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martes, 29 de julio de 2014

Capitulo 5



¡Hoy os traigo el capítulo 5!

Se lo que estáis pensando, ¡al fin! o seguro que es una roma. pero no, esto es real, recordad que escribir no es fácil y que el tiempo es algo que escasea en esta vida. Pero sí, estoy viva y sí, os lo traigo recién sacado del horno.

Bueno, dado que hoy he abierto gmail y he visto todos vuestros correos además de comentarios, he decidido que era hora de escribir algo.  Quiero que tengáis en cuenta que no dispongo de mi portátil y por tanto, no tengo ni mis borradores, ni mis notas, ni absolutamente nada. Es totalmente improvisado habiéndome leído el capítulo anterior, seguramente tenga algún fallo de escritura y sea más corto pero mejor algo que nada, ¿o no es así?


Espero que esteis disfrutando de este maravilloso verano y tengáis muchas historias que contarles a vuestros amigos a la vuelta. Queda solo un mes y hay que aprovecharlo al máximo, espero pasarme por aquí antes de lo previsto, aunque si es como hoy de improvisado, quizás pueda hacerlo un par de veces. Eso sí, si no os importa que los capítulos sean más cortos y menos elaborados.

Os mando un saludo enorme y no me enrollo más, solo deciros que no sé cuando volveré pero que este blog se mantiene en pie si o si. Paciencia os pido…

Disfrutar muchísimo de este verano, de cada uno de los días y de cada una de las personas que lo forman. Espero que os guste y siento la espera.




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El chico aún estaba mirando lo que había sido su refugio durante los últimos días. Se suponía que allí debía estar Gale, el dulce niño con el que horas antes había estado. El hermano de Amy. Lo único importante que le quedaba en la Arena. Pero allí no había nadie, paredes frías y rocosas, un ambiente húmedo y desagradable en el que nunca se había fijado, no era un sitio agradable.

El silencio en la cueva era ensordecedor. Se sentía confuso, por la mezcla de sentimientos que taladraban su cabeza, sin cesar, dejando que su respiración fuese cada vez más difícil y menos llevadera. Sentía amor, amor por Amy, y eso le hacía sentir dolor, porque ya no estaba con ella. La preocupación por Gale le dejaba un sabor amargo en la boca. El odio hacia el Capitolio lo ahogaba lentamente. Y ante todo, se sentía vulnerable. Vulnerable, pequeño, insignificante, habían jugado con él todo este tiempo, sin tener en cuenta nada de lo que pensaba, arrebatándole todo una y otra vez. No confiaba, porque confiar significa dar una parte de ti, entregar parte de tus emociones, y eso es peligroso, porque puede ser utilizado en tu contra.

Consecuencias, repetía, consecuencias de una sociedad enferma. Nada de esto debería haber pasado, pero ha sucedido. Consecuencias, de un pasado que se repite, de guerras que no finalizan, de muertes innecesarias. Eternamente, discusiones sin sentido. Luchas entre dos bandos. Los fines son siempre los mismos, antiguamente era la necesidad de una única religión, se mataban entre ellos por pensar distinto, por creer distinto. También estaban las guerras de poder, como la de ahora. Ninguna guerra es noble, ni justa, ni justificada. No son guerras por honor, no son guerras por defender un pensamiento o un territorio. Son simplemente guerras, y las guerras roban, roban creencias, roban terrenos, roban libertad. Roban, en definitiva, vidas. Y nada, ningún acto que le robe la vida a otra persona puede ser adornado, por mucho que invoquen nobles motivos, como luchar en nombre de la paz, será todo una gran mentira. Porque una guerra no deja de ser una guerra, y una guerra implica muertes, y cualquier muerte inocente es, por consiguiente, injusta. Da igual lo que el tiempo avance, un pueblo que no aprende de su historia no evoluciona, y parecía mentira, que tras tantos años, todavía se repitiese todo. Lo único que había cambiado era que el hombre se organizaba mejor, tenía mejores armas, podía matar más en definitiva. Y tanto para nada, porque al fin y al cabo, siempre se perdía más de lo que se aganaba. Pero por mucha gente que se parase a pensarlo, por muchos que dijesen que era suficiente, no valía. Porque el hombre es cabezota por definición, egoísta, avaricioso. Porque no se respeta, ni respeta. Hay personas que despiertan en ti una bondad incondicional, un amor único que te hace ser mejor persona, ojalá todo el mundo fuese así. En vez de vivir en un enorme manicomio, un mundo en el que la gente se mata la una a la otra, podrían vivir en una sociedad. Sociedad como el uso que debería dársele a la palabra, y no el actual. Pero esos pensamientos han sido inútiles toda la vida, porque siempre hay gente que quiere más, y que no piensa en las consecuencias. Por eso, estos chicos, eran consecuencias. Consecuencias de la vida, de la historia, del egoísmo, del poder. Consecuencias de su propia guerra. Y no podían elegir, el estar o no ahí. Sólo podían luchar, aunque parecía que ni siquiera luchar servía, nada sirve cuando eres una mera marioneta.

Amy solo estaba en el lugar equivocado, en el momento idóneo para que la sucediera aquello. Podría haber sido él, pero no. Y no dejaba de pensarlo, una y otra, y otra vez. El amor es un grito en el vacío y el olvido es inevitable. En verdad, Finnick jamás podría olvidarla, era su razón de ser, su razón de vivir, su esperanza. Y recordó, una frase que leyó una vez, tiempo atrás. Esta es tu vida y acaba cada minuto.

Miro al frente, se dirigió a donde solían guardar sus pertenencias, provisiones, cualquier cosa con un valor o utilidad. Así que guardó todo, y salió de la cueva decidido a hacer algo, a cambiar las cosas. No miró atrás, ya había observado suficiente ese lugar, ya había reflexionado lo necesario, era la hora de ponerse en marcha y de hacer algo. Somos la repercusión de nuestras acciones, y él sabía de sobra quién era. Debía encontrar a Gale, porque sabía que no estaba muerto, y si seguía vivo, era imposible que no estuviese en la Arena.

En un principio, no se paró a colocar los arbustos, pero luego dio un paso atrás, porque si encontraba a Gale, necesitaría un sitio donde cuidar del pequeño. Colocó las ramas como en repetidas ocasiones había hecho él o Amy, recibiendo una punzada por esos recuerdos. Sin más, un estruendo le hizo girar. Miró al cielo que se teñía de diferentes colores. Una explosión ensordecedora hizo que se tapase los oídos con todas sus fuerzas, apretando fuertemente las manos contra los mismos. Un ruido que se metió en su cabeza dejándole desorientado. Se agachó e intentó mirar al cielo de nuevo, pero su visión era algo borrosa. Destacó una enorme nube gris que se había formado en lo alto de lo que debía ser la cúpula, seguida de pequeñas explosiones que desprendían un fuego cegador, a la vez que un sonido cada vez más intenso. Se levantó trasteando, cayéndose la primera vez, y consiguió llegar a una zona algo más frondosa. Las chispas del fuego caían por toda la Arena, cada vez más pequeñas, desintegrándose, aunque en ocasiones no lo hacían y podías ver el humo que salía de alguna zona que había prendido fuego. Pensó que podría ser un ataque del Capitolio para reunir a los tributos restantes en una lucha a muerte, pero no tenía mucho sentido, ya que atacaba desde el cielo en vez de los laterales.

Lo siguiente ocurrió realmente deprisa, Finnick se puso en marcha para intentar alcanzar un punto alto desde el que poder observar lo que estaba ocurriendo. Su principal preocupación era encontrar a Gale, pero primero debía saber que estaba pasando en la Arena y como poder evitar aquello. Continuas explosiones ocurrían en lo alto, cada vez con mayor intensidad, provocando fisuras que se observaban momentáneamente en la capa de energía que producía la cúpula. Este suceso le distraía, no encontraba el sentido de dañar lo único que les separaba del exterior. Posiblemente querrían llamar su atención y enfocar sus sentidos a aquello mientras organizaban otro ataque, quizás con animales mutados con anterioridad, que acabasen con los tributos más distraídos. Por ello, él no quería darle demasiada importancia y enfocó todas sus energías a buscar un buen punto ajeno a todo, desde el que pudiese controlar la situación.

Estaba llegando a lo alto de una colina, agotado ya por el camino que había seguido, cuando se fijo en que las explosiones habían parado de repente. Sin más, se acabaron los golpes, los ruidos, los estallidos, aquel estruendo desapareció, al igual que lo hizo la capa de polvo, la nube gris o los fuegos que se habían dado. Finnick se paró y observó el cielo, donde hace unos segundos había un baile de fuegos de distintos colores. La tranquilidad asomaba entre lo que quedaba de humo, y de un momento a otro, ya no había nada. Tan solo un esclarecedor azul.  

Respiró hondo, calmado, pausado, y se sentó, sin pensar en si alguien podía atacarle o no por la espalda, necesitaba un descanso. Un molesto pitido estaba en su cabeza y no se iba, produciéndole un dolor leve pero intenso. Cerró los ojos y respiró profundamente. De repente, una explosión mayor que todas las anteriores cubrió el cielo de la Arena. Un ruido que parecía ser infinito, eterno e insoportable. Abrió rápido los ojos, lo suficiente como para observar la placa de energía azul que se había creado en el centro del cielo de la Arena. Y se extendía, un hilo de energía que dejaba visible el campo, que seguía unas extrañas formas geométricas. Siguió aquella luz de energía hasta que la perdió de vista entre los árboles de la derecha. Cinco segundos después una luz cegadora cubrió la Arena, y una descarga luminosa en forma de chispas empezó a llover cayendo sobre sus cabezas. Un espectáculo de luminosidad que merecía la pena quedarse a observar, te hipnotizaba, hacía que olvidases el miedo que sentías frente a la situación que se estaba dando, porque era relajante, precioso, porque hacía tiempo que no veían algo tan sumamente hermoso y espectacular.

Y entre todo aquel espectáculo se abrieron paso dos aerodeslizadores, enormes, como aquel que se llevó el cuerpo de Amy. Fue rápido, demasiado rápido. Empezaron a situarse estratégicamente, soltaron sus pinzas y levantaron lo que parecían cuerpos de tributos, aún vivos, que luchaban por escapar. Cinco segundos tardó en levantarse y salir corriendo, huyendo de aquel escándalo, se oían gritos de tributos a lo lejos. Supuso que vendrían de los que habían capturado. Sintió la sombra del aerodeslizador detrás de él, y corrió, tanto como pudo, sin mirar atrás. Pero no fue suficiente, notó como el frio hierro le abrazaba el cuerpo. Se sujetó como pudo a las pinzas, su mochila cayó desde una altura considerable. Intento escapar, pero le resultaba imposible. Y no pensó, no pensó en que para él todo había acabado, ni pensó en que quizás le matasen cuando se abriesen las placas del aerodeslizador, ni si quiera sintió miedo. Sólo arrepentimiento, por no haber podido cuidar de Gale, por no darle un último abrazo a su madre, por no poder besar a Amy nunca más. Así que cerró los ojos, mientras aquellas compuertas se abrían y respiró, trayendo a su mente buenos recuerdos, que le hiciesen alejarse de toda esa pesadilla, de aquel caluroso infierno.

miércoles, 7 de mayo de 2014

¡Ya falta menos!

Cada día que quiero publicar un capitulo me resulta imposible, y mira que ponerme a escribir no tiene que ser tan complicado, pensaréis. Pero es que el mes de mayo y la primera quincena de julio esta siendo y será lo peor del curso. Trabajos, exámenes y cuando te quieres dar cuenta otra semana ha pasado. El plan es publicarlo el día 18, domingo. Porque ese viernes acabo, y hasta dentro de una semana teóricamente no tendría exámenes, aprovecharé para escribir más de uno el domingo y así dejar programadas las entradas siguientes y que podáis leer los capítulos aunque yo no esté por aquí.

A ver si puedo hablaros un poco del viaje de Italia, además de la iniciativa del otro blog y por supuesto, comenzar el PDF en cuanto acabe las clases. Terminar la historia y todo... queda bastante trabajo por hacer. Y eso sí, siempre agradeceros el seguir aquí a pesar de todo lo que os hago esperar, rozamos las 500.000 visitas, medio millón. Parece una locura.

Bueno, tengo que estudiar, así que nos vemos pronto. El problema de los comentarios fue solucionado, me quedan unos cuantos por responder pero ya empecé a hacerlo, revisad vuestros comentarios. No os olvidéis de seguir el blog en twitter para estar informados de todo (@Andrea_everdeen), facebook y el chat del blog. 

Un saludo de vuestra escritora desaparecida.

sábado, 22 de febrero de 2014

Capitulo 4





¡Hoy no os traigo ningún capitulo!




Es broma, tampoco os pongáis así…

¡Hoy os traigo el capitulo 4!



Lo primero explicaros el por qué no he contestado los últimos trescientos comentarios. No me deja. Así de simple. He estado planteándome cambiar a wordpress pero es una ‘movida’ modificar todo, cambiar a los seguidores a otra plantilla etc. Pero quiero que sepáis que leo cada uno de vuestros comentarios, con los que me río muchísimo cuando suplicáis un final feliz y con los que me emociono entre tanta palabra bonita. Estoy deseando que me deje contestarlos, aunque tenga que hacerlo desde el móvil porque aquí no me vaya y tarde mil años, lo intentaré. Y seguiré leyendo los nuevos porque me llena de ilusión.

Lo segundo es pediros perdón, otra semana más, por este retrasito. Cómo veis la historia se está complicando. Sumados a los problemas de blogger, en cuanto a entradas ya solucionados, y a mis estudios que fue lo que interfirió el viernes pasado, he de decir que ya era hora de publicar. Aunque sea a prisa y el capitulo se me haya ido de las manos en cuanto a calidad, mejor algo que nada y mejor tarde que nunca ¿no es así?

Lo tercero, en lo referente a las preguntas comunes de los correos:

1. El PDF: el PDF está previsto para verano, hasta entonces me resultará imposible, he de revisar, reescribir y añadir capítulos.

2. El ‘personal blog’: este espacio que se iba a crear para informar con pequeñas entradas sobre mí, que pudiese publicar desde el móvil, para que vieseis que no os abandono, además de noticias sobre mis nuevas historias, nuevos blogs, criticas y recomendaciones tanto de cine como de literatura, algo de moda etc sería algo perfecto de hacer como dije, pero lo veo difícil. Aún así lo tomo como proyecto.

3. Regularidad de los capítulos: en marzo intentaré ser más puntual, por ahora los exámenes me atrapan y los problemas con blogger han sido un mareo (por suerte en lo que a entradas se refiere, solucionado).

4. Actualizaciones del blog: PROOOOONTO, I promiss.

5. ¿Os dice algo el número 400.000? ¿No? ¿Por qué no echáis un vistazo al contador de visitas! ¡SOIS GENIALES!

Bueno no me entretengo más, no sé qué os parecerá el capítulo porque ha sido demasiado improvisado y de prisa pero espero que disfrutéis un poquito de la lectura y a ver si puedo volver con fuerza, capítulos largos y buenos y desvelaros que es lo que va a ocurrir al final.

¡Un saludo enorme!







***



Puede que no lo viese venir. Tal vez no lo esperase. Todo iba bien dentro de los límites de lo que podía ir bien o no estando ahí dentro. Bueno, no tenía sentido, nada lo tenía. Eran consecuencias, consecuencias de una sociedad que comenzó hace años, llena de odio y rencor, crueldad y egoísmo, fruto de las personas que vivían allí. Lo único que sabía con certeza es que ellos estaban pagando por todo el daño que empezó en aquel entonces, y eso no era justo. Pero la vida no era justa.

Irónico, el echo de que se te regale una vida para después arrebatártela. Te enseñan a reír, a disfrutar, a divertirte, a llorar, a amar… y luego nada. Todo se desvanece, de un momento a otro, lo pierdes sin más. Tan sencillo como respirar y de un segundo a otro, dejar de hacerlo. Pero eso puede que si tenga sentido. Si te dan algo y no te lo quitan no eres capaz de apreciarlo. Y la vida, la vida había que apreciarla. 

Por supuesto, los tributos que se encontraban en la Arena habían aprendido a valorar sus vidas, pero eso no servía de nada, porque la única forma de salir era acabar con las otras. Y eso, eso acababa con la suya. Era una consecuencia también, se mantiene una mínima llama de esperanza para que el pueblo esté tranquilo. Si le quitas esa esperanza, sencillamente el pueblo no tendría nada que perder, lo habría perdido ya todo y de ser así, habrían perdido también el miedo. Y eso es muy peligroso, realmente supondría un problema.

 Pero para el tributo que sobrevive nada de eso sirve, porque lo que ha vivido le ha cambiado, y nunca podría volver a ser la persona que era. Mantuvo su vida, pero a costa de qué. Nada, no hay nada que le devolviese a su vida, y por eso eran peligrosos. Por eso había que mantenerlos controlados. El problema fue demasiada esperanza, que se juntó con valor, y eso tuvo terribles consecuencias. Por supuesto, fue algo malo. Por lo tanto, y una vez más, el hecho de estar metidos en estos últimos juegos volvía a ser una consecuencia. Una consecuencia de años atrás, podría llamarse venganza, quizás.

Ese muchacho era el más peligroso de todos. Un joven de cabellos dorados y ojos color mar, que perdió a su padre antes de nacer. Al que secuestraron, le metieron en la Arena, junto a otros tributos. Se enamoró. Y eso es lo más peligroso, más peligroso que la esperanza, puesto que no hay mayor sentimiento que el amor. Pero aún podían controlarlo, porque le seguía quedando una cosa. Una parte de la chica que había amado, y recientemente había perdido. Por ello, debían hacer algo, algo que controlase su dolor y su furia, su odio y su rencor. Algo que le diese esperanza, pero no la suficiente como para atreverse a enfrentarse al gobierno que allí le tenía atado.

El niño era lo más importante del juego en ese momento. Del pequeño Gale dependían muchas cosas, y eso había que controlarlo.

Todas las cámaras pues estaban pendientes del joven, había pasado la última hora andando y corriendo, alterando el ritmo de sus piernas tan pronto como el de su corazón lo hacía. Destrozado tanto por dentro como por fuera. En tan solo un poco de tiempo, unas ojeras en su rostro aparecieron, los rasguños de las plantas que ya no intentaba evitar goteaban sangre, poca, pero visible. Lo suficiente como para recordarle que estaba vivo y que la vida, la vida le seguía doliendo. 

Llevaba una mochila colgada y la otra en el brazo, en la mano su arma, aunque estaba tan distraído con sus pensamientos que de poco le serviría un arma. Sus pensamientos en Amy, en como agarraba su mano, la sensación que tenía al estar con ella. El momento en el que le dijo que le quería de aquella manera, y tras eso, minutos después un cañonazo. Entró por sus oídos y le destrozó por dentro, como si fragmentara cada uno de sus huesos y al llegar al corazón, lo encerrase en un puño, apretándolo, asfixiante.

Lo que tenía que hacer era llegar a los matorrales, retirar todas las ramas y entrar en la cueva. Curar a Gale era su prioridad, después tendría que decirle que su hermana… que su hermana no iba a volver más. ¿Cómo le dices eso a un niño pequeño? ¿A su hermano? Si a él le mataba el dolor, imaginarse lo que sentiría Gale al contárselo le destrozaba aún más.

Ya ve la llanura que se sitúa en frente de la colina. Avanza su paso, cansado, agotado mentalmente. No se ha enfrentado a nada comparado con lo que le queda por delante.

Seguía con el amargo sabor de culpabilidad por no haber llegado a tiempo. Era como si fuese él quien hubiese acabado con la vida de Amy. Pero no sólo sentía culpabilidad por haberla perdido, también le quedaba la rabia de no haber aprovechado su tiempo. Las oportunidades que había tenido, de estar junto a ella en cada momento. Le gustaría intentarlo otra vez, porque estar cerca de ella era algo indescriptible. La risa salía sin ningún esfuerzo, los ojos brillaban al observarla, la sonrisa aparecía en su rostro al sentirla cerca. Cada palabra suya era un mundo, cuando le agarraba y sentía el contacto era algo superior, por no hablar de sus labios, los que no podía evitar querer besar en cada momento. Pero no era sólo eso, era la calidez de su compañía, la esperanza de sus palabras, la alegría de su risa nerviosa. Eran sus ojos poco comunes, era su pelo sin peinar, y aún así, perfecto. Era su piel lisa, su vergüenza, su nerviosismo y su valentía. Su fuerza y su debilidad, su timidez y su inteligencia. Era ella en sí, cuanto menos interesante, cuanto más atractiva. Única diría él, le aportaba mucho, mucho más de lo que podría haber pedido, mucho más de lo que algún día había soñado. Lo era todo. Eso era exactamente lo que pensaba, cómo fue capaz de serlo todo sin haber sido siquiera nada.

Y ahora no estaba, se había ido. Había perdido la oportunidad de tenerla, de quererla. No sabía si se odiaba más a sí mismo, o si odiaba más al Capitolio. Pero no sólo era eso, ¿no se supone qué les rescatarían? ¿tan pocos eran los que en el verdadero gobierno buscaban una solución al problema? ¿acaso habían tomado ya Panem? Ira, odio, rabia, cualquier sentimiento se movía por su sangre extendiéndose por todo sus ser. Y eso lo mataba, lentamente. Pero tenía la esperanza de que Gale viviese, de que les rescatasen un día, para poder verle crecer, como Amy hubiese querido.

Así que tras un camino entero imaginándose besos con Amy, besos pausados que se paraban en mitad de una sonrisa y seguían por la necesidad de acortar la distancia que les separaba. Tras imaginarse todas las palabras que le gustaría haberle dicho y todas las que le hubiese gustado oír. Después de imaginarse la felicidad de estar los dos juntos, queriéndose, en una sed interminable de no separarse nunca, de no abandonar ese sentimiento que les movía. Y al fin se lo imaginó, su final perfecto, su final feliz, cada beso, cada sonrisa, cada alegría compartida y sonrió nostálgico. Pero no era una nostalgia de echar algo de menos, era una nostalgia de saber que nunca pasaría, y eso si que lo echaría de menos. Eso le mataba lentamente, como si la viese cada día y no pudiese hablarla, pero era peor, porque no volvería a verla.

Respira hondo y pausado, deja las mochilas delicadamente en el suelo y mira alrededor sin prestar la atención suficiente. Retira las ramas tirándolas hacia un lado con fuerza, como si la rabia que había en su interior quisiese hacerse presente. Esa rabia se dividía de dos importantes partes. La que le obligaría a dormir agotado por las lágrimas que querían salir sin parar, y la que querría dar golpes para desatarla, gritar sin pensar que consecuencias conllevaría hacerlo. Pero la sensatez la controlaba, escondiéndola para que no se manifestase, encerrándola.

Recoge las mochilas. Se pregunta si está preparado para ver esa dulce cara que tanto le recordaría a ella. Pasa dentro de la cueva y coloca las ramas de nuevo, lentamente. Se agacha y busca el medicamento de Gale, el que tantos problemas había causado, el que le salvaría la vida. Era irónico, una vida por otra. Era… doloroso.

Se adentra un poco más hasta que llega al final de la cueva, coge uno de los botellines y uno de los trapos improvisados que Amy había hecho con la camiseta. Vuelve hasta donde está el pequeño, retira la parte superior del saco de Gale para comprobar si está despierto o sigue dormido. Nota como la medicina se resbala sigilosa de su mano, rozando el suelo, sonando en este, rodando un poco por la rocosa superficie. Todos sus sentidos se vuelven escasos, ya no oye bien el ruido que hace cuando se le cae de la mano, su visión se tiñe un poco de negro por los lados, un sudor frío aparece por su frente, y la respiración… esta es lenta y áspera, como si su mente quisiera que doliese. No es capaz de movilizar ni un solo músculo de su cuerpo, su cerebro no quería hacer nada. Su visión oscura estaba clavada en un sitio, incapaz de reaccionar.  
Mil pensamientos pasaron por su mente, acribillándole poco a poco, matando cualquier tipo de pensamiento positivo. Manifestándose terribles imágenes y teorías. Sufriendo el dolor de la pérdida de Amy una vez más. Acabando con él lentamente. Metiéndole en un estado en el que de repente ya no sentía. No sentía nada, ni dolor, ni tristeza, ni nostalgia, pero tampoco alegría, esperanza, ni odio y rencor. Nada, estaba más frío que el agua congelada del 12 en invierno. Era hielo.

De repente nada de su alrededor tenía sentido.


Gale no estaba muerto, pero tampoco estaba vivo. Simplemente no estaba, había desaparecido.

martes, 21 de enero de 2014

Capitulo 3



¡Hoy os traigo el capítulo 3!


¿ME ECHABAIS POR AQUÍ DE MENOS? ¡YO, SI!
(disculpas adelantadas)


Os explico, estoy escribiendo lo más deprisa que puedo esta entrada. ¿Por qué? Como ya sabréis, o eso espero, no he estado de vacaciones, ni he ido de crucero ni me he paseado con Jack por el Caribe. La razón de no haber publicado hasta el día de hoy, 21/01/14, es que los problemas técnicos siguen presentes. ¿Cómo pues, estoy escribiendo esta entrada? Cuando me solucionaron el problema, publiqué la entrada anterior, tras esperar un día fui a publicar otra, y vuelta a mi bucle de los ideales problemas técnicos que me atormentan, no fue posible.  Bien, esta es mi manera de deciros que esta entrada puede ser no solo la primera del año, sino la primera de muchas. O que tras publicarla, me toque ponerme otra vez a comprobar todo, porque una vez más, falle con la siguiente publicación.

El caso es que empezamos el año con este esperado capítulo, algo improvisado pero que espero que os guste. Sé que tengo muchos comentarios y correos por contestar y ahora mismo me pondré con ello. Al igual que la entrevista que hice, la cual deseo enseñaros. O las visitas a blogs que os debo y quiero hacer.

Desearos un tardío feliz año y daros las gracias porque tenemos más de 350.000 visitas, que se dice rápido ¿verdad?

No me entretengo más no vaya a ser que falle el sistema y no publique al final la entrada. Espero todos vuestros comentarios impacientes y os deseo que sigáis leyendo con la misma ilusión de siempre. Rezad porque no haya más problemas con blogger.







***

Te amo. Su pregunta había sido contestada, la pregunta que ayer tendría que haber respondido para no estar tumbada, desangrándose, tal y como lo hacía ahora. Finnick sabía que siempre había sido real a pesar sus discusiones, a pesar de que admitió su beso con Will y aunque Amy negase quererle, a él no le sentó bien. Porque discutieron muchas veces para salvarse la vida entre ellos hasta el punto de decirse que no se querían, y eso había pasado de nuevo la noche anterior, cuando dejaron de hablarse. Porque aunque Amy dijese que todo había acabado, que el juego había acabado, no era verdad. Porque aunque Amy decía una y otra vez, cada día, que no tendrían futuro, que nada saldría bien, ni siquiera pudo resistirse a algunos de sus besos. Era la primera vez en todos los juegos que se lo decía, que le decía que le quería de esa manera.

Finnick le coge las manos y sonríe. Una sonrisa que tratan de hablar porque las palabras no pueden salir. Unas manos, que aprietan sin dañar, porque la fuerza le abandona. Y una mirada que lo dice todo. Porque no quiere perderla, no puede perderla.

Y cuando la persona a la que más quieres en este mundo, se está yendo y ves que no puedes hacer absolutamente nada para evitarlo, duele. Tu cabeza recuerda una y otra vez momentos especiales, sonrisas y abrazos, como si quisiese hacer que doliese más, hasta que te encierras en un bucle sin salida, en el que o sales en ese mismo momento por ti mismo, o no sales nunca.

Después de todo lo que habían luchado no podía perderla así, se levanta, le suelta la mano con mucho cuidado, como si de una muñeca de porcelana se tratase y busca en las tres mochilas que no son de su distrito cualquier cosa que le sirva para parar la hemorragia. A medida que abre las mochilas y saca su contenido, una parte de él elimina todo rastro de esperanza, pero cuando ve las demás crece de nuevo. Porque su amor por Amy es mayor que su miedo. Mira un momento la cara de esa dulce chica, tumbada, con una mano tapando la herida que no para de sangrar. Observa su cara de ángel, su delicada piel, su perfección, aún con heridas, aún estando más delgada de lo que debería, porque no era la más guapa del mundo, pero para él era la guapa, más guapa que cualquiera. Sin más, unas pinzas aparecen desde el cielo, y tran de ese cuerpo marchito, llevándosela lejos de él.

Todo sucede realmente rápido. El sol que le ciega por un minuto deja de hacerlo cuando un enorme aerodeslizador aparece justo encima de ellos, ve como las pinzas suben lentamente con el cuerpo de Amy, se queda bloqueado, ningún musculo de su cuerpo responde. Lo que está pasando no puede ser verdad.

Ve como la compuerta inferior se abre y el cuerpo de la chica desaparece. Mueve la cabeza por un segundo a donde estaba tumbada y mira al cielo de nuevo. No tarda ni tres segundos, pero el aerodeslizador se ha ido. Amy ha desaparecido. Su oportunidad de decirla que la quería se había desvanecido.

Rabia, rabia y dolor es lo único que siente, lo único que le obliga a moverse, a gritar. Finn cae de rodillas, llevándose las manos a la cabeza y agarrando con fuerza su cabello, cierra los ojos una y otra vez con la esperanza  de despertarse en la cueva, el día antes del banquete. El problema es que así es el juego, vivir o morir.

Cuando estás mal, cuando lo ves todo negro, cuando no tienes futuro, cuando no tienes nada que perder, cuando... cada instante es un peso enorme, insostenible. Cuando te han arrebatado lo que más te importa. Quieres huir, escapar. De cualquier forma. De la más simple, de la más cobarde. Ella no está. Ya no está. Y entonces, simplemente, querrías no estar tampoco tú. Desaparecer. Pero él no puede, no aún.

Está de rodillas en la Arena, no oye ningún cañonazo que le diga que ya ha acabado. Amy seguirá desangrándose en el aerodeslizador, se la habían arrebatado y ni siquiera estaba muerta todavía. Intenta pensar que tal vez la estén curando, pero luego vuelve a la realidad, ¿acaso esas personas que les secuestraron y les metieron en ese sitio infernal tendrían algún interés en preservar sus vidas? La respuesta era clara, no.
Está al lado del banquete que tantos problemas había creado, pensando en ella. En su sonrisa, su cabello, sus ojos vidriosos llenos de fuerza…

Le encantaría que volviese aunque solo fuera un minuto. Un minuto parece realmente poco tiempo, mísero, pero en un minuto podría hacer muchas cosas. Los primeros segundos para decirle que la amaba más que a su propia vida, que odiaba la idea de que se fuese tan pronto, que la echaría eternamente de menos. Para decirla que su hermano estaría bien, que mantendría su promesa. Para convencerla de que no tuviese miedo, porque había conseguido escapar al fin de este infierno, porque la esperaba un lugar mejor, porque le pediría a su padre que cuidase de ella allá donde fuese. Los siguientes segundos le prometería que algún día se verían y que entonces no la dejaría ir de nuevo. Veinte segundos quedarían pues, diez para abrazarla y aferrarse a ello, para hacer de ese abrazo un recuerdo eterno. Los últimos diez, para rozar sus dulces labios y besarlos. Y cuando tuviese que irse de nuevo, una lágrima le caería pero mantendría la sonrisa mientras la vería alejarse y le susurraría un siempre, un te amo que perduraría eternamente.

Por desgracia, no tendría esa oportunidad.

Hoy finalmente se había cansado de ese juego, del estúpido tira y afloja. Era frustrante tener que ser marionetas de una guerra que ni siquiera ellos habían empezado. Harto de los extremos: vives o mueres, matas o te matan, cazas o eres cazado, ganas o pierdes. Estúpidos sinónimos para referirse a este juego, adornos de nombres que suenan mejor que la muerte. Porque el foco de esperanza se centra en esa persona que puede salir de la Arena, pero todos se olvidan de las otras que mueren al intentarlo. Cansado de perder la vida de la gente que le importaba. Agotado de luchar por sobrevivir. Porque ahí estaba la clave, lo que él quería no era sobrevivir, lo que él quería era vivir.

 “Te prometo que cuidaré de Gale, te prometo que os mantendré con vida en la Arena” Sin percatarse si quiera ya está levantado cuando esa frase resuena en su cabeza, una lágrima cae por su mejilla pero rápidamente la borra con la mano. No va a permitir que ocurra esto de nuevo. Sus músculos pesan más que nunca, destrozado sigue caminando. Coge todas las mochilas, más vale que no le falte de nada ahora que le falta lo que más importaba. Lo único que piensa ahora es en que está anocheciendo, debe llegar hasta Gale para curarle.

Tiene que darse prisa, atraviesa nadando lo que le separa del bosque. Decide centrarse en el chico que se queda aquí, el que aún puede vivir y decide enfocar toda su rabia a sacarle de aquí, vivo. Porque duele pensar en la sonrisa calcada de Amy que tiene su pequeño hermano, pero siente que sigue aquí abajo cuando en sus recuerdos la ve jugar con Gale, o cuando piensa en el pequeño diciéndole que a su madre le encantaría el premio que les iban a dar cuando ganasen el juego, un par de inocentes palabras le hacen sonreír momentáneamente.

En ese mismo momento se oye un cañonazo. Se queda parado, su corazón pierde el ritmo y empieza a latir cada vez más fuerte, más rápido. Las manos comienzan a sudarle, se pone nervioso, tiembla. Mira a todos los lados desesperado, quiere llorar, gritar, desahogarse, quiere caer al suelo, que Colin lo atrape. Que todo acabe. Su respiración aumenta y sus piernas comienzan a fallar. Sin embargo mira adelante y sigue andando, no tiene fuerzas suficientes para correr pero si las suficientes para llegar y mantener con vida a Gale, porque Amy lo hubiese querido así. Porque es la única cosa que le queda de ella en este infierno. Porque es su forma de mantenerla con vida.


domingo, 15 de diciembre de 2013

¡Sigo viva!

Como podéis ver esta entrada es corta pero es que ni si quiera sé si va a publicarse. Como ya sabréis problemas en el sistema no me han permitido ni publicar entradas ni contestar comentarios. Os he ido informando en twitter que por suerte, funciona correctamente.

He de decir que no se qué pasaba pero creo que ya se ha solucionado, lo comprobaré en cuanto vea que esta entrada está en el blog. Si es así, contestaré a todos los comentarios en esta misma mañana y dedicaré media hora o así al blog.

Sigo sin saber que ha ocurrido pero si estáis leyendo esto es porque estoy de vuelta y el capitulo 3 por tanto no tardará en llegar.

Quería agradeceros a todos los lectores anónimos el seguir metiéndoos cada día, y a esos 202 seguidores de blogger (impresionante como hemos crecido) que sigan el blog a diario.

Deciros que si os fijáis en el marcador, en el día de hoy veréis  300.000  visitas, y eso es algo que emociona en serio. Gracias.

Os informo además de que tengo una entrevista para una revista online, aún no tengo detalles pero la verdad estoy impaciente por saber más :)

Espero no tener más problemas con blogger.



El más sincero de los perdones, y un saludo enorme de vuestra escritora


P.D: HE VISTO EN LLAMAS.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

RBC in worderland + ¿capitulo 3? ➶

Hola a todos, ¿entrada rápida? Puede, pero tenía que avisaros de unas cositas... ¡Sorpresa!

LA PRIMERA, esta mañana abro el correo y me encuentro con un sorprendente correo como otras tantas veces, del autor http://rbcbook.blogspot.mx/. ¿Otras tantas? Sí, pero nunca para de sorprenderme con sus iniciativas. Y mira que yo descubrí el blog de casualidad, pero cuánto me alegro. Por sus películas, sus entradas, sus concursos y todo... Os parecerá que esta última es una manera de hacer publicidad a su blog, que si da a like, que si publica con mi blog, que si añade a twitter, pero a mi no. Me parece de lo más justo, además sabéis que por twitter muchas veces os digo que me paséis vuestro link y lo publico. ¡Todo lo que sea ayudar a dar a conocer a otros blog, adelante! Así he hecho absolutamente todo, incluido poner su banner (que bien ha quedado oye) a la derecha. ¿Y todo esto para qué? PUES PORQUE PARTICIPAMOS EN UN SORTEO DE UNA PORTADA ILUSTRADA PARA EL LIBRO. ¿SABEIS LO BIEN QUE QUEDARÍA EN EL PDF ESTA INCREÍBLE PORTADA? Pf... ojalá ganemos.

Dicho esto, y anuncio dado, decir queda que el capitulo 3 se publicará el viernes que viene, si puede ser antes pero lo dudo. ¿Por qué? Problemas personales y complicaciones que ha habido en las ultimas semanas, lo siento... Pero eso sí, no dejéis de pasaros por el blog, que un adelanto del capítulo 3 rapidito y que os deje sin respiración, no os lo quita nadie.

Aprovecho para recordaros la idea que publiqué en twitter del 'personal blog' ya que quiero opiniones vuestras. Si alguien no la ha visto porque no tiene twitter o lo que sea, que haga click JUSTO AQUÍ porque de verdad, lo considero interesante.

Empezaré el PDF estas navidades, la primera semana de vacaciones espero tenerlo ya leído del todo para empezar a corregir, añadir, quitar, cortar, y separar por capítulos. Además de la idea que muchos tenéis de traducirlo a inglés.

Y nada, aprovechar esta entrada para comentarme lo que queráis, comentarios libres para decir lo que queráis referente al blog, a la historia, a twitter, a fb, a mi... LO QUE SEA.


PD: Tengo pendiente...


✓ Menciones de twitter
✓ Página fb
✓ Correos
✓/✗ Comentarios
✗ Capitulo 3

¡Será mejor ir a ello!


Besitos de parte de vuestra escritora ♥

sábado, 9 de noviembre de 2013

Capitulo 2


¡Hoy os traigo el capitulo 2!

Se me hace raro escribir ‘capitulo 2’ tras haber escrito ‘capitulo 60’ hace nada. En fin… Como siempre, atrasándome a la hora de publicar. Soy un desastre, lo sé. Y perdonadme una vez más, por favor, pero aquí esta. Estoy aprovechando este sábado por la noche, ya que tristemente no salgo, para escribir, contestar todo y obviamente publicar este capítulo mientras veo mis series preferidas online, cual friki, y busco mis futuras adquisiciones online ya que han vuelto a renovar temporada en todas las tiendas de moda. Me voy por las ramas… ¡Ah, sí! ¡El capítulo! Lo he traído recién escrito para vosotros. Es un capítulo especial, pensaréis que al principio todo se desarrolla lentamente, pero al final del todo encontraréis que la narración es más rápida, pero no mucho. He querido hacer el capítulo lento.

Como he visto que muchos os preguntáis a que se debe el juego con los narradores os lo diré, una de las razones de cambiar el narrados es el cambio del libro, ya que es la segunda parte, y ocurre algo en este capítulo y el siguiente que es la clave de que el narrador ahora sea omnisciente.

Espero estar pronto de vuelta con el capítulo tres y que este capítulo os guste y os conmueva.  Y por supuesto, ojala estéis disfrutando de este último libro J

Recordad que para contactar, comentarios, el correo que sí que me mandáis varios: andreaeverdeen@gmail.com o twitter @Andrea_Everdeen. Tal vez elimine la c-box para que vaya más rápido el blog en los móviles y tablet.






***





Las horas pasan, el sol se va moviendo. Finnick monta guardia en la cueva, escondida tras unos matorrales. Sin embargo, no está atento a Gale, porque en realidad lo que está haciendo es tratar de no pensar lo que ocurre en el banquete. Banquete, sacrificio, venganza, hay muchas formas de llamarlo. Oportunidad para salvar a tus seres queridos, así lo denominan ellos, aunque no tendrían que salvarles, si el Capitolio no les hubiese condenado ya.

El joven no oye la voz de Clover que anuncie nada. No oye cañonazos. Cuando no puede más se levanta, deja a Gale la comida y el agua, le pone la mano en la frente para comprobar si su fiebre ha bajado, como no lo ha hecho, moja de nuevo el trozo de camiseta y se lo pone en la frente. Se para a pensar detenidamente sobre sus acciones, planteándose que debería hacer realmente y que es lo que él quiere hacer. Pero a veces no te queda opción y hay que decidir. Su decisión era obvia, teniendo en cuenta, que Amy le había pedido a Finnick el mantenerse al margen, cuando el chico arriesgaría cualquier otra vida por ella, incluso la suya. Refresca un poco todo el cuerpo de Gale con el agua que queda el botellín que anteriormente había usado y cuando acaba, coge su cuchillo y se dirige hacia el banquete. No se perdona el dejarle allí solo, pero se jura a sí mismo no le va a pasar nada. No le puede pasar nada. En cambio, no puede pensar lo mismo de Amy, ella había ido a un baño de sangre incluso sabiendo, que no saldría viva de allí.

Corre tan rápido como puede porque sabe que la orilla está muy lejos. No escucha nada que anuncie como van la pelea, lo que le hace pensar que podría no haber empezado. Tal vez llegaría a tiempo de evitar que Amy entrase. A tiempo de evitar su muerte. Sigue corriendo, en apenas una hora a recorrido casi el doble de lo que habría hecho con normalidad. De repente, oye un cañonazo. Se para, con temor a quien ha sido la persona que ha podido morir pero reacciona con rapidez. La pelea está ocurriendo mientras él está quieto, así que sigue corriendo, cada vez más cerca de la orilla. El baño de sangre ha comenzado. Sin más, se oye un grito estremecedor con su nombre; un Finnick, que le pone los pelos de punta, las manos tensas, que hace que su corazón lata con más fuerza que nunca, y una sola palabra en mente: Amy. Sabía que tendría que haber ido él a por la mochila, dejar que fuera ella quien se ocultase montando guardia, cuidando a Gale, porque así no correría tanto peligro. Insistir habría sido lo que debería haber hecho. Olvidarse de sus “es mi hermano, Finnick”, de su mirada suplicante, y gritarle que no. Sin embargo, tiene que pensar que todo va a ir bien para controlar el sabor de la culpabilidad, que circula por todo su cuerpo. Corre, sólo corre, tienes que llegar para salvarla, se dice una y otra vez. Los minutos pasan pero demasiado lentos porque es incapaz de ver aún la orilla. Los segundos cada vez se hacen más eternos hasta el punto en el que parece que el tiempo ya no corre, que se ha congelado todo enfocando todos sus pensamientos hacia una sola cosa. Sabe que está cerca pero no lo suficiente. El miedo aparece como una manta en pleno verano, asfixiante, desesperante, el sudor empieza a recorrer su cuerpo y la respiración comienza a abandonarle. Mira al frente desesperado, es capaz de ver la orilla. Pero algo le frena, escucha de nuevo otro cañonazo.

Ese cañonazo le destroza por dentro, se para y respira agitadamente intentando no asfixiarse. Apoya sus manos sobre las rodillas y se agacha un poco. Sus ojos quieren llorar, su corazón quiere dejar de latir pero su cabeza quiere seguir. Se lo ordena una y otra vez y hace resonar ese grito que oyó con anterioridad, ese grito que llevaba su nombre. Torturante, pero es lo único que le obliga a seguir. Los recuerdos se clavan como flechas haciendo mayor daño del que haría una de verdad. Debe conseguir llegar junto a Amy cuanto antes. Avanza lentamente. Empieza a correr de nuevo con un paso algo más torpe debido al temor que invade su cuerpo. Tiene heridas en los brazos porque no se ha molestado en apartar las ramas que arañaban su piel por el camino, el tan solo quiere correr, quiere llegar, y lo había conseguido.

Al llegar al sitio del banquete observa la escena, ve a Colin alejarse de una chica que se encuentra en el suelo, y a la chica del 13 huir hacia el interior del bosque, llevando consigo dos grandes mochilas sobre el hombro. Ve dos cuerpos flotando en el agua. En total cinco, hay seis mochilas, tal vez haya escapado. Se fija mejor en los tributos que hay. Sin embargo, lo que más atrae su vista no es la huida de sus competidores, ni esos cuerpos flotando, sino el que está en el suelo. Cuenta de nuevo. Uno y dos en el agua, tres huyendo al bosque, cuatro Colin alejándose y cinco… Es Amy retorciéndose en el suelo, dando gritos ahogados de dolor. Desesperado, ordena a sus piernas a ir más rápido. No puede fallar ahora, prometió que la mantendría con vida, prometió llevarla a casa. Cuando llega al agua nada como le enseño una vez su madre y no tarda ni un minuto en llegar a la Cornucopia. Al llegar junto a ella y ver la sangre, la herida que tiene en el estómago, cree que es una ilusión. Piensa que es todo falso, que no está pasando. Pero la camiseta está empapada, empapada de sangre suya. Lo primero que siente es miedo. Miedo por si la pierde. Odio. Mucho odio porque una vez atrás pudo matar a Colin. Y odio por Amy, sobre todo por ella, porque es una cabezota, porque decidió ir sola, porque quiere morir en la Arena. Porque no quiere luchar por su futuro. Por el futuro de ambos. Porque renunció a las esperanzas. Porque no quiere seguir viviendo.  

La mira detenidamente. No solo está herida, también algo magullada. Tiene cortes superficiales en la cara que sangran débilmente. Esta muy débil y pálida por la sangre que pierde a causa de la herida del estomago. Las muecas de dolor aparecen en su cara, pero poco a poco se desvanecen dejando paso a sus lagrimas. Empieza a suplicar, a gritarla, le dice lo mismo una y otra vez intentando que su voz no se corte, que suene segura.

-Amy no puedes irte, no te vayas ¿vale?, no te vayas. ¿Recuerdas una vez que me dijiste que no te abandonase? Ahora te lo pido yo Amy, abre los ojos por favor. No puedes irte, tienes que volver al doce, te sacaré de aquí, a ti y a tu hermano. Por favor Amy, no me dejes. Quédate conmigo.

Finalmente, consigue abrir los ojos y le ve arrodillado. Mueve los labios tratando de decirle algo, pero la voz le sale tan débil, que ni ella misma se oye hablar. Sin embargo Finnick intenta escucharla, intenta mantenerla con vida. Porque es lo único que quiere, lo único que necesita para vivir, Amy es la sangre que corre por sus venas, es la razón de que su corazón siga latiendo.

-Me he preguntado muchas veces… cuando aparecería mi cara-tose, con cada palabra, se para, a penas puede decir tres seguidas sin ahogarse. Y ella lo sabe, sabe que no le queda tiempo, ni fuerzas, ni palabras, así que se limita a decir lo que considera más importante- te amo Finnick, eso no pueden quitármelo.

sábado, 26 de octubre de 2013

Capítulo 1





¡Hoy os traigo el capítulo 1!

¿Qué raro suena el capítulo uno no? Os presento la segunda parte de mi pequeña continuación de los juegos del hambre. Tengo que advertiros de que las cosas van a enredarse mucho, he incluso demasiado diría yo. Estoy un poco en blanco pero de momento tengo capítulos para ir publicando. La razón de que esté desaparecida y de que el PDF no esté aún empezado son nada más y nada menos que los estudios. Pero he decidido publicar ya el primer, a pesar de que la prisa haya hecho que lo escriba un poco mal. No es muy extenso, pero tenía la necesidad de cortar ahí el capítulo. El siguiente capítulo creo que es el más importante que he escrito desde que empecé esta pequeña historia. Lo sé porque ya está casi acabado.

Tengo mil ganas de releer el PDF para reescribirlo todo y añadir las nuevas ideas, quitar otras etc así que intentaré sacar tiempo de donde no lo hay. Obviamente no se va a distribuir en 60 capítulos ya que van a ser muchísimo más largos de lo que lo son en el blog. Lo peor va a ser elegir los títulos de los capítulos y del libro… lo cual no había pensado hasta ahora, pero bueno.

No puedo enrollarme más ya que debo ir a estudiar pero en serio, cualquier cosa que queráis decirme, sabéis que leo todos vuestros comentarios y que me encantan. Y por último, recibiréis noticias mías y del blog en el twitter @Andrea_everdeen. Os mantendré informados cuando pueda, es más fácil escribir un tweet que no una entrada.

El capítulo me ha quedado ocho veces peor de lo que pensaba pero espero que no os parezca tan horrible como a mi.




-A.




***



Finnick no ha vuelto, Amy abre lentamente los ojos y se incorpora. Mira alrededor y se ve en su expresión de tristeza que la persona que esperaba encontrar no ha regresado. Es normal, no puedes pedirle a alguien vuelva tu lado si acabas de decirle que no le amas, que no te importa. Ella aún así, le sigue dando vueltas, sin poder evitarlo.

Se levanta y coge un trozo de pavo de las provisiones, se lo come en seguida ya que la prisa que tiene es mayor que su hambre. Bebe casi un botellín completo y se da el lujo de comerse un puñado de las bayas que quedan. Necesita fuerzas para este enfrentamiento. Necesita fuerzas para luchar, para sobrevivir, para volver con el medicamente. En definitiva, necesita fuerzas para salvar a su hermano. Come lo poco que le queda en su mano tranquilamente, cuando se siente totalmente renovada se levanta y va a por su arco.

De repente ve la sombra de una figura que aparece en la cueva. Asustada dirige de inmediato la mirada hacia su hermano, preocupada de que les hayan encontrado. No duda ni un segundo en coger el arco aún con más fuerza y colocarse en posición. Disparará en cuanto sea lo que sea que se está acercando, atraviese por la entrada de la cueva. La sombra avanza lentamente, las gotas de sudor producidos por el nerviosismo caen lentamente, controla el temblor de su cuerpo, pero su respiración lenta y entrecortada hace que la cuerda del arco vibre levemente en su labio. El sonido de las ramas hace que el miedo se apodere un poco de ella. Suenan unas pisadas fuertes, deciddidas. Es capaz de ver una fila de luz, producida por los rayos de sol que atraviesan los arbustos. No distingue la esbelta figura que está entrando por la iluminosidad que entra. Retrocede lentamente y oye un ruido detrás de ella, mira rápidamente y ve que el botellín que estaba vacío ha caído rodando al suelo. Calmada, se gira y levanta la vista de nuevo, con el arco en sus manos. Un débil grito se le escapa cuando ve que la figura ha avanzado y se encuentra justo en frente de ella. Mira bien a la persona que se encuentra de pie, es Finnick. Lo primero que siente es alivio. Deja caer el arco de su mano, donde se ven unas marcas rojas por la fuerza con la que lo sostenía. Su rostro se ilumina, y la felicidad lo persigue. Quiere correr hacia él, abrazarlo, pero sabe que no puede, asique vuelve a bajar la mirada y recoge del suelo su arco, dejando escapar un débil ‘has vuelto’

-Crees que tienes que cuidar de todos. Pero no tienes que hacerlo –el silencio es lo único que se oye en ese momento. Espera unos segundos sin recibir respuesta, aunque no la esperaba. Sabía que ella no iba a cambiar de opinión- Te prometí que cuidaría de vosotros, si no me dejas ir en tu lugar me quedaré cuidando de Gale hasta que vuelvas.

Ella levanta la vista, ignorando la frase de Finnick, pero no su presencia. Se cuelga el arco y sus flechas en la espalda y camina hacia Gale, le da un beso en la frente. Y se queda un rato observando el rostro malherido de su hermano. Acaricia su piel y su cara, dejando caer una sola lagrima por la lastima y el dolor que le produce. Después hace exactamente lo mismo con Finnick, un suave beso en la frente y deja escapar una frase que más parece más una súplica y una disculpa que una despedida <<Confía en mi>>. No dice ni una palabra más, no hace absolutamente nada.

Observa la cueva en la que ha vivido los últimos días de su vida. Incluso el infierno podría ser mejor que su situación actual. Piensa en cómo lo ha sobrellevado todo, se siente orgullosa de su fuerza, mas la decepción tras lo de su hermano la supera con grandeza.  Mira una vez más a las dos personas que se encuentran entre esas paredes frías y desaparece, dejando atrás la cueva, dejando atrás a su hermano, dirigiéndose a un baño de sangre asegurado. Lleva consigo lo que más necesita, la esperanza de que su hermano vuelva a casa sano y salvo, esa es la mayor fuerza que podría tener.

Al principio Finnick no sabe cómo reaccionar. Ve como Amy se aleja, escucha los arbustos colocándose tras ella, y sus pasos alejándose de la cueva, de él.  Piensa en si aún está a tiempo de evitar toda esta locura, pero las cosas quedaron muy claras la noche anterior. Mira alrededor y acaba sentándose al lado de Gale a esperar. Solo puede hacer eso, esperar a que acabe, esperar los cañonazos, esperar que la persona que más quiere vuelva a entrar con una medicina en la mano, esperar no perderla.

Se levanta y enciende una pequeña hoguera, apaga el fuego con su bota hasta que tan solo se ven los brasas, tal y como le enseñaron tiempo atrás. Comienza a cocinar algo que comer, lo hace para mantenerse ocupado. Para distraer su mente y no pensar en lo que realmente está ocurriendo mientras él está sentado.
Amy ha comido el ultimo trozo de pavo cocinado, solo le queda el conejo. Sus provisiones son más escasas que unos días atrás pero tienen para sobrevivir, y al fin y al cabo se trata de eso. Despelleja el conejo y lo divide en varios trozos. Tiene que repartir bien la comida si quiere que dure. Gale a lo mejor se levanta con hambre asique decide cocinar más de la mitad del conejo. Lo que sobra lo vuelve a dejar donde estaba y de lo que cocina se come la mitad. Está realmente hambriento, pero tener algo para comer ya hace que se sienta afortunado. Guarda en el plástico lo que ya está cocinado para que Gale lo coma más tarde. Mira al pequeño hermano de Amy y le acaricia la frente, sigue dormido. Tiene que montar guardia, tiene que proteger lo único que le queda. Saca su cuchillo y se queda mirando la entrada, no sabe que más hacer, no puede hacer otra cosa.

Los recuerdos de la noche anterior despiertan en el joven. La misteriosa sombra que le vigilaba, la oscura noche y el frio que helaba sus manos. Pero nada de eso le preocupó tanto como las palabras que había dicho Amy. Caminó durante varios minutos con la intención de alejarse de la cueva. Escuchó el himno del Capitolio y no vio ninguna cara en el cielo. Tan solo la idea de que Amy esté viva le reconforta un poco. Puede que la hubiese visto hace apenas unos minutos pero no estar a su lado hacía que sintiese un continuo remordimiento. Tampoco aparecieron las caras de Joel y Cristina. Aliviado dejo escapar una sonrisa al recordad las maravillosas personas que había conocido, y que por suerte, seguían con vida. La lluvia comenzó a empapar su piel. Sus amigos estaban vivos. Él estaba vivo. Pero no sabía cuánto podría durar todo así. Amy tenía razón, por primera vez Finnick entendió que solo uno sale con vida. Alejando toda la esperanza de él. Sabiendo que nadie iría a buscarles.

El chico vuelve a la realidad y mueve un poco la cabeza hacia los lados para despejarse de sus pensamientos. Mira de nuevo el cuchillo que tiene en la mano y empieza nervioso a jugar con él, dándoles vueltas, haciéndole girar sobre la yema de su dedo, de la que cae un fino hilo de sangre.