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Germán Fellner, hijo de tigre, y un trabajador |
En esta fotografía están dos jóvenes. El de la izquierda
tiene la piel clara; el otro, más oscura. El primero tiene una camisa blanca,
un pantalón vaquero con un cinturón grueso y hebilla llamativa; también tiene
unos zapatos negros que desentonan con el piso de tierra. El segundo viste ropa
deportiva, pero no parece alguien acostumbrado a practicar deportes, tiene una
chomba a rayas, un jogging y un par de zapatillas. El joven que tiene la camisa
blanca carga una bolsa en su hombro derecho y tiene la mirada fija en la cámara
que congela la imagen. El que tiene ropa deportiva no carga nada, mira hacia un
costado y está parado a la izquierda del otro.
Umberto Eco escribió que el hábito hace al monje. Que nuestra
ropa es expresiva. Que elegimos nuestra ropa según códigos y convenciones que están
articuladas y que aceptamos. Que nuestra ropa, en algunos casos pierde su
funcionalidad física y se convierte en un signo de alto valor comunicativo. El
semiólogo grafica su argumentación con un ejemplo claro: el hombre de las
cavernas empezó a cubrir su cuerpo con pieles de animales para protegerse del
frío; pero, al cabo de unos pocos años, debieron surgir distinciones entre los
cazadores brabucones provistos de mejores pieles que los menos capaces que
disponían de un repertorio menor de pieles.
La imagen es una pose de campaña política. El que carga la bolsa
es alguien que no tiene la ropa adecuada para este tipo de trabajo. Es alguien
que está acostumbrado a un trabajo más pulcro y con menos desgaste físico, por
eso se inclina demasiado hacia su costado izquierdo, en un intento de
equilibrar su cuidado cuerpo. El otro joven no ignora esa falta de costumbre;
por eso está a su par, listo para sostenerlo, por si llegara el caso.