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5.2.18

chaya

la nación

La chaya es una festividad ancestral y popular anterior al Carnaval que trajeron los españoles. En América precolombina ya existían el ritmo y la fiesta entre los diaguitas quienes le dan origen a esta celebración. Nació en el corazón del indígena como la máxima expresión de triunfo en el rito fecundo de la recolección de los frutos, la algarroba madura, las mazorcas copiosas, el cardón florido, la torcaza arrullante, el amancay tímido, la albahaca fresca peinando de aroma los aires. La chaya tiene como finalidad agradecer a la pachamama por las cosechas y las bondades de la tierra.

La Rioja, pueblo fiestero y religioso, vibra y ríe en la chaya buscando reunir a su gente sin distinción de edad, condición social ni económica en una sola manifestación de algarabía y gratitud. Chaya es un vocablo quechua “cha´llay”, que significa rocío de agua, o rociar con agua. Es el símbolo de la eterna espera de la nube y la búsqueda ancestral del agua, elemento trascendental y de hondo sentir riojano. La Chaya es una celebración de gran jolgorio que se juega arrojándose agua y puñados de harina unos a otros, al grito de ¡chaya! ¡chaya!, y al ritmo del tum-tum de la caja chayera se oyen las coplas: “agua no hay pa´beberla/ pero sobra pa´chayar”, “el vino moja por dentro/ y el agua moja la piel”, mientras se enciende la alegría fiestera con tragos de chicha y aloja. Febrero, mes de vendimia y carnaval. El aire perfumado de albahaca se funde con el olor del mosto de uva,-producto de la vendimia que se abre paso al unísono con los festejos de la chaya. Todo riojano que se precie de “chayero” ostenta, colgado de la oreja o del ala del sombrero, un ramito de albahaca. Su aroma eleva el espíritu ebrio de vino y graciosas coplitas carnavaleras.

El momento cúlmine de la chaya llega con el Topamiento: las mujeres se ubican de un lado de la calle presididas por la Cuma y los hombres del otro presididos por el Cumpa, provistos con harina, agua y pinturas a la espera de la orden del cura brujo para avanzar. Luego de dos o tres intentos con retrocesos se produce el topamiento al grito de ¡Chayaaa! Una enorme nube de harina cubre el lugar y nubla el aire. La música continúa y la alegría es extrema. El público presente participa, no hay ricos ni pobres, sólo personas dispuestas a compartir, y muchos turistas atraídos por esta festividad. Finalmente ambos grupos, con las caras enharinadas y pintarrajeadas, rodean al Pujllay saltando y cantando la chaya, todos acollarados, hasta el momento de su entierro.

Esta celebración indígena inspiró una leyenda de amor. Chaya era la diosa de la lluvia y el rocío, una hermosa joven que estaba enamorada del príncipe Pujllay, voz cacana que significa “jugar, alegrarse”. Ante la imposibilidad de concretar su amor debido a la oposición de los viejos de la tribu, dolida de pena y desilusión, desapareció en la cumbre de la montaña y se convirtió en nube. Cada año regresa en forma de lluvia para alegrar la tierra y la tribu, y se posa como gotas de rocío sobre la flor del cardón.

La chaya riojana reconoce como principal protagonista al Pujllay, representado por un héroe ridículo, un muñeco de trapo desarticulado y andrajoso que, herido por el amor imposible con Chaya, se dedica a la borrachera hasta que finalmente muere quemado en el fogón de la fiesta. El Pujllay encarna la figura del riojano sufriente, amante de la vida y de la alegría, capaz de morir por amor o por un ideal, y que jamás aceptará la marginación o la mala cara del destino. Tragedia de tenor griego que hoy aparece al final del carnaval en la "quema y entierro del Pujllay".

GLADYS ABILAR
“La fiesta de la chaya rocía a La Rioja con su música ancestral”
(la nación, 03.02.18)

30.1.18

el populismo como fe religiosa

la nación

A primera vista, parecería correcto decir que vivimos “una era religiosa”, como Nicolás Berdiaeff, un filósofo católico y tradicionalista, llamó hace un siglo a la era que desembocó en los totalitarismos. Una era, escribió, “en la que el viejo mundo se descompone”, el mundo “de las luces racionalistas, con su individualismo y su humanismo, su liberalismo y sus teorías democráticas, su monstruoso sistema de industrias y capital, su ateísmo y su desprecio por el alma”. Contra todo esto, invocaba una “revolución del espíritu, una completa renovación de la conciencia”. En cambio, surgieron tiranías en nombre de la clase, la raza o la nación, el individuo fue sacrificado a la comunidad, las nuevas religiones políticas triunfaron. Tremendas guerras ensangrentaron el mundo, mientras pueblos enteros marchaban obedientes al mando de sus hombres de la Providencia.

La religión, señalaba Berdiaeff, “rige todo lo demás”, “exige una sociedad de carácter sagrado”, por lo tanto “rompe con los sistemas de independencia y laicismo de los tiempos modernos”. Nada mejor que el comunismo, observó, la herejía religiosa por excelencia, lo demostraba. En él, “toda la vida y todos sus aspectos se colocan bajo el signo de la lucha religiosa”. Él era ruso y se refirió a los rusos bajo el bolchevismo. Pero, mutatis mutandis, es lo mismo que experimentaron italianos y cubanos, alemanes, chinos y venezolanos.

Aunque filtrados por tecnologías modernas que difunden una apariencia engañosa de posreligiosidad o, como se suele decir, de posmodernidad, síntomas similares impregnan nuestra era. Será que los ingredientes de los que están formados el hombre y la historia son más o menos siempre los mismos: individuo y comunidad, fe y razón, conciencia y esperanza, algunas cosas más. Las que cambian de un lugar a otro y de una era a otra son las dosis de cada uno de esos ingredientes, y eso hace la diferencia entre el espíritu de una era y el de otra.

Religioso, por ejemplo, es el sentido de la ola populista actual. Lo que llamamos “populismos”, de hecho, no son más que formas religiosas de entender no solo la política, sino también el lenguaje, la moralidad, la estética. Las dicotomías maniqueas que los populistas agitan en cada una de estas dimensiones eluden la duda, detestan el matiz, destruyen la complejidad, es decir, la pluralidad. El populismo exige certeza, simplicidad, amigos y enemigos. En una palabra: fe, no razón. La suya es una guerra de religión permanente.

En el mismo plano, somos hoy testigos del poderoso regreso de los grandes relatos, de los grandes personajes, de la creciente demanda de líderes carismáticos que desde el púlpito o desde la red nos orientan y protegen. Los grandes del pasado arrecian en el cine: no solo los Churchill y los Lincoln, sino también los Stalin y los Mussolini. Como si buscáramos patrones, los padres y las autoridades que nuestra edad no produce o no logra dejar de desear. Las ventas de los libros premian a los grandes redentores y moralistas. Más que reflexiones y preguntas, los lectores parecen buscar afirmaciones y respuestas, alguien que les diga dónde está el bien y dónde está el mal, y quién tiene la culpa de todo. Al hacerlo, buscan a su alrededor el significado de la vida que Kant encontraba en las estrellas y en la ley moral de su conciencia.

Las mismas fake news, tan en boga hoy, son el nuevo nombre de una cosa antigua. La noticia falsa, mejor dicho la noticia que nos gusta creer que es verdadera, reafirma nuestra fe en lugar de desestabilizarla, nos complace más que las noticias verdaderas pero incómodas. Frente a una realidad desagradable, mejor conservar la fe en lo que ya creemos. El mal, dicen algunos, empezó cuando el conocimiento reclamó la primacía sobre la creación. Ahora se diría que la creación quiere consumar su venganza: en esto estriba una era religiosa.

Las causas que alimentan las edades religiosas son más o menos conocidas, no son diferentes hoy de las del pasado. Sucede que el hombre se espanta al violar nuevas fronteras, al alcanzar nuevas velocidades, al develar nuevos secretos; sucede que, asustado ante lo desconocido o lo incomprensible, busca refugio en el eterno misterio de la religión; que al prosaico comercio prefiere el heroísmo del guerrero; a la fría razón, el calor del sermón. Toman pie así bajo nuestros ojos el miedo al progreso, el horror a la ciencia, el regreso de prejuicios y supersticiones. Y con ellos, las letanías sobre mundos idílicos que nunca existieron, las teorías sobre el decrecimiento feliz, los cultos a la pobreza, las fantasías apocalípticas.

Pero ¿realmente el espíritu de nuestro tiempo es esto? ¿Realmente vivimos una era religiosa? ¿Nos esperan entonces aún más guerras religiosas de las ya en curso, nuevas epidemias creadas por el rechazo de curas y vacunas, nuevas hambrunas causadas por el odio al comercio y al mercado, nuevos fanatismos, nuevos odios, nuevas miserias en nombre del pueblo, de la nación, de la identidad, de la cultura, del grupo étnico? En la época de Berdiaeff ocurrieron muchas tragedias antes de que la razón regresara al lugar donde debería estar, antes de salir del túnel de la era religiosa.

Afortunadamente, la historia no tiene un espíritu particular, nunca va en una dirección específica. Ya se dijo muchas veces que la Ilustración estaba muerta, que la razón estaba démodée, que el conocimiento útil para la mejora de la vida humana era dañino, que para encontrar el sentido de la vida servían santos y héroes. Como en todas las edades, en la nuestra también la razón flanquea la irracionalidad; el conocimiento, la creación y el pragmatismo, el fanatismo.

En este sentido, es bueno recordar que, en el curso de la historia, la religión a veces ha inhibido la creatividad, la curiosidad, la inventiva y la libertad, y las ha condenado como formas de herejía, desobediencia e individualismo. Esto sucedió sobre todo en el mundo católico, y en el católico hispano en particular, donde la curiosidad se consideró un vicio; la afirmación individual, una vanidad; la prosperidad, un pecado; la creatividad, incredulidad. Galileo es un ejemplo. En diferentes formas, este legado conserva una fuerza extraordinaria e impregna nuestra “era religiosa”.

Pero en otros casos no ha sido así: la religión ha alentado y recompensado a aquellos que, avanzando más allá del límite conocido de las fronteras del conocimiento, desmontaron antiguos dogmas y descubrieron, incluso para la gloria de Dios, las leyes que regulan el universo; leyes cuyo conocimiento debía servir para mejorar las condiciones de la humanidad. Newton es un ejemplo. En ese caso, la fe y la razón se enriquecieron entre sí y, escribe Joel Mokyr, la religión ha reconocido que “la irreverencia es la clave del progreso”. Esta tradición también permanece viva. Vale la pena cultivarla hoy, antes de añorarla mañana.

LORIS ZANATTA
“El poderoso regreso de los grandes relatos”
(la nación, 24.01.18)

14.11.17

reservorios ante la barbarie

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Fue en Montecassino donde San Benito fundó su primer monasterio, el más famoso de la Iglesia latina, y lo hizo en el año 529, el mismo en que cerró para siempre la academia platónica de Atenas, símbolo de la antigüedad. Esta coincidencia temporal fortuita es asombrosa y trae además consigo la ilusión de una fascinante carrera de postas occidental.

El Imperio romano ya se había derrumbado y su derrumbe amenazaba con arruinar toda una cultura, la antigua. Pero en Montecassino San Benito la puso a salvo. Los monjes copiaron pacientemente los manuscritos antiguos y se ocuparon de cuidar el lenguaje. El monje francés Leclercq trató de demostrar que el amor a la gramática iba indisolublemente unido al amor a Dios: ya sabemos que, según enseñó un poeta, no hay nada donde la palabra se rompe. Según el papa Benedicto XVI, esta tarea de conservación “responde por completo a una directriz de los benedictinos: succisa virescit (con la poda, reverdece). El daño se convierte, en cierto modo, en un renacimiento”.

Montecassino tiene sus historias. En plena fundación, todo el mundo trabajaba para levantar el monasterio. San Benito, sin embargo, no estaba con sus hermanos. En un momento, cae una piedra y mata a un monje. Pero Benito sigue rezando. Despide a los monjes que le dan la noticia, cierra la puerta y se pone a orar. Por fin, el hermano muerto vuelve a la vida. En Montecassino, Benito adelanta además la hora de la oración nocturna para velar. Una noche, el santo tuvo la visión del mundo encerrado en un rayo de sol.

Sabemos estas cosas en gran medida gracias al escrito biográfico de San Gregorio Magno. Es interesante confrontar la imagen de San Benito que da el papa Gregorio con la que resulta de la famosa Regla benedictina, que rige el funcionamiento cotidiano del monasterio. Parece estricta, aunque en realidad es un ejemplo de mesura. Los tiempos pueden haber cambiado, pero la regla permanece, esa regla cuya primera prescripción es: “Escucha”. Démosle de nuevo la palabra a Benedicto XVI: “Si hoy, como vemos -dijo en el año 2000-, nuestra cultura amenaza con perder el equilibrio, se debe también a que con el paso del tiempo nos alejamos de ella”. El agnóstico Vargas Llosa está de acuerdo: “La supervivencia de semejante pasado en un presente tan confuso como el nuestro es necesaria, una manera de retroceder de nuevo a la barbarie”.

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PABLO GIANERA
“Los ‘reservistas’ de un mundo en crisis”
(la nación, 09.11.17)

31.10.17

halloween

abc

(…)

Lo que a día de hoy llamamos Halloween no guarda ninguna relación con la fiesta en la que hunde sus raíces. Una celebración celta llamada Samhain o Samagín en la los druidas rendían culto al dios de la muerte a través de la barbarie y la crueldad. De hecho, tan brutal era aquel festejo que, cuando las legiones romanas llegaron a la antigua Britania, decidieron prohibir una buena parte de sus ritos.

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A día de hoy, se desconoce el momento exacto en el que el Samagín empezó a celebrarse. Tan solo se sabe que tenía como protagonistas a los hechiceros britanos y que ya se practicaba antes de la conquista romana de las islas. La cual comenzó con Julio César en el año 55 a.C. y acabó de materializarse en el 43 con Claudio. Independientemente de la fecha concreta, todas las fuentes coinciden en que la fiesta giraba alrededor de los druidas, los sacerdotes del pueblo celta.

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Como pueblo que basaba una buena parte de su existencia en la naturaleza, los celtas daban una importancia suma a los ciclos estacionales. Para ellos, el año se dividía en dos grandes épocas: el invierno y el verano. La primera, asociada con la muerte; la segunda con la vida. Y, para conmemorar el paso de una a otra, celebraban dos fiestas en honor a los respectivos dioses a los que asociaban cada una de ellas. «Los celtas adoraban al dios sol (Belenus) especialmente en Beltane, el primero de mayo. Y adoraban a otro dios, Samagín, el dios de la muerte o de los muertos, el 31 de octubre».

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De la segunda fiesta que se llevaba a cabo en honor de esta deidad es de la que proviene el actual Halloween. Según afirman la mayoría de las fuentes, el festival de Samagín duraba tres días y tres noches y en él se conmemoraba el «inicio de la estación muerta del año, en la cual campos y seres vivos dormían a la espera de la próxima primavera».

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…los propios druidas consideraban al pueblo britano descendiente directo del dios de la muerte. Con todo, tan cierto como esto es que existen autores partidarios de que Samagín era únicamente el nombre que se le dio a la festividad, y no el de ninguna deidad.

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Las creencias de los druidas afirmaban que, en la noche del 31 de octubre, Samagín convocaba a los muertos para que pasasen «al otro lado». Es decir, del mundo de los fallecidos, al de los vivos. Sin embargo, estos espíritus podían llegar al «más acá» de dos formas diferentes atendiendo a si habían sido «buenos» o «malos» durante los últimos meses.

Si el dios consideraba que no habían cumplido con sus deberes, hacía que se reencarnasen en animales tras el ocaso. Por el contrario, aquellos que habían obrado acorde a lo que quería la deidad eran libres de visitar a sus familiares con su forma humana y pasar unas horas en sus antiguos hogares antes de regresar al limbo.

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Durante las celebraciones, los celtas practicaban varios rituales. Uno de los más básicos era apagar todos los fuegos que hubiese encendidos en las casas con dos objetivos. El primero era evitar que los espíritus errantes (los malvados) entrasen en las viviendas al considerarlas frías. El segundo, simbolizar la llegada de la estación «muerta» y oscura del año. De esta forma, los diferentes pueblos se quedaban totalmente a oscuras y solo eran iluminados por una cosa: las hogueras gigantescas que los druidas encendían en las colinas.

«Los druidas o clase sacerdotal celta encendían nuevos fuegos centrales en las colinas como símbolo del renacimiento de la Naturaleza y de la vida durante la noche de Samhain. En estos nuevos fuegos se quemaban principalmente ramas de roble, árbol sagrado para los celtas, y ofrendas de frutos, animales e incluso seres humanos. Al día siguiente en las cenizas y restos de huesos calcinados los druidas leían el futuro de la comunidad en el nuevo año que comenzaba».

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Estas fogatas eran encendidas con todo tipo de objetos que los jóvenes reunían en los días previos a la celebración. ¿Cómo lo hacían? Mediante una tradición que se mantiene en la actualidad: pidiendo materiales de casa en casa para la gran hoguera.

Los fuegos eran un elemento central de la celebración, pues se creía que con ellos se lograba espantar a los espíritus malignos que, enfadados por haber sido castigados por el dios de la muerte, se dedicaban a hacer tretas a los vivos. «La gente se ponía grotescas máscaras y danzaba alrededor de la gran fogata pretendiendo que eran perseguidos por los malos espíritus».

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…esta fiesta era considerada un momento propicio para pedir por los espíritus de los fallecidos y para practicar la magia y las artes adivinatorias. Esta última praxis era realizada por los druidas, quienes consideraban que podían averiguar el futuro usando vegetales... o sacrificando seres humanos a los dioses.

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La barbarie de Samagín continuó hasta el siglo I d. C., cuando los romanos llegaron hasta Britania de manos de Claudio y sus legiones Augusta, Hispana, Gemina y Valeria Victrix. Después de pisar tierras isleñas, estos «civilizaron» la festividad erradicando los sacrificios humanos. En su lugar, cambiaron a los condenados por efigies. Posteriormente, y en un intento de romanizar todavía más la celebración, la cambiaron por el festival de Pomona (en honor de la diosa de las manzanas y el otoño). La fiesta aceptada, pero el pueblo jamás olvidó sus creencias.

Con el paso de los años, y usando como vía de entrada la civilización romana, la Iglesia Católica trató de dar una vuelta de tuerca más al festival para acabar definitivamente con las creencias celtas. Así fue como, en el año 610, el Papa Bonifacio IV instauró la fiesta de los «Mártires Cristianos» el 13 de mayo.

«Esta medida no tuvo mucho éxito, por lo que en el siglo VIII d.C. el Papa Gregorio III, implantó la fiesta de los Mártires Cristianos el día 1 de Noviembre, haciéndola coincidir de esta forma con la fecha de la celebración de Samhain» (…) En esos años fue cuando se cambió el nombre del festival a «All Hallow's Eve», término que derivaría posteriormente en el actual Halloween.

MANUEL P. VILLATORO
“El origen oculto de Halloween, el ritual prohibido de los druidas celtas que Roma reprimió por su brutalidad”
(abc, 30.10.17)

27.10.17

las sibilas

juan valdes cesa

SIBILA / Síbylla. — Nombre que recibe la sacerdotisa encargada de enunciar los oráculos de Apolo, invadida por el dios (al estilo de la *pitia o de *Casandra), pero sin estar ligada a ningún santuario.

El término aparece por primera vez hacia el año 500 a.C. en la obra de Heráclito de Efeso, designando a una sola profetisa. Ésta parece ser la única conocida hasta el comienzo de la época helenística; así, Eurípides cita una sola, a la que llama Libissa en el prólogo de su tragedia, perdida, no sabemos si titulada Lamia o Busiris. Heródoto no la menciona, lo cual parece deberse (Hildebrant) a que la profetisa habría permanecido confinada durante siglo y medio en centros de poco renombre, considerada en general como un producto importado de algún culto extranjero. Aristófanes considera ridícula y absurda la creencia de esta sibila. Platón, que también se refiere a una sola, habla de ella con respeto, como profetisa inspirada que adivina el porvenir, y análoga a la pitia de Deífos. Aristóteles asocia las sibilas a los adivinos que llevan el nombre de *Bacis. Uno de sus discípulos afirma que la primera sibila es contemporánea de Solón (594 a.C.) y Ciro.

Es, pues, en el siglo IV a.C., cuando se consolida la creencia en una pluralidad de sibilas, lo que también sucede con el adivino *Bacis. Su número irá en continuo aumento hasta que Varrón, en el s. I a.C., establece una lista de diez sibilas con arreglo no a un criterio cronológico, ni onomástico, sino conforme al lugar donde ejercían su actividad profética: 1) la sibila persa; 2) la sibila libia; 3) la sibila délfica; 4) la sibila cimeria; 5) la sibila eritrea; 6) la sibila samia; 7) la sibila cumana; 8) la sibila helespóntica; 9) la sibila frigia; 10) la sibila tiburtina.

Otros cánones posteriores, como el de Suidas o la Crónica Pascual (del s. X d.C.), incluyen otros nombres más. En esta misma línea, pocos son los autores de época imperial romana que aceptan la relación de Varrón, puesto que la reducen y varían sus nombres. Así:
Marciano Capela nombra dos (una eritrea, Simáquide, que vivía en Cumas, y otra frigia, llamada Herófile); un escoliasta de Aristófanes, tres (una hermana de Apolo, una eritrea y otra de Sardes); Solino, también tres (una délfica, una llamada Herófile y una tercera de nombre Aniena); un escoliasta de Licofrón tres (una sibila de Cumas, hermana de Apolo, la eritrea y la de Sardes),

Otros autores creen que las sibilas fueron cuatro; así, Tibulo (Amaltea, la marpesia Herófile, Fito Graia y la Aniena del Tíbur), Eliano (eritrea, samia, egipcia y la de Sardes) y Pausanias (la libia, la de Marpeso o Eritras, la de Cumas y la de Babilonia o egipcia, llamada Sabe). Clemente de Alejandría habla de nueve (Samia, Colofonia, Cumana, Eritrea, Tesalia, Tesprotia, Fito, Taraxandra y Macétide).

Por lo general se consideraba que la sibila de Gergos o Gergitio era la más antigua o, al menos, una de las primeras, en disputa con la de Eritras. Era en el templo de Apolo de esta localidad donde la sibila ejercía su actividad profética.

Sobre la filiación de las sibilas no existía acuerdo, si bien Hidole y Lamia suelen ser citadas como madres y Apolo como padre, amante o hermano. De igual forma se hace frecuente alusión a los viajes de las sibilas: la eritrea se habría desplazado a Cumas, la frigia se habría desplazado a Delfos, la marpesia habría visitado Samos, Claros, Délos y Delfos, etc. Según se ha observado (J. J. Caerols), los lugares a los que se desplaza la sibila coinciden con centros del culto apolíneo; en algunas ocasiones (Hildebrant), la sibila sustituye a la sacerdotisa del culto apolíneo local.

La sibila profetiza en estado de éxtasis, como la pitia, si bien no parece perder su personalidad en el momento en que es poseída por Apolo. Cuando vaticina lo hace apoyada en una roca, según declaran Herófila de Eritras en su epitafio y la sibila de Delfos. La sibila cristiana nunciaba el futuro sentada en el Capitolio en medio de olivos. En la Eneida de Virgilio sus oráculos vienen registrados en hojas de palmera que el viento dispersaba en el antro continuamente.

Si bien sibilas como la cumana nos son presentadas alcanzando una extraordinaria longevidad, existieron lugares que reclamaron para sí el emplazamiento de su tumba (la Tróade, Eritras, Cimme, Sicilia).

Ofrecemos a continuación la clasificación varroniana (s. I a.C.) de las sibilas, enumeradas por el erudito latino:

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1) Sibila persa. — Una de las sibilas, también llamada caldea, hebrea o babilonia. Su nombre era el de Sabe (Sábbe) o Sambethe. Según Pausanias, quien la cita por primera vez, era hija de Beroso y Erimante, mientras otros la presentan como hija o nuera de Noé; ambos aparecen representados en las monedas de la ciudad de Apamea del siglo III d.C. Anuncia los sucesos de la torre de Babel y las victorias de Alejandro Magno. La identificación de la sibila babilónica con la judía debió de operarse en el seno de la comunidad judía de Alejandría, en torno al s. II a.C. (j. J. Caerols). Para algunos sería contemporánea de la sibila eritrea, llamada Atenaide.

Los Libros Sibilinos judíos contienen textos datados en el siglo II a.C. ya que en época helenística los judíos rehicieron oráculos para introducir en ellos ideas monoteístas. Los cristianos atribuyeron a la sibila catorce libros compuestos entre los siglos II y IV d.C.

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2) Sibila libia. — A veces llamada también egipcia, fue conocida en Grecia hacia mediados del siglo V a.C. (Bouché-Leclercq). Eurípides probablemente se refirió a ella en su Lamia.

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3) Sibila délfica. — Se presenta como hija de Apolo, con frecuencia llamada Herófile, a veces Artemis. Según algunos autores, la sibila délfica sustituyó a la *pitia, establecida con anterioridad en el santuario. Pausanias cita un oráculo compuesto por dicha sibila en honor de Apolo.

4) Sibila cimérica. — Conocida también como itálica es considerada como madre de Evandro. Posiblemente fue la única sibila local conocida por los autores latinos del siglo III a.C.; residía en las proximidades del lago Averno. Debió de ser el poeta Nevio quien introdujo en la literatura latina el tema de la consulta de Eneas a la sibila cimérica. Posteriormente debió de ser eclipsada por la sacerdotisa del templo de Apolo en Cumas (sibila cumana), cuya actividad como centro oracular debió de llegar hasta finales del siglo IV a.C. En época augústea, Virgilio, apartándose de las citadas tradiciones literarias, otorgará a la de Cumas uno de los papeles más destacados de su Eneida.

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5) Sibila eritrea. — Una de las sibilas, quizá la más conocida y de mayor prestigio, como demuestra el hecho de que la nueva colección de los Libros Sibilinos (76 a.C.) se recopile fundamentalmente en esta ciudad de Asia Menor. En las monedas se la llama theá y se la considera nacida en Eritras o en Marpeso (sibila helespóntica); como ésta, su nombre sería Herófila. Una sibila posterior localizada en esta misma ciudad recibe el nombre de Atenaide.

6) Sibila samia. — Llamada Foito, Fito, *Femónoe o Herófila, se la sitúa en torno a la fundación de Bizancio o, según otros autores, en torno al año 712 a.C.. Pausanias, sin embargo, hace de Femónoe la primera pitia de Delfos y la primera que cantó en hexámetros. En el siglo VII d.C., Isidoro la llamará Samonota (nombre modificado de la isla).

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7) Sibila cumana. — Conocida ya en el siglo III a.C., fue la más famosa entre los romanos, especialmente gracias a la Eneida de Virgilio, quien la relaciona con Eneas y los tiempos anteriores a la fundación de Roma. Fue este poeta quien fusionó en ella (Deifobe) a la sacerdotisa de Hécate del Nekyomanteion y a la de Apolo de Cumas (Phoebi Triviaque sacerdos). Fue llevada a Cumas por Acates (escudero de Eneas). Allí, ante el templo de Apolo, encontró a Eneas, a quien invitó a sacrificar. Ya en el umbral del templo el dios comenzó a apoderarse de ella. Tras la plegaria y los votos de Eneas al dios Apolo, Deifobe, poseída ya por el dios, le profetizó sus futuras guerras y también su probable triunfo:

Oh tú que ya has agotado los grandes peligros del piélago / (aunque faltan los más grandes de la tierra), a los reinos de Lavinio / llegarán los Dardánidas (saca esa cuita de tu pecho) / y también querrán no haber llegado. Guerra, hórridas guerras, ¡y el Tíber espumante de la mucha sangre estoy viendo. / No te faltarán los campamentos dorios, ni un Simunte, / ni un Janto; ya otro Aquiles ha nacido en el Lacio, / hijo también éste de una diosa; y Juno, la aflicción de los teucros, / no andará lejos tampoco cuando tú en la desgracia suplicante / ¡qué pueblos o qué ciudades de Italia no habrás probado con ruegos! / La causa de tamaño mal, de nuevo una esposa huéspeda de los teucros, / y de nuevo un matrimonio forastero. / No cedas tú a estos males y hasta sigue avanzando lleno de valor / por donde te permita tu Fortuna. De la salvación el amino primero / (nunca lo creerías) habrá de abrirte una ciudad griega (VI, 83-97).

Tras pasar los efectos del éxtasis, Eneas pide que le acompañe a través del infierno para encontrar a su padre Anquises. Deífobe le impone dos condiciones: coger la rama de oro consagrada a Juno infernal y sepultar a Miseno.

Concluido el sacrificio a los dioses infernales en la boca del Averno, Deífobe entra con Eneas en la caverna que conducía a las profundidades de la tierra guiándole por el reino de los muertos: le prohíbe el uso de la espada contra los monstruos, le explica la suerte de los insepultos y consuela a Palinuro (piloto de la nave de Eneas) con el siguiente anuncio:

No confíes en torcer los hados con tus súplicas, / pero guarda en tu corazón estas palabras , consuelo de tu dura suerte . / Que los comarcanos, conmovidos a lo largo y ancho en las / ciudades por prodigios del cielo, expiarán tus huesos i y un túmulo levantarán y honores rendirán al túmulo, / y tendrá el lugar para siempre de Palinuro el nombre (VI, 376-381).

Después calma a Caronte y Cerbero, aconseja a Eneas que abandone a Deífobo (hijo de Príamo), le describe el Tártaro, al que el héroe no puede entrar y le ordena poner la rama de oro ante la puerta de Júpiter. Por último, Deífobe interroga a las ánimas felices dónde se encuentra Anquises, quien, una vez hallado, asumirá el papel de guía que la adivina venía desempeñando.

Virgilio es el único autor que cita a Deífobe como nombre de la sibila. Varrón conoce los de Amaltea, Herófila y Demófila. Dicha elección parece explicarse por el origen troyano de la adivina; Livio y Servio creían que la sibila cumana había llegado a Italia del exterior. En este sentido Glauco, su padre, es el nombre no sólo de una divinidad marina sino también de varios personajes troyanos.

La sibila cumana era distinguida por la tradición anterior a Virgilio de la sibila cimeria. Nevio y Pisón la presentan custodiando el Nekyomanteion del Averno. Probablemente fue Nevio quien introdujo en la literatura la consulta de la sibila cimeria por parte de Eneas. Virgilio no hizo sino fusionar la sacerdotisa de Hécate del Nekyomanteion y la de Apolo de Cumas; en VI, 35 aparece citada como «sacerdotisa de Febo y de Trivia». De esta forma no es difícil explicarnos el doble papel que desempeña Deífobe como sibila y guía de Eneas en los Infiernos.

Virgilio tampoco olvidó relacionar a la sibila cumana con los Libros Sibilinos custodiados en época augústea en el templo de Apolo Palatino. En la profecía de *Héleno se presupone la fijación por escrito de las respuestas; según Varrón la sibila usaba hojas de palmera. En el s. IV d.C., Servio le atribuye un Carmen Euboicum o Chalcidicum.

8) Sibila helespóntica. — Una de las sibilas anteriores a la uerra de Troya, la segunda más antigua. Predijo que, para perdición de Asia y Europa, Helena se habría de criar en Esparta, y que, a causa de ella, Troya sería tomada por los griegos.

Algunas fuentes la llaman Herófila; había nacido en Tróade y según algunas tradiciones, más concretamente, en Marpeso. Los habitantes de esta región mantienen estrecho contacto con las gentes de Cime (Eolia), e donde parten los colonos que fundarán Cumas, en Italia, llevando consigo el culto de Apolo y los oráculos de la sibila.

Los habitantes de Alejandría Tróade decían que Herófile fue guardiana del templo de Apolo Esminteo y que fue allí donde vaticinó a Hécuba sobre su sueño; pero, según H. W. Parke, se trata de una leyenda inventada en época helenística cuando esta ciudad controlaba la Tróade y reclamaba para sí la actividad profética de la sibila de Marpeso. No obstante los eritreos también vindicaban para sí la nacionalidad de la sibila.

Herófila pasó la mayor parte de la vida en Samos, visitando luego Claros, Délos y Delfos, donde realizaba sus predicciones subida sobre una piedra que llevaba consigo. Pausanias sostiene que, interpretando el sueño de Hécuba, predijo la guerra y la destrucción de Troya por culpa de París. Según Dionisio de Halicarnaso, predijo el desembarco de Eneas en Italia y el final del peregrinar de los troyanos.

En Délos se recordaba un himno a Apolo que Herófila compuso enloquecida por el dios; ella se llamaba a sí misma Ártemis y «esposa de Apolo».

Pero Pausanias dice que en otras ocasiones declaraba ser hija de madre inmortal (una de las ninfas del Ida) y de padre mortal:

Yo he nacido de mortal y de diosa, / de una ninfa inmortal y de un padre comedor de peces, / de una madre nacida en el Ida, y mi patria es la roja / Marpeso, consagrada a la madre, y el río Aidoneo (X, 12, 3).

Murió en Tróade y se creía que su sepulcro estaba en el bosque sagrado de Apolo Esminteo. Sobre su estela, Pausanias leyó los siguientes dísticos, compuestos probablemente en época helenística:

Yo soy aquella sibila intérprete de Febo / y ahora me pudro bajo esta losa de piedra, / antes doncella cantora y ahora para siempre muda, / debo a la suerte dura esta tierra. / Pero también descanso cerca de las ninfas y Hermes / y abajo tengo parte del reino de antaño (X, 12, 6).

Pausanias aclara que junto al sepulcro de la sibila se levanta un Hermes y a su izquierda brotaba agua de una fuente junto a las imágenes de las ninfas. Su roca, desde la que solía profetizar, se guardó en Delfos, donde también fue vista por Pausanias.

9) Sibila frigia. — Recibe diversos nombres, tales como Artemis, Herófile, Saríside, Casandra o Taraxandra.

10) Sibila tiburtina. En origen era una ninfa itálica, de carácter local. La posterior popularidad de las sibilas explica que ambas acabaran confundiéndose. Su nombre es Aniena o Albúnea.

Varrón dice de ella que era adorada como diosa de Tibur (Tívoli), a orillas del Anio, en cuyo cauce se dice que se encontró una estatua con un libro en la mano. Una tradición pretendía que Albúnea atravesó el río llevando en su regazo las sortes sin que éstas se mojaran. Horacio la recuerda como una diosa de las aguas de Tibur (Tívoli) y alude a la domus Albuneae resonantis, quizá una de las grutas que se abren en las montañas próximas a la ciudad latina. El nombre de Albúnea aparece también en una inscripción hallada en Tívoli, hoy depositada en el Museo Nazionale Romano.

En la Eneida, Albúnea es una selva en la cual había una fuente de aguas sulfurosas donde Latino consultó el oráculo del dios Fauno. Los arqueólogos modernos tienden a identificar el lugar en la localidad de Solforata, en la vía Ardeatina, a unos seis kilómetros de Lavinium, donde existían unas aguas sulfúricas. En favor de esta hipótesis vino el descubrimiento, en 1940, de unos restos arquitectónicos (del siglo IV o III a.C.) en una colina próxima a aquella localidad y materiales epigráficos (cipo de Tor Tignosa) con importantes dedicatorias al Lar Aenias y a las Parcas.

Servio señala que sus escritos se conservan, junto con los Libros Sibilinos y los Carmina Marciana entre los documentos oficiales de la religión romana. En la Edad Media circulaban aún profecías atribuidas a la sibila tiburtina.

Después de la clasificación de Varrón no faltaron otros intentos por alargar la lista de las sibilas: Suidas (s.v. «Síbylla») añade la tesalia (identificada con Manto, hija del adivino *Tiresias, representada en monedas de las ciudades de Tricca y Pelimna), colofonia (llamada Lampusa, hija del adivino Calcante), tesprótica, siciliana (cuya tumba según Solino se encontraba en Lilibeo), rodia, lucana y la sarda. La Crónica Pascual, compilación del siglo X d.C., cita doce sibilas (las diez de Varrón más la judía y la rodia), sin duda con el propósito de igualar su número con el de los Apóstoles (J. J. Caerols).

Existen escasas referencias de un culto a una sibila que, si existió, debió de ser anulado por el de Apolo; tan sólo una alusión en Servio. Como Thea, aparece sólo en las monedas de Eritras.

Suele ser representada como una mujer sin edad determinada, vieja en ocasiones, a veces parcialmente desnuda (quizá en alusión a su virginidad). Según Plutarco, la cara de la sibila muerta era identificada con la Luna.

SANTIAGO MONTERO
“Diccionario de Adivinos, Magos y Astrólogos de la Antigüedad”
fuente: https://issuu.com/mazzymazzy/docs/235572305-montero-santiago-dicciona

12.9.17

símbolos de la construcción masónica

En el ritual masónico del Grado de Aprendiz, el centro geográfico del Templo reúne una inusitada concentración de símbolos. Allí, sobre el pavimento de mosaico se colocan tres columnas que representan a las energías primordiales que gobiernan la logía: La Sabiduría, La Fuerza y La Belleza.

En el borde occidental del pavimento se coloca una piedra informe, tosca, (…) la Piedra Bruta, junto a un mazo y un cincel, conjunto que, de alguna manera, representan el particular momento que vive el hombre en la noche de su iniciación. Momento que tiene ver con el comienzo de una transformación, una metamorfosis que lo llevará a una nueva dimensión de la vida y a una nueva valoración de si mismo.

(…)

Todas las herramientas del masón están vinculadas al trabajo sobre su propia piedra. El mazo que representa su voluntad, el cincel que simboliza su inteligencia; escuadra, nivel y plomada que le permitirán medir ángulos rectos; una regla que dividirá las horas del trabajo, el descanso y la meditación; una trulla que ayudará a dismimular con argamasa la rugosidad e imprerfección de sus hermanos y un mandil, símbolo supremo de su trabajo, cuyo carácter alegórico fue instaurado por los grandes Maestros Constructores de la Orden Benedictina en los albores de las primeras logias operativas medievales.

EDUARDO R. CALLAEY
“La masonería y sus origenes cristianos”

5.9.17

cuadrar la piedra

Si la arquitectura es la herramienta de los planes de Dios, el templo es el reflejo de su obra que -con sus piedras, sus elevadas columnas, sus vitrales, su mobiliario litúrgico y sus imágenes y ornamentos- permite al masón que lo construye, tanto como al hombre piadoso que eleva su plegaria desde su interior, captar la armonía universal que reina en él. Para Honorio, las piedras trabajadas y pulidas, colocadas en el templo, son las almas perfectas, a las que define homines quadrati. Son los hermanos, a los que Beda señala como “grandes y preciosas piedras”.

(…)

Cuadrar la piedra. He aquí magistralmente resumido todo el simbolismo del grado de aprendiz.

EDUARDO R. CALLAEY
“La masonería y sus origenes cristianos”

31.8.17

mani

wikipedia

MANI / Manes (216-274 d.C.) - Profeta fundador del maniqueísmo. Pertenecía a una familia noble, ya que tanto el padre, Patek o Patekios, como la madre, Myriam, estaban emparentados con la dinastía arsácida que reinaba en Persia.

Su propia familia (originaria de Mardinu, en el norte de Babilonia) sufría la crisis espiritual propia de la época. Patek se estableció en Seleucia-Ctesifonte (capital del Imperio); allí, en la Casa de las imágenes divinas, escuchó por tres veces una misteriosa voz que le invitaba a renunciar al vino, a la carne y a las mujeres, tras lo cual se retiró a las zonas pantanosas de Ba-
bilonia, donde se unió a la secta de los bautistas (quizá un movimiento judeo-cristiano). Esta conversión pudo haber influido notablemente en su hijo Mani.

A los doce años (228-229) recibió la visita de un ángel (at-Ta’um), quien le probó ser su doble celestial; este gemelo es el Paráclito, que en nombre de Dios (rey del Paraíso de las Luces) educará al profeta y le preparará para su misión. A partir de entonces tuvo algunas visiones en las que se veía a sí mismo. Bien instruido, entró al servicio del rey Ardashir I.

En abril del 240 (con 24 años) el ángel se le apareció de nuevo para iniciarle en su carrera como Apóstol de la Luz. El Señor le envía a salir del silencio, a anunciar la verdad y a proclamar públicamente las enseñanzas recibidas (quizá de tipo gnóstico). Mani comunica a sus padres la visión que el ángel le ha enviado y les convierte a la fe.

Un año después, cuando Persia y Roma intensificaban la guerra, viajó a la India, de donde regresaría hacia el 243, fecha en la que el rey Sapor I (fundador de la dinastía sasánida) sucedía a su padre Ardashir.

Predicó desde entonces en Persia y en el país de los partos contando con el apoyo del rey. En Babilonia operó su primera gran conversión: el hermano de Sapor, Mihrsah, no cree en la predicación del Apóstol ni en la existencia del Paraíso de la Luz que éste promete, pero Mani, gracias a su poder milagroso, le hace aparecer ante sus ojos el Paraíso, con sus dioses, el soplo inmortal de la vida y un maravilloso jardín. El príncipe, que cayó a tierra inconsciente, pasó a ser uno de sus primeros fieles.

En la primera de las tres ocasiones en que el rey conversó con Mani (abril del 243) recibió de éste un escrito, el Sahpuhrogan («Escrito dedicado a Sapor»), cuya lectura le impresionó. Sapor le autorizó a predicar libremente por el Imperio y a acompañarle en sus campañas, llegando a ser una persona influyente en la corte.

Siempre protegido por el monarca, Mani escribió una amplia obra (Escrituras maniqueas) y fundó una iglesia; muchos de sus discípulos dieron a conocer su doctrina en ciudades del Oriente y Occidente.

Muerto Sapor (272), le sucedió uno de sus hijos, Bahram I (273-276). Bajo este nuevo reinado, Mobed Kartir asumió enormes poderes. Se le considera fundador de la Iglesia nacional sasánida, maestro de ceremonias, señor del templo del fuego de Anahita y jefe del templo de la ciudad de Istar. Algunos autores le atribuyen el intento de hacer del zoroastrismo la única religión autorizada del Imperio. El renacimiento del culto zoroástrico vino favorecido por las instancias oficiales así como por la fusión de dos clases sacerdotales rivales: la de los magos (con sede en Siz, en la Media) y la de los herbad (Persia). Fruto de esta fusión será el renacimiento de la iglesia estatal zoroástrica y la redacción canónica del Avesta. Bajo el mandato de Kartir, los magos persas comenzaron a hacerse más fanáticos e intolerantes, persiguiendo a los heréticos (maniqueos) y a los adeptos de otras religiones (cristianos).

En enero del 276, por orden de Bahram, Mani fue encarcelado en la ciudad de Gundesapur (Susiana). Los maniqueos fueron acusados de apartar a los súbditos de la religión oficial y ser incapaces de hacer algo provechoso. El profeta se defendió ante el rey, inútilmente, recordando los muchos milagros realizados y el bien hecho a la familia real; el fragmento de un manuscrito del Turquestán oriental pone en boca del profeta las siguientes palabras dirigidas al monarca:

No os he hecho nada malo. Siempre he hecho buenos servicios a vos y vuestra familia. Y es grande el número de servidores vuestros que he librado de demonios y falsos espíritus. Grande es el número de los que he levantado de su enfermedad. Y grande es el número de los que he redimido de toda clase de fiebres y enfermedades. Y grande es también el número de los que murieron y he vuelto de nuevo a la vida (H. H. Osten, El mundo de los persas, Madrid, 1965, p. 125).

Mani murió, semanas después, muy debilitado tras varios días de tortura (en la cárcel llevaba tres cadenas en las manos, tres en los pies y una en el cuello que le impedían todo movimiento y le causaban atroces dolores). La pasión —que los maniqueos designaron con el término cristiano de «crucifixión» — se prolongó casi un mes. Tras ser decapitado, su cabeza fue expuesta en una de las puertas de la ciudad. El resto del cuerpo fue sepultado por sus discípulos en la ciudad de Ctesifonte.

Hoy día Mani es visto como un profeta, inteligente y cultivado (músico, matemático, pintor, astrónomo, médico), que intentó conciliar Oriente y Occidente. En su doctrina no faltan elementos de la moral búdica, del culto mitraico e incluso de procedencia cristiana. En el llamado Evangelio de la infancia se cuenta que sus primeros años estuvieron marcados por las enseñanzas gnósticas.

Tras su muerte el rey Bahram ordenó una dura represión del movimiento si bien no logró impedir su progreso, que culminaría en los siglos siguientes.

SANTIAGO MONTERO
“Diccionario de adivinos, magos y oraculos y astrólogos de la Antigüedad”
fuente: https://issuu.com/mazzymazzy/docs/235572305-montero-santiago-dicciona

21.8.17

columnas masónicas

wikipedia

El templo masónico, al igual que la catedral medieval, es una representación del Universo. Por este motivo sus dimensiones se trazan desde Oriente a Occidente, del Norte al Sur y del Cenit al Nadir. El cielo está pintado como la bóveda celeste, oscura hacia occidente, donde reina la noche, la luna y las estrellas, y luminosa en el oriente, con el sol resplandeciente. Para los masones este templo simboliza también el famoso Templo de Jerusalén. (…) El pórtico se encuentra franqueado por dos columnas, que rememoran a las que estaban erigidas en Jerusalén. Cada una de ellas llevaba inscripta una letra misteriosa: B y J. Según la leyenda, los aprendices masones que trabajaban en la construcción del Templo de Salomón cobraban sus salarios al pie de la columna B, mientras que los compañeros masones hacían lo propio al pie de la columna J. Ambas columnas fueron empleadas hace casi tres milenios y aun en la actualidad los aprendices y los compañeros se encolumnan en cada una de ellas.

(…)

Esas dos columnas, que parecen no sostener nada, simplemente soportan al Universo y cada vez que una es quebrada o abatida, el Orden se sumerge en el Caos, el Universo se desmorona en el vacío y Dios sueña su sueño cósmico.

(…)

En las antiguas religiones solares, los sacerdotes esperaban la salida del sol entre dos columnas. Así era en Luxor, en Tebas, en Karnak, en Stonehenge, en Languedoc y Mesoamérica. Sin columnas no hay Orden. No podemos saber siquiera dónde está el Oriente, ni encontramos la entrada del Templo en Oocidente.

(…)

La columna del norte lleva en su fuste la letra hebrea Beth. Con esa letra comienza el Genésis bíblico (bereshit: en el principio); sobre ella está edificada la Torá; su forma es la de una letra u acostada hacia la derecha, cerrada por arriba, por abajo y también por etrás; sólo se abre hacia dlenate, como si indicara el camino a seguir.

(…)

Si la columna del norte es la del rigor y del aprendizaje, la del sur es la de la misericordia y la sabiduría. Lleva en su fuste la letra hebrea Iod, que es la inicial del nombre del Dios bíblico. En la tradición testimentaria del sur proviene el pueblo de Dios; del sur llegará el Mesías. El sur es el lugar del amor, la piedad y la sabiduría.

Desde su organización primitiva, la francmasonería proclamó a sus neófitos como aprendices masones entre estas dos columnas.

EDUARDO R. CALLAEY
“La masonería y sus origenes cristianos”

26.6.17

big bang teológico

bbc mundo

En Genesis 1:3 dice: "Entonces dijo Dios: Sea la luz. Y hubo luz".

(…)

En el siglo XIII, un erudito inglés de la orden franciscana pensó sobre el tema.

Robert Grosseteste trabajaba en uno de los grandes centros de aprendizaje en Oxford, al que la gente había empezado a llamar “universidad”.

Para Grosseteste -cuya mente estaba repleta de arcoíris y rayos de luz- todo, hasta el acto divino primordial de la creación misma, tenía que ver con la luz.

Sin embargo, ¿cómo la hizo exactamente Dios?

La respuesta del religioso es verdaderamente excepcional. Su teoría fue el primer intento de describir los cielos y la Tierra usando un conjunto de leyes.

Desde su punto de vista, todo había empezado con luz y materia estallando hacia afuera desde el centro: un Big Bang medieval.

(…)

Robert Grosseteste (…) a principios del siglo XIII era un profesor prominente, erudito y, como todos los investigadores en Oxford, un cristiano devoto. En 1235 se convirtió en el Obispo de Lincoln.

Para él, la luz era una de las más maravillosas creaciones de Dios.

“La luz física es la mejor, la más deleitable, la más hermosa de todas las entidades que existen. La luz es lo que constituye la perfección y la belleza de todas las formas físicas”, escribió.

Pero Grosseteste no se conformaba con sentarse a disfrutar de la luz que entraba por las grandes ventanas de la catedral gótica de Lincoln. Empezó a estudiarla como un científico.

Analizó por ejemplo el paso de la luz a través de un vaso de agua.

Se dio cuenta de que los lentes pueden magnificar los objetos, y cuando uno lee lo que escribió sobre eso se pregunta por qué pasaron otros 300 años antes de que los telescopios y microscopios fueran inventados.

(…)

Notó además que la luz se dobla al pasar de aire a vidrio o agua, un efecto llamado refracción.

Como otros antes que él, vio que la luz podía dividirse en un espectro colorido como un arcoíris, y escribió un tratado sobre los arcoíris en el que estuvo cerca de explicar cómo se forman: pensaba que las nubes actuaban como un lente gigante que refractaba la luz y la volvía de colores.

(…)

Como muchos de sus contemporáneos, creía que Dios trabajaba con principios simples basados en reglas que la humanidad podía entender usando lógica, geometría y matemáticas.

“Todas las causas de efectos naturales han de ser expresadas por medio de líneas, ángulos y figuras, porque de otro modo sería imposible tener conocimiento de la razón de estos efectos”, escribió.

Y, como el Universo estaba gobernado por las matemáticas, era ordenado, racional y se podían deducir sus reglas.

(…)


Para Grosseteste y sus contemporáneos, el Universo consistía en la Tierra, en el centro, y todos los cuerpos celestiales -el Sol, la Luna, los siete planetas conocidos y las estrellas- girando a su alrededor en círculos perfectos.

Pero para él todo empezó con una especie de Big Bang en el que una explosión de luz -del tipo lux- hizo que una densa bola de materia se expandiera, volviéndose cada vez más ligera y diluida.

“Esa expansión dispersa la materia 'dentro de una esfera del tamaño de la máquina del mundo', que es como nombra al cosmos”, (…) dice (…) Tom McLeish, uno de los físicos de la Universidad de Durham que tradujeron la teoría cosmológica de Grosseteste en un modelo matemático.
“Pero luego encuentra un problema: no lo puede expandir infinitamente, porque en esa época el Universo era enorme pero finito. ¿Cómo detenerlo? Con una brillante idea científica. Pensando como un físico, recurre a algo sencillo para explicar no sólo cómo deja de expandirse sino cómo se forman las esferas”.
(…)

“Si no se puede llegar al vacío, porque la naturaleza lo aborrece -reflexiona-, tiene que haber una densidad mínima, y cuando se llega a ésta, se tiene que cristalizar”.

Siguiendo esa línea de pensamiento, eso ocurriría primero en la parte más lejana: el firmamento. Éste se cristaliza primero y se perfecciona, adquiriendo luz -lumen-, que también empuja masa, en este caso hacia adentro, y así se van creando las esferas en las que residen los planetas, el Sol, la Luna y la Tierra.

“El otro pensamiento moderno que tuvo fue que cuando miramos al cielo, el Universo que vemos de alguna manera contiene la huella o el eco de los procesos que lo formaron”, señala McLeish.

“Eso es precisamente lo que los cosmólogos piensan hoy en día... ¡acuérdate de la búsqueda de microondas con el eco del Big Bang!”, añade entusiasmado.

(…)

“La extraordinaria y premonitoria teoría del Big Bang del obispo medieval Robert Grosseteste”
(bbc mundo, 25.06.17)

24.12.16

esperando el Mesías

la nación

Martín Buber nos relata: “Cuando era niño, leí un viejo cuento judío que no pude entender. Decía nada más que lo siguiente: «En las afueras de Roma se halla sentado un mendigo leproso, esperando. Es el Mesías». Entonces me topé con un anciano a quien le pregunté: «¿A quién se encuentra él esperando?». Me dio una respuesta que sólo alcancé a comprender tiempo después: «Te está esperando a ti»”.

ABRAHAM SKORKA
“Obrar por un mundo mejor”
(la nación, 22.12.16)

16.11.16

el temor de ser prescindibles

new york times en español

Nunca ha habido una mejor época para estar vivos. La violencia inunda algunos rincones del mundo y muchos todavía viven bajo el yugo de regímenes autoritarios. A pesar de que todas las religiones más importantes del mundo promueven el amor, la compasión y la tolerancia, se perpetra una violencia inconcebible en nombre de la fe.

Aun así, hay menos pobre, menos tienen hambre, menos niños mueren, y más hombres y mujeres pueden leer más que nunca antes en la historia. En muchos países el reconocimiento de los derechos de las mujeres y las minorías ahora es la norma. Por supuesto, todavía queda mucho por hacer, pero hay esperanza y progreso.

Así, es muy extraño ver tanto enojo y descontento en algunas de las naciones más ricas del mundo. En Estados Unidos, el Reino Unido y a lo largo de Europa, las personas se sienten conmocionadas por la frustración política y la ansiedad ante el futuro. Los refugiados y los migrantes suplican por la oportunidad de vivir en estos países seguros y prósperos, pero quienes ya viven en esas tierras prometidas muestran una gran inquietud respecto de su propio futuro y parecen rayar en la desesperanza.

¿Por qué?

Una interesante investigación sobre cómo prosperan las personas ofrece una pequeña pista. En un experimento impactante, los investigadores encontraron que los ancianos que no se sentían útiles para otros tenían casi el triple de probabilidades de morir prematuramente que aquellos que sí se sentían útiles. Esto habla de una verdad humana más amplia: todos necesitamos ser necesarios.

Ser “necesario” no implica sentir un orgullo egoísta ni un apego enfermo a la estima de los demás. Más bien consiste en una sed natural de querer servir a otros. Tal como enseñaban los sabios budistas del siglo XIII: “Si uno enciende el fuego para los demás, también alumbrará el propio camino”.

Prácticamente todas las religiones del mundo enseñan que el trabajo al servicio de los otros constituye nuestra naturaleza más elevada y por lo tanto es vital para una vida feliz. Los estudios e investigaciones científicas confirman las creencias compartidas por nuestras fes. Los estadounidenses que dan prioridad a hacer el bien por los demás son casi el doble de propensos a decir que están muy felices con sus vidas. En Alemania, las personas que actualmente buscan servir a la sociedad tienen cinco veces más probabilidades de decir que están muy felices que quienes no consideran el servicio algo importante. El altruismo y la alegría están ligados. Mientras más experimentamos la sensación de unidad con el resto de la humanidad, mejor nos sentimos.

Esto ayuda a explicar por qué el dolor y la indignación se están extendiendo por las naciones prósperas. El problema no es la falta de riquezas materiales, sino la creciente cantidad de personas que sienten que ya no son útiles, que ya no son necesarias, que ya no son una con su sociedad.

En comparación con hace 50 años, en Estados Unidos actualmente el triple de hombres en edad activa están completamente fuera de la fuerza laboral. Este patrón se está dando en todo el mundo desarrollado, y sus consecuencias no son solo económicas. Sentirse innecesario es un golpe al espíritu humano. Conduce al aislamiento social y al dolor emocional, además de crear las condiciones para que las emociones negativas se arraiguen.

¿Qué podemos hacer para ayudar? La primera respuesta no es sistemática. Es personal. Todos tenemos algo valioso que compartir. Debemos comenzar todos los días preguntándonos a nosotros mismos, con toda conciencia: “¿Qué puedo hacer hoy para agradecer los regalos que otros me ofrecen?”. Tenemos que asegurarnos de que la hermandad mundial y ser uno con los demás no sean solo ideas abstractas que profesamos, sino compromisos personales que ponemos en práctica con conciencia plena.

Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de convertirlo en un hábito. Quienes ocupan un cargo de responsabilidad tienen una oportunidad especial de expandir la inclusión y construir sociedades en las que verdaderamente todos sean necesarios.

Los líderes deben reconocer que una sociedad compasiva debe crear abundantes oportunidades de trabajo significativo para que todos los que sean capaces de contribuir lo hagan. Una sociedad compasiva debe proporcionar a los niños una educación y una capacitación que enriquezcan sus vidas, tanto con una mayor comprensión ética como con habilidades prácticas que los puedan llevar a la seguridad económica y la paz interior. Una sociedad compasiva debe proteger a quienes son vulnerables, al tiempo que garantiza que las políticas no atrapen a estas personas en la miseria y la dependencia.

Construir una sociedad así no es tarea fácil. Ninguna ideología ni partido político tiene todas las respuestas. Un pensamiento desorientado de todas las partes contribuye a la exclusión social, por lo que superarlo requerirá soluciones innovadoras de todas las partes. De hecho, lo que nos une a nosotros dos como amigos y colaboradores no es que compartamos ideas políticas ni la misma religión. Es algo más simple: la creencia compartida en la compasión, la dignidad humana, la utilidad intrínseca de cada persona para contribuir de manera positiva para crear un mundo mejor y con más sentido. Los problemas que enfrentamos traspasan las categorías convencionales; lo mismo debe suceder con nuestros diálogos y nuestras amistades.

Muchos se sienten confundidos y temerosos al ver el enojo y la frustración que se extienden como un incendio por las sociedades que disfrutan de prosperidad y seguridad históricas. Sin embargo, negarse a sentirse satisfechos con la seguridad física y material, de hecho, revela algo hermoso: una sed humana y universal de sentirse necesario. Trabajemos juntos para construir una sociedad que calme esta sed.

DALÁI LAMA y ARTHUR C. BROOKS
“El dálai lama: detrás del descontento global está nuestro miedo de no ser necesarios”
(new york times en español, 14.11.16)

4.5.16

claves cristianas

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Hace unos días, salió en el diario español ABC una nota sobre el libro del escritor Juan Eslava Galván quien ha sacado un nuevo libro (“La Madre del Cordero”) donde divulga algunos secretos y símbolos del cristianismo. Seleccionamos de la nota, algunas de las preguntas que responde el libro de Eslava Galván
¿Por qué el pez es un símbolo cristiano?
«Es el primer símbolo cristiano, incluso anterior a la cruz, y anagrama de Cristo. Asociado al bautismo y a la Eucaristía se empieza a divulgar en el siglo II y su uso se mantiene hasta el siglo IV en el que gradualmente decae. En griego, pez se escribía IXTHUS. Con esta palabra los cristianos formaron un acróstico, que rezaba Iesous Xhistos Theou Hyios Soter (Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador)».

¿De dónde procede el saludo "Ave María Purísima"?
«La proclamación de la Inmaculada Concepción de María (el 8 de diciembre de 1854 por el Papa Pío IX) zanjaba una enconada disputa teológica entre franciscanos (inmaculistas) y dominicos (maculistas) que se remontaba a varios siglos y había sembrado la cizaña entre dos órdenes prestigiosas. (...) La controversia no se limitó al ámbito eclesiástico, sino que se extendió a la población civil. Ciudades y familias se dividieron en maculistas e inmaculistas y se unieron a la contienda teológica. En España, las ideas inmaculistas triunfaron casi sin oposición. Los monarcas juraban defender dicha creencia al acceder al trono, en muchas universidades los alumnos juraban defender la Inmaculada Concepción con la espada si fuera necesario; Murillo y otros pintores pintaban Inmaculadas por encargo de reyes o conventos franciscanos... Se divulgó el saludo "Ave María Purísima" (respuesta: "Sin pecado concebida") con el que aún saludamos la voz virginal de la monjita que nos vende las yemas y la mermelada de tomate en el torno del convento».

¿De dónde viene la palabra capilla?
De San Martín de Tours. Cortó su capa para regalarle la mitad a un mendigo harapiento. (...) El medio manto de San Martín se guardó en un pequeño santuario. Como en latín para "medio manto" se usaba la palabra "capilla", la gente decía: "Vamos a orar donde está la capilla". Y de ahí procede el nombre que se da a un oratorio de reducidas dimensiones».

¿Hubo alguna vez once mil vírgenes?
«Úrsula cayó en poder de Atila junto con las diez doncellas igualmente cristianas y vírgenes de su séquito. Esto ocurría en el año 451. Prendado de la hermosura de Úrsula, el feroz Atila le hizo propuestas deshonestas y como ella se negara en redondo, la entregó a los verdugos junto con las doncellas de su séquito que también se habían resistido. En el lugar del martirio se erigió una basílica con una inscripción en la que se detallaban los nombres de las vírgenes y mártires: Úrsula, Aurelia, Brítula, Cordola, Cunegonda, Cunera, Pinnosa, Saturnina, Paladia, Odialia de Britania y Ximillia. El nombre y condición de esta última se confundió más tarde con la abreviatura numeral romana XI.M.V. y se interpretó como "undecim millia virginum", "once mil vírgenes", de ahí la confusión que hizo aparecer a las once mil vírgenes cristianas asesinadas por los hunos, difra del todo increíble (como también lo es el hecho de que se mantuvieran vírgenes después de haber caído en manos de semejante soldadesca, las cosas como son)».

¿Por qué se representa a Moisés con cuernos?
«Los cuernos de Moisés proceden de una traducción del texto bíblico original perpetrada por san Jerónimo. Cuando Moisés desciende del monte Sinaí, donde se ha entrevistado con Dios, "la piel del rostro se había vuelto radiante", dice la Biblia (Ex 34, 29-30). En el original hebreo el verbo "irradiar", "emitir rayos", es de la misma raíz que el sustantivo "cuernos", así que san Jerónimo no se lo pensó dos veces y tradujo: "cornuta esset facies sua", o sea, "su rostro era cornudo"».

¿Por qué hay Vírgenes Negras?
«La negrura, elemento fundamental de estas Vírgenes, alude quizás al color de la alegórica esposa de Dios en el Cantar de los Cantares, el poema de amor bíblico atribuido a Salomón: "Negra soy, pero hermosa, hijas de Jerusalén...". Otra posible explicación, que no excluye la anterior, es que los cruzados europeos contactan en Tierra Santa con sectas religioso-filosóficas que veneran la sabiduría iniciática simbolizada por el color negro. Las palabras "negro" y "sabio" comparten la misma raíz en árabe. El negro representa la sabiduría, especialmente la secreta que rige las leyes del universo. En ocasiones el nombre primitivo de la Virgen era, simplemente, "la Negra"·.

(abc, 21.04.16)

23.4.16

tu pago en el espejo

Una prostituta le pide dinero a un joven que le cuenta que la noche anterior se «entretuvo, disfrutó y se divirtió» con ella en un sueño. La sabia figura de Buda dictamina: «El hijo del comerciante ha de pagar... de la misma manera en que se relacionó con ella.» Le indica al joven que ponga el dinero delante de un espejo y a la mujer que lo coja del reflejo. Esta historia popular se narraba para divulgar el concepto budista de la realidad ilusoria.

MARK PENDERGRAST
“Historia de los espejos”
fuente: http://librosmaravillosos.com/historiadelosespejos/capitulo02.html

17.12.15

kabalá (lit. “recepción”)

Nombre que se le dio al misticismo judío y a su literatura a partir del s. XIII, al descubrirse en *España el libro del *Zohar. La K. del s. XIII se basa en el concepto de la *atzilut (emanación divina): la divinidad es pura e infinita luz espiritual, y todo el universo emana de esta fuente primigenia. Su búsqueda continuó con intentos por comprender la esencia divina.

La K. denomina *Sfirot a las vías de revelación de Dios y se ocuparon del estudio de su interacción y de su influencia sobre el universo. La K. cree que la esencia del alma fue creada en los mundos superiores, por lo cual el objetivo del ser humano es tratar de elevarse para retornar a la fuente divina y redimir a los hombres y a toda la creación del bajo nivel en que se encuentran. A partir de la suposición de que las almas judías provienen de una fuente más elevada que las del resto de las personas, el pueblo judío tiene, según la K., una función especial que le exige observar una vida de santidad y pureza, fraternidad y unión, enfrentando todas las pruebas con convencimiento y confianza en la *Gueulá (Redención) final.

(…)

La K. fundamentó y explicó su visión con la ayuda de la *Biblia, el *Talmud y especialmente el *Midrash, evitando el análisis filosófico. El gran uso que se le dio a la *Agadá (leyendas talmúdicas) y a su simbología, desarrolladas y complementadas por místicos de la K., transformó los conceptos acerca de los niveles intermedios de existencia entre el mundo visible y la fuente divina (*En Sof - Infinito), en un sublime visión poética de mundos maravillosos y criaturas prodigiosas que los habitan; esos mundos son creados y movilizados mediante el amor y no a través del intelecto.

“Enciclopedia de la historia y la cultura del pueblo judío”
fuente: http://issuu.com/danielpulga/docs/enciclopedia_de_la_historia_y_l_-_z

24.9.15

parábolas budistas

parábola 14

Un refuerzo por reformar la sociedad que no está unido a un esfuerzo igual por desarrollar nuestro yo espiritual no puede traer resultados duraderos. Es como intentar enfriar un cacharro de sopa hirviendo simplemente dando vueltas, ignorando la leña que arde debajo.


parábola 18

Tras la llegada [de Bodhidharma] a lo que es hoy la ciudad portuaria de Cantón, viajó por invitación del Emperador Wu de la Dinastía Liang (siglo 6°) a visitarle a Nanking. El primer ejemplo en el Pi-yen-lu narra el encuentro entre Bodhidharma y el emperador. Wu-ti era un seguidor y alentador o putativo del Budismo y tenía muchos monasterios budistas construidos en su reino. Ahora le preguntaba al maestro de la India qué mérito y virtudes para vidas futuras había acumulado con aquello. Bodhidharma contestó bruscamente “ninguna virtud, ninguna…”. El encuentro con el emperador Wu de Liang le mostró a Bodhidharma que el tiempo todavía no era maduro para la recepción de su enseñanza en China. Cruzó el Yangtze –como cuenta la leyenda, en un junco (este es un motivo favorito en la pintura Zen)- y viajó al norte de China, donde se asentó finalmente en el Monasterio Shao-lin. (…)


parábola 93

Había una vez en China un arquero experto. Un día él fue a unas montañas muy altas con su arco en la espalda. Paseando por la montaña, él tuvo sed y quiso beber un poco de agua. Afortunadamente, él encontró una pequeña vertiente bajo un arbusto, e inmediatamente se inclinó para beber el agua con sus manos hasta que su sed fue saciada. Sin embargo, cuando terminó de beber, pensó haber visto una serpiente avanzar lentamente en el agua. Inmediatamente se sintió enfermo y quiso vomitar el que había bebido, pero el agua no salió. Se puso muy nervioso por el agua en su estómago, sintiendo que algo se movía en él. Cuando regresó a casa enfermó seriamente. Numerosos doctores le dieron tratamiento médico, pero en vano; finalmente, se hizo nada más que piel y huesos, resignándose a morir.

Un día un viajero se detuvo en su casa. Viendo la condición del paciente, preguntó la razón. El paciente le dijo que vio a una serpiente avanzar lentamente en el agua de la vertiente y que él la había tragado. El viajero dijo que podría curar la enfermedad si el paciente hiciero lo que él diga, llevándolo a la misma vertiente donde había bebido el agua.

Él dijo al paciente, que llevara el mismo arco en su espalda y tomara la misma posición como aquella vez. El paciente de mala gana se inclinó y cuando el agua estaba en sus manos él gritó que una serpiente avanzaba lentamente en el agua otra vez. El hombre le dijo que estuviera tranquilo y observara la serpiente más de cerca. El arquero logró controlarse y encontró que no era una serpiente en absoluto, sino la sombra del arco que llevaba en su espalda.

El arquero comprendió que la serpiente que pensó que se había tragado antes, era sólo la sombra de su arco. Después de esto, se sintió completamente aliviado, y pronto recobró su salud.

Debemos reconocer que nuestra mente es el creador de nuestro “destino”. En este caso, el polvo de miedo acumulado en la mente del arquero. Cuando él sacó este polvo, volvió a estar sano.

MINH THANH y P. D. LEIGH
Traducido por AMELUNA MÉLIE y CHRISTIAN GUTIÉRREZ FERRADA
“Parábolas y relatos buddhistas”

25.12.13

todas las cosas son vacío

Ñ

A primera vista, esto es una nota de cierta extensión que puede ocupar una página de la revista pero en un nivel más básico es un conjunto de caracteres en un archivo digital que puede o no ser reproducido mediante marcas de tinta impresas sobre papel fabricado a partir de pasta de celulosa, material que depende de la existencia de madera de árbol y que está compuesto por una inmensa cantidad de moléculas. Esas moléculas a su vez están compuestas por átomos cuyos núcleos tienen protones y neutrones, además de electrones ligados al átomo por fuerzas electromagnéticas, y también hay otras partículas elementales inestables cuyo conocimiento no será necesario para la lectura de esta nota en un tiempo y espacio dados. O sea: aquello que nuestra vista descubre a cierto nivel ya no es lo mismo que encontraría en otro, aunque sigue dependiendo de todos esos componentes variables y divisibles para su existencia. Si falta uno de esos componentes, esto dejaría de ser lo que es.

Esa interdependencia, inestabilidad, contingencia y condicionalidad es lo que Buda en el siglo VI a.C. llamó sunyata (pronúnciese “shuniatá”, entre nos): vaciedad o vacío universal. Y es lo que desarrolla Nagarjuna, el principal pensador decontruccionista de la India de los siglos I y II de nuestra era, en Filosofía budista. La vaciedad universal, publicado recientemente por la editorial Las Cuarenta.

Los traductores y comentadores, Fernando Tola y Carmen Dragonetti, dos de los indólogos más prestigiosos del mundo de habla hispana, viven, estudian y trabajan aquí cerca, en el Instituto de Estudios Budistas del barrio de Belgrano. Tola, con 98 años y Dragonetti, con veinte años menos, él graduado en Letras en la Universidad San Marcos de Lima y ella doctora en filosofía e investigadora superior del Conicet, a lo largo de cuatro décadas han traducido los mayores clásicos budistas e hinduistas al castellano y son autores de decenas de ediciones críticas, libros y artículos no solo en nuestra lengua sino también en alemán e inglés, incluso en la mismísima India. Ahora presentan una edición corregida y aumentada de textos que nunca se tradujeron al castellano directamente del sánscrito y del tibetano.

“Tú has dicho/ que el objeto cognoscible no existe/ mientras no es conocido;/ que sin él tampoco existe el conocimiento/ y que por eso el conocimiento/ y el objeto cognoscible/ no existen con ser propio”. Así se dirige el poeta y filósofo Nagarjuna a su maestro muerto seis siglos antes: “Tú no estás lejos ni tampoco cerca,/ni en el espacio ni tampoco en la tierra,/ ni en el samsara ni en el nirvana./ Te rindo homenaje a ti que no estás en ningún lugar”. Aunque en otras páginas será de difícil lectura por las citas y referencias a distintos trabajos académicos, esta edición actualiza a un clásico absolutamente moderno. En una India en la que predominaba el brahamanismo, se creía en numerosos dioses y en la reencarnación de las almas, Buda negó que hubiese una sustancia última, un espíritu eterno, un ser absoluto, un alma y un yo. Luego, la escuela de Nagarjuna desarrolló hasta sus últimas consecuencias ese descubrimiento, basándose no solo en la palabra de Buda sino en una metodología que suponía el raciocinio, la argumentación lógica y el análisis de la realidad empírica. Un análisis que podría llamarse deconstructivo o “abolitivo”, ya que implica investigar la realidad e ir descubriendo las apariencias que ocultan distintas entidades que a su vez también serían apariencias, en un proceso infinito que no encontraría nada sustancial, unitario, permanente e irreductible en qué detenerse.

Nagarjuna argumentó hace diecinueve siglos que ningún cuerpo ni idea tiene un ser propio y en sí mismo, que todo sin excepción es condicionado y dependiente de otro, que eso otro también está formado por componentes variables, impermanentes y divisibles ad infinitum, de modo que todo ser deja de ser lo que es si se elimina o cambia una de sus partes y aquello de lo cual depende. Todo es, por lo tanto, insustancial, contingente, vacío. Pero esa vaciedad no significaría que estamos al borde del abismo, que los seres vivos no sienten dolor ni que nada tiene sentido.

En estos textos puede vislumbrarse que la compasión o, más acá, la justicia social y una conducta ética hacia los seres vivos no necesitarían sustentarse en la creencia en un dios u otro fundamento último de la vida. Al contrario: que todos dependamos de todos sería una motivación suficiente para “sentir con” los otros. “El haber observado la naturaleza verdadera ‘irreal’ en el sentido de no-sustancial y dependiente de causas y condiciones para existir, no le impidió a Buda sentir el sufrimiento, primera noble verdad de la vida, y la compasión hacia los que sufren y comparten, como él mismo, la carencia de ser propio”, señalan Tola y Dragonetti.

¿Y por qué habría “vaciedad” y no más bien “nada”? Porque en el original en sánscrito, dice Dragonetti, sunya es “vacío” y el sufijo ta lo convierte en sustantivo”. “Y porque “vacío” es nada más y nada menos que carente de ser propio o vacío de sustancia”, agrega Tola. “Nunca traduciríamos sunyata como ‘la nada’, con lo cual estaríamos más cerca de un no-ser que a la escuela de Nagarjuna no le interesa enfatizar. Apoyarse en la nada o el no-ser sería como afirmarse en algo con ser propio aunque negativo”. Sunyata significa que ninguna cosa existe por sí misma, que todo depende de algo más para existir y que sin ese “algo más” no existiría. Pero el análisis de ese “algo más” no descubre a un dios, a un ser supremo o eterno sino a otros objetos o formas variables, condicionadas e impermanentes que a su vez dependerían de otras formas, sin una última sustancia que las fundamente. De allí que se pueda concluir que todas las cosas son vacío, en el sentido de “dependientes de causas y condiciones para su existencia”.

El mismo Buda sería solo un nombre contingente, insustancial, dependiente de otros para su existencia, aunque ello no invalidaría el descubrimiento clave que habría hecho aquel mortal así llamado hace 2.500 años. “Te rindo homenaje a ti carente de ser propio”, canta Nagarjuna en sus himnos de alabanza a Buda. “¿Cómo te alabaré a ti, Señor,/ que no has surgido,/ que no permaneces en ningún lugar…?”, se pregunta. “Siendo todos los dharmas vacíos,/ ¿quién es alabado?/ ¿Por quién es alabado?” La respuesta podría terminar en un noble silencio zen luego de proclamar “no sé”, o en el estudio a fondo de esta filosofía que Tola y Dragonetti nos proponen con su increíble trabajo de traducción e interpretación de aquellos textos primeros.

OSVALDO BAIGORRIA
“El vacío universal según Buda”
(ñ, 19.12.13)