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miércoles, 27 de abril de 2016

CUANDO LAS PALABRAS SOBRAN

El caso es que nos dijeron que:

  • Había que alimentarlos cada x horas
  • Mejor con biberón que con teta. 
  • Luego que teta dos meses, no más.
  • Que había que suplementar a los tres meses... Más tarde se corrigieron: que a los 6 meses. Ahí quedó la cosa. Ya veremos hasta cuando
  • Que mejor que durmieran boca abajo. 
  • Que necesitaban dormir en su cuna y cuanto antes a su habitación. 
  • Que dejarles venir a nuestra cama era malo
  • Que había que empezar con papilla de plátano (x gramos) de desayuno, papilla de verduras (y gramos) en la comida y papilla de cereales (z gramos) en la cena. O no, porque el pediatra de la consulta de al lado de daba unas recomendaciones totalmente distintas. Y con los años cambiaron todavía más. Unos decían que tal alimento a los 4 meses y que tal otro a los 12. Y otros te decían que el primer alimento mejor a los 8 y el segundo podía ya a los 6. 
  • Que había que forzarles a dejar el pañal
  • Que había que forzarles a andar
  • Que había que forzarles a ser independientes
  • Que había que forzarlo todo, porque la letra con sangre entra y quién bien te quiere te hará llorar.
Y así todo

Y un día los biólogos evolutivos, los antropólogos,los etólogos y los etnólogos nos dijeron que todo eso era muy raro. Que ninguna especie mamífera o primate tenía comportamientos tan extraños con sus crías, y que en las culturas humanas había tantísima variabilidad que era imposible determinar "lo correcto" de manera universal. También nos descubrieron que las culturas más pacíficas y sanas eran esas que respetaban más la naturaleza del bebé, tanto en el parto como en los meses y años siguientes. La ciencia basada en evidencia empezó a demostrar que todas esas normas, arbitrarias y absurdas en su gran mayoría, estaban matando y enfermando niños. Eran estresantes y nocivas. Dificultaban la crianza, volvían locas a la madres y, en pocas palabras, se cargaban todo el placer asociado a la maternidad. 

Vamos, que se equivocaron de cabo a rabo. Lo estábamos haciendo todo mal. 

En su momento todo este conocimiento fue un soplo de aire fresco en una dinámica aberrante y claustrofóbica, y cuando los primeros pediatras y expertos de la salud infantil empezaron a llevar estas ideas a los padres en sus obras divulgativas fueron liberadores, beneficiosos y muy necesarios para contrarrestar y debilitar el paradigma imperante, favoreciendo la entrada a una nueva manera de vivir la maternidad y la paternidad, más acorde con lo que nos pide realmente el cuerpo. 

Y entonces fue el boom de la "crianza natural". La madre mamífera abrió los ojos. Reclamó parir a sus bebés y no separarse de ellos ni para dormir. Sacó las tetas de los sujetadores de aros y se sentó en el banco del parque con su hijo de tres años a darle de mamar. Le dejó los pañales hasta que el propio niño pidió quitárselos y corrió a cogerle en brazos cada vez que sintió que su hijo lo necesitaba.

Pero estas ideas y este tipo de crianza no tardó en levantar ampollas "sociales", como no puede ser de otra manera, porque la libertad da miedo, y el miedo nos obliga a encerrar cuanto antes todos los deseos, sentimientos y emociones en palabras racionales que nos clasifiquen adecuadamente la realidad. Y por eso desde hace ya unos años corren ríos de tinta intentando clarificar lo que es natural, respetuoso o con apego, como si hacer lo que nos sale de las entrañas necesitara un nombre y una guía para su ejercicio. Y cuando digo ríos de tinta, digo ríos de tinta, porque si toda la tinta que se ha utilizado para escribir los libros que hablan sobre el tema se echara al mar, seguro que subiría el nivel un par de metros. Todos tenemos algo que decir, nuevas normas que explicar y buenos y beneficiosos consejos que dar. Yo la primera, que conste. 

Y como a los humanos nos encanta sentirnos seguros dentro de las confortable jaula de las normativas, nos ha faltado tiempo para convertir una liberación en una nueva forma esclavitud. Y así necesitamos que nos digan, otra vez desde afuera, lo que hay que hacer y como hay que hacerlo siguiendo la "moda" de esta "nueva" crianza. Y ya estamos discutiendo si esto es natural, o respetuoso, o con apego o conductista. Si debes hacer esto para que sea respetuosos o aquello para que sea natural. Si está científicamente demostrado que los chimpancés lo hacen así, los yekuanas asá, y los sapiens del paleolítico totalmente diferente. 

Y ahora ya no solo tenemos pediatras que nos dicen que el niño a las 6 h reciba 10 minutos de una teta seguido de la papilla de cereales. Ahora podemos elegir leer o escuchar también al que nos "da permiso" para darle teta a demanda y dejarle dormir en nuestra cama, o incluso al más moderno de todos, nuevo producto de la realidad virtual de los blogs y los foros de crianza, que nos permite seguir excusándonos con las exigencias culturales por no poder atender las necesidades primales de nuestras criaturas, le encanta la idea de que nos sentimos "esclavizadas" por nuestra maternidad, culpables hasta la saciedad, y se siente con la responsabilidad de liberarnos de los determinantes "naturales" con los que la cruel madre naturaleza pretende mantenernos en nuestro inferior rol de sacrificadas madres cuidadoras. Y, por supuesto, está convencido de que es posible hacer frente al conflicto entre la naturaleza del hijo y las necesidades culturales de la madre de una manera absolutamente respetuosa para todos. Un verdadero malabarista. 


Y entre todo este guirigay parece que hemos perdido de nuevo la esencia de nuestra liberación -que no es otra que ejercer la maternidad como más placer nos dé a nuestro hijo y a nosotras, ya que maternar no es otra cosa que satisfacer deseos primales- y un cambio de paradigma absolutamente femenino ha vuelto a masculinizarse por esta maldita necesidad de racionalizarlo todo, perdiendo así toda su esencia, porque en las palabras de estos pediatras y expertos (hombres y mujeres, que conste, que la masculinidad no entiende de géneros) sigue estando la misma capacidad de desconectarnos de nuestros deseos que en las de aquellos expertos"convencionales" del siglo pasado. 

Porque en la verdadera nueva crianza del cambio de paradigma las normas no salen de fuera, sino de dentro -de dentro del cuerpo de cada madre y cada bebé- y es la sociedad humana la que debería respetar y adaptarse a estos deseos primales de las madres y de los hijos. Esta es la única norma escrita que debería existir sobre ella. 

Porque es una crianza que enfrenta, reta y cuestiona las mismísimas bases del patriarcado: la desconexión entre cuerpo y mente.  Una maternidad que va mucho más allá de teorías científicas o determinantes culturales y/o naturales, y que está muy por encima de todas esas cuestiones por las que nos encanta enzarzarnos en estériles e interminables debates, o rellenar páginas y páginas de libros con instrucciones de como ejercerla correctamente. 

Es la crianza del placer. 

Es puro sentimiento.

Es pura libertad. 

Es puro deseo

Es puro Amor.

Y bajo mi punto de vista el resto de palabras sobran y su nombre es lo de menos. Que cada uno le llame como mejor le parezca y sienta que la representa, si es que necesita ponerle un nombre. 





viernes, 23 de octubre de 2015

LAS SIETE FASES DE MI MATERNIDAD

1ª FASE: FASE ALELADA


Todavía no he sido madre y creo que:

  • Los especialistas son los que más saben (y yo no sé nada). Haré lo que diga mi ginecóloga, por supuesto. Y luego, sin rechistar, lo que diga el pediatra.
  • ¿Qué es exactamente una comadrona?
  • Daré el pecho "si puedo". Pero probablemente no pueda porque a mi alrededor casi nadie ha podido. Sobre esa amiga que me dijeron que le daba teta a su hija de 3 años: Dios mío, que exagerada es. Eso no es normal.
  • Con biberón se crían igual o casi igual. No es para tanto
  • Ante la llegada del bebé hay que preparar (por orden de importancia)
    • La habitación. Con capazo para los 3 primeros meses y cuna para el resto.
    • El cochecito
    • La bañera
    • El cambiador
    • Los bibes, el esterilizador, los chupetes. etc...
    • Bomba para sacarme leche
    • ¿Sistema de porteo? No sé... pongamos opcional.
    • Imprescindible el móvil de la cuna con un audio de Mozart y latidos del corazón.
  • Un cachete a tiempo es imprescindible en cualquier crianza... Si es que hay gente que es muy exagerada. A mí me dieron y aquí estoy, tan bien educada. 
  • La letra con sangre entra
  • La maternidad es sacrificio.


2ª FASE: FASE DE CRISIS AGUDA

Ha nacido mi primer hijo. Nada del apartado anterior me sirve. Nada funciona. Esto es un caos.
  • Hice lo que me dijeron en el parto pero acabé con epidural y pariendo tumbada. Dicen que ha sido un parto ejemplar. Yo me siento extenuada y con la sensación de que aquí ha fallado algo importante. 
  • El bebé no puede ni ver su capazo (debe de tener pinchos, o chinchetas... o tal vez queme). Sólo quiere estar en mis brazos, pero yo tengo cosas que hacer y no puedo con él encima.
  • El bebé no valora la música de Mozart ni los latidos del corazón del móvil sobre su cuna (¡desagradecido!).
  • Mi gran objetivo del día es que el bebé se duerma para yo dejarlo y poder hacer cosas. Me paso el día con expectativas que no se cumplen. Estoy desesperada.
  • No consigo darle de mamar según lo que me han recomendado en la clínica (no antes de dos horas, x minutos en cada pecho). Me congestiono. El bebé llora... ¿de hambre? ¿Si yo estoy congestionada por qué llora mi bebé de hambre?
  • Llegan consejos de todas partes, todos contradictorios. Nada de lo que hago parece satisfacer a mi hijo. Es una lucha continua entre lo que yo quiero y lo que él quiere. 
  • La maternidad no puede ser esto. Me hundo. Nos hundimos.


3ª FASE: FASE DE ILUMINACIÓN

Leo. Leo mucho. Empiezo por Carlos González y Rosa Jové. Sigo con Michel Odent y Laura Gutman. Me atrevo con Casilda Rodrigañez. Voy complementando con Meredith Small, Jean Liedloff, Margot Sunderland, etc... Poco a poco abandono la literatura divulgativa y me sumerjo en los artículos originales de las revistas científicas (Narvaez, Panksepp, Schore, Olza, McKenna, Ball, Bergman, etc...).

Ahora lo veo claro. Nuestra cultura es incompatible con nuestra biología. Lo hacemos todo mal. Maternar debería ser un enorme placer y no lo es porque la cultura no nos deja.

Todo es culpa del patriarcado.


4ª FASE: FASE MESIÁNICA

Ahora que ya sé como ser la madre perfecta quiero compartirlo con el mundo. Quiero que todas las madres sepan también ser así de perfectas. Así salvaremos la humanidad.

Las que se niegan a abrir los ojos a esta aplastante revelación son unas malas madres. Lo hacen por puro egoísmo.

Pero no importa, voy a abrirles los ojos aunque sea a la fuerza. Yo estoy de parte de los bebés. Siempre de parte de los bebés.



5ª FASE: FASE DEL DARME DE NARICES CON LA REALIDAD

Tengo toda la teoría en la cabeza pero la práctica, en el día a día, no me sale:
  • La lactancia es más dolorosa que plancentera a pesar de "cumplir" con todas las normas de una lactancia placentera (a demanda, sin límites, día y noche, etc...). Las mastitis recurrentes no ayudan, precisamente.
  • Me muero por estar con mis hijos, y me muero por separarme de ellos. Me siento culpable.
  • Colechamos y dormimos mejor. Pero sigue siendo duro porque yo estaba "programada" para dormir en solitario. Una no cambia un condicionante así de la noche a la mañana
  • Quiero que coman sano y que solo tomen mi leche. Pero acabo dando potitos de vez en cuando, papillas porque es más fácil, galletas y bollería porque ¿Quién consigue no dárselos nunca? La leche de vaca también es muy socorrida, aunque seguro que sería mucho más sano darles a los tres de la mía durante el resto de su niñez. Pero es que no doy más de mí. 
  • No se pega, pero se me escaparon dos cachetes. Nunca más. No se grita, pero estoy afónica de tanto hacerlo. No se cría mediante el "ordeno y mando", pero el sargento O´neil se moriría de envidia si me viera ejerciendo mi "ejemplar" maternidad en los momentos culminantes del día.
  • Mis hijos pasan parte del día frente a la tele o con el ordenador. Y cuando esto ocurre yo no siempre estoy trabajando, no... a veces lo hago para poder ver mi serie favorita en mi ordenador (shhhhhhhhh).
  • Soy una madre, no mala, malísima.
Pero lo peor es que en medio de mi fracaso:
  • Aquellas "madres esclavas de la cultura" que tengo entre mis conocidas, de  biberón (voluntario, se entiende), sueño en solitario y guardería, son mucho mejores que yo con sus hijos en otras mil facetas en las que yo fracaso estrepitosamente: algunas son más pacientes y no gritan nunca, otras más dedicadas y no pierden tiempo de estar con sus hijos viendo series de televisión, y la mayoría cocinan mejor. 

6ª FASE: FASE DE "PERO... ¿QUE ESTOY HACIENDO?"

Vale, no soy la madre perfecta que pretendía ser. Imposible cumplir con todas las expectativas que me había autoimpuesto. Y este estado de frustración continua no ayuda nada. Es totalmente destructivo. 

¿Qué está fallando? ¿Por qué cuando intento practicar una maternidad que en teoría está más en armonía con nuestra naturaleza humana que la tradicional de nuestra cultura,  me cuesta tanto?

Pues porque he cambiado los determinantes culturales por los científicos. No me he liberado, sólo he cambiado de "autoridad". Porque el ejercicio de la maternidad no se puede dominar a base de normas externas, vengan de dónde vengan. Cuando hacemos algo -ya sea dar el pecho o dejar al bebé en una guardería para ir a trabajar, aplicar el método Estivill o darle de mamar 10 veces por la noche a los 3 años- y lo hacemos porque desde fuera una presunta autoridad (científica o cultural) nos dice que es lo que DEBEMOS hacer, y nosotros acallamos nuestro deseo íntimo y personal (que es en realidad la única voz que deberíamos escuchar) para adaptarnos a esa normativa externa, fracasamos y, lo que es peor, sufrimos. 

He cometido una enorme incongruencia tratando de liberar mi maternidad de las normas culturales atándola con las normas "naturales".

Y encima estoy pretendiendo cambiar el comportamiento de otras madres ¡A LA FUERZA! con un discurso de "si no haces esto le estás haciendo daño". El mismo que utilizan "los otros", los malos, los pro-Estivill y Supernani. Me he convertido en una pseudo-Estivill o en una pseudo-Supernany que en vez hacer sentir culpables a los padres por no enseñar a dormir a sus hijos en solitario del tirón o no disciplinar a sus hijos con la silla de pensar les hace sentir culpables por hacerlo. 

Dice mi amiga Mónica que eso es VIOLENCIA. Quiero mucho a Mónica y tengo mucho respeto por su criterio. No me ha hecho falta reflexionar demasiado sobre sus palabras para llegar a la conclusión de que tiene más razón que un santo. Y además añade: 

" ....no podemos "salvar"  a los niños hiriendo a sus madres y padres"

Por supuesto que no. Parece obvio, pero creo que estas palabras son muy necesarias en nuestro círculo de presunta crianza respetuosa, natural, o como la queráis llamar. Las repito:

....no podemos "salvar"  a los niños hiriendo a sus madres y padres"

Es que no podemos, ni debemos, salvar a nadie.

¿Quién coño(1) nos creemos que somos?


7ª FASE: FASE DE ACEPTACIÓN

Soy una madre imperfecta que quiere a sus hijos con locura. A veces consigo hacer lo que creo que es mejor para ellos y otras no. A veces me doy cuenta de que me he equivocado y que lo que creía mejor en realidad no lo es. A veces cambio sobre la marcha y me equivoco todavía más. A veces el cambio repara los daños anteriores. A veces hasta hago bien las cosas. 

A veces me siento muy culpable y entonces me doy cuenta de que así tampoco arreglo nada. Así que me saco de encima la culpabilidad e intento hacerlo mejor a partir de entonces. A veces consigo hacerlo mejor. Otras veces no. 

Ahora sé que muchas normas de crianza tradicionales no tienen bases sólidas, nacieron en condiciones que ya no existen y ahora dañan más que benefician. Ahora puedo librarme de ellas. Pero eso no significa que tenga que atarme a normas nuevas. Ahora, simplemente, puedo barajar más posibilidades para solucionar problemas. Pero mi solución no tiene por qué ser tu solución.

Ahora sé que, a pesar de todo lo que he leído y de mi formación académica, no soy nadie para decirte a ti como debes criar a tu hijo. Perdóname, porque un día pensé que sí lo era. 

Lo que sí puedo hacer es ofrecerte mis conocimientos sobre el tema, pero no como nuevas normas a las que debas someterte. Yo te los pongo sobre la mesa. Tu coges lo que a ti te va bien. Si me preguntas si el biberón es igual que la lactancia materna te diré que no; si me preguntas si me parece que el método Estivill es bueno, también te diré que no. Pero espero que tu no des de mamar porque lo que yo he dicho te OBLIGA a dar de mamar o que coleches porque te sientes obligada a colechar. Piensa que lo que yo he dicho es una variable más de todas las que necesitas considerar a la hora de decidir si das de mamar o no, si enseñas a tu bebé a dormir solo o no. Incluso si practicas mi odiado método Estivill o no

Yo no "calzo tus zapatos" así que ¿quien soy yo para juzgarte? o ¿tú para juzgarme a mí?

Yo no puedo cargar con la responsabilidad de tus decisiones. Ni Estivill, ni Supernany, ni Carlos Gonzalez ni Rosa Jové, ni ningún experto, lo pretenda o no lo pretenda (que algunos lo pretenden). La decisión final es, siempre, responsabilidad tuya. Como respecto a mis hijos es mía y de su padre. 

Ahora solo aspiro a que mi trabajo, que consiste en informarte de lo que la ciencia dice sobre la biología de la crianza mediante la divulgación científica, te ayude a escucharte y a liberarte de aquellos que pretendían atarte con una supuesta autoridad que en realidad no tienen.  Espero que cada vez que me leas o me escuches mi mensaje te aporte algo positivo, te ayude a reflexionar sobre eso que tenías en la cabeza y te abra nuevas posibilidades de actuación. 

Pero, por favor, no tomes mis palabras como nuevas cadenas. Aunque, en realidad, gran parte de la responsabilidad para que eso no suceda es mía, lo sé. Tengo que conseguir trasmitir esta información de manera que no te haga sentir culpable y que no te obligue a hacer nada que realmente no sientas que quieres hacer. 

No es fácil, te lo aseguro, pero estoy trabajando duramente en ello. 


(1) Con perdón. No me gusta utilizar palabras malsonantes en mis escritos, pero a veces salen del alma y son imprescindibles para darle a la frase el sentimiento que tengo. 







miércoles, 29 de abril de 2015

QUERIDA MADRE, TE EQUIVOCAS

"Es trágico que los padres peguen a sus hijos para 
evitar sentir lo que sus padres hacían con ellos".
Alice Miller. 




QUERIDA MADRE:

Te equivocas.

Y mira que si algo he aprendido estos diez últimos años es a no decir esas palabras a ninguna otra madre. En serio. 

Pero hay excepciones. Ésta es una de ellas y te escribo esta carta motivada por todos esos comentarios a tu vídeo que te convierten poco menos que en la madre del año.

Porque tu comportamiento, de madre del año, nada de nada. Incluso es evidente que no sólo te equivocas ahora. Te equivocaste hace años. Aunque eso me duele más decírtelo porque poco remedio tiene ya. Pero tal vez valga la pena sacarlo a la luz por todas esas madres que te alaban y tienen bebés y niños pequeños en su regazo.

Te equivocaste ya en la primera bofetada, porque evidentemente la del vídeo no lo es.

Te equivocaste cada vez que le gritaste, le faltaste al respeto, le humillaste, le insultaste, le ninguneaste y te ensañaste con él, como lo has hecho ahora. Me dirás que qué sé yo de tu vida y tu crianza, pero es que el vídeo dice muchas cosas, de verdad, demasiadas. Muchas cosas del pasado y muchas cosas del futuro, desgraciadamente. 

Te equivocaste, y él aprendió a gritar, atacar, faltar al respeto, ningunear, humillar, insultar y ensañarse con otros debajo de un pasamontañas. Ahora está convencido de que es una mierda que no vale nada fuera de  la autoridad de la pandilla de turno. Que el mundo está plagado de enemigos y que todo se consigue mediante la violencia.

Es así de sencillo. Lo demuestra la vida. Incluso lo demuestra la ciencia, por si no me quieres creer a mí, que parece que hoy en día lo que la ciencia demuestra es palabra de Dios.  Y es que Tracy Afifi, una investigadora con numerosas publicaciones dentro del campo de la salud y el trauma infantil, así lo afirmó en un estudio publicado en la prestigiosa Pediatrics en el año 2012. En este trabajo, Afifi y sus colaboradores concluyen que:
"El castigo físico, en ausencia de maltrato, está asociado con el desarrollo de desórdenes del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, abusos de sustancias/drogodependencia y desórdenes de la personalidad en la población general. 

Ya ves todo lo que pueden ocasionar esas bofetadas. Tus bofetadas. A tu hijo. 

Y si bien es casi seguro que no vas a leer mi carta, espero que al menos la lean algunos de los que sólo tienen alabanzas para tu actuación. Por si les puedo hacer replantearse su juicio y mirar el vídeo desde otra perspectiva: la del niño criado bajo el yugo de la pedagogía negra

Te equivocas, querida madre, no eres digna de alabanza. Eres digan de compasión. Porque seguro que adoras a tu hijo, como todas adoramos a los nuestros, pero la vida no te ha debido de ofrecer ni los conocimientos ni las herramientas necesarios para salir de ese pozo negro de agresión y violencia. Y has hecho daño a tu hijo. Mucho daño. A la vista está.  

Como dice Alice Miller: 
" La tragedia de las personas bien educadas es que, al llegar a la edad adulta, no podrán darse cuenta de lo que les hicieron ni de lo que ellos mismos hacen, si de niños no les permitieron darse cuenta de nada"
Es evidente que tú debes de ser de esas personas bien educadas y todavía no te has dado cuenta de nada. Me pregunto si tu hijo tendrá la oportunidad de hacerlo. 

Deseo con todo el corazón que sí lo haga, que todavía no sea demasiado tarde y sea capaz de romper esa cadena trans-generacional de violencia en la que está sumergida tu familia, tu sociedad, como las mías propias.  

Por su bien. Por tu bien. Por mi bien. Por el bien de mis hijos. Por el bien de todos. 

jueves, 15 de enero de 2015

MADRE TIERRA


Madre tierra: ¿Estamos preparados para evolucionar?

una publicación de Vika Juele.

domingo, 7 de diciembre de 2014

¡QUE VIVA LA REVOLUCIÓN!

THOMAS S. KUHN
Hace unos días publiqué en este blog y en la revista Naukas, ciencia, escepticismo y humor una artículo como respuesta al escrito por Jesus Rosino en la misma revista, en el cual hacía un análisis de la ciencia del sueño infantil desde la perspectiva de los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS). En dicho artículo aplicaba la clasificación de Kuhn de Ciencia Normal (CN) y Ciencia Revolucionaria (CR) (entendiéndose la primera como la ciencia que sigue el status quo o paradigma dominante sin llegar nunca a cambiarloy la segunda como la que provoca el cambio, como solución a la crisis que provocan las contradicciones que se van acumulando en la CN) a la realidad actual de la ciencia del sueño infantil.  De esta manera consideré como CN al que, como muy bien dice Rosino, es el status quo dominante en la pediatría del sueño: el bebé/niño que debe dormir en solitario, un número determinado de horas seguidas por la noche, sin despertar a sus padres y autoconsolándose tras cada despertar nocturno. Basándose en esta premisa diseñan sus investigaciones importantes profesionales de la pediatría del sueño como Mindell, Sadeh o Hiscock.

La CR del sueño infantil, la que realizan investigadores como McKenna, Ball o Douglas, sería la que parte de la base de que el colecho y la necesidad del bebé/niño de la presencia y el consuelo de sus padres para dormirse es un comportamiento natural y saludable del cachorro humano que debemos respetar. La CR, por lo tanto, se cuestiona las mismísimas bases de la CN dominante, aspirando a cambiar el paradigma establecido. En los últimos años hemos podido observar como esta CR es defendida y compartida por un número creciente de profesionales de la medicina, psicólogos y padres, al mismo tiempo que va ganando terreno en el cerrado mundo de la publicaciones científicas revisadas por pares. 

El día de su publicación más de 400 personas compartieron mi artículo en Facebook, lo que para mí es todo un honor. Y, entre los compartidos, la amiga de una amiga mía dejó un comentario que me encantó. Desgraciadamente he olvidado dónde lo vi exactamente, quién fue la autora (por favor si lees este post y quieres que te nombre, dímelo) y cuales fueron las palabras textuales, pero más o menos vino a decir que le había hecho gracia mi aplicación de la teoría de Kuhn  a la ciencia del sueño infantil, y el hecho de que considerara a los mimos "revolucionarios".

Y lo cierto es que yo ni me había dado cuenta, pues usaba el término Ciencia Revolucionaría en el contexto de Kuhn, lo que me había hecho obviar su significado. Pero esta mujer tenía toda la razón. Dormir a nuestros hijos siguiendo nuestro instinto se puede considerar un acto revolucionario a todos los niveles, en cuanto a que va en contra de la costumbre culturalmente establecida de obligarlos a dormir solos aplicando todos los medios necesarios para conseguirlo. La ciencia que ampara este comportamiento es evidentemente revolucionaria, apliquemos o no los criterios de Kuhn, porque rompe el enfoque y la dinámica de la ciencia tradicional del sueño infantil. Y todo esto me ha llevado a recordar que no es la primera vez que parir y criar a nuestros hijos siguiendo nuestras tendencias naturales se considera revolucionario. No hay más que recordar artículos ya legendarios como "La Revolución Calostral" de Ileana Medina, La nueva Revolución, El Cambio Pacífico, de Ramón Soler y Helena Mayorga, o este otro más reciente de Ester Massó Guijarro: La Lactancia Materna como Catalizador de Revolución Social Feminista (o Apretando lasClavijas al Feminismo Patriarcal): Calostro, Cuerpo y Cuidadoo convocatorias como la Revolución Blanca de Nohemí Hervada y la Revolución de las Rosas de Jesusa Ricoy. También me vinieron a la mente frases legendarias como "La lactancia materna es un acto político de insumisión" de Isabel Aler, el blog La Revolución del Amor", de Leslie Powell, y el ya legendario libro "La Revolución del Nacimiento", de Isabel Fernandez del Castillo.  

Así que, aunque está muy bien que el abordaje multidiciplinar de los estudios CTS nos permita asentar en sólidas bases teóricas la contextualización de la ciencia del sueño infantil, no es que con ello yo haya descubierto la pólvora, ni mucho menos, ya que tampoco es imprescindible para reflejar una realidad ampliamente intuida ya por muchos. Y es que la palabra REVOLUCIÓN está indiscutiblemente asociada a la crianza corporal, amorosa, libre, y deseosa, en la teoría y en la práctica. Gestar, parir y criar cómo nos pide el cuerpo es REVOLUCIONARIO. Y la ciencia que ampara este comportamiento es ciencia REVOLUCIONARIA porque rompe con el status quo dominante de la Ciencia Normal, nacida en el marco cultural de la sociedad occidental; esa misma ciencia que, asentada en sus principios culturales nunca demostrados ni validados por su venerado método científico, nos ha estado obligando a parir tumbadas de espalda, separarnos de nuestros recién nacidos, alimentarlos con leche de vaca, o ponerlos a dormir lejos de nuestros cuerpos (nos dijeron que boca abajo pero, como morían más bebés, después nos dijeron que boca arriba, y al final admitieron que mejor en nuestra misma habitación, aunque siguieron asegurando que mejor en una cuna, claro; lo contrario sería un cambio de paradigma que abandonaría el confortable territorio de la CN y, sobretodo, de los determinantes culturales) entre otros muchos comportamientos claramente aberrantes para la naturaleza de nuestra especie. 

La naturaleza de nuestra especie. Palabras peligrosas para utilizar en un debate, ya que te arriesgas a que te tachen de "naturalista", y te recuerden que lo natural no siempre es lo mejor, para luego pedirte que hagas lo que ellos nunca hicieron: demostrar científicamente que tu desviación del paradigma dominante actual es mejor, olvidándose de algo tan obvio como que cuando se produzco el cambio de paradigma que llevó a cambiar el comportamiento natural, nadie se paró a demostrar con el método científico en la mano qué era lo mejor, o qué efectos finales tenía esa desviación. Pondría los pelos de punta saber la cifra exacta de bebés que han muerto por culpa de dormir solos, boca abajo y no recibir lactancia materna. Sobre los partos intervenidos, mejor ya ni hablar. Seguramente también pondría lo pelos de punta conocer las secuelas que arrastramos de los nacimientos traumáticos, la herida primal y la pedagogía negra, todos y cada uno de los individuos de esta sociedad enferma y sin futuro, en caso de tener una ciencia capaz de sacarlas a la luz. 

Y en este punto me gustaría hacer un pequeño inciso ¿Significa lo dicho anteriormente que todo lo aportado por la cultura y la ciencia tiene que ser desechado frente a lo natural? ¿Debemos, por ejemplo, dejar de usar gafas para la presbicia porque el envejecimiento del ojo "es natural"? No. No se trata de un asunto de todo o nada, sino de valorar correctamente, cuantitativa y cualitativamente, la dosis de cultura y ciencia que conviene a nuestra naturaleza. Se trata de encontrar la bondad de ajuste, esto es, esas condiciones culturales que permitan que nos desarrollemos y vivamos lo más saludablemente posible.  No todo lo natural es lo mejor pero, evidentemente, todo lo cultural tampoco es obligatoriamente mejor que lo natural. Parece mentira que sea necesario aclarar semejantes puntos, pero por los argumentos esgrimidos por algunos defensores a ultranza del status quo, veo que sí que lo es. 

Pero volvamos al tema que nos ocupa. Es verdad, (mejor considerarlo gracioso que terriblemente dramático aplicando el sabio principio de reírse por no llorar) en esta sociedad nuestra hay circunstancias en las que los MIMOS a nuestros bebés son REVOLUCIONARIOS. Cuestionar la autoridad de la fría (y limitada) ciencia basada en evidencia para dirigir la crianza de nuestros hijos es REVOLUCIONARIO. Salirse del camino marcado por la cultura que creó esa ciencia es REVOLUCIONARIO. Cantar a los cuatro vientos las limitaciones de su creación es REVOLUCIONARIO. Reclamar nuestro derecho y nuestra libertad a respetar lo que somos y cómo somos es REVOLUCIONARIO. 

Y es que, no lo neguemos, el amor maternal libre es revolucionario. El deseo maternal es REVOLUCIONARIO. La maternidad no sometida ni a la ciencia ni a la cultura es REVOLUCIONARIA. Porque es LIBRE, INSUMISA, PRIMITIVA, FEMENINA, EMOCIONAL............

 INCONTROLABLE. 

Pues ¡Que caray! que los que quieran sigan en sus trece defendiendo a capa y espada su querido Status Quo, yo no necesito más argumentos, ni científicos, ni pseudocientíficos, ni moralistas, ni valientes, ni cobardes, porque por lo que a mí respecta:

¡QUE VIVA LA REVOLUCIÓN!





Y tú,

 ¿Te atreves a unirte a nuestra revolución?

jueves, 7 de agosto de 2014

MADRE


Naciste y fuiste criada en una sociedad patriarcal, machista, excluyente, amenazadora y castradora de la feminidad.

Te tocó ser niña en un mundo para adultos, mujer en un mundo para hombres y, ahora, anciana en un mundo para jóvenes.

Educada para someterte a todos y cuidar de todos porque sí, porque te toca, porque ellos lo dicen y tu no tienes voz.

Por amor debiste entregarlo todo: tu cuerpo, tu tiempo, tu libertad, tu vida.

Te cortaron las alas y exigieron que sostuvieras el vuelo de los demás.

Y a pesar de todo te sientes agradecida a la vida y sientes que has sido y que eres feliz.




Pero yo no

Yo no me someto.

Yo quiero cambiarlo

Por mí, por mis hijos, por los hijos de todas, por las hijas de todas.

Yo quiero resucitar a La Madre, a La Bruja, a la Loba, a la Diosa.

Yo voy a tejerme alas de nuevo, para volar mi vuelo, para volar con ellos.

Yo voy a ser Yo. Se acabo el personaje.

Y en ese camino - doloroso, para ambas - espero que nunca dudes

de que soy de tu linaje

de que mi impulso se apoya en ti

de que soy lo que soy porque tú estás en mí

de que te quiero

te quiero mucho


Tu Hija

domingo, 23 de marzo de 2014

JUNTOS

Una conversación con un amigo me ha llevado hasta estos dos vídeos.

¿Nos perdonamos???

Todavía no es tarde

Juntos podemos conseguir todo lo que nos propongamos

Somos la humanidad









viernes, 28 de febrero de 2014

MIRANDO(NOS), ESCUCHANDO(NOS), SINTIENDO(NOS).........SIMPLEMENTE.

Es impresionante.

De verdad, es realmente impresionante.

No sé si nunca os habéis parado a analizar hasta que punto es impresionante el volumen de literatura para padres que existe en el mundo. Desde como engendrarlos hasta como gestarlos, parirlos, dormirlos, alimentarlos, disciplinarlos, educarlos, entretenerlos......... parece que necesitamos leer al menos unos 50 libros para criar decentemente a nuestros hijos. 

Yo, que soy muy de ciencias mal que me pese, me puse a ello con el entusiasmo de una predoctoral preparando su gran tesis. En serio. Creía que en los libros iba a encontrar el camino para ser la madre perfecta. 

¡Ay! Pero el asunto resultó ser mucho más complicado de lo que yo había imaginado. Unos te decían que nada de jamón en el embarazo y otros que comieras sin miedo. Unos que parieras en el hospital y otros en casa. Unos que teta solo y otros que el biberón es igual. Unos que a dormir a su cuarto y otros que a colechar. Unos que una papilla de cinco cereales más calabacín y patata a los 6 meses (ni un día antes ni otro después) o a los cuatro (ni otro día antes ni otro después) y otros que lo que quisiera, cuando quisiera y como quisiera. Unos que una bofetada no importa y es necesaria y otros que es maltrato. Unos que la letra con sangre entra y otros que aprender debe ser un placer. 

De locos. 

Así que al principio, con mi primer hijo, fui un poco a salto de mata, por así decirlo. No comía (casi) jamón durante el embarazo (solo el de Jabugo comprado en la carnicería de unas amigas de la infancia, porque hay jamones y jamones y ese es irresistible). Parí en el hospital, pero con la orden de que me intervinieran lo menos posible. Así acabé con el set-premium "primeriza con suerte", o sea, no termine en una cesárea pero no me libré de la oxitocina artificial. Me dejaron desgarrame solita, eso sí, porque tampoco quería episiotomía. 

El pecho lo di a demanda, pero no antes de dos horas e intentando alargar las tomas por la noche, tal y como me aconsejó la enfermera de turno. Y quizá fue eso, más que ninguna otra cosa, lo que empezó a desmoronarme el montaje de maternidad ejercida desde la madre perfecta que vive en la perfecta sociedad que lo sabe todo sobre la crianza de los hijos. Eso y la manía de colocar al bebé en cualquier artefacto que no fuera ni remotamente parecido a los brazos de su madre. Porque se malacotumbra, como todos bien sabemos. 

Mi bebé lloraba, mi cuerpo se quejaba, mi estrategia no funcionaba. Algo iba fundamentalmente mal.

Así que decidí ir más allá de la literatura "popular" y empecé a rebuscar en la literatura científica. Ingenua de mí que, acostumbrada al sencillo mundo de la biología cardiovascular, estaba convencida de que la parte de la literatura popular que se basara en la literatura científica era la que tendría la respuesta verdadera sobre como ser la madre perfecta para criar perfectamente a mis hijos. 

Pero tampoco.

Si algo hay realmente difícil de encontrar en la literatura científica son verdades absolutas. Todo son hipótesis y teorías, experimentos concretos con resultados solo aplicables a sus reducidas condiciones y conclusiones solo deducibles de unos resultados obtenidos en unas condiciones tan concretas que no sirven absolutamente para nada más que para ser publicadas en una revista científica. Desde luego no sirven para decirle a nadie como criar a su hijo, aunque enseguida me di cuenta de que algunos autores de la literatura popular izaban la bandera de la ciencia con tanta convicción que hasta se habían convertido en los bestsellers más vendidos en su especialidad, convenciendo a millones de padres para aplicar unas supuestas técnicas supuestamente respaldadas por la ciencia. Una ciencia que no respaldaba absolutamente nada. 

Y también vi algo que no había visto antes, o tal vez nunca me había fijado porque en el mundo de la biología cardiovascular sus implicaciones no eran en absoluto las que tenían ahora, en el mundo de la crianza. Vi una absoluta invasión de la ciencia por la cultura. Fui consciente por primera vez de hasta que punto el científico investiga desde su cultura y de las tremendas repercusiones que eso tenia en el diseño de sus experimentos, la interpretación de sus resultados y el desarrollo de sus conclusiones. En el tema en concreto de la crianza el resultado es devastador. 

Mi primera incursión en la literatura científica relacionada con la crianza de mis hijos fue la lactancia y sus últimas publicaciones. Había bastante consenso y el tema estaba bastante bien definido. Lo que me escandalizó fue la (tremenda) distancia entre lo que publicaban los investigadores en los últimos años y lo que recomendaba el personal sanitario. 

Me senti perdida. Me entró pánico. Perdí la seguridad que ofrece la posibilidad de tener una figura de autoridad en la que confiar ciegamente. ¿Como confiar en unos profesionales que ni siquiera eran capaces de darme soluciones científicamente demostradas a la hora de ayudarme a superar mis problemas de lactancia? Si en un tema que había profundizado encontraba semejante situación ¿Que sería de los demás? ¿Y cuando empezara la alimentación complementaria? ¿Y el sueño? ¿Y la educación? ¿Iba a tener que profundizar en cada uno de los temas implicados en la crianza de mis hijos hasta quemarme las pestañas estudiando y leyendo como para escribir diez tesis doctorales y hacer la carrera de psicología, pedagogía, antropología y pediatría juntas?

Y entonces ya solo quedó una solución antes del colapso definitivo: 

Miré a mi bebé. Sentí a mi bebé. Escuché a mi bebé.

Y entonces me di cuenta de que también era necesario aprender a escucharme y a sentirme a mí misma.

Y ahora sí. Ahí precisamente estaban todas las respuestas. 

Mi bebé quería estar conmigo, sentirme en contacto con él, mamar de mi pecho siempre que quisiera y dormirse en contacto conmigo. Simplemente.

Mi cuerpo quería estar con él, sentir su contacto, darle de mamar a demanda y permanecer a su lado durante el sueño. También muy simple. 

Todo lo demás eran complicaciones absolutamente innecesarias. Las teorías conductistas, feministas, humanistas y todo el resto de "istas" e "istos" varios sobraban. Las ciencias y los científicos podían seguir divagando todo lo que les diera la gana, que yo ya había encontrado el filtro que necesitaba para aprovechar la guía que podían ofrecerme.

Era una cuestión de alineación. A partir de ese momento seguí leyendo y estudiando pero buscando y seleccionando esa información que entraba en concordancia - o sea, que se alineaba - con mi deseo interno. Con lo que, tras la lectura de Casilda Rodrigañez,  identifico como Deseo Maternal. Lo que desentona con mi deseo no lo aplico, diga quién lo diga y tenga las evidencias que tenga.

Por eso, hoy en día, escuchar al doctor Estivill diciendo a un padre que deje a su hijo llorando en su habitación mientras le dice que le quiere mucho y que le está enseñando a dormir, o a Supernnany dando instrucciones de uso de los niños como si fueran un electrodoméstico más, ya no me engaña y me revuelven las entrañas. Sus técnicas se basan en un puñado de teorías desarrolladas en un momento concreto de una cultura concreta por cuatro científicos cuyas bases teóricas han sido superadas hace décadas y que ignoraban absolutamente toda la información científica que actualmente disponemos y que es absolutamente imprescindible para valorar el alcance de sus "tratamientos". Científicos que pertenecían, además, a una sociedad patriarcal, machista, en uno de sus momentos más misógenos (entendido como rechazo a lo femenino) y adultrocéntrica hasta el extremo, absolutamente desconectada de sus necesidades primales y terriblemente limitada por su reduccionismo. Sé que sus evidencias son parciales, que sus bases son culturales pero, sobretodo, sé que sus consejos van en contra de mi deseo y el de mi hijo. Y con esto último ya me basta.

Me resulta escandaloso que a estas alturas haya todavía profesionales aconsejando a las madres en nombre de la ciencia que se separen de sus bebés, que no les tengan en brazos, que les acostumbren a un horario, que les enseñen a dormir en solitario,que les den biberón para "liberarse" de la esclavitud de la teta o para que el padre participe. Todos comportamientos absolutamente opuestos a nuestro deseo primal y al de nuestros hijos pero supuestamente validados por la ciencia. Pero no. La ciencia, señores, de momento es absolutamente incapaz de decir nada categórico sobre estos asuntos, así que en su nombre lo único que pueden hacer es cerrar la boca. 

Por eso, señores y señoras de ciencia, cuando vean a una madre sufriendo mientras su hijo llora en la oscuridad de su cuarto solitario tengan un mínimo de decencia y humildad y no la manipulen con mentiras para conseguir que desoiga su sabiduría y neutralice su deseo mediante la fe ciega en una ciencia que supuestamente ustedes representan pero que, en realidad, no existe. Sean humanos y liberen a esa mujer de su mentiras. Sean honestos y bajen la cabeza con humildad ante la sabiduría del deseo maternal. 

Asumo que todos los padres queremos lo mejor para nuestros hijos, ya que somos los que más los amamos. También sé que todos enfrentamos su crianza desde nuestras propias heridas y, a pesar de todo, nos esforzamos en hacerlo lo mejor posible. Por eso me duele tanto que existan estos profesionales que, lejos de ayudarnos, todavía nos hunden más en la miseria de nuestras carencias en nombre de esa supuesta ciencia que en realidad no dice nada ni concreto ni aplicable.  

Así que, queridos madres y padres primerizos, antes de pasaros por la librería a llenar vuestra mesilla de noche con los libros de Estivill o Jové, Gonzalez o Supernany, Ford o Sunderland. Antes de empezar a devorar blogs en internet y a comprar revistas de crianza en el kiosko más cercano, simplemente frenad, parad un momento y centraros en observar lo que quiere vuestro recién nacido. Lo que os está pidiendo. Ahora, en este momento, su deseo es único: quiere estar con su madre. Así de sencillo. Permitídselo y empezad a fluir en vuestro deseo. Hacerlo y empezar a disfrutar del placer de la maternidad es todo uno

Esa es la sabiduría de miles de años de evolución. Esa es la sabiduría de la vida. No la despreciéis en nombre de cuatro textos escritos en los últimos 20 años de historia.

Os lo digo por experiencia.

lunes, 30 de septiembre de 2013

AVANZANDO


Tengo mi querido blog totalmente abandonado.

Y lo siento en el alma.

La razón es que las horas que consigo arrancarle al día para sentarme delante del ordenador las dedico casi exclusivamente a terminar de revisar el centenar de artículos que todavía tengo en la carpeta "artículos para el blog de sueño infantil". Son los artículos que todavía me parecen importantes de años pasados y los publicados este año hasta Junio. Cuando acabe todo este trabajo actualizaré la búsqueda con los publicados hasta el día de hoy y espero que a partir de entonces sólo tenga que ir añadiendo los más recientemente publicados que serán 1 o 2 a la semana (como mucho), o tal vez ni eso. Y entonces retomaré este blog para seguir contándoos cosas interesantes sobre ciencia relacionadas con la crianza de nuestros hijos.

Porque la temática de este, mi blog personal, va avanzando y cambiando, como yo misma. He tenido épocas de escritos más intimos, épocas (estas fueron las más largas) reivindicadoras, guerreras, de salvadora de la humanidad. Épocas que no dejaba "títere con cabeza".

Pero estas ya han pasado. Tal vez sea solo un síntoma de madurez, o tal vez sea que en los últimos meses las acciones de los otros se han convertido en cierta forma en un espejo de mí misma en el que he visto reflejada una imagen que no me acababa de gustar vista desde enfrente. Ya no tengo ganas de luchar contra nadie porque me doy cuenta que una lucha basada en el ataque a "los otros" no sirve para mucho más que enemistarte con la mitad del mundo. Y eso, la verdad, es una pérdida de tiempo porque ni convence a nadie de tu opinión, ni haces nada constructivo con tu esfuerzo. 

Así que he pasado de mi etapa de apisonadora a mi etapa constructora. A partir de ahora quiero dedicar mi esfuerzo a algo positivo: mostrar lo que la ciencia va publicando de los temas más diversos sobre la infancia. Revisando la bibliografía para el blog del sueño he ido adquiriendo artículos interesantísimos que por irse un poco del tema no voy a integrar en dicho blog, pero que merecen ser analizados y mostrados a los padres. 

Y con el gusto que le he cogido a las búsquedas bibliográficas, en cuanto el blog del sueño me deje un poquito libre - eso será hacia principios del año que viene - me pondré a ello.

Así que mi nueva "reeducación" va a venir de la mano de la ciencia, principalmente, y de las más diversas lecturas que aporten riqueza y conocimientos a mi maternidad. Eso es lo que iré compartiendo con vosotros. 

Y ahora sigo con mi trabajo del sueño infantil, un poco pesado en ocasiones pero inmensamente interesante, sobretodo cuando, tras añadir al blog del sueño unos 350 artículos, la imagen del debate científico sobre el sueño infantil que tengo en mi cabeza va tomando por fin una forma consolidada. 

Volveré pronto, hasta entonces os suplico paciencia y os animo a ir visitando "El Debate Científico sobre la realidad del Sueño Infantil" porque en este momento va creciendo a pasos agigantados.


viernes, 14 de diciembre de 2012

CONFLICTOS Y HUMILDAD


En el mundo hay gente que parece que tenga una capacidad innata para vivir en paz, para mediar en los conflictos y apaciguarlos, para crear una atmósfera relajada y agradable a su alrededor donde todos tienden a sacar lo mejor de sí mismos.

Pero también estamos los que, a la mínima llamita de discordia, estallamos como bombas atómicas, rezumamos agresividad por los cuatro costados, tiramos como toros enfurecidos, de frente y con los cuernos por delante, sin pensar en todo lo que arrollamos cuando nos lanzamos por el que, suponemos, es el camino de nuestra victoria.

Yo espero que pertenecer a un grupo u otro de personas no sea una cuestión innata - genética - sino más bien el resultado de un proceso de maduración y crecimiento que todos podemos culminar con éxito, sean los que sean nuestros antecedentes.

Porque a mí, desde luego, me queda mucho camino por recorrer para convertirme en una persona perteneciente al primer grupo, al de los pacificadores. Y es que ser una persona racional, tranquila y pacífica en los momentos tranquilos, sabemos más o menos todos. El problema es seguir siéndolo cuando estalla el conflicto. Entonces, muchos tendemos a sacar lo peor de nosotros mismos e, independientemente de tengamos o no la razón de nuestra parte, acabamos perdiéndola por el camino al defenderla; precisamente por la manera de defenderla.

En mi último  artículo los comentarios de uno o dos anónimos, no sé si son el mismo o son diferentes, han llamado mi atención sobre mi tendencia al ataque en mis últimos tiempos. Por una parte todos los artículos en contra de Estivill y, por la otra, el ataque frontal contra la revisora que tan desafortunadamente intentó mediar en el conflicto creado por aquel individuo que no soportaba a los niños. En su último comentario, anónimo me recordaba que tal vez esta señora sólo era una mujer, posiblemente madre, que intentaba hacer lo mejor posible su trabajo para poder llegar a fin de mes y que no tenía porqué ser la que pagara los platos rotos. Si yo escribo la carta a las SBB ¿podría estar poniendo en peligro su puesto de trabajo? Yo personalmente no lo creo, pero es cierto que me es difícil saber las consecuencias finales que tendría la carta para su vida profesional. Por lo tanto, reconozco que en este caso no vale la pena hacer hincapié en la revisora en sí. Aunque sí creo que debo denunciar los hechos, no tengo porqué identificar a esta mujer, arriesgándome a ponerla en un aprieto sin saber absolutamente nada de sus circunstancias personales. Tal vez sólo tuvo una mala idea en un mal día y ahora lo siente en el alma. Puedo defender mi posición, puedo llamar la atención de las SBB sobre la situación que yo quiero, pero sin perjudicar a nadie. En este caso con no especificar en que tren ocurrió o cuando ocurrió ya es suficiente para denunciar el hecho pero no dañar a la revisora.

Estos dos ejemplos de conflictos y los comentarios de anónimo me han traído a la memoria una anécdota que viví hace ya bastantes años, cuando era becaria predoctoral de investigación en el Hospital de Sant Pau en Barcelona. En aquella ocasión había ido a comer con un grupo de compañeros al comedor del personal. Como siempre, nos habíamos quitado las batas blancas con las que trabajábamos en el laboratorio, ya que no nos parecía higiénico comer con ellas. En aquella época el comedor estaba dividido en dos secciones: la de fumadores, siempre llena a rebosar; y la de no fumadores: casi siempre medio vacía. Aquel día la situación era la de siempre y cuando nos sentamos en la sección de no fumadores no tardamos en ser acompañados en la misma mesa por un grupo de médicos, de los cuales uno se puso a fumar. Yo, que tengo una intolerancia extrema frente al tabaco, no tardé ni dos segundos en saltar al ring, recordando al fumador, de no muy buenas maneras, que aquella era la sección libre de humo. Él, lejos de acobardarse, me dijo que aquel comedor era para el personal del hospital y que nosotros no debíamos comer allí, a lo que yo le respondí que éramos tan personal del hospital como él, sólo que comer con bata nos parecía una auténtica cochinada. La guerra ya estaba declarada y los ataques de uno al otro se sucedieron en un tono de voz cada vez más alto, hasta que el médico hizo referencia al hecho de que él nos estaba molestando. No recuerdo exactamente como, pero aquel comentario dio pié a la intervención de una de mis compañeras, Berta, becaria predoctoral como yo, que con un tono de voz suave pero firme, seria pero no agresiva dijo: "no nos molesta usted, nos molesta el humo de su tabaco".

Aquella frase cayó como un manto de nieve blanca sobre un bosque ardiendo, apaciguando los ánimos y dejando en evidencia la inutilidad de la actitud de los dos contrincantes. Él se sentó, apagó su cigarro y no volvió a fumar, y yo me quedé avergonzada por haber llevado tan mal aquel asunto, convirtiéndolo en un ataque personal y generando un conflicto que no llevaba a ninguna parte.

"No me molesta usted, me molesta el humo de su tabaco"

¿Cuantas veces nos olvidamos de la situación en si misma para atacar a la persona que, según creemos, está generando la situación? Yo continuamente. De esta manera no se acaba con el problema, sino que nos limitamos a herir a otro ser humano, al margen de todas las circunstancias que le habían puesto en esa posición. Y, de paso, el problema original que provocó el enfrentamiento suele quedar sin solución.

No se trata de dejar pasar todo en nombre de una falsa paz y cordialidad. No. Se trata de enfrentar las situaciones conflictivas centrando el ataque en la situación conflictiva, no en la persona que lo genera. De esta manera se da una oportunidad al otro de cambiar de actitud para cambiar la situación, colaborando activamente en generar unas nuevas condiciones aceptables para ambas partes. Por el contrario, cuando identificas la situación con la persona, parece que la única manera de acabar con el conflicto es "eliminando" a la persona que lo genera: o él/ella, o yo. Se crea así un conflicto paralelo, independiente del original, muy difícil de resolver ya que conlleva la derrota y humillación de una de las partes, en lugar de ofrecer una oportunidad para que ambos implicados se involucren en buscar una solución satisfactoria para todos, sin perder por ello "el honor" o la dignidad.

Estivill no es su método. Ni siquiera es sus libros. A mí me molestan su método y sus libros sobre el sueño infantil y es lo que ataco. Y lo hago desde la ciencia y la racionalidad, desde las emociones y los sentimientos. Estoy en mi derecho. No estoy de acuerdo ni con su método ni con su forma de presentarlo y defenderlo, y tengo razones muy bien fundamentadas para no estarlo. Pero no es el hombre Eduard Estivill al que estoy atacando, sino una teoría: uno de los puntos de vista de la pediatría del sueño infantil que él defiende. Si un día Estivill llega a la conclusión de que está equivocado, de que su posición no es la que más se ajusta a la realidad del sueño infantil y su actos se adaptan a su nueva percepción, no significa que ha retrocedido, se ha humillado o ha perdido. Significa que ha evolucionado. Por graves que puedan ser los errores que cometamos o cometan, siempre debemos tener y dar la oportunidad para que el cambio de actitud o de opinión  no se convierta en una humillante derrota, sino en una muestra de crecimiento y evolución. 

Porque todos sabemos lo difícil que es corregir una posición, incluso cuando somos conscientes de que no tenemos la razón de nuestra parte, sólo por la humillación que conlleva. Si sabemos que, tras corregir, en lugar de reconocimiento y comprensión, recibiremos el desprecio y la sorna de los demás, nos agarraremos a ella con uñas y dientes, sin ni siquiera plantearnos cambiarla, por muy justificada que esté la otra parte y por muy convencidos de nuestro error que, en el fondo, estemos nosotros.

A veces parece que nunca cometamos errores, especialmente cuando nos dedicamos a denunciar los errores de los demás.

Y todas estas reflexiones me han llevado a considerar la definición de humildad. Creo que acabo de darme cuenta de lo que realmente es:

Humildad es reconocernos en nuestro contrincante.

Por lo tanto, humildad no es bajar la cabeza ante las situaciones injustas o las posiciones erróneas, no, sino ser conscientes de que todos podemos cometer errores, ser injustos o no tener la verdad ni la razón de nuestro lado en un momento dado y, por lo tanto, debemos tratar de defender nuestra postura siempre desde el respeto a la persona que defiende la postura contraria porque, por mucho que sintamos y sepamos que tenemos la razón de nuestra parte, mañana o pasado, en otro conflicto, podemos no tenerla, y entonces querremos que el otro nos trate con ese mismo respeto, dándonos la oportunidad de corregir dignamente, sin humillarnos ni hacer "leña del árbol caído".


viernes, 14 de septiembre de 2012

LA IGNORANCIA ES MUY, PERO QUE MUY, VALIENTE..... Y PELIGROSA

O al menos eso pensé yo cuando hace un par de días era testigo de una batalla internauta entre la autora de un artículo publicado en la web "Vida lúcida" - artículo que afortunadamente ya ha sido sacado de circulación - en el cual siguiendo a unas críticas bastante razonables a la leche de fórmula se encontraban unas cuantas peligrosas recetas para alimentar lactantes de manera "natural", "ecológica" y "orgánica". 

No voy a repetir aquí ni la multitud de sandeces ahí expuestas, ni las razonables y muy bien documentadas respuestas de diferentes especialistas en lactancia materna como Alba Padró (IBCLC), el Comité de lactancia materna de la AEPED, el doctor José María Paricio, y el doctor Adolfo Gomez Papí, (estos tres últimos a través de  Por un parto respetado) ya que todas ellas las podéis encontrar en los enlaces adjuntos. También os recomiendo leer, como no, los dos post escritos especialmente para la ocasión por nuestra reverenciada Lady Vaga (1, 2), más que nada para que cambiéis el mal cuerpo que deja todo este asunto por una sana carcajada de alivio, al saber que semejantes barbaridades fueron cortadas de raíz por todas las personas antes mencionadas y muchas más, que escandalizadas y enfadadas se dedicaron durante varias horas a tratar de informar a la inspirada escritora (bastante cabezota por cierto ya que no había manera de que bajara del burro y llegó a mostrarse sumamente desagradable con nuestra querida Alba, de todas conocida por su labor a favor y en defensa de la lactancia).

Y, visto lo acontecido, me gustaría hacer una reflexión sobre lo que ha pasado, que no es sino una pequeña muestra de lo que supone la oportunidad que internet nos ofrece de dar y recibir información, al mundo y del mundo, sin filtros de por medio. Hoy cualquiera puede escribir lo que le parezca y su obra podrá ser expuesta para el resto de la humanidad en cuanto lo cuelgue en donde quiera o pueda.

Y esto, que indudablemente tiene muchos pros, también tiene importantes contras. Se acabaron los tiempos en los que unos filtros, más o menos objetivos, apolíticos, científicos o neutrales, decidían lo que leeríamos. Ahora todo está al al alcance de todos. Y así, al lado de la obra de maravillosos y verdaderos especialistas y de publicaciones de altísima calidad en todos los sentidos, nos encontramos verdaderas bazofias llenas de mentiras, imprecisiones, fantasías y, sobretodo cuando a salud se refiere, peligrosas pseudo teorías científicas que se venden con convicción pero sin ninguna base seria que las sostenga.

Así que se acabó el papel de relajado y tranquilo lector que se traga todo lo que lee porque está seguro de que si lo está leyendo es porque otros han comprobado la veracidad de la información. Para bien o para mal ahora nos llegará a nuestra retina de todo. Y ha llegado la hora de afilar nuestro sentido crítico, de informarnos y actuar nosotros solitos de filtro. Se acabó la comodidad.

Personalmente lo tengo muy claro: no me creo nada que me intenten hacer creer como un acto de fe. Si un post hace referencia a un artículo científico, quiero la referencia para comprobar por mi misma el trabajo original, su calidad, la revista donde se publica, sus autores, sus métodos y sus resultados desnudos. No me sirve de nada que me digan que tal o cual receta o ideología o hipótesis o teoría la apoya el gran fulanito/a de tal, si no conozco al tal fulanito/a y no tengo claras referencias de él/ella (entre otras cosas su formación, experiencia y publicaciones). A veces, el simple método de exigir claramente las fuentes originales de donde en teoría se saca la información expuesta, es suficiente para desenmascarar a los valientes ignorantes que, como es el caso, van difundiendo peligrosas ideas sobre la salud del prójimo.

La situación actual no es nada fácil pero, sinceramente, es extraordinariamente estimulante. Me siento ante esta pequeña máquina de apenas un par de kilos y tengo el mundo expuesto ante mí, con sus ideas brillantes, sus locuras, sus majestuosidades y sus miserias. Cada día, al encender el ordenador, se abre ante cada uno de nosotros una enorme ventana de posibilidades cuyo manejo requiere que asumamos la enorme responsabilidad de informarnos para poder discernir el diamante de la burda porquería (que desgraciadamente abunda).

Lo que ha ocurrido con el post de Vida Lúcida ha sido muy interesante. Un artículo lleno de falsedades y peligroso para la vida de los lactantes ha sido fulminantemente atacado con el resultado de que tuvo que ser retirado. Esto es bueno, muy bueno. Con una buena dosis de  información y educación, además de un poco de suerte para que la información falsa haya caído a tiempo en manos de las personas que la pudieron rebatir con autoridad, la realidad ha acabado por imponerse. Por desgracia esto no siempre es así, y por la red siguen colgados infinidad de posts y artículos tan llenos inexactitudes y falsedades que cualquier parecido con la realidad es pura casualidad.

Así que todos mucho ojo. Contrastar, profundizar, analizar, consultar a especialistas y hasta denunciar si se hace necesario, es de obligación para todos los que cada día nos sumergimos en la web buscando la información que nos interesa para nuestras vidas.

Prohibido ser ingenuo, ignorante y crédulo. Nos llegó la mayoría de edad.




lunes, 16 de julio de 2012

AMANDO...



"Amaros los unos a los otros como yo os he amado", dijo ese  gran ser - humano y/o Dios, eso a mí no me importa demasiado - que cambió el mundo con su nacimiento. 


2000 años después parece que no le hemos hecho mucho caso, más bien al contrario, pero de vez en cuando ocurren cosas y la gente saca de su corazón esa capacidad de amar a los demás que parece que tengamos tan escondida.


Estos últimos días la blogosfera maternal me ha mostrado un ejemplo de Amor precioso. Todo ha llegado de la mano de Alba Padrós y en su blog podéis leer lo ocurrido. Así, en pocas palabras, una mujer, madre de una criatura de un mes, fue atropellada en Barcelona cuando se dirigía a una reunión de su grupo de lactancia ALBA. Allí mismo, en el lugar del accidente, pide a sus compañeras del grupo que amamanten a su niña. Y a partir de ahí, contra viento y marea, Alba y sus compañeras organizan la recogida de leche materna necesaria para alimentar a la pequeña hasta que su madre esté en condiciones de continuar con la lactancia. La respuesta ha sido impresionante. 


En unos minutos un grupo de mujeres se organizan para cuidar y arropar a madre e hija, consiguiendo leche suficiente para la pequeña y vaciando los pechos de su madre para evitarle complicaciones y mantener la producción. 


En unas pocas horas el mensaje pidiendo leche vuela incluso fuera de Barcelona y el arcón refrigerador de Alba rebosa. La respuesta es inmensa, impresionante, y Alba da las gracias repetidamente en su muro de Facebook. El marido de la mujer atropellada también escribe una carta agradeciendo a todas las madres por la donación de lo mejor que tienen: su leche. 


Os confieso que, a pesar de que conozco las recomendaciones de la OMS sobre las prioridades a la hora de alimentar a un lactante (página 10, punto 18 del enlace) y de que soy monitora de la Liga de la Leche, no estaba convencida de que lo mejor para el bebé fuera alimentarse de leche de mujeres que no eran su madre, algunas tal vez desconocidas,  y que no había pasado por los procesos de esterilización por los que pasa en un banco de leche oficial. Contacté con Alba porque me interesaba mucho saber las razones que le llevaban a organizar toda la recogida de leche humana y lo cierto es que, lo confieso, le había infravalorado: La bebé no estaba recibiendo leche donada sin ton ni son, sino leche perfectamente conocida y controlada. Las madres que la alimentaron directamente eran amigas cercanas y de plena confianza de la accidentada. La leche de madres "desconocidas" sería esterilizada convenientemente, a pesar de que todas eran mujeres que habían parido con Inma Marcos y, por lo tanto, perfectamente conocidas por esta gran comadrona. 


En fin, que todo esto me ha hecho reflexionar mucho y me ha llegado al corazón. Mucha gente, muchísima, no entenderá en absoluto tanto revuelo pudiendo darle a la niña leche adaptada durante unas semanas y pensará que, que barbaridad, que como se complican la vida estas "talibanas de la teta". 


Pero lo cierto es que todo ha sido un precioso e inmenso ejemplo de Amor. En una sociedad que ha olvidado la importancia de la lactancia materna, que mayoritariamente cree que la leche de vaca adaptada "es lo mismo", cerrando los ojos y quitando importancia a las evidencias científicas que cada día descubren hasta que punto no lo es, un grupo de mujeres ha abandonado su rutina diaria para dedicarle a esta madre y su bebé un poco de su tiempo y de su cuerpo, respetando así el deseo de que su hija siguiera siendo alimentada con leche humana. 


Así que la pequeña sigue recibiendo leche materna hasta que su madre se recupere, la madre se enfrenta a la dura recuperación que le espera con la certeza de que su hija recibe lo que necesita y de que ella y su familia no se enfrentan solos a esta tragedia; un grupo de mujeres asumen su responsabilidad por esta niña como parte de la comunidad a la que pertenecen, al margen de instituciones y burocracias, recordándonos el inmenso poder que tenemos cuando asumimos nuestro verdadero papel; y todos los demás aprendemos que los actos inspirados y basados en el Amor a los demás son grandes, majestuosos, esperanzadores y sanadores. 


En una época de crisis, insultos, disparates, faltas de respeto y  pérdida absoluta de confianza en los que deberían servir a la sociedad pero están demostrando claramente que sólo se sirven de ella, la verdadera humanidad brilla aquí y allá, iluminada por las buenas personas que día a día viven mirando alrededor y tendiendo lazos de Amor con sus actos cotidianos. 


Gracias Alba, a ti y a todas las que estáis haciendo posible que la pequeña siga recibiendo leche humana, porque, al margen del objetivo concreto e inicial de vuestra acción, nos estáis mostrando el verdadero camino a seguir para todos.