En Asia se pueden encontrar todo tipo de copias piratas en DVD en una calidad estupenda. Los dueños de los videoclubes y de otros negocios suelen dedicar parte de su tienda a mantener un negocio paralelo donde ofrecen copias a precios irrisorios. Hace unos años un jefe que tuvo me trajo como 20 películas (entre ellas una curiosa producción amateur con unos tíos haciendo burradas al estilo Jackass) que le habían costado menos de 5 dólares. Lo bueno es que se las ofrecían, incluso, con subtítulos en español.
Otro amigo, Jordi, me cuenta que en sus viajes por aquellos países acude a lugares donde se le ofrece un catálogo con todas las películas imaginables, hojas y hojas con listados divididos en géneros e, incluso países. Tiene en su poder una copia de "Días de fútbol" con una carátula de palo que es inquietante. Inquietante porque los propios productores piratas decidieron cambiarle la carátula para que resultara más atractiva para los posibles compradores imitando así uno de las cosas que suelen hacer las distribuidoras legales. Él fue el que me contó cosas sobre "Infernal Affairs" y el que me puso sobre la pista.
"Infernal Affairs" (o "juego sucio" como fue estrenada en nuestro país) es una película de Hong Kong de 2002 dirigida por Wai-Keung Lau y Alan Mak. La película fue un éxito en todos los sentidos. Al igual que unos años antes los títulos dirigidos por John Woo se convirtieron en unos taquillazos sin precedentes en el mercado oriental y dieron el salto al internacional de manera casi inmediata, "Infernal Affairs" pasó a ser una especie de fenómeno social sin precedentes. Tal fue el éxito y el interés por la película que, poco tiempo después, los norteamericanos adquirieron los derechos para hacer una versión propia que, en 2006, dirigiría Martin Scorsese con el nombre de "Departed" (Infiltrados). Se llevó un chorro de Oscars. La versión original de la peli, la china, es una de las películas más taquilleras de la historia y, claro está, sufrió un grave varapalo de ganancias en el mercado de venta de copias ilegales. De hecho, se había detectado que el mercado ilegal manejaba copias de la peli antes incluso de su estreno en salas.
El caso es que los productores de dicha película comenzaron en hacer, de forma casi inmediata, una segunda película que olía a éxito inmediato y a crujientes beneficios pero temieron que ese mercadeo de copias ilegales diera al traste con los beneficios del primer fin de semana o, lo que es peor, que se encontraran con un mercado inundado de copias de la cinta antes de que esta fuera estrenada.
La película "Gomorra", basada en el famoso libro del periodista Roberto Saviano, sufrió un ataque parecido en su país. La mafia se encargó de inundar el mercado con copias ilegales antes del estreno no ya para evitar que esta se distribuyera (cosa un poco difícil...) sino para que resultara un fiasco en taquilla y sus productores la retiraran de las salas. Otra historia, más que interesante, es el tortuoso camino de la cinta en la venta a televisiones donde, en Italia, ha tenido una historia complicadísima.
Volviendo a "Infernal Affairs II". Sus productores decidieron dar un paso adelante y evitar, de algún modo, lo inevitable. Optaron por una más que arriesgada estrategia: negociar con las mafias de las copias ilegales. Así de fácil. Se sentaron con los distribuidores y pactaron un interesante acuerdo: La película se estrenaría en cines y se entregarían copias legales de la película a esos distribuidores para que las pudieran vender. ¿El precio? El mismo que una entrada de cine. Serían los distribuidores piratas los que se encargarían de estas copias y de controlar que en el mercado no apareciera ni una copia "ilegal". La única particularidad es que esta versión del DVD vendría sin extras, sin créditos y en un embalaje barato. El acuerdo, los porcentajes de cada uno de ellos, se mantuvo en secreto. La película se convirtió en un éxito...claro está, un éxito que repartió beneficios con distribuidores que no pagan impuestos por su actividad y que mantienen estas fuera de las fronteras de la ley.
Lo curioso: los ilegales (o piratas) cumplieron su acuerdo escrupulosamente y se encargaron también de mantener cierto control sobre la descarga ilegal. Todos contentos.
Está claro, como conté en el artículo del viernes, que el ejercicio de descargarse o de visionar una película en la red no es algo que sea culpa del usuario (aunque este usuario se niegue a reconocer su responsabilidad en todo el asunto) pero sí estaría bien contar de donde vienen estas copias ilegales y como caen en la red. Efectivamente no es por gracia del Espíritu Santo y, claro está, no es algo que se haga de forma desinteresada o gratuíta.
Ya en los tiempos de los primeros videoclubes y la llegada del Betamax a nuestras vidas se estableció un jugoso negocio de pirateo. Muchos bares ofrecían visionados de películas en sus establecimientos. Este mismo que les escribe asistió al visionado de E.T. en un bar. La copia contenía en su banda de sonido las risas y aplausos del público y las sombras de los espectadores en pantalla. Ahora a eso se le llama screener. Por mi casa rularon una copia ilegal de "Cazafantasmas" y otra de "En busca del Arca Perdida" que un alumno de mi padre nos consiguió de un colega suyo que trabajaba en una empresa que se dedicaba a copiar cintas de Betamax.
En la actualidad esos usos son comunes. Grupos organizados de personas untan a trabajadores de empresas de duplicación de material por un master del que luego se lucran. Si hace unos años estos master eran una cinta o un DVD ahora se pueden conseguir archivos rápidamente por esas mismas vías.
Una copia ilegal sustenta un negocio ilegal de gente contratada por sueldos bajos para trabajar como operarios y, claro está, no podemos olvidar que muchas de estas copias se consiguen simplemente robando en las mismas distribuidoras.
Robo, extorsión...no parecen palabras que puedan unirse a la construcción "negocio legal" y, mucho menos, a la de "ejercicio de las libertades".
Otra de las técnicas que se utiliza es sobornar a trabajadores de cines para instalar una cámara y un micro en las salas o, directamente, a los dueños de esos cines. No parece tampoco una medida legal, ni algo que pueda hacerse a vista de todos.
Lo mismo ocurre con los que acuden a un cine armados con una cámara de vídeo y una grabadora...¿Alguien, de verdad, puede hacer semejante cosa si no es por ganar un dinerillo ya sea distribuyendo él mismo o haciéndolo para terceros? ¿Quién lleva a qué a hacer según que cosas y qué asuntos? No me cabe duda que hay que ser un poco inocente para pensar que se hace por amor a la red.
En todo caso este mercadeo ilegal me parece un efecto colateral del propio mercado capitalista: muchas marcas de ropa establecen sus fábricas en países del tercer mundo donde pegan una miseria a sus trabajadores aprovechándose de leyes vergonzosas...¿Quién duda de que esa falta de moral iba a acabar contaminándolo todo de una forma irremediable?