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diumenge, 8 de juliol del 2018

EL REFLEJO ENFERMO DE LA LUNA






EL REFLEJO ENFERMO DE LA LUNA

Todas las flores son dignas de un ataúd.
Félix Francisco Casanova

La tarde es grotesca
cuando el sol se inclina,
jorobado y moribundo,
para llorar por los zapatitos de charol
que, antes de cada suicidio,
juegan en los charcos
a cazar el reflejo enfermo
de una luna maloliente.

La historia se repite, el cielo sale a pasear
y juega a las gomas con la primavera
hasta que el mediodía levanta la voz.
Entonces las esquinas carnales
ya no pueden esconderse,
el pudoroso oxígeno nos insulta,
y todo sucede en el minuto exacto del hervor,
cuando el corazón sabe a puerto rancio.

Se enquista el letargo en la ciudad.
Con bloques de silencio retorcido
cobran volumen las alcantarillas,
y con esa musicalidad alcohólica
que hace bailar a las farolas,
llegan
los ladridos,
los besos,
los ojos hinchados de mundos de cartón,
los lagartos y las grietas,
y llega la muerte embarazada de mí
al lugar donde todas las flores
son dignas de un ataúd.



Después el día se acalambra.



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Poema integrante del libro en construcción EN EL SOLILOQUIO DE MI CUERPO.

dissabte, 2 de juny del 2018

TAN BREVE RESULTA DEFINIR MIS DESEMBOCADURAS




TAN BREVE RESULTA DEFINIR MIS DESEMBOCADURAS

Tan solo necesito un estante
para alojar la palabra,
un par de centímetros
en los que ordenar el desove del lápiz,
los diques siniestros, las penitencias
atadas al lomo de mi humanidad.
Tan sólo un pequeño espacio
donde disponer los continentes,
el prototipo de mis nombres, el borrador subrayado
de los huesos que me escoltan hasta el frío.

Tan breve resulta definir mis desembocaduras.
Apenas un par de cubiertas inestables,
de solapas nerviosas, con la tripa sin hilvanar,
poco más
que un rincón en el que rehusarme
en la intimidad de una lágrima,
poner  a salvo mis imperfecciones,
esconder  los tartamudeos de mis pupilas
y sorber su espinosa enajenación.
Sí, tan sólo preciso un lugar nebuloso,
un pequeño islote donde adjetivar mis trincheras,
y amansar a los fantasmas
cuando vuelven de la nieve.

M. Raméntol