Me siento a la mesa, me coloco la servilleta y os comento. A fuego lento es un libro de relatos, eso de aperitivo, es una antología de historias a cuatro manos, las de María Amor y Javier Martín. Historias divertidas, reflexivas, hilarantes y, sobre todo, vertiginosas. Algo así a irse de pintxos o de tapeo.
Personajes como una ministra de Hacienda, un presidente de Gobierno, la cocinera de ese mismo cargo comparten mesa metafórica en estas páginas con un chapuzas, un librero, una madre o una adivina por poner algunos ejemplos. Todas y todos tienen algo en común, eso que vertebra este A fuego lento, eso que me ha ganado también en lo extraliterario. Lo gastronómico.
Se olía ya, sin duda, como el guiso de una madre conforme nos acercamos a la cocina. Y es que en A fuego lento sus autores se valen de recetas tradicionales, modernas unas, más clásicas otras, mediterráneas, americanas, asiáticas; ya entrantes ya primeros platos ya postres, para maridar estas historias con un plato, su preparación y un vino singular. Cada receta genera así una historia aderezada con sus ingredientes, como si esas migas, esa merluza con muselina de ajo, ese gazpacho manchego o esas rosquillas de anís fueran un personaje más en cada relato.
A fuego lento se lee, se disfruta con la vista, pero ay, que también notaremos el estómago agradecido si nos dejamos llevar por estas sesenta y seis recetas y los vinos que las acompañan -con la ficha de cata al final del libro.
Os animo a leer, a disfrutar y a colocaros el delantal de cocina con este A fuego lento, seguro que no os faltarán amigas y amigos si organizáis un club de lectura o un club gastronómico con este libro sobre la mesa. A vuestra salud.
A fuego lento. María Amor y Javier Martín. Almuzara.