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Mostrando las entradas etiquetadas como arte

Ciencia y poesía: "La verdad está allá afuera"

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Por Jorge Aulicino Originariamente escrita como una introducción al debate sobre la poesía "objetivista",  esta nota fue publicada por la revista Milpalabras c.2001.*  Era una introducción tan errática que el autor decidió quitar de ella lo referente a la poesía de los años 90 en la Argentina, que ocupaba el menor espacio, y dejar sólo en pie sus párrafos más digresivos, unidos por hilos invisibles que intentan demostrar la vecindad entre arte y ciencia. Aparatoso y errado, Goethe discutió con Newton sobre la luz en Esbozo de una teoría de los colores . La trayectoria del genio del romanticismo alemán, o del genio alemán del romanticismo, desembocó, como todo el mundo sabe, en un neoclasicismo. Sin embargo, este recorrido no era lineal ni dejaba atrás lo anterior en cada una de sus estaciones -una de las cuales estuvo marcada por  su nombramiento como ministro en la corte de Weimar-; la preocupación de Goethe por la ciencia era romántica y positivista al mismo tiempo (basta v

Los elementos del arte

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  Hablemos de decoración. Cuando alguien entra en una habitación no se pregunta por qué allí hay mesas y sillas, lámparas y sillones, y no se pregunta para qué sirven. Se preguntaría en cambio por qué en una habitación hay un oso polar. Si el oso está embalsamado, lo juzgaría como un detalle de decoración desproporcionado. Por lo demás, podría juzgar la habitación como cálida, fría, acogedora, desagradable, indiferente, chillona, señorial, discreta, desolada, alegre o amenazadora.. Todo esto depende siempre de sillas, sillones, cortinas, pisos, papel, pintura. Es decir, de una combinación de elementos básicos. Nadie espera que una habitación diga si es existencialista, comunista, liberal, católica, aunque seguramente podría decir algo al respecto. Sólo se le pide que proceda con sus elementos básicos materiales para lograr un efecto subjetivo; un efecto que juzgaremos en gran parte por la primera impresión. Aun cuando la habitación pudiera desplegarse en el tiempo, y no sólo en el espa

Microensayos: El arte y lo demás

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Las siguientes son columnas publicadas en la revista Ñ del diario Clarín, de Buenos Aires, entre 2003 y 2012 bajo el título general "Palabras cruzadas". El criterio con que fueron elegidas es que refieren al arte como tema central de discusión. / El arte de la verdad . El arte es virtual y sin embargo su efecto se mide por la verosimilitud, esto es, el parecido con la verdad. Si se pudiera abandonar por completo el dominio de la realidad, nuestras vidas serían seguramente virtuales, pero no necesariamente verdaderas. Tampoco, claro, serían estéticas. Matrix , la saga cinematográfica de los hermanos Wachovski, enseña que la inteligencia artificial no puede darnos sabiduría. Tampoco, entonces, arte. Esta simpleza es la culminación de un largo proceso.   El arte, todo arte, es platónico: los hombres están frente a una caverna; ven en las paredes de la caverna las sombras de figuras proyectadas por una hoguera. El fuego arde a sus espaldas y la verdad no puede percibirse más que

Arte antiguo y estructura

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Hace unos 30 años [escrito en 2006] sostenía la idea de "tributo-distancia" del arte ante la realidad. La sostenía pretenciosamente ante mí; por fortuna no tenía ante quien más. Era el modo en que reducía la enseñanza de mis maestros, por ejemplo Brecht. Esa teoría propia postulaba que el arte trabaja en aquello inefable con que la realidad logra impresionarnos. La tarea es hacer visible eso y de ninguna manera representar la realidad ni ajustarla a una forma. La teoría se fue modificando a instancias de otros descubrimientos en el orden privado. Es curioso el modo en que lecturas casuales, fragmentos, frases ocasionales, cambian o ayudan a progresar lo que pensamos, más que teorías enteras. Ahora que se suele evocar algo así como "los 30 años de la dictadura" [fallido de la conversación para referirse al aniversario del golpe de Estado de 1976], digo que hubo un mundo paralelo al del exterminio: aunque reconcentrado y tal vez ensimismado, altamente creativo;

No llores por mí, París

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El incendio de Notre Dame destruye, yo creo que para siempre, el sueño parisino que parecía eterno de una ciudad del siglo XX funcionando en una ciudad medieval. Una ciudad de todos los tiempos. Y en suma una ciudad indestructible. - Los romanos solo tienen la ruinas del Coliseo y del Foro, y no lloran por ello -. Durante mucho tiempo, a fuer de sincero, creí que ese ensueño parisino era cierto: en las mismas piedras se habían apoyado peregrinos del siglo XII, espadachines de los siglos XVI y XVII, cónsules, monjes, cortesanas, pintores, Hemingway y el Olivera de Cortázar, Sartre, Juliette Gréco, Charles Parker, y quién sabe quiénes y cuántos más en el pasado, en los próximos siglos y mientras durara el mundo. En las mismas piedras. Exactamente. Yo, que creí de verdad en eso, que me pellizqué cuando pisé por primera vez los adoquines de Montmartre al salir de la Gare du Nord, vi con el tiempo que París se me convertía en una caja de postales, mientras otras ciudades crecían en pe

Delegación sombría

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Tal vez nuestro mundo es el Infierno de otro planeta. Grimm , sexta temporada. Todos sabemos, aunque no lo queramos confesar, que el teatro se está convirtiendo en un género para adictos, como la ópera. Los esfuerzos de los cómicos por mantener viva la comedia en los teatros suelen dar frutos y atraen al público. El resto —es decir el teatro dramático, experimental o clásico— se van confinando en lo que universalmente se denomina underground. De todos modos, el público que va al teatro cómico, si bien más numeroso, hace de su concurrencia una especie de vuelta al pasado, un viaje anacrónico, que no solo deriva —al menos en Buenos Aires— en el antiguo ritual de comer pizza a medianoche, sino que requiere un entrenamiento arcaico para comprender las reglas del género teatral en general. Es inútil que los directores presenten un escenario despojado envuelto en sombra para sustraer la acción de cualquier paisaje de cartón pintado, telones y mobiliario repintado. Quiero decir: aun

Infierno y Paraíso de Florencia

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Es posible que Florencia haya sido el centro de la civilización occidental al menos en dos momentos, y seguramente en uno. Los vestigios del primero, en el que Dante Alighieri fue a la vez uno de los priores de la ciudad y su cabeza comenzaba a concebir el Infierno, no son escasos. La casa que fue de Alighieri, o al menos una parte de las paredes, hoy restauradas y convertidas en sostén de imágenes y textos que reproducen libros y blasones; una cama semejante a la suya en el ático, tal vez. El fabuloso Duomo -la catedral Santa María del Fiore- en mármol blanco, verde, rosa. A media cuadra de la casa de Dante, la iglesia en la que, se dice, tres acontecimientos fundamentales de su vida se produjeron: la primera o segunda vez en que vio a Beatriz Portinari; su casamiento con Gemma Donati; el entierro de Beatriz. Allí, una mendiga nos indica cuál era la tumba de Folco en la que presumiblemente están los restos de su hija Beatrice. Sobre esa tosca lápida una cesta pequeña recoge

El Gran Provocador

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En la Costa Brava , cerca de la frontera con Francia, el cielo y las rocas forman un concierto en el que uno es el fondo constante y las otras el cambiante pespunte de una melodía a veces sombría, por momentos extravagante, de a ratos protectora, casi siempre crispada. Úteros, son, en ciertos parajes, esas calas en las que el Mediterráneo se hace tan oscuro que su azul vira al plomo.  Hace un tiempo, en el pueblo de pescadores de Cadaqués, este cronista descubrió lo que ya sabía: ese cielo indiferente a las rocas, a su congelado malestar o a su áspera paz, es el de Dalí.  Aquel surrealista que a los 26 años  había establecido su hogar en Portlligat, a 15 minutos de caminata de Cadaqués, no será recordado por cielos artificiosos, convencionalmente oníricos, sino por el cielo de la costa catalana; el cielo clásico, sin sombra ni amenaza; el cielo renacentista, simple, preescolar. El resto del cuadro, en gran parte de la obra de Dalí, serían esas rocas dislocadas, escarpadas, y

Rembrandt, el oscuro

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Rembrandt Harmenszoon van Rijn fue un pintor entre dos mundos, en más de un sentido. Su pintura sostuvo ante la vista en un solo acto la textura del universo cotidiano y la luz y la sombra de un océano cósmico. Asimismo su vida fue minada por el escándalo y por el nuevo gusto burgués, academicista y pretencioso, que no pudo ni quiso aceptar. Su vida y su obra se mueven entre la claridad y las tinieblas. Pero más exactamente entre una fugacidad resplandeciente y la grandeza trascendente incluidas en su genio abarcador e intimista. Europa celebra en Rembrandt este año [2006] no se sabe bien qué. Al maestro del claroscuro, por un lado; al supuesto transgresor; al que hizo del lenguaje pictórico una forma de realidad-irrealidad que permitió la existencia de otros pintores europeos, Delacroix, Goya y Francis Bacon entre ellos (Rembrandt pintó un buey desollado antes de que Bacon pintara sus famosas reses abiertas; y con colores que le anteceden). Rembrandt fue natural y sobrenatural