Enderezó el marco de la obra que
decoraba la pared principal del salón. Palpó la pintura, seca. Rozó los trazos
con las yemas de sus dedos y llamó al sirviente a viva voz, apoyándose sobre
una vara de olivo larga y fina.
El mayordomo caminaba portando
una pequeña maleta, dispuesto a huir de la mansión. Un labrador de pelaje claro
y ojos amenazantes se interpuso entre el joven y la puerta de entrada,
obligándole a retroceder hasta el dueño invidente.
- ¿Óscar, pensabas marcharte sin
despedirte de nosotros?
El chico era incapaz de articular
una palabra.
- Anda, cuéntame qué ves en el
retrato, sin mentiras.
Ilustración de Daniel Camargo |
Sobre el cuadro podían percibirse
manchas superpuestas fomando un dibujo abstracto. Óscar, atemorizado, tomó aire
y dijo
- Señor, sólo veo colores. Son
bonitos, parecidos a las formas que se ven al cerrar los ojos tras sentir un
fogonazo.
El ciego escuchaba sonriendo
mientras el joven se desmayaba y caía al suelo.
- ¡Billeteeees!, por favor
muestren sus billetes.
Óscar despertó al grito del
revisor. Aturdido, se asomó a la ventana del vagón desde la que miraba desfilar
las formas del paisaje como si fuera un lienzo inacabado.
Pablo Vázquez Pérez
para Oscar Wilde y la inspiración su novela El retrato de Dorian Gray.
Lo traigo aquí y lo enlazo también en su lugar de publicación.