Quería ser padre. Lo había querido
siempre.
Quería compartir su vida con un pequeño de mirada
limpia, quería llevarlo al colegio e ir a recogerlo todos los días, quería
enseñarle a jugar al fútbol, quería curarle las heridas, sonarle los mocos y
permanecer a su lado hasta que la pesadilla pasase, quería tartas de cumpleaños
con velas, y… lo quería todo en aquel instante, ya no podía esperar más.
Sacó su automática, la empujó en las costillas de la
mujer y se apropió del carrito que empujaba.
Sólo cuando llegase a casa sabría si
era padre de un niño o de una niña.
(mi
contribución al Vendaval de Microrrelatos 2012)