Dispuesta a quedarse en la playa para jugar con el niño, la ola tomó impulsó y escaló la suave pendiente de arena. Sin embargo, no midió bien el empuje del viento, de la marea y de las que venían detrás y, antes de darse cuenta, su lengua estaba lamiendo los cimientos de un castillo y acababa con él.
Avergonzada retrocedió sobre sus pasos, intentando camuflarse entre sus compañeras, observando con verdadero desazón el rastro de espuma que la delataba y que iba dejando en su huida.
Ya en mar abierta, oculta, mezclada, vio cómo el niño miraba los destrozos y empezaba a levantar, sin aparente enfado, un muro más tosco, más grueso y más cerca del agua.
Una compañera, más osada que ella, se arrastró por la arena y, sin dudarlo, llegó al obstáculo, lo rodeó, lo superó, lo debilitó; y el niño, entre risas, ayudado por unos amigos, empezó a reforzarlo, a engrosarlo, a construir un foso, un puente, una montaña,…
Este juego empezó hace mucho tiempo y continuará mientras haya un niño en la playa, palabra de ola.
(microrrelato finalista en el Concurso ImaginArte Minificciones en Cadena)
Y cuando no hay playa, los construimos en el aire.
ResponderEliminarMe gustó. Saludos.
Que nunca deje de haber niños en el mundo, son el motor.Qué preciosidad de cuento!
ResponderEliminarPrecioso.
ResponderEliminarEnhorabuena!! este micro merece la selección y tu constancia siempre tendrá sus frutos :) Un fuerte abrazo
ResponderEliminarLos frutos son vuestras visitas, vuestros comentarios.
ResponderEliminarGracias a todos.
Es tan natural, tan entrañable que te deja una sonrisa dibujada en los labios. Me gustó al leerlo la primera vez, ahora aún me parece más bonito.
ResponderEliminarAbrazos
Qué original ponerte en "la piel" de una ola..., y el relato es muy bonito, bien rematado. un beso
ResponderEliminarBea
Los niños son el porqué de las olas. Y las olas son el porqué de los niños.
ResponderEliminarAbrazos fuertes,
PABLO GONZ