Llueve mansamente y sin parar, llueve sin ganas pero
con una infinita paciencia, como toda la vida, como es mejor para el campo
añadiría él, elevando la voz para hacer ver a todos los presentes su constante
preocupación por el bienestar de la familia.
Llueve mansamente y sin parar, llueve sin ganas pero
con una infinita paciencia, como toda la vida desde que vivo con él; aunque
luzca el sol y la cosecha sea buena, llueven dentro y fuera golpes e insultos
de forma constante e injusta, mientras me pide que baje la voz y agache la
cabeza.
Llueve,
cariño, pero tú no te preocupes, yo haré que para ti salga el sol. Le diré que
has nacido muerto y te sacaré desde esta casa a escondidas, antes de que
arrecie la tormenta, quizás la última.
Y
lloverá, mi niño, también para ti lloverá, pero yo lograré que sea de otra
manera. Te prometo que voy a ser paraguas, foso y barrera, que nada podrán
conmigo ni los golpes ni las lágrimas ni la vida.
(microrrelato presentado al Concurso convocado por la Fundación Camilo José Cela)
(microrrelato presentado al Concurso convocado por la Fundación Camilo José Cela)
Un relato duro, Luisa, pero con mucha fuerza, queremos darle la mano a esa mujer y ayudarle a parar los golpes, a escapar para encontrar otra vida. Un abrazo y nos vemos en Barberá!!!
ResponderEliminarRelato muy muy duro, bien llevado. Me gusta el recurso de la repetición. Y el tono de fuerza y de esperanza con que termina.
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