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martes, 15 de noviembre de 2016



Existe la falsa -¡falsísima!- creencia de que el ornitorrinco es el único animal mamífero que pone huevos. Admito que quizá sea uno de los animales más raros del planeta: híbrido perfecto entre pato y castor, pone huevos y carece de mamas por lo que suda la leche materna y las crías deben lamerla directamente de su vientre.

Además los machos, por algún capricho evolutivo o broma divina, tienen un espolón venenoso en las patas traseras. Y por si todo esto fuera poco, se trata del único vertebrado que no vive en el fondo marino capaz de detectar campos electromagnéticos.  En serio, es un bicho fascinante.

Pero no venimos aquí a hablar del ornitorrinco... ¡no! Ya ha acaparado demasiado vuestra atención y es que hay otro animal que también es rarísimo de la leche pero es incluso más desconocido

Redoble de tambores. Señores y señoras, damas y caballeros, niños y niñas: directamente traído desde lo más profundo del corazón australiano y para satisfacer su morbosa curiosidad con todos ustedes... ¡el equidna!

Aquí un magnífico ejemplar de equidna, aquí un grupo de blogueros

Mitad oso hormiguero y mitad puerco espín pero con una adorable trompita, este simpático animalito es el otro mamífero que pone huevos y que a al igual que el ornitorrinco carece de glándulas mamarias, por lo que 'suda' la imprescindible materna. Pero sus curiosidades reproductivas no terminan ahí, no.

Y es que, queridísimos lectores, los equidnas son además marsupiales. En efecto, habéis acertado: igual que los canguros. La mamá equidna, tras la puesta de huevos, los coloca en su bolsa o marsopa, donde las crías nacerán y vivirán sus primeros meses mientras disfrutan de un inmejorable servicio de transporte.

Si le das la vuelta a un equidna te hará burla con la lengua

Y por si todas estas rarezas reproductivas resultasen escasas para la morbosa curiosidad del espectador más audaz, permítanme comentar que los machos tienen penes de 4 cabezas. Ajá, buscadlo vosotros mismos en internet, no querréis que haga yo todo el trabajo sucio, ¿no? 

¿Cómo que nunca habíais oído hablar del equidna? Pero bueno, ¿es que vosotros no jugabais a videojuegos o qué? ¿Qué animal te crees que es el 'Sonic' rojo?

Knuckles el equidna. Más conocido como 'El Sonic rojo'

¿Qué te ha parecido? ¿Conocías al equidna? ¿Cuál es el animal más raro que conoces? Aparte del ornitorrinco y el equidna, se entiende. 

Más: anteriormente en La fabulosa gallina de goma,  De dioses y pollos

jueves, 5 de noviembre de 2015

Necesito 1000 camisetas de éstas para regalo ¡YA!

He tenido una epifanía, una revelación trascendental que ha cambiado totalmente mi vida. Bueno, tampoco hay que exagerar, pero resulta que el otro día mientras comentaba el blog de Loquemeahorro, me di cuenta de que hay muchas canciones que me gustan más versionadas que sus originales

Aún digo más: hay un montón de canciones que me parecen la ful de Estambul (esta expresión te la dedico, Mi Álter Ego)  y que no escucharía jamás por mis propios medios a menos que alguien me estuviera apuntando a la cabeza con una pistola o, mejor aún, con un cheque millonario, pero cuya versión mejorada me encanta.

Y joder, no es justo que sea yo el único que disfrute de la versión mejorada. Por ello vengo a compartir con vosotros una pequeña lista (de cabeza, así sin preparármela ni nada) de temas que se han convertido en temazos. TE-MA-ZOS. Y ya sabéis que cuando algo se escribe en mayúsculas y silabado es cosa seria


Los Simpson en su versión heavy metal. Erock331 es un músico que cada semana sube a Youtube su versión heavy metal de alguna canción: temas de películas, videojuegos, series... ¡de todo y para todos los gustos!


Mazinger Metal, le versión heavy del opening de la mítica serie Mazinger Z transformada por Gigatron. 40 toneladas al servicio del metal, joder. También os dejo ésta de los Petersellers por cortesía de Loquemeahorro. 


¿Recordáis la mítica cancioncilla de 'liiibreeeeee como el ave que escapó de su prisión y puede al fin volar'? Engendro son el grupo que tiene el honor de haberse inventado el nombre del post al definirse a sí mismos como un grupo que practica la versión mejorada. Y es que se dedican a coger canciones de toda índole y transformarlas al humor musical. ¡No tienen ningún desperdicio!


La canción del Zelda, por Lindsay Stirling. Esta violinista a la que dan ganas de abrazar como si fuera un cachorrito bebé, es todo un talento a la hora de componer canciones alucinantes y de versionar temas. Me encanta casi todo lo que hace. 


Y por último la intro de Spiderman de los años  60 versionada nada más y nada menos que por Los Ramones. Joder, yo ya ni puedo ni quiera escuchar la versión original que también os dejo para que juzguéis vosotros mismos. 

¿Qué os ha parecido? Venga, sed sinceros... ¿qué versión os mola más que su original? ¿Ésta de Michael Jackson, por ejemplo?

Más: anteriormente en Lafabulosagallinadegoma, Mis openings preferidos

domingo, 26 de abril de 2015

Mi camiseta

Eran las 8:45 AM (Antes de la Manduca, que es como todos llamaremos al desayuno a partir de ahora para que mi post cuadre) y Sonic ya estaba listo para correr la Rock and Roll Maratón de Madrid. No es que le apeteciera hacerlo, pero el Doctor Robotnik (Eggman para los amigos) había vuelto a hacer de las suyas. Nunca terminaré de entender por qué en sus taimados planes siempre hay animalitos encerrados a los que hay que rescatar.

¡Comienza la Maratón primera pantalla! Sonic va a tope con la Cope, no hay quién le pueda parar. Y es que en los video juegos clásicos las primeras pantallas casi siempre son de prueba. Facilonas, para que te vayas quedando con la mecánica del asunto. Y claro, al principio de cualquier carrera vas fresco como una lechuga de esas de los anuncios de la tele. Las de verdad no cuentan, que siempre tienen hojas un tanto mustias.


Llega el kilómetro 14 segundo mundo, y comienzan a surgir las complicaciones. El pobre Knuckles  (también conocido como el Sonic rojo) empieza a flojear. Es lo normal si tenemos en cuenta de que se trata de un equidna, animal que no está hecho para correr. Y si me preguntáis a mí, tampoco diré que parezca hecho para sobrevivir sin cuidados intensivos por parte de un humano, pero bueno. Knuckles decide ir a por Robotnik atravesando un atajo: la 1/2 Maratón. 


Un lector sagaz se preguntaría llegados a este punto si todos los que corren  la maratón en vez de quedarse durmiendo en la cama la media no están totalmente un poco locos. Sobre todo si tenemos en cuenta que hay prisa por rescatar a cientos de conejos imbéciles que se han dejado atrapar por el mismo lunático una vez más. Lo que no sabéis es que los erizos (en especial los que son azules y pueden atravesar la barrera del sonido) son animales muy orgullosos que tienen que demostrar todo el tiempo lo mucho que valen. 

Todo marcha normal durante un tiempo. Normal si tenemos en cuenta que se trata de un videojuego poblado por desquiciados animales androides que disparan bolitas en direcciones aleatorias, claro. Y con esa relativa tranquilidad llegamos al kilómetro 32 la tecno fábrica maligna. Tails, que es un zorro con dos colas está que no puede más con su alma, y se va quedando atrás. Si veis documentales, sabréis que los zorros son animales muy buenos a la hora de hacer cosas de ingenieros nucleares y de ser mimados, pero no de correr. Total, que el pobre Tails decide que llegará más tarde, que tiene que... no sé, preparar un arma definitiva o algo así, no es una excusa ni nada. 


Y por fin se divisan mis 3 números preferidos de hoy: el 40, el 41 y el 42, allá a lo lejos. Y al Doctor Robotnik con su nave armada con una estúpida bola, claro. Podría haberse creado un artefacto mejor para evitar que Sonic salte sobre su cabeza 3 veces y lo mate, ¿no? Comienza a sonar (interpretada por una de las bandas de Rock que había por allí) la tradicional musiquilla que implica que el malo final está lista para darse de tortazos con Sonic. Dum Dam Dum Dam Dum Dam Tinonaniiiiiiiii....


Nuestro azulado erizo comienza a rockear como sólo él sabe hacerlo: hipervelocidad, supersaltos, caer con los pinchos encima del enemigo (para algo tenían que valer, ¿no?) Y no resulta fácil, cuidado ahí. Que el puto Sonic lleva ya más de 40 kilómetros en las suelas y va echando los higadillos con cada jadeo. Pero al final... ¡triunfan los buenos! A lo largo de 2 kilómetros Sonic golpea con sus púas una y otra vez la ridícula nave mientras el científico loco lo destruye todo (menos lo que intenta destruir, claro) con su bola colgante.

¡Fuego! ¡Explosiones! ¡Un artefacto diabólico pilotado por un tipo con forma de huevo que cae! ¡Un Equidna rojo y trompudito que ha aparecido de quién sabe dónde y asegura que ha sido el quién asestó el golpe fatal! ¡Un zorro bicolar que dice que no, que fue él con su lanzamisiles a lo Macgyver  quien derribó al malo! ¡Sonic salta sobre la jaula de conejitos atrapados, que escapan sin dar las gracias! Malditos conejos, como los odio. Ale, ya no os salva más. Por ingratos. 



Más: Anteriormente en Lafabulosagallinadegoma, Novia, Maratón y Rock & Roll

sábado, 11 de abril de 2015

Tengo una arcade. Joder, si esto no es un notición que subir a mi blog, no creo que nada lo sea en este mundo. Qué digo mundo... ¡En este universo! También tengo un siamés al que le cuelga la tripa como podéis apreciar, pero eso no es una novedad.

Vale, sí. Que nadie me juzgue. Me he comprado una maquinita para jugar a videojuegos viejos o retrogames, que es como los llaman ahora los postmodernos. No hay videojuegos comentados por Paulo Coelho, lo siento Tarambana. Y como sé que estas cosas generan un tipo de expectación muy concreto, voy a ir directamente al grano: me ha costado 400 eurazos.

¿Merece la pena gastarse ese dinero en una máquina para jugar (entre otras grandes joyas) al Súper Pang y al Metal Slug? Pues veréis, lo que tengo claro es que no me arrepiento ni un poquito, y puedo aseguraros que ha sido una compra que he estado planteándome durante más de un año. Seguramente nadie pensaría que es una cantidad de dinero descomunal si fuera la Play Station 4, ¿verdad?

Por si a alguien le interesa saberlo, se la he comprado a la gente de Creative Games, que han sido muy profesionales y pacientes con los más de 30 e-mails que les envié con preguntas y manías mías antes de estar seguro de querer encargarles la maquinita. Si estáis interesados en haceros con una máquina como la mía os recomiendo que les mandéis un correo, no dudarán en informaros de todo. El modelo que he elegido es un Bartop (igual que una arcade, pero sin el pie) pero también las fabrican iguales que las que los nostálgicos recordaréis de los bares. Y el diseño es totalmente personalizable, yo he elegido este de Bola de Dragón, pero tienen un montonazo de vinilos diferentes para escoger.

¿Qué juegos trae? Pues básicamente, todos los que en algún momento hayan podido ser jugados en una máquina en un bar por 25 pesetas, todos los de Nintendo, Super Nintendo y Nintendo64, y todos los de Master System y Mega Drive. En serio, no me voy a cansar jamás. Y si me compré un Bartop en vez de un arcade grandote fue para ponerlo en este mueble que me he diseñado yo mismo, consiguiendo una videoconsola de la misma altura pero con huecos para mis cómics y mis libros.

Estoy bastante orgulloso del mueble, por cierto. Es una mezcla de 3 innombrables diferentes de nosequé popular tienda de muebles combinados con mucho ingenio y una taladradora. Precio total del mueble, por si alguien está echando cuentas unos 70 eurillos y unas 4 horas invertidas en montaje y customización.

Conclusión: mi gato Mello está gordo y tengo una arcade nuevecita para mi solo a la que viciarme mientras escucho mi disco nuevo de Mamá Ladilla. Un poco hedonista sí que soy, ¿no?

Más: Anteriormente en Lafabulosagallinadegoma, Yo soy gamer



martes, 23 de diciembre de 2014


Aquí les dejo, señores y señoras, mi primer asalto al ring de los efectos especiales. Mi camino, desde cavernícola obsoleto a montador de vídeo para J.J.Abrams, está aún prácticamente por recorrer enterito pero como dicen por ahí, Roma no se construyó en un día. Lo menos debieron necesitar dos, digo yo.

Y bueno, por aquello de ayudar a los motores de búsqueda a que esta pobre chica pueda localizarse, voy a decir que se trata de un fenomenal cosplay de Lulu, personaje del video juego Final Fantasy X, durante la edición de Expocómic de este 2014. Lulu es una maga negra que lanza bolas de fuego, por si no os ha quedad claro, listillos. (Del mismo día y edición de Expocómic que elvídeo de Sergio Bleda, para más señas)

Y bueno, por aquello de que igual no publico hasta el año que viene (o igual si, nunca se sabe)... ¡felices fiestas a todo el mundo! ¡A recibir regalos! ¡A engordar comiendo caviar!

miércoles, 3 de diciembre de 2014


Este fin de semana me apunté a mi segunda Survival Zombie, esta vez en el madrileño pueblo de Quijorna. Para los que no tengaís claro que es una Survival Zombie, es una especie de gymkana en la que además de superar pruebas, tendreís que evitar que os atrape un zombie. Y si os atrapa, pues pasaís a formar parte de la horda de muertos vivientes. Si haceís click en el link hay una explicación mejor.

En esta ocasión me devoró un entusiasta zombie con rastas, y me pareció que el proceso de pasar de vivo a "walking dead" no tenía desperdicio, así que lo grabé y edité para vuestro uso y disfrute. En realidad para el mío, pero ya sabeís lo que pasa con estas frases hechas.

¿Verdad que estoy precioso?

sábado, 27 de septiembre de 2014

Bueno, tengo muchas cosas pendientes por escribir aquí. Algunas incluso las tengo en papel por esas ideas geniales que te vienen de cuando en cuando y que, si no las apuntas en un papel en ese momento, no vuelves a recordarlas jamás.

Pero centrémonos en el aquí y ahora. Finde pasado. Japan Weekend. Mi cámara y yo. Y mi afición por montar vídeo. ¡Espero que os guste!


sábado, 5 de julio de 2014


Hace un par de semanas estuve en la (¿o se dice él? No lo tengo nada claro) Survival Zombie organizada en el toledano pueblo de Olías del Rey, y la experiencia allí resultó tan divertida como esperábamos.

¿Quées una Survival Zombie? Siendo breve, una combinación que mezcla zombies y juegos de nuestra infancia. Una especie de yincana con más 50 pruebas que tienes que buscar y resolver tu mismo y que conforman una historia para poder “pasarte” el juego, combinado con un pilla-pilla en el que los atrapados son maquillados (realmente bien maquillados) como zombies y se dedican a intentar hacer la vida imposible a los supervivientes el resto de la noche. Yo tampoco sabía lo que era hasta que fui, la verdad. 



Y no sólo fui, sino que además quedé entre los 22 (de más de 1000 participantes) que llegaron hasta el final del juego con la última prueba resuelta. En este tipo de eventos suele haber premio para los primeros, en este caso un paseo en helicóptero, sin embargo era sólo para los 11 que llegasen antes, entre los cuáles yo no me encontraba. 

Y como no podía ser de otra manera me llevé la cámara para hacer un pequeño vídeo que, la verdad, creo que ha quedado bastante chulo teniendo en cuenta la oscuridad, lo poco que grabé, y tal. ¿Qué os parece? 

 PD: Si os animáis a ir a una Survival zombie, sabed que es más divertido ir a hacer todas las pruebas aunque os pillen, que ir a ganar y sobrevivir a toda costa. Un consejo de veterano.

lunes, 30 de diciembre de 2013


Yo soy un gamer. Y no es cosa de ahora, ni de hace 6 años. Soy y he sido un gamer toda la vida. Recuerdo perfectamente cómo empezó mi afición por los videojuegos. Yo debía tener 6 años, 7 a lo sumo, y una prima mía tenía una de aquellas videoconsolas que solo permitían jugar al juego que tuvieran en la memoria, en aquel caso el Tetris. Por Dios, como quise una de esas maquinitas. La deseaba tan fuertemente como sólo los niños desean algo. Y, sin embargo, nunca tuve una.

Pedí para reyes durante un par de años una videoconsola, pues cualquiera me valía, hasta que mis padres me dieron el capricho. Una copia de la por aquellos tiempos típica Nintendo. Yo no sabía aún nada de la rivalidad entre la Nintendo y la MegaDrive, pero me importaba un rábano. Aquella pseudo-Nintendo era la mejor de todas. Tenía en la memoria cientos de juegos míticos como el “Circus”, el Super Mario, y el Battle Tank. Y a esos hay que sumarle algunos cartuchos nuevos (podías usar los de la Nintendo) que poco a poco fui adquiriendo: Los Cazafantasmas, Super Mario vs Donkey Kong… ¡qué maravilla!




Recuerdo largas tardes jugando con los amigos al Battle Tank o al Super Mario. El que perdía una vida le daba su mando a otro: era lo que conocíamos como un rey de la pista. Si eras muy bueno, jugabas más que los demás, pero de niños aquel sistema nos parecía óptimo. Pasaba los días deseando que llegara la hora de la videoconsola. Las cosas eran así, te dejaban jugar una hora si habías hecho los deberes y te habías portado bien; más tiempo no que te atrofia el cerebro. Entonces nos íbamos a casa de otro amigo cuyos padres no supieran que habíamos estado antes en mi casa, y jugábamos otra hora al ordenador o a lo que fuera. 

Y de pronto llegó la adolescencia y todo cambió.


La super Nintendo, que lujazo


La adolescencia trajo consigo un cambio en muchos de mis amigos. Supongo que vino de la mano de las mismas hormonas que te explicaban como ligar con una chica. Así que ambas cosas pasaron por delante de mí sin que yo me diera ni cuenta. No me interesaban las chicas en absoluto (según mi tío sólo las quería cerca para tirarlas piedras), y seguía deseando que llegara ese ratito en el que pudiera engancharme a la videoconsola. Ahora una maravillosa Super Nintendo ocupaba mis pensamientos. La obtuve como recompensa por no suspender ninguna asignatura a los 12 años, creo. Y poco me importaba a mí que me hubieran regalado una consola que estaba a punto de quedarse obsoleta con la salida de la Play Station al mercado, o con la ya disponible Dreamcast. Mi máquina era perfecta.

Jugué mucho al Sim City (¡¡juegazo, juegazo!!), al Super Mario World, al Dragon Ball SuperButoden (best DB game ever!!), y al Rey León. La diferencia era que ya no siempre tenía con quien compartir el segundo mando de mi videoconsola. Frases lacerantes como “los videojuegos son para los niños” o “yo no estoy con los amigos para ignorarles enganchándome a una máquina” servían para ridiculizarme cuando yo proponía delante de mis amigos ir a jugar un rato a la videoconsola.



Comenzó para mí una época oscura en la que incluso un listillo llegó a apodarme como “viciecus consolitis toeldiak”. Apodo que rápidamente pasó de moda por su longitud y dificultad, así como porque como lo decían púberes intentando imitar el latín sonaban tan imbéciles que pronto decidieron dejar de usarlo. Finalmente decidieron simplemente llamarme viciado. Tiene gracia pensar que concretamente el que me llamó viciado por primera vez empezase a fumar a los 13 años y ahora sea adicto a mojar cristal y disolver cocaína en ingentes cantidades de alcohol. Ironías de la vida, por lo visto era yo el de los vicios.

Era una época en la que empecé a esconder mi gusto por las videoconsolas y los cómics. No ya por ser más sociable, sino para evitar tener que lidiar con tonterías de niños idiotas. La cosa funcionaba así: pese a mi escaso interés yo conocía gente nueva, chicas nuevas. Y te preguntaban, “¿cuáles son tus hobbies?” Y en vez de decir “leer y jugar con la videoconsola”, si querías acercarte mínimamente a su falda como poco debías responder algo así como “me gusta salir, ir al cine con los amigos y hacer deporte”. De lo contrario te ridiculizaban llamándote ‘friky’. 

Para empeorar las cosas, en aquella época conocí el Final Fantasy VII y el Final Fantasy VIII. Por Dios, ¡qué maravillosas obras de arte! Con diferencia los dos juegos (para ordenador) a los que más horas he dedicado. Madre mía, que juegazos. A veces prefería salir más tarde que el resto para poder avanzar un poco más en mis emocionantes partidas. 

Así que me adapté a los tiempos: seguí jugando con un par de amigos fieles a las maquinitas, pero de puertas para afuera nunca reconocía mi afición. Incluso la negaba por lo bajini, si me preguntaban. “Juego a veces, pero sólo un rato cuando me aburro mucho”.  Y no es que me importase un bledo lo que fueran a pensar de mí, era simplemente por evitar discusiones con niños idiotas que ahora tenían 15 o 16 años. La sociedad, mis padres, y todo mi entorno en general me habían convencido de que por lo visto, mis gustos eran infantiles y tenía que ir olvidándome de ellos. 


El cambio comienza


Pasé toda mi adolescencia luchando porque mi secreto no viera la luz, y ahorrando para comprarme una Play Station que yo tenía muy claro ya nadie me iba a regalar. Y para cuando hube ahorrado lo suficiente, la Play estaba obsoleta y debí ahorrar aún más para comprarme una Play2. Creo que fueron 220 euros la play2 y el Final Fantasy X. Todo un logro para un chaval de 17 años con una paga de 10 euros semanales. 

Pero durante esa época, algo comenzó a cambiar. De pronto un día, alguien propuso un plan nuevo. “¿Y si vamos a jugar un par de horas al ciber?” “¿Un ciber? ¿Qué demonios es eso?” “Es un sitio que han abierto en el barrio, lleno de ordenadores con los juegos más modernos. Pagas un poco, y te dejan estar un par de horas jugando Online”. ¿Sería un sueño? ¡Alguien de mi grupo estaba proponiendo ir a jugar todos a videojuegos de manera que parecía algo moderno y molón! 

Y empezó entonces la época en la que más frustrado me he sentido en mi vida. Todos aquellos cabrones que me habían hecho ocultar mi afición a los videojuegos, de pronto tenían mucho más dinero que yo para gastar en los cibers. ¡Y como resultado eran mejores que yo al Counter Strike y sus personajes del Diabo II tenían más nivel! Cerdos. 

Total, que de una manera misteriosa, desde entonces los videojuegos se han vuelto algo popular y guay. O sea, que yo fui durante años el viciado, el friky, el rarito de los videojuegos del que había que inventarse estúpidas bromas, era el gamer. Y de pronto todo el mundo se gastaba dinerales que yo no podía permitirme en Playstation3 u otras potentes videoconsolas. Y después, la gente empezó a vestir camisetas de videojuegos antiguos como Sonic, a llevar detallitos como pegatinas de PS3, y fotos de gente que en su vida había jugado un videojuego, ahora inundaban internet en las más sugerentes poses que hacían pensar “me encantan los videojuegos, toda mi vida ha sido así”. 



Y yo tengo que soportarlo. Porque podréis pensar “¿Pues ahora estarás contento, no? Ahora está muy bien vista tu afición”. Pues no, y no me sale de las narices estarlo, falsos, ¡qué sois unos falsos! ¡Hipócritas! Yo, que he visto la evolución desde el Mario Bros (No Super Mario Bros, ojito al dato) hasta el Super Mario Kart 7, yo que tenía el Final Fantasy 7 para ordenador y para Play Station, yo que he atesorado horas con mis personajes preferidos, ahora no soy exclusivo. Ahora que llega mi momento de gloria, resulta que tengo que conformarme con ser un cualquiera. Una chica que no ha jugado más que a los juegos del Facebook y al Candy Crush se hace una foto en tanga con un mando de cualquier videoconsola y a ojos de todo el mundo es ya más gamer que yo. Un cani que no sabe que es el Doom o el Quake, ahora es el más experto en shooters. Un fulano es un héroe por pasarse el Príncipe de Persia, y ni siquiera sabe que ya hubo una versión de diskette para 386 hace la tira de años. A todos ellos yo les digo: ¡No os merecéis disfrutar de una afición que durante más de 10 años habéis criticado y tachado de nociva!



Ya tenéis vuestras discotecas, vuestras fiestas y vuestras historias, ¿por qué tenéis que venir a mi terreno a estropearlo todo ahora? Y os preguntaréis “¿Estropearlo?” ¡Pues sí! Desde que los juegos tienen el volumen de venta que tienen desde hace 5 años, desde que todo el mundo que no ha sabido lo que es un buen juego en toda su vida  ahora va y se cree un experto, los títulos que salen hoy en día no son ni la mitad de buenos de lo que tenía que ser un juego para triunfar en los 90. 

Antes un juego tenía que tener una historia fabulosa, unos personajes con los que conectaras, y una jugabilidad limitada por la tecnología del momento pero sorprendente. Unos gráficos que a veces no te permitían distinguir las cosas bien, pero que debían resultar atractivos. Y todo ello envuelto por una banda sonora que armonizara y se te metiera en la cabeza. Ahora mezclan una historia lamentable sin apenas argumento y una música nada trabajada con unos personajes toscos con los que no se puede empatizar, pero eso sí, con unos gráficos estupendos de última generación, y te sacan un juego que vende 5 millones de copias y que resulta ser una obra de arte. ¡Por la falta de criterio de los gamers de nueva generación yo tengo que jugar a juegos que aunque vendan miles de copias son una basura! ¡Por su torpeza las compañías han dejado de sacar obras de calidad para dedicarse a juegos vendibles a una masa ingente de personas que pagan 70 euros por un juego que se terminan en 6 horas! ¡Ya hace más de 10 años desde que sacaron el último Final Fantasy por el que mereció la pena obsesionarse!

 Y todo esto por no hablar de los micro pagos. Antes te comprabas un videojuego, que te costaba tus buenos ahorros, y tenías todo el videojuego. Algunas partes casi imposibles de desbloquear, vale, pero lo tenías todo enterito. Ahora te pasas el videojuego, y resulta que mediante cómodos micro pagos puedes adquirir niveles extra, aspectos diferentes para los protagonistas, etc. ¡Una maravilla esto de la evolución de los videojuegos, si señor!