A grandes zancadas sobre
las olas, se escapaba asustado, tropezando y hundiéndose en el agua, mientras
la enorme medusa contraía sus tentáculos y saltaba amenazadora.
El abogado se incorporaba entonces, sudando. Tenía la misma pesadilla todos los días, cuando visitaba a su cliente en la cárcel. El preso, ensimismado, dibujaba peces, moluscos, y esas medusas terroríficas. Es lo único que hacía hasta que se suicidó.
El letrado guardaba uno de los cuadernos ilustrados en su mesilla de noche, por respeto al difunto. Y al despertar siempre se preguntaba porqué le escocía el brazo, azotado por una descarga eléctrica y sinuosa que cicatrizaba sobre su piel.
El abogado se incorporaba entonces, sudando. Tenía la misma pesadilla todos los días, cuando visitaba a su cliente en la cárcel. El preso, ensimismado, dibujaba peces, moluscos, y esas medusas terroríficas. Es lo único que hacía hasta que se suicidó.
El letrado guardaba uno de los cuadernos ilustrados en su mesilla de noche, por respeto al difunto. Y al despertar siempre se preguntaba porqué le escocía el brazo, azotado por una descarga eléctrica y sinuosa que cicatrizaba sobre su piel.
Pablo Vázquez Pérez
Comienza otra temporada de Relatos en Cadena, con esta son siete ya. Emepezamos a mandar futuros despojos del REC. La frase "a grandes zancadas sobre las olas" es un regalo de Ignacio Rubio Arese, ganador de la VI Edición.