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viernes, 27 de septiembre de 2013

Armados y cabreados ( Bobcat Goldthwait, 2012)


Bobcat Goldthwait tiene una de esas trayectorias cinematográficas que, están tan apegadas al momento en el que se hacen, que es complicado que no resulten tachadas rápidamente como dañinas, exageradas o perjudiciales por sus contemporáneos.

Si has visto “Los perros dormidos mienten” (2006) o “El mejor padre del mundo” (2009) sabrás que son películas correosas de digerir, negras como el carbón y fuera de los límites de lo políticamente correcto. Cuando digo esto último quiere decir que, de verdad, están fuera de esos límites porque Goldthwait no juega al juego de provocar si no que se limita, con maestría, a hilar unas comedias tan unidas a la realidad y tan conocedoras de nuestros defectos como seres humanos que su sorpresa reside en que rompen por completo el pacto implícito y secreto que se establece entre el espectador y la narración donde el primero adivina unos segundos antes cuál será la reacción de los personajes.
Solo unos segundos antes. Te sientas ahí y esperas que los personajes de la película reaccionen como héroes ante la adversidad o que revelen el gran secreto de la existencia o que se sacrifiquen por el equipo o que descubran que la chica fea, en realidad, es un bellezón cuando se quita las gafas y la coleta y que por eso la han invitado al baile…aquí, no esperen esa piedad, ese optimismo o esa esperanza sobre el ser humano. Lo mejor de los personajes creados por Bob Goldthwait es que suelen reaccionar mal que es como suele reaccionar la gente que se ve envuelta en alguna situación que no comprende o que le supera.

El protagonista de “Armados y cabreados” (originalmente titulada “God bless America” y aquí sufriendo el hecho de que las distribuidoras tienen a bien poner títulos gilipollas a las comedias) es Frank (Joel Murray, hermano de Bill Murray) un apocado trabajador de una aseguradora. Está divorciado y tiene una hija que no quiere verlo porque se empeña en llevarla al zoo y hacer actividades en lugar de estar en casa jugando a la videoconsola. Por las noches no puede dormir porque tiene migrañas y porque sus vecinos se pasan el día discutiendo e intentando hacer callar a un hijo desatendido aún más ruidoso que ellos. Frank, además, vive aterrorizado por la programación televisiva y por lo que ve en ella: concursos de “talentos” que patrocinan a frikis para ganar audiencia, una enorme variedad de reality-shows chuscos y unos programas informativos y de debate donde la estulticia campa a sus anchas en un clima de gritos, mala educación y posicionamiento político radicalizado y polarizado que no puede soportar.


Tras algunos avatares (evitaré el spoilerazo) se ve envuelto junto a una preadolescente tan crítica con el país en el que vive como él llamada Roxy (Tara Lynn Barr) en un tour por los Estados Unidos que, sin rumbo fijo, tiene el objetivo de ir eliminando a la gente más molesta que se encuentran en su camino.

En “God bless America” se cruzan “Al final de la escapada” (Jean-Luc Godard, 1969), “Un día de furia” (Joel Schumacher,1993), “Bonny and Clyde” (Arthur Penn, 1967), “Asesinos natos” (Oliver Stone, 1994), “Pulp Fiction” (Quentin Tarantino, 1994), “El profesional” (Luc Besson, 1994), “Ocurrió cerca de su casa” (Rèmy Belvaux, André Bozel, Benoit Pooelvorde, 19929 , “American Dreamz, Salto a la fama” (Paul Weitz, 2004), “Network, un mundo implacable” (Sidney Lumet, 1976), "Trabajo basura" (Mike Judge, 1999) y un largo etcétera de menciones cinéfilas que hacen que la película sea una pieza de ritmo continuado pero que salta desde el más lento del cine independiente y de autor hasta la acción y donde las menciones directas a la cultura popular norteamericana van saltando de Woody Allen a Alice Cooper o a George Bush Jr.

Se identifican otros motores para la trama que avanza a golpes de dos escuelas de la filmación de la violencia, la poética de Peckimpah y la más gráfica y "comiquera" de Tarantino, del mismo modo que la propia trama avanza engrasada por un desmadre a lo John Waters (El de "Los asesinatos de mamá"(1994) donde una ama de casa intenta imponer su visión del mundo a toda la ciudad de Baltimore) al que sobrevienen momentos de reflexión que nos recuerdan a la visión comedida -en términos de movimiento de cámara y disposición de personajes en el encuadre- de Jim Jarmusch . Curiosamente, y aunque suene como una especie de "coitus interruptus" continuo o una especie de indecisión a la hora de hablar de ritmo, esa duplicidad es el código ideal para una película marcada por unos personajes -todos los personajes- a los que es imposible encasillar dentro del grupo de "buenos" y "malos".    



La única duda que me asaltó viendo “God Bless America” es la misma y algo prejuiciosa que tenemos ante este tipo de narraciones tan honestas: ¿No me estarán sermoneando vilmente?

La respuesta es no, en tanto en cuanto, la película no incluye ninguna moraleja en todo su metraje, ni tampoco señala a ningún culpable, si no que, más bien, va haciendo cada vez más evidente la cuestión de que unas redes sociales convertidas en caja de resonancia de cuchicheos y maldades, que una televisión repleta de programas estúpidos, que una celebración, a su vez, de estos comentarios estúpidos en todo tipo de charlas banales de oficina que giran alrededor del éxito de youtube donde alguien hace el ridículo y un largo etcétera de espectáculos dañinos y penosos son más un síntoma (“El típico espectáculo como el circo romano que aparece en la decadencia de una civilización” dice Jack) que un aviso. Si Goldthwait no sermonea –como sí se sermonea descaradamente en otros géneros más prestigiosos que el de la comedia- es porque está más preocupado por mostrarnos un mundo real y absurdo que parece que, en lo que a su orden se viene abajo,  que en señalarnos a los culpables. De hecho en toda la película se cruza con el por qué con el  que las victimas de Jack y Roxy les piden explicaciones sobre su actitud con el por qué cada vez más agonizante de sus protagonistas que parece que tampoco tienen respuesta sobre lo que ha ocurrido realmente.
Unas preguntas que jamás se cuestionan los gustos de los demás si no, más bien, una pregunta más desasosegante que es: ¿Por qué disfrutas viendo/haciendo/participando de esas cosas? ¿Por qué no te callas la boca en el cine? ¿Por qué usas la palabra "feminazi"? ¿Por qué estás mirando tu página de facebook en el móvil mientras hablamos? ¿Por qué mi hija cree que, con solo 9 años, tiene que tener un Iphone o una Blackberry? y, en definitiva, la más jodida de todas que es ¿Qué narices hemos hecho mal y donde perdimos los papeles? 

En la esencia de esas preguntas está una de las sorpresas de la película que parte  de cuestiones evidentes y que siempre son vistas a través de esos análisis de medio pelo que intentan cuestionar y culpabilizar al individuo a través del análisis de los comportamientos grupales (la alegre participación en la celebración del mal gusto en este caso)  para ir reduciendo todo a una cuestión más pequeña en presencia pero mucho más retorcida, jodida y personal que dirige a la audiencia: ¿Qué interés tiene la civilización y sus avances cuando no parecemos querer ser civilizados? 

Entiendo que la obra de Goldthwait resulta inmoral para los conservadores e incómoda para los que pudieran estar de acuerdo con el discurso aparente (insisto en que creo que es más un retrato bastante fiel a la realidad y como la realidad es negativa pues lo transformamos automáticamente en un discurso crítico exagerado) por parecer  agrio y combativo -algo así como le pasa a Moore con sus documentales pero, aviso, Moore señala culpables y Goldthwait no- pero en realidad es un llanto de rabia ante el panorama que vive Norteamérica que se agrava con la presencia de un patrioterismo barato (Tea Party, Libertarianismo, iglesias evangélicas radicales, etc.) que también es leído en clave de "síntoma" y no de "enfermedad" que no queda muy claro si se puede combatir. 


Ante la pregunta si el discurso o la definición de la actual situación de todo un país -de España me atrevería a decir, en tanto en cuanto, nuestra falta de interés por la preservación y la valoración de nuestra propia cultura popular nos convierte en el perfecto "país esponja" que absorbe todos los malos hábitos norteamericanos en cuestión de segundos- es demasiado ácido, combativo, exagerado (digamos, "políticamente incorrecto") y, por tanto, injusto y debería ser reconducido por su autor hacia un terrenos más conciliador, más dialogante o más flexible surge también otras preguntas importantes: ¿De verdad hay que tratar con cariño y comprensión a una gente que se comporta tan mal, que demuestra tan poca comprensión con todo lo que le rodea? ¿Si bajamos el tono del discurso acabarán comprendiendo que se equivocan?
¿Tiene derecho alguien que porta una pancarta donde pone "El SIDA es una plaga divina" ante la puerta de una clínica a ser más escuchado todavía? ¿Cómo es posible que el conductor-opinador de un programa que dedica el contenido del mismo a llamarnos anormales o criminales pida respeto para sus opiniones cuando demuestra tan poco tacto con las ajenas? 

Como Bobcat Goldthwait carece de discurso deja a estas preguntas sin contestación o esconde la contestación en pequeños detalles de la trama o, lo que es mejor, nos avisa de lo peligroso que es disentir para sobrevivir. Es más, incluso podríamos pensar que se nos está haciendo otra pregunta: ¿No te cansas de aguantar callado todo lo que pasa a tu alrededor? 

Jugando con fuego (Goldthwait es uno de esos tipos que consigue que la carcajada esté muy cerquita de la lágrima y que la risa sea a veces tontamente sincera y otras veces simplemente histérica) “God bless America” consigue que un adulto que no está en sus cabales que viaja por los Estados Unidos con una niña de 16 años matando gente que no les ha hecho “casi” nada –un asunto que parece feo pero que también dejaré fuera del spoiler…y mira que me está costando- te caiga bien y que, en el fondo, acabes entendiéndolos y queriéndolos porque son contradictorios, ridículos, naïfs, tontos y, en definitiva, humanos como todos nosotros. Y si esa tarea tan ardua se consigue a la perfección es porque los actores bordan sus papeles. Joel Murray completando magistralmente a un complicado personaje que es a la vez un asesino despiadado con las formas robóticas de Kitano pero, mostrando a la vez, una ternura y una comprensión al estilo de Willy Loman en "La muerte de un viajante" al que identifican las mejores virtudes que pensamos que tiene un padre y el de Tara Lynn Barr que también fluye entre la adolescente hiperactiva e inteligente que rechaza cualquier pensamiento único y prefiere aislarse de la corriente dominante pero, que, también muestra una faceta comedida y tierna en varios pasajes de la película. Así Frank descubre en su relación con Roxy una doble faceta de padre y educador -dirigido no hacia el bien si no hacia el mal pero igual que efectivo- que su propia hija rechaza y a Roxy al padre que no tiene miedo a tratarla como una adulta y que no le exige que se normalice. La pareja protagonista, y volvemos a la ambivalencia, se mueve a veces en la relación paterno filial  de Ryan O´Neal y Tatum O´Neal en "Luna de papel" (Peter Bogdanovich, 1973), otras, con muchísima sutileza, en la de  Bill Murray y Scarlett Johansson en "Lost in traslation" (Sofia Coppola, 2003) porque, en definitiva la cosa no va de gente mayor que se enamora de gente joven, y también, a veces, nos recuerda a Jeff Bridges y Hailee Steinfeld en el remake de "Valor de ley" (Joel y Ethan Coen, 2010)

Es una pena que el cine de este autor, que en “El mejor padre del mundo” consiguió que Robin Williams hiciera una de las mejores interpretaciones de su carrera y que de ser este un mundo justo hubiera tenido que haberse coronado con varios premios…incluso el Nobel para la propia película, sea tan desconocido en nuestro país y en el resto del mundo, que su visión ácida y crítica lo aleje de las grandes audiencias por la sencilla razón de que nadie está dispuesto a identificarse con sus personajes porque, como bien aconseja la protagonista de “Los perros dormidos mienten”, hay cosas que es mejor que se queden en casa haciéndole compañía a uno que sean del dominio público. 



Ya saben, si el espectador sospecha que el tipo o la tipa que está en pantalla es una copia de sí mismo, y no por buenas razones porque en el fondo todos tenemos una buena opinión sobre nosotros, es posible que rechace lo que ve y decida que le gusta más una de esas películas donde los buenos son buenísimos y los malos malísimos, donde las putas son princesas, los borrachos dicen la verdad y siempre existe la posibilidad de que el terrorista desactive la bomba que acababa de activar porque llega a la conclusión de que en la CIA también hay gente buena sobre todo porque, en el fondo, ese es el acuerdo tácito y no escrito que tenemos con la ficción: que nos de un respiro siendo un poquito compasiva. La gracia es que cuando esto desaparece tienes muchas posibilidades de reírte mucho por las razones adecuadas y certificar que “es gracioso porque es verdad”. Verdad de la buena y risa de la buena. Un poco amarga y un poco histérica pero muy sana. Prepárate para reirte y cuanto se asalten las dudas de sobre quién coño se están riendo recuerda que Bobcat Goldthwait se ríe de todo y de todos. Pero es porque no tenemos solución. Y eso también puede entenderse de muchas formas. 

lunes, 9 de septiembre de 2013

Madrid me mata...de corazón


(El artículo ha sido actualizado con una nota al final del mismo)

Vale, Ana Botella no tiene ni puta idea de inglés. Muy español. En realidad este es un reflejo del poco interés del español medio por aprender cualquier lengua que no sea la suya propia. Y convengamos en decir que Ana Botella, y su famoso consorte, tienen una mentalidad muy de español medio que, por las circunstancias (bien sea haber tenido éxito con un taller de aluminio, bien por haber sido Presidente del Gobierno y Alcaldesa de Madrid) han tenido “éxito en la vida”.

Los Aznar-Botella siempre me han parecido unos paletos. Unos paletos de esos que, cuanto más se han esforzado por dejar de serlo, más se les notaba el pelo de la dehesa. Sin más.

Pese a sus evidentes carencias en términos de gusto, profundidad cultural, conocimiento de la historia de España y, sobre todo, de la división entre lo público y lo privado este tándem político parece sentirse muy a gusto. Es más, demuestra en cada aparición pública que creen estar en otro nivel, en uno altísimo, en uno que ningún mortal sería capaz de apreciar en toda su grandeza.

Lo terrible no es que Ana Botella no sepa inglés, lo terrible es que nadie le haya dicho que no sabe inglés y le haya dejado creer que sí del mismo modo que alguien le hizo creer a su marido que corría los 10.000 metros lisos dos o tres minutos más rápido que el recordman africano de la especialidad. Es más, estaba tan seguro de ello, que poniendo los pies sobre la mesita de café así se lo contó a George W. Bush.




Los Aznar-Botella han venido demostrando en las dos últimas décadas que creen que van “sobraos”. Tanto que Aznar estuvo dando clases en Georgetown y que su esposa decidió que era momento de dedicarse a la política. No desde abajo y tal, no. Bueno, desde lo que Ana Botella considera comenzar desde “abajo”: concejalías fugaces de camino a ser nombrada alcaldesa de una capital europea de más de 3´5 millones de habitantes. Modestia lo llaman. Y sin pasar por un proceso electoral.

Ya digo que no me importa mucho que Ana Botella no sepa inglés. Ahí estuvo Mariano Rajoy hablando en español, diciendo muchos topicazos pero, bueno, al parecer bastante consciente de que no está el patio como para darle más carnaza al populacho. Bien, presi, bien.

Lo que me molestó del discurso del “Relaxing cup of café con leche in la Plaza Mayor” fue el hecho de que la alcaldesa fuera capaz de vender “la noche madrileña” como uno de los atractivos de la candidatura casi por encima del hecho de que tenemos ahí unas infraestructuras criando matojos desde hace seis años y que solo sabe Alá qué pasará ahora con ellas. Es más, el avispadísimo gurú que han contratado por 2 milloncejos de euros para dirigir el cotarro de la candidatura, ha tenido el empeño de vender Madrid como una ciudad alegre y simpática, efervescente cuando se oculta el Sol.

El problema es que desde que el PP apoyó la moción de censura contra Juan Barranco y puso en el poder a Rodríguez Sahagún no ha hecho otra cosa que intentar cargarse toda esa vida nocturna y, con ella, no solo el hecho de tener gente bebiendo a horas intempestivas si no, también, la celebración de cualquier actividad cultural con horario nocturno.

Es posible que a Ana Botella nadie le haya informado de este hecho, de que el ala más rancia y costrosa de aquel Partido Popular (con Álvarez del Manzano como cerebro y el Concejal Matanzo como brazo fuerte) que se oponía a cualquier sala de conciertos, bar, disco pub o sala de exposiciones donde se juntaran más de cinco madrileños para echar el rato.

La excusa del ruido, del sexo con SIDA o embarazo no deseado, de la destrucción de la fibra moral de la juventud, del relajo de las costumbres, de la delincuencia, de la droga y un largo etcétera de tróspidas excusas han servido para acabar con una vida nocturna que jamás volveremos a recuperar.

Es un hecho que la ciudad de Madrid no tiene una buena red de conciertos pequeños y tampoco de grandes conciertos. Esas cosas se hacen en capitales más conscientes de sus fuerzas como Lisboa donde se puede fumar en los bares y se puede beber una cerveza sentado en cualquiera de las escalinatas del Barrio Alto sin temor a ser molestado. El PP llamó a eso “vandalismo”.

¿Qué efecto ha producido esa prohibición? Las “chino latas”. No me llaméis loco, una directiva municipal absurda sobre falta de salubridad ha provocado no la eliminación de la costumbre de beber en la calle si no, más bien, la proliferación de la venta ilegal de alcohol. Estupendo.

Este es un ejemplo pequeño de un problema mucho más grande. La reticencia del Ayuntamiento de Madrid a dar licencias de locales de ocio, su guerra abierta contra todo lo que oliera a entretenimiento y cultura nocturna (insisto, conciertos, exposiciones, representaciones teatrales, ciclos de cine…) provocó la proliferación de locales menos salubres, menos acondicionados y menos seguros y, por tanto, de un enrarecimiento del ambiente nocturno y de una avería general del mismo. Los ejemplos en la capital son enormes.

Esta teórica fortaleza caciquil ha generado casos de corrupción sangrantes y diarios que, si tenemos en cuenta el testimonio por la bajini de algunos propietarios de locales, ha venido en multiplicar la aparición de mafias reconvertidas en “equipos de seguridad” y la solicitud “a calzón quitao” de algunos elementos del funcionariado público de pedir dinero a cambio de, cuando no hacer la vista gorda, dejar de pasarse por el local para ponerse tiquismiquis con el nivel de ruido, las obras de insonorización y tantos y tantos requisitos.
Solo así puede explicarse que haya locales en Madrid que reciban la visita puntual de los municipales todos los días que abren sus puertas y otros tengan camello oficial en la puerta de los lavabos sin que se persone en las instalaciones ni un enano vestido con el uniforme de Prosegur.

El caballo de batalla de los 80 fue el punk, el de los 90 el rock y, en los últimos tiempos, ha sido el tecno y la cultura de las drogas y el desencanto que, teóricamente, arrastran. Menos mal que, para salvarnos de él y para comportarse como la Liga Americana por la Decencia que auspició el Código Hays tengamos a un ayuntamiento que, albricias, con motivo de la posibilidad de darle salida a un montón de obras públicas que se construyeron antes de tiempo y que de habernos designado como sede olímpica habrían sido declaradas como “obsoletas” y vueltas a construir se cae del caballo y hace de algo que se ha intentado cargar (que se ha cargado en gran parte) un “motivo de atracción turística”.

Recuerdo las palabras del actor Alfonso del Real que a mediados de los 90 adquirió un local con el dinero que había ahorrado durante años de duro trabajo para convertirlo en un café-concierto. Ni con él, con aquel inofensivo ancianito, tuvieron piedad y le permitieron hacer todas las obras para luego denegarle los permisos de apertura porque, teóricamente, los vecinos se habían quejado de que el establecimiento iba  a hacer mucho ruido. “Me han arruinado” dijo llorando en una entrevista. Y eso que ni siquiera hablábamos de una juventud despendolada y ye-yé bebiendo, drogándose y fornicando a su libre albedrío; estábamos hablando de un café-concierto donde se ofrecerían actuaciones de música lírica y repertorios de cuplé.

NOTA: Por lo que me cuenta un airado comentarista el local de Alfonso del Real llegó a abrir. Se llamaba "Zarabanda" y tuvo actividad comercial como "café-teatro" hasta que le fue revocada la licencia para horario nocturno y optó por el horario diurno. En el horario diurno funcionó durante un tiempo, corto, como "after hours"...Por ahí decía yo que las ordenanzas municipales habían generado monstruos de este tipo (la conversión de un café-teatro en un after hour...por ejemplo) y habían criminalizado la diversión con actitudes un poco ridículas.


Bien haría este consistorio, si tiene a bien, de dejarse de aventuras olímpicas e invertir un dos o un tres por cierto de ese dinero y esfuerzo en reforzar los lazos de la ciudad con la cultura y la diversión, con el compromiso de volver a ser la ciudad que fue en la década de los 80 y los 90 donde disfrutamos de todo tipo de eventos culturales y lúdicos que poco tenían que ver con esa obsesión por las procesiones garbanceras de Álvarez del Manzano y la restauración chusca e impostada del verbeneo rancio que se confunde con la tradición para que Espe, Alberto o Ana se hagan un publireportaje vestidos de chulapos y se marquen un chotis con algún viejo despistado.



Más les valía estudiar a nuestros gobernantes por qué no hubo banda interesante en aquellas dos décadas que no viniera a Madrid a dejarnos la flor de su gracia y por qué ahora ya no estamos en el mapa y, sobre todo, cuál es la razón para obsesionarse con convertir Madrid en un lugar aburrido.  Si Ana Botella supiera qué ciudad dirige se daría cuenta de que el espíritu de la misma es noctívago, no por Alaska y los Pegamóides y por la promoción que Tierno Galván hizo de Madrid como un destino juvenil si no por gente como Rubén Darío o Valle-Inclán. 

El problema de Ana Botella no es que no sepa inglés, el problema de Ana Botella es que es una completa ignorante que desconoce la historia de la ciudad que gobierna y, más allá de eso, qué narices puede ofertar Madrid que pueda etiquetarse como “noche madrileña”. 

El problema de la alcaldesa de Madrid es que está tan poco acostumbrada a hablarnos como si mereciéramos algo de respeto, está tan poco acostumbrada a no echarnos la bronca, a no respondar a preguntas, a no soportar la más mínima crítica, está tan acostumbrada al tono desafiante y hostil y al "ordeno y mando" y a no tener que pedir nada "por favor" que cuando quiere resultar simpática y cercana parece aún más escalofriante, parece la bruja atrayendo a Hansel y Gretel a la casa de caramelo. Seguramente porque lleva unos años haciéndose a la idea de que los súbditos somos todos tontos y estamos hambrientos y que, por tanto, nos creemos cualquier cosa. Es una pena que no calculara que el COI está lleno de estómagos repletos y de gente que necesita menos a Madrid de lo que ella necesita a la ciudad. 

Como madrileño (madrileño impostado pues no nací aquí...aunque esa es una forma como otra cualquier de ser madrileño llamada "porque yo lo valgo") esta ciudad me mata. Me mata de verdad. La adoro. Será por eso que ese amor a este sitio me haga preguntarme por qué su máxima representante no tiene ni puta idea de como respira y late. 

sábado, 11 de octubre de 2008

Fantasmas centroeuropeos


Me incluyo entre los que no tenemos Dios y aspiran a no tener amo. Carente de cualquier tipo de idea de trascendencia,transustanciación o esperanza sobre la vida eterna del alma humildemente espero marcharme de este planeta con las cosas más o menos terminadas y sin que una parte de la humanidad respire aliviada. Me conformo con eso.

Espero que no me pase como a Jörg Haider, líder de la ultraderecha austriaca y presunto futuro catalizador de las tendencias derechistas más radicales de europa, que esta madrugada a muerto al volante de su potente auto de fabricación alemana.


Como mis firmes creencias en la no existencia en ningún ser superior o fuerza cósmica superior que rija los destinos de este puñetero caos que paradójicamente llamamos Cosmos me inhabilitan para pensar que el espíritu de Herr Haider tendrá una vida posterior perpetua en un lugar llamado infierno me muerdo la lengua y saco la conclusión de que la peor condena posible es descubrir que un gran número de seres humanos que han compartido contigo planeta, continente, país, calle, barra de bar, descansillo de escalera o cualquier zona comunal se tome su desaparición con un conclusivo levantamiento de hombros y un "ni me entristece, ni me alegro".


Haider se las pira entre un silencio acusador roto por los flashes de las cámaras que han inmortalizado los trozos retorcidos de su coche y el sonido de las teclas de los ordenadores en los que se han escrito las crónicas desapasionadas sobre el suceso y que destilan en un perfecto tono neutro el recorrido de este lider que despertó los fantasmas del nazismo tocando los botones del odio, el terror y la violencia. La falta de adjetivos puede achacarse no a una recuperación momentánea del sentido común por parte de los informadores si no, más bien, al hecho de que una biografía política como la del austriaco se explica por sí sola, no necesita de mucha leña para ser iluminada.

Pocas vidas han sido tan inútiles y carentes de sentido como la de Haider que en su camino no tuvo ni un segundo para pararse en el camino a olisquear el edelweiss, tanta energía, tanta agitación y tantos esfuerzos porque las cosas se pusieran del peor color posible se han quedado en nada. No nos queda un testamento político decente, ni muchas obras públicas reseñables, ni algunas ideas que no hubiéramos escuchado ya de otras bocas más sucias que la suya.

En Amarcord, (Federico Fellini, 1973) el último partidario vivo de Mussolini se dedicaba a recorrer la localidad a lomos de una ruidosa motocicleta ante el cabreo generalizado de los vecinos. Forges dijo que eso era la mejor manera de representar al fascismo, como una moto ruidosa y transitóriamente incómoda que, de cuando en cuando, agitaba a este vecindario llamado Europa. En un tiempo record el recuerdo de Jörg Haider se está alejando por la avenida principal de la historia para reunirse con otros líderes de su pelaje que le esperan en el rincón menos iluminado de la Historia como Pim Fortuyn (lider holandes ultraderechista asesinado en 2002). Ya no son nada. Ni siquiera ruido.

jueves, 28 de agosto de 2008

Negros en América

"Si ese tío del capirote blanco no es un costalero....por favor que se pire..."

(Reeditado horas después...tras echarle un vistazo al blog de Luis Carlos Campos.)

En verdad os digo que Estados Unidos no está preparada para tener un presidente negro. Mi padre estaba viendo a la mujer (ona) de Barack Obama esta noche en el telediario y ha dicho: "¿Tu te imaginas a esta pobre mujer siendo recibida en los estados del sur por esa gente? Se la van a comer con patatas a la pobre". Mi padre confiaba mucho en Hillary y dice que si Obama está donde está es porque se la han liado cuadrada y que los grupos americanos de extrema derecha sabían que un candidato negro iba a ser más fácil de batir. No se quién le mete esas ideas a este hombre en la cabeza pero, la verdad, es que comienzo a darle la razón.

John McCain (el único hombre que puede dar fe de tener un apellido que hace honor a su cara de patata congelada) se llevará estas elecciones de calle por la fuerza de la costumbre: el presidente tiene que ser blanco y protestante. Ni siquiera les vale un blanco católico, miren a Kennedy.


Me hizo gracia el comentario de Jon Stewart en los Oscars: "No sé porqué están ustedes tan tranquilos porque cada vez que en una película sacamos a una mujer o a un negro haciendo de presidentes normalmente al momento ocurre una catástrofe: inundaciones, tormentas, meteoritos que se estrella contra la tierra...". Aquí haces un comentario así en los Goya y te ponen de tiritero para arriba. Quizás la América Wasp ve en las pelis de hollywood un presagio y prefiere el sabor de siempre.




Aquí le empezamos a coger el tranquillo a eso de los chistes de negros. Ya ven, en el carcajeante blog Democracia en América que crece bajo la sombra de la Mandrágora que es Libertad digital (¡Ahora con más fachas en su fórmula!) ya llaman a Obama, a mala leche, "El negro mágico"...en realidad lo llaman "Black magic" (magia negra) que es como más molón pero aquí, lo que nos gusta es el humor inteligente. Hace poco se hacían eco del "antiamericanismo" de la mujer de Obama, Michelle, porque había publicado una tésis sobre el racismo en USA...¿lo pillas? La mujer nació en una familia pobre del barrio negro y pobre de Chicago (el de la canción de Elvis) ¿Cómo puede ser tan desagradecida?
Fox News: marca blanca de la información


La Fox News hoy ha vuelto a poner de manifiesto que los israelíes tampoco se fían de Obama...los israelíes no van a votar en las elecciones norteamericanas pero ellos dejan caer el dato, entrevistan a muchos judíos ortodoxos que parecen Woody Allen disfrazado de judío ortodoxo al pie del muro de las lamentaciones de Jerusalén. No salen israelíes de Tel Aviv, ni siquiera judíos noeyorquinos o de Denver (Colorado).

Luego han salido a la calle para preguntarle a los americanos si no les parecía que la Convención demócrata era un enorme circo, un espectáculo programado. Han dicho que sí, porque no son gilipollas, claro. La pregunta buena hubiera sido: ¿No le parece a usted que las convenciones de los partidos son un espectáculo programado?

Yo creo que Bill O´Reilly (un tipo que hace que FJL parezca Heidi) se ha quedado con ganas de contarnos en exclusiva que, en realidad, Obama es un siberiano pintado de negro o, peor, un dirigente del KKK pasado de rayos UVA.

Lo más impresionante es que la extrema derecha americana ya está atacando al candidato desde la red con comentarios sobre la procedencia de Obama que, según la Conspiranoia, no habría nacido en los Estados Unidos si no en Kenia. El carcajeante Luis Carlos Campos, nuestro chiflado favorito, se hace eco de estas estupideces y de otras tantas en su blog. Si queréis echaros unas risas echadle un vistazo, ya advierto: escribe completamente en serio.
Gota a gota esos comentarios maliciosos nos llegan aquí en forma de pequeñas píldoras porque, como todos sabemos, los telediarios dan cada vez menos información internacional y cuando la dan suele ser del tipo: un cerdo con cara de mono nace en la India o un Pingüino es nombrado jefe de honor de un regimiento en Suecia. Nadie dice que no mole pero, coño, eso ya está en Internet, desde hace días por cierto. Ningún telediario se ha hecho eco del buen discurso de Biden o le ha sacado chicha al discurso de Bill Clinton que se ha bregado y ha dicho que asuntos como el del Katryna y New Orleans o el estado de la sanidad en el país son de traca. ¿A quién le importa?

De mi ínfima experiencia entre los norteamericanos saqué la conclusión de que no hay nada peor que ser negro allí. O eres el mejor en algo o te comerás la mierda. No estoy diciendo del montón, estoy diciendo bueno que te cagas. Y, que se lo digan a Obama, ni eso es excusa. Para llegar arriba del todo se te obligará a comportarte como el más desalmado de los blancos: Condoleeza Rice que es republicana y conservadora hasta la médula siendo rectora de Stanford eliminó las ayudas a las minorías y a las mujeres. Unas ayudas que ella sí había recibido cuando estudiaba pero que le parecieron gravosas para el presupuesto de la institución. O saltas como Kobe Bryant o te comportas como un necom cualquiera o te verás en la puta calle poniendo hamburguesas en un McDonald´s.
Yo creo que habrá un presidente americano negro cuando aquí tengamos un ministro gitano. Y creo que lo segundo es más probable que lo primero. ¡Válgame!

lunes, 12 de mayo de 2008

De las Barras y las estrellas (mismamente)

La hijita de Bush, Jenna Bush, se nos ha casado este finde. Qué cosas y eso que tiene nombre de actriz porno (Jenna por Jenna Jameson y Bush, bueno, una cosa muy cochina...).

Fíjate, hace dos o tres años que estaba junto a su hermana bebiéndose el Golfo de México y, hoy, su padre la acompaña al altar para casarse con un tal Henry Hager, hijo del Partido Republicano de Virginia, estado conocido por su producción tabaquera, ya saben "The old and good South" el del julepe de menta, las señoritas escarlatas, los Red Butler de trapillo de los que habla siempre Cesar Vidal obviando, quién sabe por qué, los simpáticos linchamientos y el KKK.

Pues ya se han casao lo que me trae a la memoria no se, quizás, que a los líderes neoliberales les mola eso de casar a sus chiquillas antes de abandonar la poltrona. Bush imita a Aznar y casa a una de sus vástagas (que parecían carne de barra de tanto beber y enseñar el pecho) y es que, todo el mundo sabe, que la lista de bodas es mucho más jugosa si uno manda que si ex manda. ¿No?
Además, y que se sepa, que se sabe, la nena de los Aznar Botella no fue nunca piedra de escándalo. En eso también ganamos. A Ana Aznar no se le hubiera ocurrido descocarse y ponerse piripi en una disco porque, al parecer, Alejandro Agag ha sido su único amor verdadero. Con todo lo que eso conlleva en una muy católica familia española. Que bonito. Estaban hechos el uno para el otro, quién podría imaginar que Ana encontraría el amor tan cerca, justo en la puerta del despacho de su padre, detrás de la mesa.




No nos debería de extrañar la actitud de las hijas cuando su padre ya era un simpático chuzo y un consumidor medio habitual de farlopilla. Sin embargo Aznar, pues no, él es de su Ana, de sus oposiciones. Lo reveló en una entrevista que concedió a Gomaespuma (cuando aún se rebajaba a esas cosas de reírse de sí mismo) y fue preguntado por si alguna vez se había emborrachado. Dijo que una vez, en su pueblo. "Algún calimocho se habrá tomao" le dijeron los Gomaespuma y él, tan cándido, contestó: "Yo de drogas nada de nada". Tan pancho.


Como a George II le gusta mucho el rollo de pasar por un paleto tejano, pese a haber nacido en la muy norteña Boston y provenir de una familia adinerada del mismo norte, le dejó clarito al personal que nada de chaqués ni esmoquins. Que trajes normales y sencillez. En eso también gana Aznar que quiso que asistiera el Rey, La Reina y, a ser posible, La Sota y el Caballo. Luego se conformaron con los dos primeros y Berlusconi que, imaginamos, les hizo algún bonito regalo como, por ejemplo la explotación eléctrica de la ciudad de Módena (Italia es suya y hace con ella lo que quiere...esto último no es verdad, por cierto, lo de Módena, lo otro sí, ya saben).




A Aznar, aquella jugada de hombre de campo le llegó a echar unas partidas de dominó en Quintanilla de Onésimo (Valladolid) que eran un primor de sencillez y de naturalidad: dos paletos, el Presidente del gobierno en mangas de camisa y alrededor de los mismos cuatrocientos asesores poniendo caras sonrientes, una panda de periodistas que se acababan de bajar del autobús para cubrir el evento y todos haciendo bromas picantonas sobre el "pito doble", "cubrir fichas" bajo el sol de la estepa castellana por do cabalgara el cid y un vinate más bien malo.

A mi me enternece que la gente sea poderosa y, a la vez tan sencilla, es decir, es posible que seas el amo del mundo pero eso no es óbice para que tus miras del mundo sean las de un zangolotino amamantado por una cosechadora. Es posible que partas las pana pero eso no evita que creas, de verdad, que Dios habla contigo todas las mañanas, quizás en un idioma que ni siquiera entiendes pero del que deduces algunas palabras sueltas como: "Irak, malos, guerra, Buena, invasión, pena de muerte, papá, dinero...".

Es bonito que Bush sea tan sencillo y que haya llegado tan lejos y que Aznar sea tan alambicado en sus pensamientos y que su potente plan de dominación imperial no fuera capaz ni de poner en orden a los nacionalismos interiores y se haya quedado en la vuelta de la esquina, mismamente, en una en la que predica eso de "No soy dirigente político, pero si lo fuera, quizás, me gustaría que mi mujer escribiera la ponencia política del PP...".





A Aznar le traiciona más la pesadumbre de no haber alcanzado el sueño del PP del millón de años y por eso se enfurruña con la gente sencilla ahora pese a haber alcanzado algunos e interesantes objetivos (Militares) como asegurarte un buen futuro personal. De lo otro, del bien de España, no pudo ocuparse porque no le dio tiempo y es que, como dijo aquél humorista llamado Roldán, "El estado de bienestar comienza por uno mismo". ¿O no?

Como ya ven todo es una cuestión de barras (y de dejarlas atrás) y de las estrellas (que no quieren apagarse)...

martes, 29 de abril de 2008

Un hombre de palabra





¿Quién dudaba de que el destino de Zaplana sería la empresa privada? ¿Alguien? ¿Nadie?


Allá se nos va como un suspiro el último bucanero parlamentario, el adalid del obstruccionismo legal, el político que pensaba que, para construir España, ya estaba Paco "El Pocero" y que los políticos sólo estaban ahí para forrarse y para ayudar a otros a lo mismo. ¿No somos super liberales? ¿No comienza el estado del bienestar por el que uno puede proveerse? ¡Pues eso!


No lo decimos nosotros, lo dijo él mismo, cuando todavía era el alcalde de Benidorm, a un constructor amigo en medio de una reveladora conversación que se desarrolló en los siguientes términos: cuanta comisión quieres por aquellos terrenillos a lo que el todavía bisoño político contestó humildemente "lo que le des a todo el mundo". Un tío con valores.Ni más, ni menos. Él igual.


Después añadió la frase aquella de "yo estoy en política, como todo el mundo, para forrarme". Culmen de su pensamiento político.


Un hombre de palabra que ha conseguido, además de crear algunas de las algarabías parlamentarias más grandes de los últimos años así como algunas de las decisiones más estúpidas y las declaraciones más ridículas, lo que ya prometía en sus comienzos: Forrarse. Él lo ha conseguido pero ¿Y tú? ¿Qué has hecho por España y por tí mismo? podría ahora espetarnos con sinceridad. Mira, ya podemos decir que hay, al menos, un político que dice lo que promete.


Entre las muchas interpretaciones torticeras que las diferentes personalidades del partido preferido de la zona nacional suelen hacer según lean a Keynes, Smith, Jiménez Losantos o Esperanza Aguirre posiblemente la de Eduardo Zaplana sea la más simplista y la más querida: los liberales no tienen empacho en forrarse aunque sea valiéndose de un cargo público. No está mal, no está mal. Hubiera hecho buena carrera en Brasil donde decían que Colhor de Melo (uno de los peores presidentes en una lista de horribles presidentes) había sustituido el lema de la bandera -Ordem y Progresso- por el de "Robo má fago" o, sea, "voy robando mientras que me lo voy currando". También hubiera sobrevivido bien bajo el sol de justicia por el anaranjado aspecto de su piel de tonalidades establecidas entre la bombona de butano y el trinaranjus. No hay agujero de ozono que afecte al Agente Naranja. Tampoco escándalo político,la verdad. Se va de rositas.



El fichaje, de todas formas, nos da esperanzas a todos los que tenemos un deficiente curriculum: Si Telefónica ha sido capaz de buscarle acomodo a Zaplana que ha hundido a un Ayuntamiento millonario y ha liquidado un Parque Temático llamado Terra Mítica (por el que debe de pulular ahora Scooby Doo buscando al malvado dueño) seguramente cualquiera será capaz de encontrar un puesto como, yo que sé, Consejero delegado de FOX.

Don Eduardo se nos va y desde Génova ya se entona eso tan español que se suele decir cuando pasa el recién difunto: "Siempre se van los mejores". Y eso se ha escuchado igual al paso de prohombres como Ramón y Cajal, Durruti o Franco. Da igual, el español, y más los que se creen los topes en asuntos de españolidad, es generoso en el fallecimiento y perdona cualquier cosa. Desgraciadamente la justicia también.

Mi pregunta es: ¿Se habrá hecho la típica recogida de pasta, a tres euritos barba, para comprarle un regalo de despedida? Y si ha sido así, ¿Cuántas perras se han recogido y quienes han escurrido el bulto? Ahí es donde podríamos descubrir el sesgo real de los enemigos y amigos que deja Zaplana en ese mítico edificio, en ese "gobierno en la sombra manejado por Rajoy" del que hablaba hoy sin empacho los liberales digitales que, de tanto atacar a Rajoy, parecen recuperar las formas maoistas de la juventud de Pío Moa y Losantos.

Mi otra pregunta es: ¿Se habrá alegrado Gallardón? Bueno, es el que más motivos tiene. El Conde Lecquio del PP, o sea él, que tiene que esperar que se mueran (políticamente) 250 0 260 antes que él para acceder a la tan ansiada presidencia nacional ve que para 2020 podrá ser candidato con todas las garantías si es que Pizarro -que no ha pillado bola ni como portavoz económico- no se agencia un resistente pulmón de acero y está vivo para aquellas fechas.


Satisfechas las ambiciones terrenales, las de agenciarse los euros, a Zaplana le ha quedado el mal sabor de boca de no haber dejado un testamento político a la altura de sus ambiciones. Lo de Valencia le salió fatal y, al final, han sido sus cuervos los que han acabado por instalarse en las torres más altas del campanario del que han ido descendiendo de vez en cuando para arrancarle los ojos. La Alcaldesa, el Presidente y el Señor de la Diputación (lo más parecido que ha visto España a una triada china) han conseguido arrebatarle sus sueños de construirse un Imperio al lado del mar y han colmado los deseos de todos los constructores convirtiendo la finquita de Zaplana en el solar de un ferial donde igual se organiza una Copa América de Vela que una carrera de coches en plan Mónaco. Él, elegante siempre, chitón. A Europa, a ver si allí hay suerte y se puede montar un Lienchenstein con coches chocones y ligerezas fiscales. Todo es posible en este país llamado España donde los pajaritos disparan a las escopetas y los señores de la Guerra (política) se buscan las castañas en la empresa privada más monopolista.

Mi última pregunta es la siguiente: ¿Que va a hacer Zaplana cuando le pregunten sobre normativa europea y le falta a su derecha ese Pujalte que le sacaba de esos líos en plan Sancho Panza? Esto último sin rencor porque, no saben, lo poco que le gustan al hooligan de las Cortes las comparaciones cervantinas. A ver si hay suerte y se lo lleva de asesor legal.
Pues eso: ¡Tanta paz lleves como Paz dejas, Señor Naranja!

Yo me quedo con esa imagen suya de personaje del neorrealismo italiano que se gastó durante los días del 11-M. Aquellos trajes de luto que parecían sacados de Amici Miei, aquél gesto falsamente contenido, aquellas cosas que dijo...joder. Estamos de enhorabuena.

lunes, 10 de marzo de 2008

Buen viaje, tovarich


Pues eso, que hoy en la izquierda de la izquierda estamos un poco más solos. Ya dije que vamos camino de convertirnos en una élite de exquisitos pepitos grillos, no nos queda otra, me ha jodido no confundirme esta vez.

Queridísimo camarada, así es de ridícula la política, Pizarro entra y tu sales, joder qué panorama, no es justo, pero al menos tu nos has ahorrado todos esos discursos vergonzosos, dañinos y falsamente triunfalistas, es lo malo de ser un político y no un merchanchifle...otros que han sido igualmente derrotados (más incluso, porque pensaban ganar) no han tenido la misma vergüenza torera que tú para admitir que son hoy perdedores.

Es paradójico que, cuando se habla de lo malita que está la democracia, sea un médico el que decida, por coherencia, dejar la carrera.

Lo dicho, buen viaje, Gaspar.

Ayssss, se me olvidaba las elecciones las ha ganado Zapatero, en Génova parece que no, pero al parecer ha sido el PSOE, para celebrarlo le han dado una zurra a unos compañeros de Cuatro. Así se las gastan algunos y eso en un país donde nos felicitan cada cuatro años por la normalidad democrática y la falta de incidentes a la hora de votar.

PD: La fotografía está extraída de : http://santylopez5.blogspot.com/ . Grande por cierto.