendo poco a poco todo lo que sé de Borges, aunque me consta su costumbre de querer ser noticia y magnificar un hecho común y corriente. Spinoza (el filósofo; no mi amigo Héctor, el periodista) entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser: la piedra eternamente quiere ser piedra, el tigre un tigre y el senador quiere un cargo vitalicio como Pinochet. Yo he de quedar en Gerardo, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en las leyes que propuso que en los siguientes versos del maestro: “Mi nombre es alguien y cualquiera” y también me identifico en el laborioso accionar de un puntero radical que lucha contra los que detentan los planes Trabajar.

Hace años yo traté de librarme de él. Pasé de la militancia en la Franja Morada a compartir cargos con los dueños del partido. Pero ahora esos cargos son de Gerardo y tendré que inventar otra cosa o postularme para otra función. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.

No sé cuál de los dos responde en esta entrevista.

martes, 25 de octubre de 2005

Berp para creer

[Nota publicada en La Revista, año 2, nº 18, noviembre de 2005. San Salvador de Jujuy]

Hay momentos en que uno tiene el poder. Por lo general, ocurre cada dos años. Uno se acerca a la escuela donde tiene que sufragar y un rostro, desde un afiche, le ruega por un voto que le permita seguir o empezar. No hay nada más lastimoso que la careta de un político en un cartel arrugado. Sucede siempre: al final de las campañas, hay caras más envejecidas que el retrato de Dorian Gray.

De imágenes del poder trata esta nota. Porque ya lo decía una publicidad reciente, en el cuarto oscuro nadie nos ve y allí podemos usar nuestro poder como mejor creamos. Pero no sólo manifestamos nuestro poder cuando votamos, también lo hacemos cuando opinamos sobre los mensajes que recibimos.



***


Para empezar, si alguien –digamos, por dar un ejemplo, integrantes de un partido que otrora estuvo en el gobierno nacional– muestra una relación clientelar entre un funcionario que entrega un bolsón de mercadería a cambio de un voto, no sólo denuncia al actual partido gobernante sino que hace una autocrítica al trunco gobierno en que le tocó repartir dádivas. Digámoslo con todas las palabras: la gente recibe bolsones pero no come vidrio.

Y ya que hablamos de este partido, ¿a quién se le ocurrió la creativa idea de considerar a los telespectadores como infradotados que no saben pensar? Si el candidato hablaba sobre Zapla, el fondo era una imagen de la fábrica; si hablaba del Fondo Especial del Tabaco, atrás aparecía un campo con grandes hojas verdes; ahora bien, cuando hablaba de los juicios millonarios contra el Estado atrás no aparecía el estudio jurídico que se favorecía, se veía la imagen de la institución que se perjudicaba. Algunos candidatos, ¿comen vidrio?

Mención especial merece el slogan “Para defender lo nuestro”. La defensa es una actitud que se presenta después del ataque de otro o, en el mejor de los casos, frente al posible ataque. No es una acción primera porque otro ya pegó primero o lleva alguna ventaja, y lo sabemos: quien pega primero, pega dos veces. Por otro lado, el artículo ambiguo que figura en el slogan no aclara nada. ¿A qué se refiere “lo nuestro”? ¿A aquello que nos pertenece a los jujeños?, ¿o al lugar que les corresponde en la lista a los inamovibles candidatos desde hace varias décadas? La ambigüedad está bien para las expresiones artísticas pero nunca puede ser útil para la publicidad política. No hay dudas: hay creativos que comen vidrio.


***

No crean que no voy a hablar de las publicidades del partido que ganó. Sus imágenes fueron importantes no por las cosas que mostraron, lo fueron por las que no exhibieron. Quizás el candidato más resistido estuvo en estas filas. ¿Cómo ganó? Porque la candidata que lo secundaba aparecía más y así empujaba a aquellos que el primero no motivaba (es decir, a la gran mayoría). ¿Hace falta que alguien mida la cantidad de carteles y minutos de televisión para apoyar esto que digo?

Pero eso no fue todo. El menos carismático ganó, además, por los errores de sus adversarios. De uno ya hablamos más arriba. Otro candidato apostó a nombrarlo por doquier; su campaña se basó en golpear al que después ganó. Estaba por escribir que esta estrategia resultó innovadora pero me olvidé que los dos están /estaban ligados al partido mayoritario. Por lo tanto, no hay innovación de ningún orden ya que el adversario más duro que tiene cualquier peronista es otro peronista.

El slogan de campaña del ganador tampoco fue un alarde de creatividad. Apenas si alcanza a la categoría del refrito de campañas anteriores. El Paso de Jama es la gran obra del gobierno, o por lo menos así se ha instalado a lo largo de la actual gestión, y sobre esa obra se construyó el slogan. Por eso, el mejor “camino” era el que conducían el gobernador y, con un mando a distancia, el presidente.

La imagen del conductor provincial también estuvo sumamente cuidada. Él no apareció en ningún afiche junto a un postulante a legislador y no fue por falta de ganas de los candidatos precisamente. Por el contrario, más de uno pataleó cuando, en la imprenta, un jefecito de campaña le negó la fotografía del abrazo que avala. El conductor no estaba para aparece en disputas menores, sí lo estaba para aparecer junto al presidente porque ambos juegan en las ligas mayores. O, por lo menos, ésa es la pretensión local.


***

No tengo espacio aquí para hablar del diputado electo que tiene la capacidad de hablar de cualquier tema, aunque ignore lo que trata, porque no le teme a la cámara de televisión; ni de aquel otro –también electo– que escribió buenas ideas pero todavía no posee ductilidad para el formato televisivo; ni de tantos otros que no quiero recordar sus mensajes porque me patean el hígado.

Apenas me quedan unas líneas para aclarar que no utilicé nombres propios, salvo el personaje de aquella novela inolvidable, porque no tengo esperanzas de que dentro de dos años los políticos y sus creativos me sorprendan. Entonces, seguramente, para ganarme mi óbolo mensual, volveré a publicar esta nota y nadie se dará cuenta de la falta de actualidad, como sucede con ciertos discursos escolares que se repiten en las fechas patrias.

Ya expresé mi opinión y, por lo tanto, mi poder fue un poco más allá de votar. Releo lo que escribí y me doy cuenta de mi perdición: los lectores de esta revista no comen vidrio. En las próximas elecciones, cuando opine sobre los mensajes de los políticos, tendré que pensar.

jueves, 4 de agosto de 2005

El sueño perpetuo de José Luis Magno

[Nota publicada en La revista, año 2, número 15, San Salvador de Jujuy, agosto de 2005]

Una noche de julio, José Luis soñó que estaba en una oficina idéntica a la que tenía en el edificio municipal y le llegaba la orden de recorrer, en su propio auto, los baches de la avenida Éxodo. “¿Será posible que exista -dijo- una oficina idéntica a la mía?”. Se le acercaron algunos legisladores municipales. José Luis estaba sorprendido: “¿Por qué serán tan parecidos a Pablo, “Chuli” y Federico y a todos los de la comisión de Juicio Político? ¿Cómo habrán hecho para llegar hasta aquí si el edificio está cercado?”. Uno de los concejales exclamó: “¡Ahí está José Luis!”. Antes que le digan nada, éste se les adelantó y dijo que iba a demandar a los fabricantes de automóviles por hacer autos que rompen el pavimento. Los concejales se rieron, pero no de la ocurrencia: “¡Que metida de pata! Te confundimos con José Luis, el grande, pero no tenés la altura política de él”. Eran concejales de otro José Luis. “Estimados concejales”, le dijo, “yo soy José Luis Magno. ¿Quién es el intendente de ustedes?”. Los concejales contestaron al unísono: “José Luis” y uno de ellos agregó: “Tiene esos nombres en honor a dos pesos pesados: el primero está tomado de José Humberto, su propio padre; el segundo, de Jorge Luis, el escriba mayor que ya escribió esta página. ¿Quién sos vos para usurpar sus nombres”. Después de esto, los legisladores se fueron entre carcajadas.

José Luis quedó derrotado: “Nunca me han tratado tan mal. ¿Por qué me odian estos concejales? ¿Existirá otro José Luis? Voy a llamar a mi primer candidato a concejal para desenmascarar al falso José Luis”. El sueño era de noche, por eso, mientras se dirigía hacia el Concejo Delirante, vio pasar a la luna rodando por la Senador Pérez y los semáforos le dieron tres luces celestes. Eso hizo que se acordará de un tango y empezó a silbar bajito. Llegó al recinto de sesiones y se sentó en la banca número trece. Vio a un funcionario acosado por la prensa; una periodista llamada Inés le decía que lo veía muy abatido y aquél contestaba que tuvo un sueño raro: “Soñé que estaba en mi oficina y unos concejales no me reconocían y me dejaban solo. Los seguí hasta el Concejo Delirante y me encontré con otro José Luis atormentado por los periodistas”. Al escuchar la entrevista, José Luis no se pudo contener y saltó de su banca: “¡Vine en busca de José Luis; sos vos!”. El funcionario se abrió paso entre los periodistas (Inés quedó golpeada por esa acción) y exclamó: “¡No era un sueño: vos sos José Luis!”. El momento se quebró cuando la voz del Gran Hermano Eduardo llegó desde la casa sahumada con gomas ardientes: “¡José Luis!”. Los dos José Luis temblaron. El soñado se fue; el otro decía: “¡Volvé pronto, José Luis!”. José Luis se despertó, estaba en su oficina del edificio municipal frente a una periodista que había sido golpeada: “Se lo ve muy abatido, ¿qué soñaba?”, dijo ella. Él contesto que tuvo un sueño muy raro: “Soñé con unos concejales que no me reconocían y me dejaban solo...”

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