Hoy traigo un poema especial... como haciendo un homenaje a los lobos, animales preciosos y que me fascinan. Siento la tardanza de estos días sin actualizar, pero los trabajos me están llevando más tiempo de lo que pensaba en un primer momento. Por su parte, Amatista tiene mucho trabajo y ha caído en las garras de la gripe que se extiende.
Espero que os guste el poema.
Noa.
ZAMIRA AMA LOS LOBOS.
Zamira ama los lobos.
Yo quisiera ir con ella a buscarlos
a las tierras más altas,
donde los robledales rojos de Sotillo
han perdido sus hojas en las fuentes,
allá donde los caballos
beben el agua helada de las cascadas
y se espera la nieve
como una bendición.
Tú y yo estamos en este hospital
esperando a la muerte.
No la muerte tuya ni la muerte mía,
sino la de aquellos que nos dieron la vida.
Y éstos, ¿a quienes pasarán,
cuando mueran, sus muertes?
Tú y yo esperando el final,
El vacío del límite,
mientras la vida brilla y tiembla entre nosotros
como un cuchillo inocente.
Y es que, esperando la muerte de los otros,
esperamos, un poco, la muerte nuestra.
Quizá, por ello, Zamira ama los lobos.
Quizá, por ello, yo deseo también
salir a buscarlos con ella este mes de diciembre
a los páramos altos,
a los prados remotos.
Y podríamos ver los espinos,
y las brasas de sangre del sol
en mimbrales morados.
Puesta ya en nuestros ojos
la venda de la nieve,
que no pensemos más, que ya no nos deslumbre
el acre resplandor de los quirófanos.
Zamira ama los lobos,
quiere escapar del laberinto de piedra y cristal
del dolor.
Zamira: partamos y no regresemos.
Yo quisiera ir con ella a buscarlos
a las tierras más altas,
donde los robledales rojos de Sotillo
han perdido sus hojas en las fuentes,
allá donde los caballos
beben el agua helada de las cascadas
y se espera la nieve
como una bendición.
Tú y yo estamos en este hospital
esperando a la muerte.
No la muerte tuya ni la muerte mía,
sino la de aquellos que nos dieron la vida.
Y éstos, ¿a quienes pasarán,
cuando mueran, sus muertes?
Tú y yo esperando el final,
El vacío del límite,
mientras la vida brilla y tiembla entre nosotros
como un cuchillo inocente.
Y es que, esperando la muerte de los otros,
esperamos, un poco, la muerte nuestra.
Quizá, por ello, Zamira ama los lobos.
Quizá, por ello, yo deseo también
salir a buscarlos con ella este mes de diciembre
a los páramos altos,
a los prados remotos.
Y podríamos ver los espinos,
y las brasas de sangre del sol
en mimbrales morados.
Puesta ya en nuestros ojos
la venda de la nieve,
que no pensemos más, que ya no nos deslumbre
el acre resplandor de los quirófanos.
Zamira ama los lobos,
quiere escapar del laberinto de piedra y cristal
del dolor.
Zamira: partamos y no regresemos.
Antonio Colinas.
Precioso poema. Compartimos tambien la admiracion por los lobos. Es uno de mis animales favoritos, junto con los osos, los delfines y los caballos.
ResponderEliminarEspero que Amatista se recupere pronto de esa molesta gripe.
Besos para ambas.
Diana de Méridor
No sabía que podía hacerse un poema a los lobos, pero ahora que lo he leido me ha encantado. Compartimos el gusto por su estetica, su astucia, su mirada y fuerza...
ResponderEliminarbesos
Me ha encantado el poema de los lobos es precioso Noa, ya veras como pronto acabas esos trabajos y luego a recuperarse...besitoss guapa, os quiero muchoooo
ResponderEliminarHermoso, invita a reflexionar.
ResponderEliminarUn beso.
Pensaba en el mar, en ti pensaba,
ResponderEliminaren que sabes amar a su manera,
a veces es calmado, a veces tan osado, a veces ni se siente
y luego te lleva la marea.
A veces sus olas te arrebatan,
te acarician tan amantes,
te llegan al cuerpo, palpitantes,
que sientes que te enamoran.
Me gusta cuando a la orilla llega
y sus olas solo gimen,
no recuerdan ni futuro ni pasado,
solo hacen a la playa su maravillosa entrega.
Así como el mar, a tu manera,
cuando en la noche todo calla,
me gusta que tú seas mar
…. y yo la playa.
Saludos fraternos, Rubén.
se ve chido
ResponderEliminarya que me gustan mucho los lobos
me gusto mucho lo que pusieron