Parc Natural del Delta de l'Ebre. Mayo 2010
Con una longitud entre 45 y 50 cm y una envergadura entre los 90 y 100cm, el calamón es el más grande de los rálidos europeos. Los ejemplares adultos lucen un plumaje de tonos azulados y violáceos con reflejos purpúreos, que se torna azul metálico en la cara, la parte anterior del cuello y la zona superior del pecho; las infracoberteras caudales, de color blanco puro, contrastan vivamente con el resto de la librea del ave, y son utilizadas por el calamón para expresar sus estados de ánimo y comunicarse con otros ejemplares. Las partes desprovistas de plumas se caracterizan también por su viva coloración, especialmente durante la época de celo, ya que tanto el pico, cónico y robusto, como el escudete frontal y las patas lucen un intenso color carmesí. Sus patas reflejan su forma de vida; son considerablemente largas y aparecen rematadas por
larguísimos dedos con gran capacidad prensil, que el ave emplea para manejar tallos, moverse entre las cañas y deambular por la vegetación flotante.
Los calamones jóvenes no exhiben un plumaje tan espectacular como el de
los adultos, ya que en ellos predominan los tonos azulados más bien grisáceos en el dorso y los blanquecinos en el vientre, en tanto que las zonas desnudas (patas, pico y escudete), aunque rojizas, tienen una tonalidad mas apagada.
El calamón común es una especie propia de las espesuras ribereñas, donde se desplaza con soltura entre las
cañas que rodean lagunas, marjales, marismas o embalses, de las que rara vez se aleja. Prefiere, en general, las tierras bajas de las regiones de clima mediterráneo, donde se instala en humedales de aguas tranquilas o
estancadas, tanto dulces como salobres, con extensas áreas de vegetación palustre (carrizos, eneas) rodeando las láminas de aguas abiertas.
Se alimenta sobre todo de tallos, flores, yemas, brotes, raíces y semillas de diferentes plantas acuáticas, en especial, enea, castañuela, nenúfares y lirios acuáticos, que se vale de sus largos y hábiles dedos para manejar tallos, brotes y bulbos. No es infrecuente que ingieran una cierta cantidad de materia animal, como diferentes invertebrados (lombrices, sanguijuelas, caracoles, escarabajos acuáticos, larvas) o algunos vertebrados pequeños, como pececillos, anfibios, culebras de agua y pollos de otras aves, a los que reduce mediante contundentes picotazos.
Hacia la década de los años sesenta del siglo pasado, la destrucción de muchos humedales y la presión cinegética condujeron a una situación muy delicada al calamón común, que por aquel entonces, quedó confinado a las marismas del Guadalquivir. Actualmente y gracias en parte a la protección dispensada a
nuestros humedales, a la eliminación de la presión cinegética y a exitosos programas de reintroducción, así como a una sorprendente capacidad de colonización, el llamativo calamón ha consolidado de manera segura sus poblaciones.
Aparece incluido en la categoría “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.