Seguidores

viernes, 24 de abril de 2015

Capítulo 8



¡Hoy os traigo el capítulo 8!

Si estáis leyendo esto, tal cual lo escribo ahora, es porque la entrada que he preparado (hoy, domingo 19) no ha sido modificada. Eso quiere decir que os encontráis ante un capitulo bastante improvisado, corto y no muy bien redactado... Pero es que no puedo parar de pensar en lo abandonado que tengo esto y en que si estuviese en vuestro lugar, la intriga e impaciencia podría conmigo. 

Por supuesto, de vez en cuando intento publicaros un tweet o un mensaje en facebook, y cuando más tiempo tengo, incluso añado adelantos. Pero no hay justificación para que solo haya 8 capítulos publicados. Espero aún así que disfrutéis al máximo de esta pequeña lectura, y por qué no, os animo a que escribáis comentarios contándole a los demás lectores y a mi, vuestras teorías de lo que va a suceder a continuación. 

Haz click AQUÍ y AQUÍ para leer dos importantes avisos.

Y recordad, después de la tormenta viene la calma, pero... ¿cuánto podemos asegurar que durará esa calma?





.



***
Haymitch entra el primero y Finnick sigue sus pasos. La sala parece como la habitación en la que se despertó horas antes. Era fría, su corazón parecía latir más lentamente, una sala demasiado calculada, práctica, nítida, llena de aparatos de hospital, al fondo centrada una camilla con alguien que no divisa bien y a sus pies está un joven moreno.

Cuando él se despertó no había nadie. No esperaba encontrar a alguien, ni siquiera esperaba despertar. Fue como amanecer de un sueño agotador, desorientado, lo único que le habría importado sería haber visto los ojos de Amy, descubrir que el pequeño Gale estaba bien o encontrarse de nuevo con su madre, de quien ya si quiera recordaba el olor, habría sido un despertar más cálido que el que tuvo. Por supuesto, teniendo en cuenta las situaciones a las que se había enfrentado los últimos días, estar vivo, y mantener la cabeza en su sitio, era recompensa suficiente.

Al principio sigue andando detrás de Haymitch, se para a tocar los objetos que hay en la sala. Como si no llevase prisa, observa con atención cada uno de los aparatos, con una mirada fría y calculadora. La razón era sencilla, no quería mantener su cabeza pensando en quien estaría en la camilla. Era como aquella historia que contaban de ese famoso gato. Su madre le contó tiempo atrás la paradoja del Gato de Schrödinger, aquello que habían propuesto hace cientos de años. Annie le hablaba de un gato dentro de una caja completamente opaca. En su interior se instalaba un mecanismo que unía un detector de electrones a un martillo. Y, justo debajo del martillo, un frasco de cristal con una dosis de veneno letal para el gato. Si el detector captaba un electrón activará el mecanismo, haciendo que el martillo caiga y rompa el frasco. Tras una explicación bastante rigurosa y lógica, la conclusión era una. El gato podría estar vivo o estar muerto, tan solo una de las dos opciones. Pero mientras no abrieses la caja, no lo sabrías. El gato estaría vivo y muerto a la vez, decía su madre, solo descubrirás la respuesta cuando abras la caja y veas al gato.

Finnick no quería abrir esta vez la caja, porque no encontraría un gato, encontraría a Amy. Realmente, no quería saber la verdad, porque ahora Amy estaba viva y muerta, no sabía cuál era la respuesta. Y no estaba seguro de querer descubrirlo.

Así que mantiene su paso lento, confundido, pensando en aquella caja y aquel gato. Pero sin más, se pregunta, quién era el joven que estaba sentado al lado de la camilla. Porque era moreno, y por consiguiente, no era Peeta, ni ningún familiar de Amy, de tal forma que podría no ser ella la que estaba en la camilla. En cuyo caso, estaría muerta. Mas su madre tampoco estaba aquí, lo que quiere decir que posiblemente ni Peeta ni Katniss se hallasen en el aerodeslizador, y simplemente podía ser un médico supervisándola. En cuyo caso, Amy estaría viva. Otra caja, todo eran cajas, todo eran preguntas, y nada eran respuestas. ¿Quién era ese joven? Se peguntaba Finnick tranquilo, dándole vueltas a sus pensamientos, hasta que el joven se gira al escuchar los pasos de ambos y entonces, no tarda en reconocerlo.

Furioso se pregunta por qué Haymitch le ha traído hasta ahí. El enfado recorre sus venas y a ira le sigue, como la última vez que le vio en la Arena. Mantiene sus puños fuertemente cerrados, cada vez apretándolos con más fuerza. Su mirada radical tiene otro brillo, y el odio se deja ver a través de la misma. Siente las punzadas que sus propias uñas provocan al clavarse en sus manos, pero no le importa. Las ganas de matarle no eran precisamente escasas, la Arena realmente le había cambiado, aunque por suerte no estaban allí, ni tenía un cuchillo con el que lanzarse a su cuello.  Antes de que pueda hacer nada Haymitch le para en seco, estirando el brazo, lo que provoca que el chico se dé un fuerte golpe en el pecho. Le mira, rogando que le deje, pero Haymitch no mueve el brazo. Colin se gira, y se aparta de la camilla, asintiendo a Haymitch al pasar, con mirada de gratitud, y se aparta de la vista de ambos. Los ojos de Finnick van directamente a la persona que se encuentra tumbada. Sus puños se sueltan, y la contención de aire de sus pulmones sale, relajando todos los músculos de su cuerpo. Su mirada no tiene odio, sino compasión. Brilla con un tono distinto al de antes, con algo de esperanza. Conmovido por la imagen que se encuentra ante su persona, deja que un suspiro salga de él. Aparta el brazo Haymitch, sabiendo que ya nada puede sacarle de ahí.

Tumbada, reposando en la camilla, se encuentra una joven. Está completamente pálida, llena de vías. Apenas tiene moratones o heridas, exceptuando algunas cicatrices que permanecen en su piel. Aún así está cambiada, su piel está completamente limpia. Claro que está delgada, pero no más de lo que estaba en la Arena. Se le nota a la perfección la clavicula, y sus brazos son tan finos como los recordaba. Tan delicada como siempre, pero su aspecto era distinto, y no precisamente era algo bueno. A pesar de estar limpia, sin heridas ni moratones, se apreciaba a simple vista que no estaba bien, se le veía enferma.

-La herida es complicada de tratar- aclara Haymitch, y su voz le saca de esa mirada fijada, haciendo que se gire preocupado- como ves pudimos sacarla a tiempo, pero está resultando más difícil de lo que pensábamos recuperarla, está estable, por supuesto. Intentamos mantenerla dormida, las vías la alimentan a la vez que pasan sus medicamentos. Tenemos esperanzas Finnick, seguramente se recupere por completo.


Alivio es la palabra exacta que el chico estaba buscando, lo que estaba sintiendo. Ahí estaba, tumbada, la chica a la que había amado, la chica a la que amaba. Y sabía que era amor, porque no había vivido nada más doloroso que perderla, ni nada tan reconfortante como recuperarla. Cuando ya no tenía esperanzas en frente se encuentra, y quiere acercarse. Quiere abrazarla, besarla, sentarse con ella y agarrarle la mano mientras le susurra que va a estar bien, que esta vez sí que estaba todo bien. Pero algo se lo impide, y no sabe el qué. Ya ha abierto la caja, ya sabe la verdad, y Amy está ahí, está viva. Permanece a tres escasos metros de ella, inmóvil, quizás sea la rabia que tiene acumulada hacia Colin, que se encuentra en la misma sala, y a quien prefiere no mirar. O puede ser que la culpabilidad respecto a lo ocurrido con Gale influya en la situación. Sea lo que fuere, la tiene en frente suya, pero su cuerpo está completamente paralizado. Y una vez más, se encuentra perdido.

jueves, 16 de abril de 2015

viernes, 6 de marzo de 2015

¡Crea la portada del PDF de LJDH continuan!


¡Crea la portada del PDF de LJDH continuan! 
Apuntate y participa. Puede que tú seas el ganador.

¿Quieres ser el creador de la portada de una historia que te gusta? ¿Alguna vez has pensado que un PDF llevaría una portada tuya? ¿Quieres ver tu nombre en los reconocimientos del libro? O, simplemente, ¿te apetece participar?

LA POSIBILIDAD DE PARTICIPACIÓN CADUCA el Viernes, 17 de abril de 2015. Pasada la fecha deberán mandar un correo y se decidirá si puede participar o no. Esta fecha es solo para apuntarse, no para tener la portada hecha. Una vez cerrado el concurso, se dará un plazo, considerablemente largo, para poder hacerla.

Las bases y todo está explicado en la página de facebook. Si tienes ya muy claro que quieres participar o te lo estás pensando...




Síguenos en todo momento en las redes sociales, twitter y facebook. Utiliza hashtag como #LJDHcontinuan #LJDHC #LJDHcontinuanBlog #PDFLJDHcontinuan #LJDHCdevuelta y otros que te inventes para que podamos encontrarte. Comparte el blog y no dudes en mencionarnos. ¡Mucha suerte a los que quieran participar! Y a los que no, nos vemos pronto con el capítulo 8, las cosas comienzan a complicarse ¿no es así? 

domingo, 22 de febrero de 2015

Capitulo 7



¡Hoy os traigo el capítulo 7!

Hoy, tras bastante tiempo, al fin tenéis al menos un par de párrafos que leer. Como siempre, esta página es tan solo un borrados de lo que espero, que cuando tenga tiempo, se convierta en una historia en condiciones. Con buena redacción, nuevos capítulos, más descriptiva y con mucho más vocabulario, y no tal sencillez. Espero, aún así, que disfrutéis de los borradores que voy subiendo. 
De verdad, me gustaría escribir más rápido y fluido, publicar antes y tener tiempo para contestar a cada uno de vuestros comentarios y correos, que no dudéis, leo. Pero actualmente es un poco imposible. 

Si me seguís en instagram o en el twitter del blog, veréis que también están algo abandonados, últimamente lo tengo todo así, no es que haya abandonado, es que estoy algo ausente, por decirlo de alguna forma. Aún con esas, si estás leyendo esto, gracias, porque significa que a pesar de tiempo, sigues aquí, espero que impaciente por leer las nuevas palabras que han salido de apretar las teclas de mi portátil. Disfruta mucho de cada una de ellas, y espero tener más de vuelta.

Me gustaría hacer muchas reformas en el blog, además de crear algo donde pueda escribiros aunque sea un par de frases cada pocos días para que sepais de mi, recomendaros algún libro, grupo o película, incluso algún lugar que ver, recetas, cosas sencillas y útiles, o una simple foto. Para que veáis que aunque ponerme a escribir es difícil, no quiero dejar esto sin más. Pero si no puedo con uno, llevar eso otro me resultaría imposible. Así que centrémonos en mejorar este, y darle además un cambio de look en cuanto pueda, subir más capítulos y no sé, ya veremos qué ocurre.

No me entretengo más, ni os interrumpo la lectura. ¡Disfrutad y opinar! Espero estar aquí con otro en pocos días, a ver si esta vez se cumple mi expectativa. 




.



***
Las puertas se abren por completo, un grupo de personas miran fijamente al chico. Distintas edades, distintos trajes, distintas miradas. Ojos abiertos de sorpresa y fascinación, ojos entreabiertos de admiración, incredibilidad se podría llegar a leer en alguno de ellos. Pero hay más, hay mucho más, compasión, tristeza, desolación. Un millar de sentimientos, pero uno que destaca ante los demás. Solo hay un par de ojos que brillan llenos de orgullo, llenos de alegría, llenos de satisfacción. Son los ojos de un hombre de mediana edad, fuerte, con un pelo rubio y una barba reconocible, con una sonrisa sincera. Sus rasgos marcados, por el duro paso de los años y las experiencias vividas. Su mueca de siempre, entre seria y a la vez risueña. Camina hacia el chico, con paso firme  y decidido, mientras los demás permanecen parados, incluido el joven, quien estudia los rostros de las personas que se hallan en aquella gran sala blanca. Llena de aparatos, mesas con papeles, gente estresada, comunicadores, ningún lujo exceptuando el de los asientos. Es una sala llena de tecnología, por lo que se puede deducir que se encuentra ante una de las salas de comando, o también conocidas como salas de operaciones.

Despega su vista de aquel hombre por un momento, para fijarse en los detalles prácticos. Sin lujos, como ya había observado, tan solo objetos científicos y de utilidad, que le llevaban a pensar en la erudición de los hombres del capitolio. Aquella inteligencia que se usaba a diario para mejorar la Arena, en vez la vida de las personas. Aunque ha de suponer que gracias a aquellos avances, tan solo observaba un cuerpo algo marchito, y no una infinidad de heridas, cicatrices y marcas irreconocibles. Agradecido  o cabreado, decide pensar que la inteligencia es tan solo una herramienta más, su uso conllevará beneficios para la población o su inminente sufrimiento, como sus últimos días. Darle vueltas no iba a cambiar nada, ni a nadie.

Vuelve a la realidad. Mirada perdida tras abstraerse por un instante entre sus pensamientos. La fija de nuevo en él. El hombre finalmente llega hasta donde se encuentra, Finnick mira sus ojos con una mueca de seriedad. El hombre se sitúa en frente, sin moverse, sin decir nada. Nadie de los de alrededor dice nada, ni se mueve tampoco. Se respiran emociones distintas en el ambiente, pero casi se puede sentir la tensión y el respeto, a la vez que el agradecimiento.

Una carcajada estalla en mitad de tal ensordecedor silencio. Una carcajada llena de alivio, de dulzura, e incluso, podría llegar a rozar la locura. Nadie más en la sala se ríe, nadie actúa. Absolutamente ninguno de los presentes sabe cómo actuar ante la situación. Algunos se recolocan las gafas para verificar que lo que ven es cierto, otros se muerden el labio ante la impotencia, aprietan nerviosos los papeles que sostenían o mueven las manos continuamente, hasta que acaban metiéndolas en los bolsillos de su bata blanca para que no se les note. Sienten miedo, de que cualquiera de sus actos, ya sean risa o llanto, puedan afectar al chico de una forma inesperada, al igual que incomodez por tener que mantener la calma en tal momento. Tras unos segundos el chico sonríe, abiertamente. Haymitch continúa riendo, y a su vez da un abrazo al joven, apretándole fuertemente, sintiendo que es tan real como él mismo.

-Al fin, muchacho, al fin estás de nuevo con nosotros.
-Haymitch, diría que el estrés de estar al mando ha hecho que adelgaces, seguro que Katniss está contenta de que hayas perdido un par de kilos, amigo mío.
-Tú también estás más delgado, aunque mucho más fuerte. Por las barbas de Snow, ni que no tuvieses suficiente con esa cara que heredaste de tu padre. Las chicas van a rifarte cuando vuelvas a la capital.

Las diferentes personas de la sala suspiran aliviadas entre las risas de ambos. Es agradable ver que el joven de ojos de mar no ha perdido de todo la esencia que tanto le caracterizaba. Algunos de los presentes se dan cuenta de que observar no ayuda, así que vuelven a sus planos, sus aparatos, sus teléfonos. Tan solo algunos se quedan mirándoles. El resto les ignora, actuando rápido, el estrés vuelve a fluir por toda la sala, que rebosa de un poco más de esperanza. Entre las risas vuelve la seriedad, y salen palabras sinceras.

-Gracias Haymitch, no pensé que fueseis a conseguirlo.
-Tenemos mucho de qué hablar Finnick, pero antes de conocer a mi equipo y explicarte por todo lo que hemos pasado los últimos días, apuesto a que hace mucho que no comes en condiciones.
-Me encantará compartir mesa contigo, espero que no se me hayan olvidado los modales en este tiempo en el que he estado… ausente.
-Estoy seguro de que no, chico. Tu madre te enseñó bien.

Caminan despacio y se apoyan en una de las mesas observando la ajetreada sala. Pasivos ante la multitud, donde cada cual cumple una función. Hay una chica joven, de pelo ondulado recogido, que está organizando unas ideas en una pizarra, llena de fórmulas que ninguno comprende. A su lado, cinco hombres y mujeres de distintas edades comparten una mesa, señalan la pizarra de la chica y anotan en sus cuadernos distintas ideas. Uno de ellos se levanta y atraviesa la sala arrancando una de las hojas de su cuaderno. Seguidamente se la entrega a un hombre algo más mayor, de pelo blanco y rasgos poco definidos, unas gafas que se coloca nada más recibir el papel. Arquea la ceja y hace una señal de aprobación, tras esto se dirige a dar unas instrucciones a otra mesa diferente. En ella, todos comienzan a moverse, buscando información en pantallas que flotan y salen de todas partes, lanzándose unos a otros las mismas. Uno de ellos se levanta y realiza lo que parecen un par de llamadas serias.

Podían quedarse eternamente parados, observando como todos trabajaban individualmente pero acababan conectándose, sin apenas darse cuenta. <<Es un gran equipo>>, susurró Haymitch. Un susurro lleno de orgullo, esperanza y resonante en la cabeza de Finnick.

-Haymitch, necesito preguntarlo, el aerodeslizador que se llevó a Amy, ¿era vuestro?

Por unos instantes la expresión seria y el propio silencio, incitaron al chico a pensar en lo peor. Después de todo lo ocurrido decide negarse a aceptar nada que no sepa, ausenta sus pensamientos y se obliga a mantener la calma ante Haymitch. Respira profundamente antes de mirarle a los ojos, para poder soportar su mirada hasta recibir una respuesta, fuese o no la que buscaba.
-Finnick, acompáñame por favor.

La mano de Haymitch pasa por el hombro del chico, empuja suavemente al muchacho y se dirige a la puerta con él. Sus pasos son pausados y se mantiene serio durante el camino. No dice nada, absolutamente nada, por lo que Finnick se teme lo peor. Quizás todas esas esperanzas que vinieron de golpe no deberían haber venido, quizás el aerodeslizador si que era de Cover y de ser así, Amy estaba muerta. Sí, muerta, era la segunda vez que la perdía, y esta vez seguramente fuese definitiva. Nota algo en su interior, no es dolor, no sabe explicar bien que es. Si le pidiesen que describiese ese momento con palabras le resultaría imposible, porque hay palabras que faltan al lenguaje de los sentimientos. Esta vez Finnick tenía otra mirada, no era melancolía, ni sufrimiento, ni tristeza, era abandono. Tan solo, abandono.


Recorren los pasillos en silencio, y el camino se hace aún más largo en cada paso. Al fin, llegan a una habitación aislada. Haymitch introduce un código que Finnick no se molesta en ver e introduce una tarjeta que lleva en el cinturón junto a una pistola. No sabe que va a encontrar al otro lado de la puerta, pero tampoco espera nada. No sabe que esperar ahora.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Comentarios


Dado que en "historia completa" hay más de 230 comentarios, ya no me cargan. Es decir, los leo, porque gmail me manda una notificación, pero no puedo contestarlos porque no me cargan. Lo siento si el vuestro está entre ellos pero que sepáis que me hacen muchísima ilusión todos y cada uno de ellos, sobre todo, los que animan a seguir cada día.

Hay uno en especial, que voy a copiar aquí para que podáis leer todos, con la intención de que quien sea que lo haya escrito, obtenga una respuesta adecuada.

martes, 28 de octubre de 2014

Adelanto + concurso


Lo primero que quiero deciros es que nada más leer los comentarios de la página anterior me puse a buscar los fines de semana libres y los marqué en el móvil para escribir los domingos, espero que a principios del mes que viene tenga dos capítulos escritos para poder publicarlos.



POR CIERTO, los que seguís el twitter del blog o la página de facebook:




ya habréis leído lo que viene a continuación, lo que publiqué fue: "¿Qué os parecería un concurso de portadas para la historia? http://losjuegosdelhambrecontinuan.blogspot.com.es/ ¿Y de personajes? ¡Buscando la forma de que los lectores también participen!" Y bueno, creo que está bastante claro a lo que me refiero. Algunos lectores me mandáis dibujos a mano, otros a ordenador. Me preguntaba qué os parecería un concurso, para todos, tanto anónimos como con cuenta de blogger. Tan solo deberíais inscribirlos y luego se seleccionará al ganador, siendo esta la portada de la historia que seguramente aparezca en el PDF. ¿Qué os parece? ¿Os gustaría? ¿Y qué me decís de cómo imagináis a los personajes? ¡Dejadme vuestra opinión y no tardaré ni dos días en organizar el concurso!

No me entretengo, os dejo el pequeño adelanto para que vayáis imaginando el capítulo...


miércoles, 22 de octubre de 2014

Ella seguía existiendo. Solo necesitaba sacar tiempo para sus lectores. Tenía ideas, muchas, demasiadas. Pero, ¿quedaban aún lectores?

#microcuento

martes, 9 de septiembre de 2014

Capitulo 6


¡Hoy os traigo el capítulo 6!

Hoy la entrada va a ser corta porque la prisa que tengo no os la podéis imaginar, os prometo pues, una entrada pronto dirigida totalmente a vosotros. Espero que hayáis aprovechado este maravilloso verano. ¡Disfrutad del capitulo! Contestaré pronto los comentarios, los he leído todos, eso sí.




.



***


Desorientado el chico abre los ojos. Se encuentra en una camilla, en una especie de sala de cirugía. Las paredes son de un tenue color blanco que da luminosidad a la habitación. Parece más grande de lo que realmente es. Hay aparatos que rodean la sala, armarios con inyecciones y un montón, de lo que parecen, medicamentos. Mira su brazo, en el cuál hay una sonda puesta, retira el tubo lentamente notando un pinchazo que recorre el músculo hasta llegar a su hombro. Por mucho que se haya acostumbrado al dolor, la molestia sigue haciendo acto de presencia. Al incorporarse la cabeza le da vueltas, siente un ligero dolor en la sien y todo se vuelve un poco negro, hasta cegarle la vista. Permanece parado unos segundos y lentamente, va desapareciendo, hasta estar completamente recuperado. Ligeras imágenes le vienen, como flechazos instantáneos, recuerdos recientes de lo que había ocurrido. Y su pregunta, de por qué aún está vivo, es contestada inmediatamente.

Nada más subir al aerodeslizador se encontraba demasiado débil para escapar, en seguida, unos hombres vestidos de blanco vinieron a colocarle una mascarilla. Respiraba con dificultad. Quizás por la presión, quizás simplemente se estaba muriendo, no lo pensó demasiado. Antes de quedarse completamente adormecido, intento desprenderse de los brazos que le agarraban, solo una imagen borrosa le hizo parar. Aquella cara le sonaba, la voz de Haymicht se oía lejana,  <<tranquilo chico, lo hemos conseguido>>. Lo siguiente que recuerda era caer en un profundo sueño y despertar en aquella sala.

Se pone de pie y decide salir, tiene muchas preguntas pero ninguna respuesta, Haymicht debe encontrarse en aquel lugar, y tenía que encontrarlo. Estando solo en aquella sala no iba a lograr nada, lo mejor era buscar a alguien que le pusiese al corriente de todo lo que estaba ocurriendo.

Sin más, un hilo de esperanza se vio venir, ¿y si Amy estaba bien? ¿y si a ella también la habían rescatado? ¿fue por eso que desapareció Gale? Tenía que encontrar a alguien, necesitaba saber que estaba ocurriendo, por primera vez en mucho tiempo, sintió que todo podía salir bien, que quizás las cosas comenzaban a funcionar, había tomado el rumbo correcto.

Todas esas preguntas rondan en su cabeza, hace tiempo dejó de sentir ese leve dolor que aparece cuando piensas demasiado. Debía tener la mente despejada y el dolor era una distracción, así que se acostumbró a él para así poder eliminarlo. Aún así, tantas cuestiones hacían que el leve dolor de cabeza apareciese de nuevo, intensamente. Además de tener los ojos cansados y notarse algo débil tras haberse quitado la vía, por lo demás, estaba mucho más recuperado de lo que había estado en todos estos días en ese infierno llamado Arena.

Pasillos largos y continuos, puertas a los lados. Silencio. La tranquilidad le atormentaba, le ponía nervioso, ni un ruido del bosque, ningún pájaro, ninguna gota de lluvia, ningún tributo. Tan solo silencio. Relajante a la vez que molesto. Era un pasillo extraño, cuanto menos. Debería haber puertas, pero no encontraba ninguna. Uno, dos y tres pasos, continuaba su camino. En ocasiones, se paraba y miraba hacia atrás, por si encontraba un guardia, un médico o cualquier persona que pudiese decirle donde encontrar a quien andaba buscando. Singular, la situación. Sabía que estaba a salvo y aún así notaba como se le erizaban los pelos de la nuca, sentía como cada uno de sus músculos estaban tensos, un estado de alarma, por si algo ocurría. Sabía que estaba a salvo, sí, pero no se lo creía. Sus esquemas estaban completamente rotos y él, confundido.

Los días en la Arena le habían cambiado, no podía negarlo. Respiró hondo y pausado. Esperó unos segundos y continúo el extenso pasillo gris. Observó una puerta a su derecha, entró sin pensárselo dos veces. En la sala una alfombra roja de terciopelo cubría el amplio suelo, en el centro una mesa redonda, y sillas alrededor de esta. Todas y cada una de ellas eran elegantes, de una madera cara, barnizadas, y tratadas con delicadeza. Hacía mucho que no veía ese tipo de lujos. En cada silla un cojín rojo de un terciopelo similar al que había encontrado en la alfombra, bordeado con lo que parecía hilo de oro y en las esquinas de este, colgaba de forma elegante, unas pequeñas tiras doradas que finalizaban con unos flecos. Tocó una de las sillas con suavidad, un movimiento que hacía la mano al pasar de largo cerca de la misma, paseó por la alfombra dando una vuelta a la mesa de madera oscura. De repente se olvidó de todo, asombrado por tanto lujo. No era nada nuevo, el ya había visto todos y cada uno de estos lujos anteriormente, pero parecía que había sido hace años y años, aunque no hubiese pasado tanto tiempo. La lámpara que colgaba del techo estaba hecha de diferentes cristales, recordaba esos cristales de cuando estuvo en una joyería en el Capitolio, una de las mejores que podías encontrar en todo Panem. El joyero le habló de todas y cada una de las piezas que se encontraban en la tienda, todo tipo de cristales y piedras preciosas que venían de distintos distritos y que él mismo tallaba para hacer joyas únicas y preciosas. Él era pequeño, quería un regalo para su madre. Pudo ver mil piezas distintas aquel día, pero solo una logró llamar la atención del pequeño, haciendo que se parase y quisiese comprarla de inmediato. Eligió un collar con una piedra muy singular, era del color de los ojos de su padre, con una sencilla forma de lagrima, que, al trasluz cambiaba su tono a uno un poco más claro, los bordes se volvían blancos y te recordaban a la espuma del mar, cuando rompe la ola en la orilla. Desde entonces Annie siempre lo había llevado puesto.

Un poco más alejado de la mesa había estanterías, pasó la mano por los libros viejos y usados, de estrategia en guerras, de historia, había más libros allí de los que había leído en su corta vida. Un emblema se hallaba en uno de ellos, era un tridente en un escudo de olas, lo encontró irónico a la vez que apropiado, y una sonrisa se le fue con él. Continuó recorriendo la sala, subió tres escalones que había un poco más adelante y encontró otra mesa, llena de mapas con puntos de diferentes colores, papeles que no se iba a parar a leer y apuntes llenos de garabatos y tachones, multitud de nombres y cifras adornaban las hojas. Había espejos, rodeando la sala. Se vio en uno de ellos, había cambiado notablemente. Su cara había madurado, los rasgos más marcados que antes, su pelo más largo y despeinado. Tenía algo de barba, pero recortada, no le había dado tiempo a crecer lo suficiente. Sus pómulos eran de adulto, y no de niño. Sus ojos seguían del mismo color de siempre. Siguió observándose. Veía alguna cicatriz en sus brazos, que le recordaban de donde venía, y paró. No quiso ver más.

Echó un último vistazo a la sala y se dirigió a la puerta. Tenía que seguir buscando a Haymitch.

Decide avanzar el paso un poco más. Mira el suelo, se le hace raro no pisar en la fina arena de la playa, en los bosques o en las rocas de la cueva. El pasillo gira hacia la izquierda en una suave curva, al girar encuentra lo que estaba buscando. Una  enorme puerta de metal adornada con dibujos plateados y dorados de los diferentes distritos y con el número de todos y cada uno de ellos. Esa debía ser la mayor sala del aerodeslizador, la más importante y por tanto, allí encontraría a quien estaba buscando.

Se aproximó a la puerta y estas, se abrieron de golpe. Se le había olvidado los sensores que llevaban, se rio para sí mismo al pensar en que las puertas se cerrarían solas y no tendía que esconder la entrada a esa sala con unas enormes ramas llenas de hojas.


No sabía muy bien que debía sentir en ese momento, algo le inquietaba, estaba nervioso. Es como cuando te acercas más y más a tu objetivo, cuando estás a un paso solo te entra miedo. Miedo porque puedes perderlo todo, es cuando más cerca estás de tu logro y te aterra la idea de que todo lo que has recorrido hasta el momento se desvanezca. 

jueves, 14 de agosto de 2014

Adelanto (borrador) cap6

Entrada programada y con prisas. PAra que podáis leer algo durante este mes. Es un borrados, un pequeño adelanto muy revelador del capitulo 6 y de toda la historia. ¡Espero que os guste y no tenga muchos fallos! Nos vemos pronto.

---

Desorientado el chico abre los ojos. Se encuentra en una camilla, en una especie de sala de cirugía. Las paredes son de un tenue color blanco que da luminosidad a la habitación. Hay aparatos que rodean la sala, armarios con inyecciones y un montón de lo que parecen, medicamentos. Mira su brazo, en el cuál hay una sonda puesta, retira el tubo lentamente notando un pinchazo que recorre el musculo hasta llegar a su hombro. Por mucho que se haya acostumbrado al dolor, la molestia sigue haciendo acto de presencia. Al incorporarse la cabeza le da vueltas, siente un ligero dolor en la sien y todo se vuelve un poco negro, hasta cegarle la vista. Permanece parado unos segundos y lentamente, va desapareciendo, hasta estar completamente recuperado. Ligeras imágenes le vienen, como flechazos intentaneos, recuerdos recientes de lo que había ocurrido. Y su pregunta, de porqué aún está vivo, es contestada inmediatamente.
Nada más subir al aerodeslizador se encontraba demasiado débil para escapar, en seguida, unos hombres vestidos de blanco vinieron a colocarle una mascarilla. Respiraba con dificultad. Quizás por la presión, quizás simplemente se estaba muriendo, no lo pensó demasiado. Antes de quedarse completamente adormecido, intento desprenderse de los brazos que le agarraban, solo una imagen borrosa le hizo parar. Aquella cara le sonaba, la voz de Haymicht se oía lejana,  <<tranquilo chico, lo hemos conseguido>>. Lo siguiente que recuerda era caer en un profundo sueño y despertar en aquella sala.
Se pone de pie y decide salir, tiene muchas preguntas pero ninguna respuesta, Haymicht debe encontrarse en aquel lugar, y tenía que encontrarlo.

Sin más, un hilo de esperanza se vio venir, ¿y si Amy estaba bien? ¿y si a ella también la habían rescatado? ¿fue por eso que desapareció Gale? Tenía que encontrar a alguien, necesitaba saber que estaba ocurriendo, por primera vez en mucho tiempo, sintió que todo podía salir bien, que quizás las cosas comenzaban a funcionar, había tomado el rumbo correcto.

martes, 29 de julio de 2014

Capitulo 5



¡Hoy os traigo el capítulo 5!

Se lo que estáis pensando, ¡al fin! o seguro que es una roma. pero no, esto es real, recordad que escribir no es fácil y que el tiempo es algo que escasea en esta vida. Pero sí, estoy viva y sí, os lo traigo recién sacado del horno.

Bueno, dado que hoy he abierto gmail y he visto todos vuestros correos además de comentarios, he decidido que era hora de escribir algo.  Quiero que tengáis en cuenta que no dispongo de mi portátil y por tanto, no tengo ni mis borradores, ni mis notas, ni absolutamente nada. Es totalmente improvisado habiéndome leído el capítulo anterior, seguramente tenga algún fallo de escritura y sea más corto pero mejor algo que nada, ¿o no es así?


Espero que esteis disfrutando de este maravilloso verano y tengáis muchas historias que contarles a vuestros amigos a la vuelta. Queda solo un mes y hay que aprovecharlo al máximo, espero pasarme por aquí antes de lo previsto, aunque si es como hoy de improvisado, quizás pueda hacerlo un par de veces. Eso sí, si no os importa que los capítulos sean más cortos y menos elaborados.

Os mando un saludo enorme y no me enrollo más, solo deciros que no sé cuando volveré pero que este blog se mantiene en pie si o si. Paciencia os pido…

Disfrutar muchísimo de este verano, de cada uno de los días y de cada una de las personas que lo forman. Espero que os guste y siento la espera.




.



 


El chico aún estaba mirando lo que había sido su refugio durante los últimos días. Se suponía que allí debía estar Gale, el dulce niño con el que horas antes había estado. El hermano de Amy. Lo único importante que le quedaba en la Arena. Pero allí no había nadie, paredes frías y rocosas, un ambiente húmedo y desagradable en el que nunca se había fijado, no era un sitio agradable.

El silencio en la cueva era ensordecedor. Se sentía confuso, por la mezcla de sentimientos que taladraban su cabeza, sin cesar, dejando que su respiración fuese cada vez más difícil y menos llevadera. Sentía amor, amor por Amy, y eso le hacía sentir dolor, porque ya no estaba con ella. La preocupación por Gale le dejaba un sabor amargo en la boca. El odio hacia el Capitolio lo ahogaba lentamente. Y ante todo, se sentía vulnerable. Vulnerable, pequeño, insignificante, habían jugado con él todo este tiempo, sin tener en cuenta nada de lo que pensaba, arrebatándole todo una y otra vez. No confiaba, porque confiar significa dar una parte de ti, entregar parte de tus emociones, y eso es peligroso, porque puede ser utilizado en tu contra.

Consecuencias, repetía, consecuencias de una sociedad enferma. Nada de esto debería haber pasado, pero ha sucedido. Consecuencias, de un pasado que se repite, de guerras que no finalizan, de muertes innecesarias. Eternamente, discusiones sin sentido. Luchas entre dos bandos. Los fines son siempre los mismos, antiguamente era la necesidad de una única religión, se mataban entre ellos por pensar distinto, por creer distinto. También estaban las guerras de poder, como la de ahora. Ninguna guerra es noble, ni justa, ni justificada. No son guerras por honor, no son guerras por defender un pensamiento o un territorio. Son simplemente guerras, y las guerras roban, roban creencias, roban terrenos, roban libertad. Roban, en definitiva, vidas. Y nada, ningún acto que le robe la vida a otra persona puede ser adornado, por mucho que invoquen nobles motivos, como luchar en nombre de la paz, será todo una gran mentira. Porque una guerra no deja de ser una guerra, y una guerra implica muertes, y cualquier muerte inocente es, por consiguiente, injusta. Da igual lo que el tiempo avance, un pueblo que no aprende de su historia no evoluciona, y parecía mentira, que tras tantos años, todavía se repitiese todo. Lo único que había cambiado era que el hombre se organizaba mejor, tenía mejores armas, podía matar más en definitiva. Y tanto para nada, porque al fin y al cabo, siempre se perdía más de lo que se aganaba. Pero por mucha gente que se parase a pensarlo, por muchos que dijesen que era suficiente, no valía. Porque el hombre es cabezota por definición, egoísta, avaricioso. Porque no se respeta, ni respeta. Hay personas que despiertan en ti una bondad incondicional, un amor único que te hace ser mejor persona, ojalá todo el mundo fuese así. En vez de vivir en un enorme manicomio, un mundo en el que la gente se mata la una a la otra, podrían vivir en una sociedad. Sociedad como el uso que debería dársele a la palabra, y no el actual. Pero esos pensamientos han sido inútiles toda la vida, porque siempre hay gente que quiere más, y que no piensa en las consecuencias. Por eso, estos chicos, eran consecuencias. Consecuencias de la vida, de la historia, del egoísmo, del poder. Consecuencias de su propia guerra. Y no podían elegir, el estar o no ahí. Sólo podían luchar, aunque parecía que ni siquiera luchar servía, nada sirve cuando eres una mera marioneta.

Amy solo estaba en el lugar equivocado, en el momento idóneo para que la sucediera aquello. Podría haber sido él, pero no. Y no dejaba de pensarlo, una y otra, y otra vez. El amor es un grito en el vacío y el olvido es inevitable. En verdad, Finnick jamás podría olvidarla, era su razón de ser, su razón de vivir, su esperanza. Y recordó, una frase que leyó una vez, tiempo atrás. Esta es tu vida y acaba cada minuto.

Miro al frente, se dirigió a donde solían guardar sus pertenencias, provisiones, cualquier cosa con un valor o utilidad. Así que guardó todo, y salió de la cueva decidido a hacer algo, a cambiar las cosas. No miró atrás, ya había observado suficiente ese lugar, ya había reflexionado lo necesario, era la hora de ponerse en marcha y de hacer algo. Somos la repercusión de nuestras acciones, y él sabía de sobra quién era. Debía encontrar a Gale, porque sabía que no estaba muerto, y si seguía vivo, era imposible que no estuviese en la Arena.

En un principio, no se paró a colocar los arbustos, pero luego dio un paso atrás, porque si encontraba a Gale, necesitaría un sitio donde cuidar del pequeño. Colocó las ramas como en repetidas ocasiones había hecho él o Amy, recibiendo una punzada por esos recuerdos. Sin más, un estruendo le hizo girar. Miró al cielo que se teñía de diferentes colores. Una explosión ensordecedora hizo que se tapase los oídos con todas sus fuerzas, apretando fuertemente las manos contra los mismos. Un ruido que se metió en su cabeza dejándole desorientado. Se agachó e intentó mirar al cielo de nuevo, pero su visión era algo borrosa. Destacó una enorme nube gris que se había formado en lo alto de lo que debía ser la cúpula, seguida de pequeñas explosiones que desprendían un fuego cegador, a la vez que un sonido cada vez más intenso. Se levantó trasteando, cayéndose la primera vez, y consiguió llegar a una zona algo más frondosa. Las chispas del fuego caían por toda la Arena, cada vez más pequeñas, desintegrándose, aunque en ocasiones no lo hacían y podías ver el humo que salía de alguna zona que había prendido fuego. Pensó que podría ser un ataque del Capitolio para reunir a los tributos restantes en una lucha a muerte, pero no tenía mucho sentido, ya que atacaba desde el cielo en vez de los laterales.

Lo siguiente ocurrió realmente deprisa, Finnick se puso en marcha para intentar alcanzar un punto alto desde el que poder observar lo que estaba ocurriendo. Su principal preocupación era encontrar a Gale, pero primero debía saber que estaba pasando en la Arena y como poder evitar aquello. Continuas explosiones ocurrían en lo alto, cada vez con mayor intensidad, provocando fisuras que se observaban momentáneamente en la capa de energía que producía la cúpula. Este suceso le distraía, no encontraba el sentido de dañar lo único que les separaba del exterior. Posiblemente querrían llamar su atención y enfocar sus sentidos a aquello mientras organizaban otro ataque, quizás con animales mutados con anterioridad, que acabasen con los tributos más distraídos. Por ello, él no quería darle demasiada importancia y enfocó todas sus energías a buscar un buen punto ajeno a todo, desde el que pudiese controlar la situación.

Estaba llegando a lo alto de una colina, agotado ya por el camino que había seguido, cuando se fijo en que las explosiones habían parado de repente. Sin más, se acabaron los golpes, los ruidos, los estallidos, aquel estruendo desapareció, al igual que lo hizo la capa de polvo, la nube gris o los fuegos que se habían dado. Finnick se paró y observó el cielo, donde hace unos segundos había un baile de fuegos de distintos colores. La tranquilidad asomaba entre lo que quedaba de humo, y de un momento a otro, ya no había nada. Tan solo un esclarecedor azul.  

Respiró hondo, calmado, pausado, y se sentó, sin pensar en si alguien podía atacarle o no por la espalda, necesitaba un descanso. Un molesto pitido estaba en su cabeza y no se iba, produciéndole un dolor leve pero intenso. Cerró los ojos y respiró profundamente. De repente, una explosión mayor que todas las anteriores cubrió el cielo de la Arena. Un ruido que parecía ser infinito, eterno e insoportable. Abrió rápido los ojos, lo suficiente como para observar la placa de energía azul que se había creado en el centro del cielo de la Arena. Y se extendía, un hilo de energía que dejaba visible el campo, que seguía unas extrañas formas geométricas. Siguió aquella luz de energía hasta que la perdió de vista entre los árboles de la derecha. Cinco segundos después una luz cegadora cubrió la Arena, y una descarga luminosa en forma de chispas empezó a llover cayendo sobre sus cabezas. Un espectáculo de luminosidad que merecía la pena quedarse a observar, te hipnotizaba, hacía que olvidases el miedo que sentías frente a la situación que se estaba dando, porque era relajante, precioso, porque hacía tiempo que no veían algo tan sumamente hermoso y espectacular.

Y entre todo aquel espectáculo se abrieron paso dos aerodeslizadores, enormes, como aquel que se llevó el cuerpo de Amy. Fue rápido, demasiado rápido. Empezaron a situarse estratégicamente, soltaron sus pinzas y levantaron lo que parecían cuerpos de tributos, aún vivos, que luchaban por escapar. Cinco segundos tardó en levantarse y salir corriendo, huyendo de aquel escándalo, se oían gritos de tributos a lo lejos. Supuso que vendrían de los que habían capturado. Sintió la sombra del aerodeslizador detrás de él, y corrió, tanto como pudo, sin mirar atrás. Pero no fue suficiente, notó como el frio hierro le abrazaba el cuerpo. Se sujetó como pudo a las pinzas, su mochila cayó desde una altura considerable. Intento escapar, pero le resultaba imposible. Y no pensó, no pensó en que para él todo había acabado, ni pensó en que quizás le matasen cuando se abriesen las placas del aerodeslizador, ni si quiera sintió miedo. Sólo arrepentimiento, por no haber podido cuidar de Gale, por no darle un último abrazo a su madre, por no poder besar a Amy nunca más. Así que cerró los ojos, mientras aquellas compuertas se abrían y respiró, trayendo a su mente buenos recuerdos, que le hiciesen alejarse de toda esa pesadilla, de aquel caluroso infierno.

miércoles, 7 de mayo de 2014

¡Ya falta menos!

Cada día que quiero publicar un capitulo me resulta imposible, y mira que ponerme a escribir no tiene que ser tan complicado, pensaréis. Pero es que el mes de mayo y la primera quincena de julio esta siendo y será lo peor del curso. Trabajos, exámenes y cuando te quieres dar cuenta otra semana ha pasado. El plan es publicarlo el día 18, domingo. Porque ese viernes acabo, y hasta dentro de una semana teóricamente no tendría exámenes, aprovecharé para escribir más de uno el domingo y así dejar programadas las entradas siguientes y que podáis leer los capítulos aunque yo no esté por aquí.

A ver si puedo hablaros un poco del viaje de Italia, además de la iniciativa del otro blog y por supuesto, comenzar el PDF en cuanto acabe las clases. Terminar la historia y todo... queda bastante trabajo por hacer. Y eso sí, siempre agradeceros el seguir aquí a pesar de todo lo que os hago esperar, rozamos las 500.000 visitas, medio millón. Parece una locura.

Bueno, tengo que estudiar, así que nos vemos pronto. El problema de los comentarios fue solucionado, me quedan unos cuantos por responder pero ya empecé a hacerlo, revisad vuestros comentarios. No os olvidéis de seguir el blog en twitter para estar informados de todo (@Andrea_everdeen), facebook y el chat del blog. 

Un saludo de vuestra escritora desaparecida.

sábado, 22 de febrero de 2014

Capitulo 4





¡Hoy no os traigo ningún capitulo!




Es broma, tampoco os pongáis así…

¡Hoy os traigo el capitulo 4!



Lo primero explicaros el por qué no he contestado los últimos trescientos comentarios. No me deja. Así de simple. He estado planteándome cambiar a wordpress pero es una ‘movida’ modificar todo, cambiar a los seguidores a otra plantilla etc. Pero quiero que sepáis que leo cada uno de vuestros comentarios, con los que me río muchísimo cuando suplicáis un final feliz y con los que me emociono entre tanta palabra bonita. Estoy deseando que me deje contestarlos, aunque tenga que hacerlo desde el móvil porque aquí no me vaya y tarde mil años, lo intentaré. Y seguiré leyendo los nuevos porque me llena de ilusión.

Lo segundo es pediros perdón, otra semana más, por este retrasito. Cómo veis la historia se está complicando. Sumados a los problemas de blogger, en cuanto a entradas ya solucionados, y a mis estudios que fue lo que interfirió el viernes pasado, he de decir que ya era hora de publicar. Aunque sea a prisa y el capitulo se me haya ido de las manos en cuanto a calidad, mejor algo que nada y mejor tarde que nunca ¿no es así?

Lo tercero, en lo referente a las preguntas comunes de los correos:

1. El PDF: el PDF está previsto para verano, hasta entonces me resultará imposible, he de revisar, reescribir y añadir capítulos.

2. El ‘personal blog’: este espacio que se iba a crear para informar con pequeñas entradas sobre mí, que pudiese publicar desde el móvil, para que vieseis que no os abandono, además de noticias sobre mis nuevas historias, nuevos blogs, criticas y recomendaciones tanto de cine como de literatura, algo de moda etc sería algo perfecto de hacer como dije, pero lo veo difícil. Aún así lo tomo como proyecto.

3. Regularidad de los capítulos: en marzo intentaré ser más puntual, por ahora los exámenes me atrapan y los problemas con blogger han sido un mareo (por suerte en lo que a entradas se refiere, solucionado).

4. Actualizaciones del blog: PROOOOONTO, I promiss.

5. ¿Os dice algo el número 400.000? ¿No? ¿Por qué no echáis un vistazo al contador de visitas! ¡SOIS GENIALES!

Bueno no me entretengo más, no sé qué os parecerá el capítulo porque ha sido demasiado improvisado y de prisa pero espero que disfrutéis un poquito de la lectura y a ver si puedo volver con fuerza, capítulos largos y buenos y desvelaros que es lo que va a ocurrir al final.

¡Un saludo enorme!







***



Puede que no lo viese venir. Tal vez no lo esperase. Todo iba bien dentro de los límites de lo que podía ir bien o no estando ahí dentro. Bueno, no tenía sentido, nada lo tenía. Eran consecuencias, consecuencias de una sociedad que comenzó hace años, llena de odio y rencor, crueldad y egoísmo, fruto de las personas que vivían allí. Lo único que sabía con certeza es que ellos estaban pagando por todo el daño que empezó en aquel entonces, y eso no era justo. Pero la vida no era justa.

Irónico, el echo de que se te regale una vida para después arrebatártela. Te enseñan a reír, a disfrutar, a divertirte, a llorar, a amar… y luego nada. Todo se desvanece, de un momento a otro, lo pierdes sin más. Tan sencillo como respirar y de un segundo a otro, dejar de hacerlo. Pero eso puede que si tenga sentido. Si te dan algo y no te lo quitan no eres capaz de apreciarlo. Y la vida, la vida había que apreciarla. 

Por supuesto, los tributos que se encontraban en la Arena habían aprendido a valorar sus vidas, pero eso no servía de nada, porque la única forma de salir era acabar con las otras. Y eso, eso acababa con la suya. Era una consecuencia también, se mantiene una mínima llama de esperanza para que el pueblo esté tranquilo. Si le quitas esa esperanza, sencillamente el pueblo no tendría nada que perder, lo habría perdido ya todo y de ser así, habrían perdido también el miedo. Y eso es muy peligroso, realmente supondría un problema.

 Pero para el tributo que sobrevive nada de eso sirve, porque lo que ha vivido le ha cambiado, y nunca podría volver a ser la persona que era. Mantuvo su vida, pero a costa de qué. Nada, no hay nada que le devolviese a su vida, y por eso eran peligrosos. Por eso había que mantenerlos controlados. El problema fue demasiada esperanza, que se juntó con valor, y eso tuvo terribles consecuencias. Por supuesto, fue algo malo. Por lo tanto, y una vez más, el hecho de estar metidos en estos últimos juegos volvía a ser una consecuencia. Una consecuencia de años atrás, podría llamarse venganza, quizás.

Ese muchacho era el más peligroso de todos. Un joven de cabellos dorados y ojos color mar, que perdió a su padre antes de nacer. Al que secuestraron, le metieron en la Arena, junto a otros tributos. Se enamoró. Y eso es lo más peligroso, más peligroso que la esperanza, puesto que no hay mayor sentimiento que el amor. Pero aún podían controlarlo, porque le seguía quedando una cosa. Una parte de la chica que había amado, y recientemente había perdido. Por ello, debían hacer algo, algo que controlase su dolor y su furia, su odio y su rencor. Algo que le diese esperanza, pero no la suficiente como para atreverse a enfrentarse al gobierno que allí le tenía atado.

El niño era lo más importante del juego en ese momento. Del pequeño Gale dependían muchas cosas, y eso había que controlarlo.

Todas las cámaras pues estaban pendientes del joven, había pasado la última hora andando y corriendo, alterando el ritmo de sus piernas tan pronto como el de su corazón lo hacía. Destrozado tanto por dentro como por fuera. En tan solo un poco de tiempo, unas ojeras en su rostro aparecieron, los rasguños de las plantas que ya no intentaba evitar goteaban sangre, poca, pero visible. Lo suficiente como para recordarle que estaba vivo y que la vida, la vida le seguía doliendo. 

Llevaba una mochila colgada y la otra en el brazo, en la mano su arma, aunque estaba tan distraído con sus pensamientos que de poco le serviría un arma. Sus pensamientos en Amy, en como agarraba su mano, la sensación que tenía al estar con ella. El momento en el que le dijo que le quería de aquella manera, y tras eso, minutos después un cañonazo. Entró por sus oídos y le destrozó por dentro, como si fragmentara cada uno de sus huesos y al llegar al corazón, lo encerrase en un puño, apretándolo, asfixiante.

Lo que tenía que hacer era llegar a los matorrales, retirar todas las ramas y entrar en la cueva. Curar a Gale era su prioridad, después tendría que decirle que su hermana… que su hermana no iba a volver más. ¿Cómo le dices eso a un niño pequeño? ¿A su hermano? Si a él le mataba el dolor, imaginarse lo que sentiría Gale al contárselo le destrozaba aún más.

Ya ve la llanura que se sitúa en frente de la colina. Avanza su paso, cansado, agotado mentalmente. No se ha enfrentado a nada comparado con lo que le queda por delante.

Seguía con el amargo sabor de culpabilidad por no haber llegado a tiempo. Era como si fuese él quien hubiese acabado con la vida de Amy. Pero no sólo sentía culpabilidad por haberla perdido, también le quedaba la rabia de no haber aprovechado su tiempo. Las oportunidades que había tenido, de estar junto a ella en cada momento. Le gustaría intentarlo otra vez, porque estar cerca de ella era algo indescriptible. La risa salía sin ningún esfuerzo, los ojos brillaban al observarla, la sonrisa aparecía en su rostro al sentirla cerca. Cada palabra suya era un mundo, cuando le agarraba y sentía el contacto era algo superior, por no hablar de sus labios, los que no podía evitar querer besar en cada momento. Pero no era sólo eso, era la calidez de su compañía, la esperanza de sus palabras, la alegría de su risa nerviosa. Eran sus ojos poco comunes, era su pelo sin peinar, y aún así, perfecto. Era su piel lisa, su vergüenza, su nerviosismo y su valentía. Su fuerza y su debilidad, su timidez y su inteligencia. Era ella en sí, cuanto menos interesante, cuanto más atractiva. Única diría él, le aportaba mucho, mucho más de lo que podría haber pedido, mucho más de lo que algún día había soñado. Lo era todo. Eso era exactamente lo que pensaba, cómo fue capaz de serlo todo sin haber sido siquiera nada.

Y ahora no estaba, se había ido. Había perdido la oportunidad de tenerla, de quererla. No sabía si se odiaba más a sí mismo, o si odiaba más al Capitolio. Pero no sólo era eso, ¿no se supone qué les rescatarían? ¿tan pocos eran los que en el verdadero gobierno buscaban una solución al problema? ¿acaso habían tomado ya Panem? Ira, odio, rabia, cualquier sentimiento se movía por su sangre extendiéndose por todo sus ser. Y eso lo mataba, lentamente. Pero tenía la esperanza de que Gale viviese, de que les rescatasen un día, para poder verle crecer, como Amy hubiese querido.

Así que tras un camino entero imaginándose besos con Amy, besos pausados que se paraban en mitad de una sonrisa y seguían por la necesidad de acortar la distancia que les separaba. Tras imaginarse todas las palabras que le gustaría haberle dicho y todas las que le hubiese gustado oír. Después de imaginarse la felicidad de estar los dos juntos, queriéndose, en una sed interminable de no separarse nunca, de no abandonar ese sentimiento que les movía. Y al fin se lo imaginó, su final perfecto, su final feliz, cada beso, cada sonrisa, cada alegría compartida y sonrió nostálgico. Pero no era una nostalgia de echar algo de menos, era una nostalgia de saber que nunca pasaría, y eso si que lo echaría de menos. Eso le mataba lentamente, como si la viese cada día y no pudiese hablarla, pero era peor, porque no volvería a verla.

Respira hondo y pausado, deja las mochilas delicadamente en el suelo y mira alrededor sin prestar la atención suficiente. Retira las ramas tirándolas hacia un lado con fuerza, como si la rabia que había en su interior quisiese hacerse presente. Esa rabia se dividía de dos importantes partes. La que le obligaría a dormir agotado por las lágrimas que querían salir sin parar, y la que querría dar golpes para desatarla, gritar sin pensar que consecuencias conllevaría hacerlo. Pero la sensatez la controlaba, escondiéndola para que no se manifestase, encerrándola.

Recoge las mochilas. Se pregunta si está preparado para ver esa dulce cara que tanto le recordaría a ella. Pasa dentro de la cueva y coloca las ramas de nuevo, lentamente. Se agacha y busca el medicamento de Gale, el que tantos problemas había causado, el que le salvaría la vida. Era irónico, una vida por otra. Era… doloroso.

Se adentra un poco más hasta que llega al final de la cueva, coge uno de los botellines y uno de los trapos improvisados que Amy había hecho con la camiseta. Vuelve hasta donde está el pequeño, retira la parte superior del saco de Gale para comprobar si está despierto o sigue dormido. Nota como la medicina se resbala sigilosa de su mano, rozando el suelo, sonando en este, rodando un poco por la rocosa superficie. Todos sus sentidos se vuelven escasos, ya no oye bien el ruido que hace cuando se le cae de la mano, su visión se tiñe un poco de negro por los lados, un sudor frío aparece por su frente, y la respiración… esta es lenta y áspera, como si su mente quisiera que doliese. No es capaz de movilizar ni un solo músculo de su cuerpo, su cerebro no quería hacer nada. Su visión oscura estaba clavada en un sitio, incapaz de reaccionar.  
Mil pensamientos pasaron por su mente, acribillándole poco a poco, matando cualquier tipo de pensamiento positivo. Manifestándose terribles imágenes y teorías. Sufriendo el dolor de la pérdida de Amy una vez más. Acabando con él lentamente. Metiéndole en un estado en el que de repente ya no sentía. No sentía nada, ni dolor, ni tristeza, ni nostalgia, pero tampoco alegría, esperanza, ni odio y rencor. Nada, estaba más frío que el agua congelada del 12 en invierno. Era hielo.

De repente nada de su alrededor tenía sentido.


Gale no estaba muerto, pero tampoco estaba vivo. Simplemente no estaba, había desaparecido.