MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

La letra de Dickens

11.20.2009
Dickens' Dream - Robert W. Buss (1804-1875). Fuente: robert w. buss

A veces ver un manuscrito es más que puro fetichismo. La exposición del manuscrito del famoso cuento de Charles Dickens Cuento de Navidad, aquella ingeniosa historia de Scrooge y los tres fantasmas, demuestra algunas variantes y técnicas literarias interesantes. También nos enteramos que, pese a ser un best-seller de la época (apareció el 17 de diciembre de 1873 y antes de navidad ya había vendido sus 6,000 ejemplares) Dickens no pudo ganar las 1,000 libras que pretendía, sino poco menos que 250. No solo en todas partes sino que en todas épocas se cuecen habas. Dice la nota en ADN:

El trazo original con el que Dickens (1812-1870) escribió la célebre historia del tacaño señor Scrooge se puede admirar hasta el 10 de enero en la Biblioteca y Museo Morgan de Manhattan, donde quedan al descubierto las técnicas que el autor aplicó para terminar una de sus obras más conocidas en tan solo seis semanas. "Lo más asombroso es ver el proceso creativo de Dickens. Se le puede ver escribiendo muy deprisa y con mucha energía, porque escribía bajo la presión de tener que entregar el libro justo para el inicio de la época navideña", explicó a Efe el experto en manuscritos y estudios literarios de la Morgan, Declan Kiely. (...) La Morgan ha escogido mostrar la página 37 del manuscrito, en la que, según Kiely, se puede leer cómo el fantasma de las Navidades Presentes se lleva al señor Scrooge a ver a la familia Cratchit y le dice que el famoso niño Tiny Tim morirá, una información que Dickens decide tachar y añadir más tarde para ganar "efecto dramático".

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Gabo expulsado del canon

7.15.2009
Gabriel García Márquez se pica por estar fuera del canon. Fuente: Ap


A partir de la anglófila, polémica y, finalmente, descartable lista de los 100 mejores libros de todos los tiempos del Newsweek, muchos blogs han cuestionado nuevamente la idea de los canon literario. Gracias al blog "En minúscula" de Ezequiel Martínez, en la revista Ñ, me entero de esta iniciativa : en la revista The Second Pass decidieron echar del canon a algunos cuantos libros. La idea puede ser genial hasta que choca con nuestro canon particular. Y es que, para horror, la lista de rechazados por TSP incluye al único crédito hispanohablante, Cien años de soledad. Dice al respecto:

Magical realism wasn’t much of a trick to begin with – Gabriel García Márquez riding round in circles on a smallish tricycle, cigarillo clamped between teeth, occasionally raising his panama for people to throw coins – and is now thoroughly clapped out. Also, people who like it seem to have little or no sense of humor. No one knows why, but it’s true. Instead it inspires a sort of insufferably pious stupefaction. Perhaps if you were to read Solitude, you too would be borne aloft on its miraculous wings, transported by its spellbinding portrait of a world which is part exotic paradise, part nightmare, etc., etc., etc., but I wouldn’t risk it.

Además de esa atrocidad, la lista es pérfida, tremenda, perversa y desde luego muy discutible. La dejo aquí completa para ver qué opinan uds.:

Historia de dos ciudades de Charles Dickens

Absalom, Absalom de William Faulkner

El arco iris de D. H. Lawrence

Las correcciones de Jonathan Franzen

La carretera de Cormac McCarthy

En la carretera de Jack Kerouac

Trilogía USA de John Dos Passos

Ruido de fondo de Don DeLillo

El cuarto de Jacob de Virginia Woolf

Cien años de soledad de Gabriel García Márquez

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Edwin Drood: misterio irresuelto

3.27.2009
Carátula de las primeras entregas del relato de Dickens. Fuente: fidnet.com

The Mystery of Edwin Drood el libro que Charles Dickens dejó sin terminar. "La única novela que Dickens no terminó fue la única entre todas las suyas que realmente necesitaba un final" dijo G.K. Chesterton, según comenta Rodrigo Fresán en esta nota en Página 12 sobre el best seller norteamericano Dan Simmons y su intento de relatar no el final sino el génesis de ese misterio sin resolver. Dice Fresán:

Drood es también, de aquí en más, el título de la voluminosa nueva obra del polimorfo y polifacético norteamericano Dan Simmons (Illinois, 1941). Narrador todoterreno y todo género quien –luego de El Terror, otro thriller imperial ocupándose de la desafortunada expedición al Polo Norte de Sir John Frankin, tragedia que vuelve a explorar lateralmente en Drood– no se propone aquí concluir lo inconcluso sino fantasear sobre su turbulenta génesis. Y todo arranca con el accidente de ferrocarril de 1865 al que sobrevivió de milagro el autor de David Copperfield y –todos sus biógrafos coinciden en ello– que lo cambió para siempre transformándolo en un hombre sombrío y atemorizado por fuerzas oscuras que no alcanzaba a comprender. Según Simmons, en la escena de la terrible catástrofe ferrocarrilera, Dickens –quien moriría exactamente cinco años después de la tragedia– conoce a una suerte de ser espectral, mezcla de Drácula con Moriarty y Jack, que se le presenta como Drood. Quien nos cuenta todo esto no es otro que Wilkie Collins: amigo y colega y autor de los clásicos La dama de blanco y La piedra lunar quien, desde el vamos, pone bien claro cuál es su rol en el asunto. Collins admira a Dickens, pero está un tanto cansado de ser un Salieri para su Amadeus. Y, para colmo, de pronto descubre que ahora tendrá que ser, también, un Watson siguiendo y obedeciendo las órdenes de un Dickens sherlockholmesiado y prisionero de la obsesión de averiguar quién es y qué quiere el misterioso Drood, acaso la avanzada de una misteriosa secta egipcia que pretende restaurar el orden de los faraones en la entonces enorme Gran Bretaña. Y el resultado es más bien curioso: Drood funciona como policial clásico, como biografía alternativa y como una virtual enciclopedia de la época girando en un vértigo caótico que consigue emular a la perfección, sí, los grandes aciertos de Dickens sin por eso olvidarse (de esto se mofa Collins en Drood, quien, con razón, se considera un mucho más riguroso arquitecto narrativo) de las adorables improbabilidades características de sus argumentos, sí, inequívocamente dickensianos. Así, Drood es homenaje, pastiche y –consciente o inconscientemente– estudio crítico más o menos subliminal. (...) finalmente –más allá de tantas persecuciones, muertes y revelaciones– lo más interesante de Drood pasa por el misterio casi íntimo de un Dickens infeliz y desesperanzado que intuye que le queda poco tiempo, que odia la idea de envejecer, que no quiere morir y que daría cualquier cosa por ser inmortal. Tal vez de ahí, la obvia solución al sencillo misterio: nunca alcances la última página de tu último libro.
Mejor dejarlos a todos en vilo. Para que no dejen de pensar en ti. Para que así te mantengan vivo para siempre mientras se preguntan cómo terminará todo esto, cómo habría terminado todo aquello.

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Más Atwood

10.23.2008
Margaret Atwood. Fuente: canio´s books

Y ya que hemos mencionado las palabras de Margaret Atwood en Oviedo, vale la pena darse una vuelta por "El Cultural", suplemento de El Mundo, donde le hacen una entrevista antes de su llegada a España, centrada sobre todo en su nuevo libro (aún no traducido al castellano) Payback: Debt and the Shadow Side of Wealth [Revancha; Deuda y el lado oscuro de la prosperidad], del que dice la nota que es:
"un examen fascinante, absolutamente libre, sobre el equilibrio, la deuda y la venganza en la historia, la sociedad y la literatura, Atwood ha disparado de nuevo contra algunas de nuestras ansiedades más frecuentes. Mientras la escasez de crédito hunde las aerolíneas y acorrala a los bancos, nadie puede escapar al espectro de la deuda.

Otra parte interesante de la entrevista es el recuerdo de Atwood de su educación literaria que va desde Madame Bovary hasta Rico McPato (al que llaman tío Gilito en España, supongo). Dice la autora:
"Me convertí en victoriana. Ése fue mi campo de estudio en la Universidad, fue la época por excelencia en que las tramas giraron en torno al dinero y la gente estaba empantanada en estallidos de capitalismo. Cumbres borrascosas está guiada por el dinero: Heathcliff gana una fortuna y regresa para comprar la casa a sus anteriores dueños. A Madame Bovary podría haberle ido bastante bien si se hubiera mantenido dentro de su presupuesto. No fue el adulterio, sino las deudas, lo que la hundió”. Bovary es el personaje más famoso del siglo XIX, pero el espíritu más presente en Payback es Ebezener Scrooge, [el personaje de Dickens] modelo del Tío Gilito, el avaricioso pato de Disney. “Él es una versión extrema de ‘vivir de acuerdo con tus ingresos’”, dice Atwood. “No hace otra cosa con ellos que convertirlos en más ingresos. En una sociedad capitalista, el mayor pecado es que su ‘disponible’ en realidad no lo está, no circula. Hasta que, eso es, él sufre su propia transformación, cuando se convierte en dual, en una figura de ‘antes y después’.Él completa ambos de nuestros deseos: el de quedárnoslo todo para nosotros mismos y nuestro otro deseo de ser generosos y gustarle a la gente”. El capítulo central del libro muestra cómo Gilito es el reflejo en el espejo del personaje del siglo XVI Fausto. Entre Marlowe y Dickens, la visión de la sociedad sobre la riqueza ha cambiado: para Fausto, el gasto libre es la condena; para Gilito, es la salvación.

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Subastas literarias

6.05.2008
El escritorio subastado. Fuente: elmundo

Mientras Hanif Kureishi se queja de que tomen fotos a los escritorios de los narradores, otros son capaces de todo por conseguirlos. El escritorio y la silla que Charles Dickens usó en su casa de campo en Gad's Hill ha sido subastado por la casa Christie´s. El ganador fue un ex periodista y coleccionista irlandés llamado Tom Higgins que luego de una puja consiguió la reliquia por 548.100 euros, casi 800 mil dólares.
Los dos muebles, ambos del siglo XIX, pasaron de generación a generación en la familia del autor de 'Las aventuras de Oliver Twist', hasta llegar a sus últimos propietarios, Christopher Charles Dickens (1937-1999) y su esposa, Jeanne-Marie Dickens. A fin de que sirviera para recaudar fondos, la mujer donó recientemente el mobiliario al hospital infantil Great Ormond Street de Londres, del que el propio escritor victoriano había sido benefactor. En 1856, cuando ya se había consagrado como el autor más popular de su época, Dickens compró Gad's Hill, una casa de campo en el condado de Kent, al sur de Inglaterra, que se convertiría en su residencia permanente a partir de 1859. El escritor habilitó una pequeña habitación de la planta baja de la vivienda como estudio y colocó en ella el escritorio y la silla. La mesa, de caoba, tiene una placa de bronce en la que puede leerse: "Este escritorio fue propiedad de Charles Dickens y fue usado por él en Gadshill". La silla, de madera de nogal, cuenta también con una placa con los nombres del autor y la propiedad, así como la fecha de su muerte, 1870. El par de muebles se han reproducido en numerosos retratos, pinturas, publicaciones y en la biografía más autorizada del autor, escrita por su amigo John Foster (1812-1876), cuya primera edición apareció en 1872.

La próxima subasta, la joya de la corona: una primera edición de Shakespeare que tiene además manuscritos del autor.

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Dickens por Vargas Llosa

9.30.2007
Charles Dickens en pleno escenario. Fuente: ucla.edu

Los autores como Alessandro Baricco o Mario Vargas Llosa, que suben a escena a contar cuentos representándose a sí mismos, tienen un ilustrísimo predecesor: el británico Charles Dickens. Así lo recuerda el mismo Mario Vargas Llosa en este estupendo artículo que aparece en el diario La Nación de Argentina: "Dickens en escena".

Dice Vargas Llosa: "La historia de Dickens en los escenarios está maravillosamente recreada por el profesor Malcolm Andrews, en un libro que acabo de devorar y que es una pura delicia: Charles Dickens and His Performing Selves. Dickens and the Public Readings (Oxford University Press, 2007). La erudición se alía en sus páginas con la devoción por el personaje y por sus libros y, leyéndolo, uno llega a contagiarse del hechizo que el autor de Oliver Twist y tantas historias memorables inspiró a sus contemporáneos y a emocionarse con éstos hasta las lágrimas cuando, además de leerlo, pudieron verlo y oírlo reproduciendo, sobre las tablas de un teatro o las plataformas de los vastos auditorios donde se presentaba, las aventuras y desventuras de Little Dombey, Nicholas Nickleby, Mr. Pickwick y tantos otros héroes o villanos de papel. Las razones que Charles Dickens dio a su familia y amigos para subir a escena fueron económicas. En efecto, cuando tomó aquella decisión su vida familiar experimentaba una crisis que terminaría en la separación matrimonial, y todo ello le acarreó muchos más gastos que antaño. Sus presentaciones públicas le dieron excelentes ingresos; tanto, que el profesor Andrews ha calculado que los escenarios le hicieron ganar en esos últimos diecisiete años más dinero que todos los libros y artículos que publicó en toda su vida. Pero la razón profunda no era la necesidad de nuevos ingresos, sino una vocación histriónica, o, por lo menos, de contador ambulante de cuentos, que se manifestó en él desde muy joven. Hay una deliciosa anécdota que cuenta su hija Mamie: un día, dormitando en el sofá, espiaba con los ojos semicerrados cómo escribía su padre. Advirtió, de pronto, que, a la vez que hacía correr la pluma sobre el papel, hacía muecas, gestos y mascullaba frases entre dientes, mimando aquello que contaba. En una de ésas, lo vio ponerse de pie y correr a un espejo de la habitación y, contemplándose en él, enfrascarse un momento en una delirante representación en la que hacía morisquetas, guiños y caras, como midiendo las expresiones que quería describir. Y lo vio, con el mismo ímpetu, regresar a su escritorio y seguir escribiendo. Su padre escribía actuando. No es raro, por eso, que, en una de sus cartas, Dickens afirmara: "Todo escritor de ficciones escribe para el escenario". Por lo menos no hay duda de que él lo hacía.

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El gruñón Naipaul

9.28.2007
V.S. Naipaul. Fuente: the guardian


V.S. Naipaul ha dado una entrevista al programa de la BBC Today y, tal como estaba previsto, ha escandalizado nuevamente con sus ataques molotov contra todos los escritores habidos y por haber, menos él mismo obvio. Se quiere bastante Vidia (eso lo sabíamos por Theroux). En el blog de The Guardian aparece una corta pero contundente reseña de la conversación. Esta vez, por ejemplo, enfiló contra los pinos usuales como Charles Dickens, Henry James y Jane Austen. Chuza. Y luego, este era imprevisto, contra su amigo Anthony Powers, sobre quien ha escrito un copioso libro. Dice que en el camino de su investigación fue descubriendo que sus libros no eran muy buenos. Al final, y ya para irse sin remilgos, declaró que los profesores de los Departamentos de Literatura en Inglaterra deberían dejar sus pupitres y empezar a condudir autobuses. Aclarando, ciertamente, que eso no sería muy bueno para los autobuses. Para sí mismo, en cambio, se guardó la comparación con Tolstoi e Ibsen.

¿Hay que tomarlo en serio? se pregunta The Literary Saloon. Y la pregunta va con un argumento contundente: quien dice no leer autores contemporáneos no tiene derecho a declarar la muerte de la novela. La ignorancia, incluso la de un Nobel estupendo, es atrevida.

Opina The Literary Saloon: "We haven't heard the interview, but much as we enjoy much of his work have found it impossible to take Naipaul's pronouncements on literature seriously since that Reuters interview we mentioned a few months back (now only available here, as best we can tell), where: Naipaul, who sometimes needed assistance in walking at the event, told Reuters he had no favourites among current writers.

"I stopped reading contemporary writing with the last generation of writers, you know, the Evelyn Waugh, Graham Greene kind of generation," he said.

As we said back then: that claim (or admission) immediately disqualifies him entirely from the debate . You only get to moan about the death of the novel or the death of literature if you really can't find any life-signs -- but you have to be open to possible life-signs: you can't just shut the book(s) before even seeing what is being done in them".

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Dickenslandia

5.24.2007
Una de los escenarios del parque temático "El Mundo de Dickens". Foto: Terra.


Para quienes ya se aburrieron de llevar a sus hijos a Disneylandia (no digan ese nombre en voz alta, que mi hijo no sabe que existe ese lugar y estoy tratando de que no se entere), ahora tienen una nueva opción: Dickenslandia. A unos tres kilómetros de Chatham, pueblo costero donde nació Charles Dickens, abrirá las puertas este viernes un parque de atracciones inspirado en la obra del autor. Habrá escenarios montados de la Inglaterra victoriana y personajes disfrazados de los protagonistas de sus novelas. Supongo que en vez de un sombrero con las orejitas de Mickey se pondrá comprar el gorro del pijama de Ebenezer Scrooge, el personaje de Un cuento de navidad. Cosas así.

Ross Hutchins, director del parque temático, ha declarado: "No estamos disneyzando a Dickens (...) si Dickens estuviera vivo probablemente habría construido él mismo un sitio como éste porque era muy 'populista' y quería que su obra fuera accesible a todo el mundo".

Gracias a expertos, han logrado que el parque hasta huela como en los tiempos de Dickens. La propaganda invita a disfrutar un lugar "oscuro, sucio y húmedo, rebosante de olores y sumido en la niebla". Es decir, los limeños tendremos que pagar no sé cuántos euros para visitar un parque temático inglés donde reconstruyen un lugar igualito a Lima, con Oliverios Twist incluidos. Igual, soy tan snob que desde ya me apunto.

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