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jueves, 15 de marzo de 2012

Soledad

De mi primera Adolescencia (ando un poco perdido con esto de los nuevos veinte, los nuevos treinta, etc) atravesé tres etapas claramente diferenciadas y marcadas por una obsesión malsana con tres películas, que tal vez, expliquen como he llegado hasta aquí:

- Taxi Driver. Amor adolescente (o como creía que ya había madurado). Travis Binkle. La versión especial en DVD con comentarios de Paul Schrader y anotaciones al margen del guión. Dos, tres, cuatro veces por semana. Cybill. Nueva York. Es claro que en esta primera etapa de mi vida buscaba rescatar a una indefensa, ya no tanto por el amor que profesaba hacia ella si no por el odio que sentía hacia ciertos patanes que solían tener la costumbre de enrollarse con mis conocidas. No sabía como acercarme realmente a las chicas que me gustaban (no llegue al punto de invitarlas a ver porno, pero casi...) y por tanto me dedicaba, en plan salvador enmascarado, a salvar a otras de las manazas de los gañanes que pasean en abundancia por Bogotá. Resultados satisfactorios pero el final siempre fue el mismo: Soledad.
Creemos que no es necesario aclarar que por Cybill Nos Tiramos de un Puente (ipsofacto, dirá algún entusiasta, que siempre los hay)

- El Padrino. Adolescencia Tardía (o como creía que ya había madurado). La comprensión. La familia, o lo que en esas edades es lo mismo, Los Amigos. El respeto y la lealtad. Los hombres nos hacíamos mayores, comprendíamos, como Michael que el destino es aún más fuerte que la suerte, que la voluntad. Mi carácter, volcánico, muy cercano al de Sonny me llevo, si bien es cierto que no me mataron acribillado en un peaje, a tener que practicar la huida por patas, en caso de estar solo, o a la confrontación siempre y cuando estuviese mi primo un experto en el arte del puñete, la patada, y si la cosa se ponía fea, el mordisco. Primer acercamiento a la Violencia Causada por la Mujeres (indirectamente, al estilo Connie Corleone). Conseguir una Kay Adams, una abnegada, ni siquiera llego a plantearse como una posibilidad remota. El resultado: Soledad.
 Kay, la abnegada, Kay. (Debemos decir que por Diane Keaton de El Dormilon Saltamos de un Puente)

- El Club de la Lucha. Primera Madurez (re-adolescencia tardía o como volví a creer que ya había madurado). No estoy solo. Somos cientos los que pensamos así. No soy un producto. Estoy cabreado. Quiero ser Guapo y Rico. Quiero ser el Puto Brad Pitt. No soy lo que tengo. Miro por encima del hombro a los demás ya que, Yo lo He Comprendido. Ah, miserables, si supieran una pizca de la mentira en la que viven, pensaba camino al metro. Robert Poulsen. Y Marla, siempre, Marla. Un tumor doloroso esto del amor. Marla. Y la pregunta ¿porqué estás loca?. Primer Acercamiento a una Verdad Suprema: Todas las Mujeres Están Locas. (Soy consciente de la existencia de una variación femenina de esta Verdad Suprema). Si bien es cierto algo de Orégano, de ñanga ñanga, si que hubo, el resultado no pudo ser menos: Soledad.
Dilema en la Redacción. Por decisión dividida: Saltamos. (De un puente bajito o que por lo menos tenga agua debajo)
Y ahora la pregunta no puede ser otra ¿qué otras películas me tiene el destino preparadas para marcarme el paso hacia el futuro? Que Nervios....

lunes, 3 de octubre de 2011

Karoshi*

Porque el drama, el verdadero drama, es que es inevitable. Y aunque sabes, en todo momento lo sabes,  que si sigues por ese camino terminaras mal, sigues y sigues. Una más y otra y sigues dándole al play, dándole sin parar. Tú mismo acercas el final. Y lo haces deprisa, con ansía. La escuchas hasta que ya nunca puedes escucharla más.
Vaya drama!


Fountains of Wayne
Radiation Vibe

¿Quién en su sano juicio no ha escuchado una canción hasta matarla? 
¿qué clase de animales seríamos si no lo hiciéramos? 
Matar una canción que disparate.

 *Karoshi, acaso la muerte más horrible y con seguridad la más estúpida.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

(Breve) Cuento Navideño

La mujer lo había echado de casa. Literalmente. Entre los colegios, la hipoteca y demás, solo le alcanzaba para pagarse una habitación. Cuando se quedo en el paro ni siquiera. Decidió vivir en un banco. Para ser más exactos en la calle Ribera de Curtidores, enfrente del Tio Pepe. Aguanto una buena temporada. El alcohol se convirtío en su único amigo. El invierno ese año fue muy duro. Su cuerpo se quedo tieso. Murió sentado. Y nadie se dio cuenta en una semana.

(Siempre me dicen que no cuente esta historia, por desagradable y por fea. Que le vamos a hacer, sucedió cuando viví en la calle Soria, a escasos metros de allí, hará un par o tres años atrás)