Translate this blog

Mostrando entradas con la etiqueta pirineo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pirineo. Mostrar todas las entradas

lunes, 20 de julio de 2015

Antibarranquismo

No os engañéis con el título de esta nueva entrada de mis andanzas pirenaicas. No tengo nada en contra del barranquismo ni de quienes lo practican. Mientras no se le dañe, creo que cada uno debe disfrutar de la naturaleza como mejor le parezca. Lo que ocurre es que muchas veces mi manera de acercarme a ella se asemeja al barranquismo, pero en sentido contrario. Quiero decir que toca remontar ríos abruptos y espumosos, en ocasiones alternando casi escalada con la pesca. Puede ser agotador, pero creo que merece la pena. Juzgad por vosotros mismos.


La última vez que lo practiqué fue en mi tercera jornada pirenaica, al día siguiente de darme un festín de truchas picando a seca. Pero ese día no estaban por la labor. Alguna sí se dejaba engañar, pero nada que ver con la actividad que había vivido unas horas antes. Por eso se hacía necesario cambiar de táctica. Los que ya lleváis asomándoos a esta ventana algún tiempo sabéis que no suelo atar ninfas cuando busco engañar a pintonas, pero a grandes males grandes remedios. Decidí darle una oportunidad a un curioso sistema de indicador de picada que descubrí hace un tiempo y podéis ver en el vídeo que adjunto. Utilicé una versión casera de este invento que preparé hace un tiempo, como digo, forzado por la baja actividad de las truchas en superficie.


La verdad es que es fácil de usar, y cumple su función sobradamente. A la menor detención o hundimiento del pompón, clavada. Así fui consiguiendo tocar truchas con mayor frecuencia. Debo confesar que no es lo mismo que ver al pez tomando la mosca, pero en algunas ocasiones hay que dejar las ortodoxias a un lado y ponerse pragmático.



Como curiosidad simplemente añadir que alguna trucha se vio atraída por el indicador en vez de por la mosca. ¡Nunca se sabe cómo acertar con el menú de las pintonas!

lunes, 13 de julio de 2015

Perlas

La segunda jornada de mi escapada pirenaica de la semana pasada transcurrió en un tramo fluvial de alta montaña, pero a bastante menor altitud. Con gran cantidad de capturas, fue una de esas jornadas que quedan en el recuerdo durante mucho tiempo.


Nada más llegar, y a la vista de los tricópteros que revoloteaban por todos los lados, fue una imitación de estos insectos confeccionada en pelo de ciervo lo que decidí atar al bajo. La primera captura no se hizo esperar. Ni la segunda. Ni la tercera. Desde luego aquello prometía desde el primer momento.


Me fijé en las numerosas exuvias de grades plecópteros que todavía permanecían fijas en las piedras. Estos insectos viven en el agua durante las primeras fases de su desarrollo, para después salir escalando alguna roca donde tendrá lugar la última transformación: del caparazón de ninfa acuática surge un adulto alado, que deja atrás esa vieja prenda, la exuvia. Es por ello que a los plecópteros se los conoce también como "moscas de la piedra".


Lo que ocurre es que con tanto tiempo que ha pasado desde la últimas lluvias, esas exuvias podían ser de hace bastantes días. Por eso continué con el tricóptero atado al final del bajo, que seguía dando muy buen resultado. Pero pronto comprobé que algunos de esos restos eran más que recientes, y es que me encontré con un adulto alado aterrizando en la orilla. Por el tamaño y coloración apostaría a que se trataba de una Perla bipunctata.



Decidí atar una gran imitación de pérlido construida en foam, y pronto tuve las primeras picadas. El problema es que o la mosca era muy grande o la boca de las truchas muy pequeña, puesto que no acertaban a tomarla del todo y no pude clavar ninguna (era un montaje en cuerpo extendido). Por ello cambié a una imitación de plecóptero con tamaño más comedido y la primera captura no tardó en producirse.


Esa imitación siguió siendo productiva un par de horas, pero después parecía que las truchas hubieran desaparecido, pues no recibía ninguna respuesta. Menos mal que ahí estaban los tricópteros todavía revoloteando por doquier, animándome a probar de nuevo con imitaciones con "tejadillo". Las capturas siguieron sucediéndose hasta prácticamente el sereno. Pero justo tras ocultarse el sol tras las cimas de las montañas se levantó un viento que hacía muy molesto el pescar con tan poca visibilidad. Por ello, y estando como estaba más que satisfecho con el resultado de la jornada, decidí poner punto y final a la pesca por aquel día.

viernes, 10 de julio de 2015

Fontinalis

Estos días pasados me escapé al Pirineo para tener unas jornadas intensivas de pesca, que os relataré en ésta y sucesivas entradas. No podría haber elegido mejores días para subir, ya que en Zaragoza se han alcanzado valores de auténtico récord de temperatura. Allí arriba también hacía mucho calor, más de lo normal, pero metido en aguas heladas con los transpirables todo es más llevadero.


Nada más llegar, el lunes por la tarde, mi objetivo eran aguas verdaderamente heladas. Visité un río cuyas aguas acaban prácticamente de nacer, y es que mientras pescas ves el helero del que surgen. Su transparencia es casi increíble, permitiendo reconocer perfectamente su lecho de guijarros graníticos.


La composición del fondo lo convierte en un mosaico casi ajedrezado, son los blancos y los negros los colores que predominan. La librea de estos peces es ideal para camuflarse en este escenario, como podéis comprobar en la fotografía de la primera captura. Por eso la pesca a pez visto era casi un imposible, y tocaba hacerlo "al agua". Para ello confié en un saltamontes hecho en foam: vistoso y muy flotante; a estas altitudes hay que pescar sin complejos, y en un río rodeado de pradera no es tan descabellado.



Los salvelinos me dieron un rato de lo más entretenido. Es increíble la picada tan franca que tienen ¡vaya voracidad! Y qué decir de la pelea, trufada de saltos y acrobacias intentando escapar. Es más, unos cuantos consiguieron destrabarse del anzuelo en los primeros instantes gracias a esa estrategia. Son unos peces muy deportivos, la lástima es que no deberían estar allí puesto que son una especie exótica que puede desplazar a la fauna autóctona. No sé quién los introduciría allí, y vete tú a saber con qué interés. Pero bueno, ya que el daño está hecho, lo que toca es disfrutar de su presencia de la mejor manera posible.

 
Además el marco es incomparable. Generalmente (sobre todo en agosto) está abarrotado, parece Times Square en nochevieja. Pero al visitarlo en julio y a última hora de la tarde me permitió disfrutarlo en total tranquilidad.

jueves, 28 de agosto de 2014

Duncan Dhu

Como sabréis todos los que llevéis un tiempo leyendo mi blog, una cita ineludible durante mis vacaciones en el Pirineo es la visita, caña en mano, a alguno de los ibones que salpican la cordillera. Y por supuesto estas pasadas vacaciones no iban a ser diferentes en este sentido.

El ascenso, como de costumbre, empezó antes de que el sol asomara entre las cumbres. Resultó ser un poco más exigente físicamente de lo que me esperaba, pero lo más duro fue reprimir la tentación de montar la caña y probar suerte en algunas de las pequeñas pozas que forman el arroyo de desagüe del ibón. Las truchas que seguramente pueblan esas aguas tendrán que esperar a otra ocasión...


El esfuerzo bien merecía la pena, no solo por la jornada de pesca que se prometía en el destino, sino también porque permitía disfrutar de estampas realmente preciosas en plena naturaleza. En particular no pude evitar rendirme a esta ladera cuajada de lirios (Iris latifolia) Esa flor tan característica del Pirineo que, seguramente porque le recordaba nuestros ascensos a los ibones, tanto gustaba a mi padre.


Durante toda la subida el silencio se veía roto por la melodía que infinidad de ovejas, con sus esquilos, interpretaban sin parar. Mi temor a que aquel rebaño se dirigiese, como nosotros, al ibón iba en aumento conforme ganábamos altura y pude comprobar que efectivamente ése era el rumbo que llevaban. No tengo nada en contra de las ovejas, pero dado que las orillas son clave en la pesca de los ibones, no me seducía nada la idea de encontrarme a cientos de ellas haciendo del ibón su abrevadero. Por eso quizá mi mente se puso creativa y adaptó una popular canción que todos conoceréis colocando a las ovejas en el lugar de las gaviotas.


Pero no iban al lago, como tanto me temía. Justo antes de llegar pude comprobar que nuestros caminos simplemente se cruzaban y ellas pasaban de largo buscando pastos, algo que no encontrarían alrededor del ibón. Al contrario, únicamente un caos de bloques de granito enmarca sus cristalinas aguas. Tan claras eran éstas que la multitud de truchas que pude observar patrullando cerca de la orilla mientras preparaba el equipo más parecían flotar en el aire que estar nadando.


Con la actividad en superficie que mostraban las pintonas se prometía una buena jornada. La primera captura no se hizo esperar, y a esta siguieron pronto otras. Las truchas se mostraban confiadas y subían con avidez a por mi imitación. Sin embargo todo cambió cuando un grupo de jóvenes excursionistas llegaron, poco tiempo después que nosostros al ibón. Anunciaron su llegada con infinidad de gritos y, una vez establecidos en la orilla, se distrajeron mediante el lanzamiento de rocas al agua, creando más estruendo. No contentos con esto decidieron aprovechar la pendiente de uno de los neveros que aún se conservaban en la orilla para utilizarlo como tobogán en el que lanzarse al agua. Supongo que el contacto de la nieve con el bañador y la posterior entrada brusca en las frías aguas no son muy agradables, porque los alaridos se incrementaron con el nuevo entretenimiento. Aquel escándalo no detuvo la actividad de las truchas, pero si que condicionó que estuvieran más alerta y mucho más precavidas a la hora de subir a las moscas, por lo que los rechaces se multiplicaron con la consiguiente reducción en capturas.


Es una verdadera lástima que los monitores que acompañaban a los chavales no aprovecharan el marco que ofrecen estos magníficos rincones del Pirineo para concienciarlos en el respeto a los demás. No sólo porque afectaran  mi pesca, sino porque no creo que el resto de visitantes del ibón que fueron llegando a lo largo de la mañana llevasen en mente ascender por la montaña durante más de dos horas para "disfrutar" de la mala educación de unos adolescentes. Ya de paso podrían haberles dicho que guardando un poco las formas no se evita únicamente molestar a otras personas, sino que los pobres sarrios que huían despavoridos provocando avalanchas de rocas también desean vivir en paz. Sinceramente espero que aquel grupo no hiciera muchas más excursiones este verano. Puestos a elegir, ojalá fueran las ovejas las que hubieran venido al ibón.

PD: Esta entrada hace el número 100 de la historia de este blog. Muchas gracias a todos los que lo visitáis, y sobre todo a los que aportáis vuestros comentarios enriqueciendo su contenido. Sin vosotros esto no habría llegado hasta aquí. Y seguimos...

sábado, 23 de agosto de 2014

Eterna juventud

Ya de vuelta de las vacaciones toca organizar los recuerdos y, cómo no, compartir algunos de ellos. Empiezo con mi regreso al tramo de río que me vio nacer y crecer como mosquero, al que no había vuelto desde hacía varios años. En aquella época, sin carnet de conducir, me solía desplazar hasta allí en bicicleta, con todos los bártulos (incluído vadeador) a la espalda dentro de una mochila. En este reencuentro quizá haya cambios en los medios de locomoción y en la equipación de pesca, también algo más de experiencia en el pescador, pero lo que no ha variado ni un ápice es la ilusión con la que afrontar una nueva jornada de pesca.

 

Encontré un río vivaracho, saltarín, a pesar de que una presa le corta el riego. No solo el agua parecía sana, sino también el río en sí. Ya no estaban allí los fondos colmatados de mis recuerdos, sino que gravas y arenas sueltas es lo que ahora forma el lecho. Sin embargo mucho me temo que este cambio no se debe a una mejora en el régimen de caudales de salida de la presa, sino a que la riada que el año pasado vivió el Ésera tuvo un efecto muy positivo en este tramo.


A pesar de haber pasado únicamente poco más de un año desde ese evento, la respuesta de la población trucherase hace notar. Infinidad de pequeñas truchas subían al encuentro de mi mosca aunque seguramente su pequeño tamaño provocaba que ni siquiera les cupiera en la boca y la mayoría de las subidas acababan en simulacro. Sin duda las supervivientes a la riada supieron aprovechar los fondos limpios durante la última freza y el resultado es esa explosión demográfica de pequeñinas.


Y supervivientes quedan en el tramo unas cuantas. Eso sí, conseguir clavar una de estas truchas salvajes no garantiza su captura. Saben perfectamente cuáles son sus armas y cómo utilizarlas. Saltos y piruetas, que combinan con escaramuzas bajo las rocas, les permiten en la mayoría de los casos recuperar la libertad sin haber tenido contacto con el pescador.


Espero volver a encontrarlas allí el año que viene, y que el río conserve entonces la alegría y vida que tiene este año. Ojalá se mantenga así, eternamente joven, para poder seguir reencontrándome con mi juventud con cada visita.

viernes, 25 de julio de 2014

Reconciliación

La pasada semana pude escaparme de los calores estivales y refugiarme temporalmente en mi rincón favorito del Pirineo. Por supuesto, estando allí, tentar a las pintonas no era una opción, si no una obligación. A estas alturas ya me iréis conociendo y sabréis que si hay una modalidad de pesca de trucha que me encanta, ésta es la de hacerlo en los ibones. Pero esta vez el plan era otro, ya que la excusa para subir no era otra que mi primo pescador estaba por allá arriba pasando unos días de vacaciones con la familia. Esto, junto con sus preferencias a la hora de pescar, obligaba a un cambio en la rutina piscatoria. La principal limitación fue la de tener que volver pronto a casa para poder atender a la familia, por lo que el río, que por lo general requiere un menor desplazamiento de aproximación, se convirtió en el destino elegido.

El primer no tuvimos demasiada suerte. Nos acercamos a un tramo libre de captura y suelta del cual tenía buenas referencias en cuanto a tamaño y cantidad de truchas, pero nos encontramos con un caudal bastante alto para estas alturas de año (es un tramo regulado), lo que dificultaba el desplazamiento por el río. Cada uno probamos fortuna con nuestra modalidad preferida: a seca (y emergentes) yo y a "ninfa perdigonera" él. Al final sólo él tocó escama pero, aunque de tamaño decente, fue una única trucha la que conseguimos ver. Esa misma mañana nos acercamos a otro tramo libre (normal) que hacía años que no visitaba pero del que tenía buen recuerdo. El caudal era ideal, pero ninguno tuvimos picada, ni vimos ninguna cebada a pesar de que se estaba desarrollando una eclosión bestial. Y lo peor: no vimos moverse ni una sóla trucha en nuestro transitar por el tramo. Se diría que ahí el río está totalmente muerto, y no es de extrañar dada la altura de temporada en la que estamos y que allí los aficionados a la captura y sartén pueden hacer de las suyas. Lástima que este tramo ya no sea ni la sombra de lo que no hace tantos años fue...

Así las cosas decidimos que al día siguiente cambiaríamos de destino. Elegimos un coto de captura y suelta, confiando que con esta regulación encontraríamos más pesca. Y así fue. Ambos disfrutamos de una mañana genial, con multitud de capturas de bravas truchas de alta montaña. Esto es, no demasiado grandes, pero con una pelea espectacular para su modesto tamaño. Todavía más numerosas fueron las picadas, aunque muchas de ellas falladas. Pero como comprenderéis, la mañana fue muy animada y supuso mi reconciliación con la pesca en río, y una vuelta a mis orígenes mosqueros pues fue en ese entorno donde di mis primeros pasos en la modalidad.


Pero como dice el dicho, la cabra siempre tira al monte, y a mí me picaba mucho el estar rodeado de ibones y no pescarlos, más aún no habiendo visitado las aguas de ninguno en lo que va de temporada. Como ya me lo imaginaba de antemano había planeado cambiar de atuendo a la vuelta de mi primo a casa, pantalón y "chirucas" por vadeador y botas de clavos (que pasaron a cargar de peso mi espalda), y emprender la subida al ibón más cercano y asequible. Así, emprendía el ascenso tras un merecido descanso y un breve tentempié en un prado junto al punto donde había sacado la última trucha de río.


La subida, pese a la paliza de acarrear con todo el equipo a mis hombros, bien mereció la pena. Aunque dada la hora de mi llegada encontré las orillas del ibón "abarrotadas" de gente, el ligero viento que había ido levantándose a lo largo de la mañana hacía que las truchas estuvieran muy activas en superficie cerca de la orilla, pendientes del alimento que caía en sus proximidades. Entre este alimento estaban por supuesto mis imitaciones, por lo que tuve un final de jornada maravilloso, con truchas de buen porte que me dieron una maravillosa pelea.


En resumen: fue una jornada de lo más completa en la que combiné río e ibón, pescando en ambos escenarios. A parte de la pesca, me quedo con el chavalín de unos 3 años que adelanté a la subida al ibón. Pese a su corta edad ascendía por sus propios medios, acompañado por sus padres y su hermanito pequeño que no era más que un bebé. Y es que, además de alegrarse y armar un gran jaleo cuando se percató de la pelea con la última trucha que pesqué, a la hora de mi despedida del ibón desarrolló toda su curiosidad sobre la pesca acribillándome a preguntas, ¡si es que estos peques son auténticas esponjas y están totalmente abiertos a la información que les llega del mundo que nos rodea!

miércoles, 30 de abril de 2014

Colaboración en clic & fish

Hola a todos,

Últimamente ando un poco liado y no puedo acercarme al blog todo lo a menudo que yo quisiera. Pero no hace demasiado conseguí sacar algo de tiempo para escribir un breve artículo sobre la pesca a mosca seca en los ibones que hoy ha sido publicado por los compañeros de CLIC & FISH. Podéis leerlo pinchando aquí.

 

Es ya mi segunda colaboración con ellos, después de que publicaran mi entrada en la que compartí mi último montaje de avispa para los barbos (aqui el original, aquí su publicación).

Espero que os guste y que leáis más colaboraciones como estas en el futuro. Un saludo a todos

viernes, 20 de diciembre de 2013

Ensayo sobre la ceguera

No, con este título no quiero ponerme a la altura del gran escritor portugués que fue José Saramago. Simplemente quiero exponer un ejemplo de la ceguera que muestra, quizá en demasiadas ocasiones, la administración cuando de proteger el medio natural (y los ríos en particular) se trata y que va mucho más allá de la "hidromiopía" de la que hablaba hace un tiempo el amigo Ferrán.


Ayer estuve en la mesa-debate organizada por el Consejo de Protección de la Naturaleza de Aragón sobre las actuaciones en cauces y sus repercusiones. Mi valoración general es positiva, pues aunque no se llegara a ninguna conclusión global (las posturas de inicio eran demasiado alejadas) sí hubo algún acercamiento y además soy de los que piensan que de vez en cuando hay que escuchar a quien opina "lo contrario" que tú.

La gestión de las inundaciones del tramo medio del río Ebro (dragados, motas, etc) capitalizó gran parte del debate. Bastante más de lo que me habría gustado, sobre todo teniendo en cuenta las atrocidades que se han hecho últimamente en las cabeceras de algunos ríos pirenaicos. Pero estábamos en Zaragoza, y siendo uno de los ponentes el alcalde de un pueblo ribereño de esta zona (Novillas), se comprende este protagonismo. Se recurrió hasta la saciedad a la protección del "pan" de los agricultores de esta zona como justificación de las intervenciones. Y hubo unanimidad en cuanto a la necesidad de proteger los núcleos urbanos. Pero no se habló de las obras injustificables (al menos con estos argumentos) en cabecera.


Por eso aproveché en cuanto tuve la ocasión para llamar la atención de los ponentes sobre una fotografía que Alfredo Ollero (profesor de la UZ y presidente del CIREF) había mostrado en su presentación. Era una foto similar a la que veis encima de estas líneas. Como ella, es de Dani Mora y refleja cómo han dejado el Ésera en los Llanos del Hospital de Benasque (podéis ver más en su blog METEOBENÁS, que es altamente recomendable). Por un lado pregunté a Lorenzo Polanco (jefe del área de gestión medioambiental de la CHE) a quién o a qué protegía esa intervención DENTRO DE UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO (el Parque Natural Posets-Maladeta, que hace no mucho querían convertir en Parque Nacional). Por otro lado, pregunté a Oscar Fayanás (del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental, Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente) qué opinaba el INAGA sobre que entren excavadoras a destrozar un río, de nuevo, DENTRO DE UN ESPACIO NATURAL PROTEGIDO.

La pregunta fue un alivio para el Sr. Polanco, ya que según indicó, esa intervención en concreto no es obra de la CHE, parece ser que la hicieron "los de carreteras". Pero lo que me dejó de piedra fue la respuesta del representante del INAGA. Ni corto ni perezoso indicó que era la primera noticia que tenía sobre la actuación. La mala gestión del tiempo que hizo el moderador del acto, que dio paso a las preguntas del público 3 minutos antes del cierre del lugar de celebración, impidió que ahondase en el tema. Además tenía prisa y no pude quedarme a comentar esto en petit comité, pero aprovecho este altavoz que es internet para lanzarlas al viento. ¿No hay un guarda en el parque que informara de esa atrocidad? ¿Han realizado la intervención sin autorización? ¿Actuará ahora de oficio la administración para depurar responsabilidades o tendrá que ir un particular o asociación externos a denunciar para que hagan su trabajo? ¿Se castigará a los responsables? Y la más importante ¿se restaurará el entorno destruido?

lunes, 9 de diciembre de 2013

Ésera ¿vivo?

Este puente he tenido la suerte de poder escaparme a mi refugio en los Pirineos. No practico el esquí, pero sí lo hice y por eso, aunque ahora no me llame como lo solía hacer, comprendo por qué otros lo hacen. Ha sido más bien una escapada para disfrutar de la tranquilidad, de ese placer que otorga el disfrutar de la frágil calidez del sol invernal mientras se observan las cumbres nevadas.


Como he comentado alguna que otra vez siempre necesito asomarme al río si lo tengo cerca. Incluso fuera de temporada, sin caña en la mano, adoro observar el agua fluir, ver los reflejos que ésta nos regala e intentar adivinar a sus habitantes. Este último punto cobra especial relevancia en esta época, pues no es descabellado esperar encontrar a las pintonas afanadas en perpetuar su especie. Y esta vez he tenido la suerte de disfrutar ese espectáculo.


Quiero pedir disculpas por la calidad de las imágenes. Cuando caí en la cuenta de las fechas en las que estamos ya estaba allá en Benasque y había olvidado coger la cámara de fotos, así que he tenido que tomarlas con el móvil. Y eso se nota. Pero el grueso de mis lectores sois pescadores, supongo que tendréis el ojo más o menos entrenado y si encima os doy pistas no tendréis demasiadas dificultades en "adivinar" a nuestras amigas. En el centro de la fotografía superior, a la izquierda y ligeramente abajo de la roca blanca de la orilla, se aprecia una sombra alargada, vertical. Espero que me creáis cuando os digo que eran dos truchas puestas frezando. La segunda foto servirá para convencer a algún incrédulo. La sombra vertical se ha reducido y ha aparecido una casi horizontal a su izquierda. Pues bien, la que quedó en su sitio era la hembra preparando el nido, mientras que la horizontal era el macho en una de sus cortas ausencias del nido para espantar a otros machos rivales.

Ciertamente esto es un espectáculo digno de ver por cualquier persona, sea pescador o no. Por ejemplo yo iba acompañado de Laura y según me dice le encantó poder ser testigo del mismo. Además, no sólo pudimos ver a esta pareja, eran numerosas las descubrimos desde nuestro observatorio. Ni que decir tiene que la actividad entre la freza propiamente dicha y las escaramuzas entre machos era incesante. Da gusto ver al río así de vivo y trabajando por su futuro.


Por eso la rabia es mayor cuando uno ve, con un simple giro de cuello, una excavadora aparcada en la misma orilla del cauce. Visto en qué han convertido al mismo río a escasos kilómetros de allí uno teme lo peor para el futuro de esas truchas que ahora frezan y de los huevos que tanto esfuerzo les ha costado poner. Y el destrozo morfológico no es la peor agresión que sufre este río. Es una lástima que todavía no se pueda transmitir el olor por internet, porque no tengo palabras para describir el hedor que las aguas exhalan en el punto desde el que tomé esta última fotografía.



No hay que ser demasiado observador para encontrar el origen de ese olor y del color del agua allí. Unos metros aguas abajo de la Villa de Benasque el Ésera recibe un importante aporte de aguas fecales. Luego a muchos políticos se les llenará la boca con el término "desarrollo sostenible", pero aquí la sostenibilidad se la han olvidado.

El esquí supone una gran oportunidad de desarrollo para las zonas de montaña, pero hay mucho trabajo por hacer para que este desarrollo sea realmente sostenible. Las pistas de esquí son grandes superficies con escasa vegetación que frene la erosión, con lo que el aporte de sedimentos a los ríos es mayor. Para asegurar la disponibilidad de agua para innivar con cañones se hace necesaria la construcción de pequeños embalses que no ayudan demasiado a los cursos fluviales. Tampoco lo hace la contaminación por sal que se lleva a cabo para garantizar el acceso de los esquiadores a las estaciones. Esquiadores que multiplican la población de los nucleos urbanos colapsando, en el caso de que existan, las depuradoras. Muchos de ellos compran una segunda vivienda en los valles, contribuyendo a la presión urbanística hacia la llanura de inundación, que lleva a que los cauces se vean reducidos a canales constreñidos entre muros para proteger estas edificaciones del río. Muros otras labores de contención extremadamente caras y que los testarudos ríos se han encargado una y mil veces en demostrar inútiles.

Deseo que la gente siga disfrutando de la nieve, y que este disfrute redunde en un progreso económico para los habitantes de las montañas, pero creo que es necesario que esta actividad se lleve acabo de una manera mucho más responsable, reduciendo al máximo los impactos generados y aplicando las medidas correctoras necesarias. Sólo así podremos seguir disfrutando de todo lo que la naturaleza nos da. Incluidos unos ríos vivos.

jueves, 31 de octubre de 2013

Por ellas...

... por las truchas que viven en los ibones de Sen, de Bagüeña, Grande de Batisielles y el Embalse de Llauset. Esas a las que pretenden poner en la picota permitiendo cesando el régimen de captura y suelta en las aguas en las que viven, a pesar de estar dentro de un Parque Natural.



Después del puñetazo en la mesa propio de la primera reacción al recibir estas noticias (me refiero a esta entrada mía del otro día), y alentado por vuestros comentarios en este blog, me he decidido a lanzar una recogida de firmas para pedirle al Sr. Consejero de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente de Aragón que no permita este cambio. Porque el mejor sitio donde pueden estar esas truchas es en esos ibones.

Si pensáis igual que yo y queréis poner vuestro grano de arena para intentar concienciar el consejero y salvar esas truchas, podéis firmar AQUÍ

Mi agradecimiento de antemano, seguro que las truchas os lo agradecerán también. Un saludo

martes, 29 de octubre de 2013

Sombras

Cuando Alfonso me lo dijo no lo podía creer. ¿Cómo iban a permitir matar truchas en las aguas de unos ibones incluidos en un Parque Natural? Con más razón teniendo en cuenta que se pretendía cambiar la figura de protección a la de Parque Nacional. Al final me lo creí, más que nada por venir tan malas noticias de quien venían. Eso sí, aún quedaba la esperanza de que alguien pusiera un poco de cordura y el Departamento de Agricultura, Ganadería y Medioambiente desestimaría la propuesta de la Federación Aragonesa de Pesca y Casting. Pero no, se ve que no fue así.


Hoy se ha publicado el borrador del Plan General de Pesca de Aragón para el año 2014 y lo deja bien claro. El artículo 6 establece medida mínima (25 cm) para las truchas pescadas en los ibones de Sen, Bagüeña, Grande de Batisielles y embalse de Llauset. Hasta este año, y desde hace varios, venían siendo de captura y suelta. El de Bagüeña además, hasta hace 2012, vanía siendo vedado a causa de las atrocidades cometidas por ciertos furtivos del lugar. Ahora son esos furtivos, a través de su sociedad de pescadores y ésta a través de la Federación, los que han decidido, con el beneplácito del Gobierno de Aragón, que se puedan matar truchas en estos lugares. Un gran paso atrás que hace cernirse una alargada sombra sobre estos preciosos rincones del Pirineo y sobre sus truchas.


Pero no es el único paso atrás. El el plan general del 2012 ya se dio un paso atrás en lo que a la conservación del barbo se refiere. Y es que mientras en 2011 se declaró la obligatoriedad de devolver con vida todos los ejemplares de barbo de Graells y de barbo culiroyo, en 2012 y de nuevo a propuesta de la federación, se pasó a permitir el sacrificio de 3 ejemplares de barbo de Graells por pescador y día en determinados tramos de la provincia de Huesca en los que se supone que convive con la trucha. Como supondréis ésto no cambió para este año ni parece que vaya a cambiar para el que viene. Será porque piensan que la mayor agresión hacia las truchas las cometen los barbos. En fin, como decía mi abuela, vivir para ver.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Tricóptero de secano

¡Qué lejos parecen ya las vacaciones!, y eso que hace menos de una semana que acabaron. Por lo menos pude despedirme de ellas con una salida al río y tocando escama. Hoy voy a compartir con vosotros un recuerdo de este verano.

Bajando del reino de los anfibios, mientras miraba el suelo para asegurar bien mis pasos al pasar por un canchal algo llamó poderosamente mi atención. Aquello que se movía entre las piedras parecía ¡un tricóptero! Comprenderéis mi asombro al ver las fotos, pues se aprecia perfectamente que no son subacuáticas (también hay que añadir mi ignorancia casi total en entomología salvando lo básico que puede manejar cualquier mosquero)




Al llegar a casa, cuando quise satisfacer mi curiosidad sobre qué tipo de insecto era ese, no sabía ni dónde empezar a buscar. Menos mal que recordé al profesor que impartía la Zoología en primero cuando estudié la carrera. Es entomologo y por supuesto recordaba su nombre porque es sin duda uno de esos profesores que se hacen recordar por su gran valía como docentes. Así que decidí enviarle un e-mail con unas fotillos para que me echara una mano. Menos mal que han acabado las vacaciones, porque se ve que mi querido profesor, con muy buen criterio, desconecta totalmente durante las suyas. Pero por fin al principio de semana recibí su respuesta.

Se trata de un psíquido (Psychidae, Lepidoptera), una pequeña mariposa de alas frágiles. He investigado en internet y he descubierto que estos "tricópteros de secano" son bastante peculiares dentro de las mariposas. Os dejo que lo descubráis por vosotros mismos si os pica la curiosidad.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Captura y suelta extrema

¿Hay algo más extremo en la captura y suelta que utilizar un anzuelo sin punta? Porque eso fue lo que me encontré al revisar la mosca después de la primera picada de mi última escapada pirenaica. Una picada seguida de un par de volteretas aéreas y la huida de la trucha. Acto seguido enmendé mi error, como es natural, y por ello sí que pude tocar las escamas de la segunda trucha que aceptó tomar el engaño.


En esta ocasión se hizo buena la máxima de que "al que madruga, dios le ayuda" con dos picadas (lástima la incomprensible falta de punta en el anzuelo de la primera) antes de amanecer. De esta manera, antes de salir el sol ya había compensado el madrugón.

Para capturar la segunda trucha de la jornada necesité al sol como mi aliada. La pintona quedaba fuera de mi vista tras un recodo en una orilla poco profunda, pero su sombra proyectada en el fondo me permitió localizarla y adivinar su progresión en mi dirección. Lancé cerca del saliente y pude ver su sombra dirigirse hacia la mosca inmediatamente después de la posada. Tras unos instantes de espera que se hicieron eternos su cuerpo apareció tras el obstáculo y poco después la mosca estaba ya en su boca. Preciosa trucha a la que la fotografía no hace justicia, pero ya sabréis que no conviene revisar las tomas si queremos causar el mínimo daño al animal y que su recuperación sea rápida.


Poco después tuve la ocasión de ir más allá en lo que a la captura y suelta se refiere. Llegado al punto de la orilla en que un paredón vertical de roca se introduce en el agua e impide la progresión por la misma vi a una trucha asomar tras el último saliente para justo después volverse hacia sus dominios junto al acantilado. Esa trucha era la más grande que he visto nunca en este ibón, y si se ha hecho tan grande es sin duda debido al lugar que ha elegido como cazadero. Allí es difícil que un pescador llegue a presentarle el engaño y si esto sucede y sucumbe a él, la pared será sin duda un buen perdedero donde zafarse del sedal que le priva de libertad. Bien, pues como en los lagos las truchas suelen repetir una y otra vez los mismos circuitos de una manera cíclica, sólo quedaba esperar a que volviera. Eso sí, para evitar proyectar ninguna sombra en el agua y así el ser detectado tuve que hacerlo completamente pegado a la roca. De esta manera la volví a ver doblando el saliente y volviendo sobre sus pasos. En la siguiente pasada mi mosca le esperaba allí. Fue un lance precioso, pero el final no fue el que yo esperaba porque, después de tanta espera, no supe darle tiempo a que cerrara la boca antes de levantar la caña. Mi movimiento delató mi posición y lo último que vi fue a esa majestuosa trucha emprendiendo huida hacia las profundidades.

Con la última trucha decidí que era hora grabar mi primer vídeo subacuático, intentando capturar la magia de ese instante en el que el pez recupera su libertad después de brindarnos unos momentos preciosos. Espero que os guste.


Saludos y buena pesca

sábado, 17 de agosto de 2013

Mundo anfibio

En mi última entrada os contaba cómo los piscardos han acabado con uno de mis paraísos (cuando de pescar truchas se trata) Soy consciente de que ésta es una visión totalmente sesgada u subjetiva. Porque en ese ibón tan alienígenas son los piscardos como las truchas. Si los piscardos han acabado (al menos eso parece) con las truchas, éstas acabaron con numerosas especies autóctonas cuando fueron introducidas en estos ambientes.


Unos días después de visitar el "paraíso perdido" mi afán exploratorio me llevó al ibón que podéis ver en la imagen superior. Salta a la vista que la belleza del enclave bien valía el esfuerzo que lleva subir hasta aquí. Eso sí, desgraciadamente ni una sola trucha movía sus aletas en estas aguas. Desgraciadamente para mí, que subí con la intención de pescar alguna de ellas, pero afortunadamente para la fauna autóctona. Y es que el ibón hervía de vida, de vida anfibia. Los tritones pirenaicos (Calotriton asper) eran los reyes de este lago donde tambíén se podían ver pequeñas ranas bermejas (Rana temporaria) y unos grandes renacuajos negros que no he podido clasificar (se agradece cualquier aportación)




Ésta es la fauna natural de los humedales elevados del Pirineo. Una fauna en peligro por muchos factores, uno de ellos la introducción de la trucha en su hábitat. Por eso, aunque no pescase, esta vez volví a casa contento de no haber visto ni un solo pez.

Saludos y buena pesca

martes, 13 de agosto de 2013

Paraíso perdido

En mi última salida lo que perseguí fue a las preciosas pintonas que pueblan las gélidas aguas de los ibones del precioso Valle de Benasque. Los que me seguís asiduamente sabéis que en este rincón del Pirineo se desarrolla la totalidad de mis jornadas tras las truchas. Esta vez volvía a un ibón que no visitaba desde hace ya unos años, cuando subía acompañado de mi padre. En aquellos tiempos cada una de nuestras incursiones a este lago acababa con alguna captura, nunca hicimos bolo aquí. Por eso quizá, junto a la particular belleza cautivadora del ibón me hizo decidirme para enseñárselo a Laura.


Llegamos allí a la hora justa, en el preciso instante en el que los rayos del sol empezaban a acariciar la superficie del ibón. Se veían numerosas cebas a lo largo de toda la orilla y al aproximarme a ella pude comprobar que un considerable número de pequeñas truchas poblaban las aguas someras. Gran noticia. Ni en sus mejores tiempos se podían ver tantos juveniles que garantizarán el futuro de la población truchera de este rincón. Por supuesto no había ido a por esos pezqueñines, así que empecé a explorar las orillas repitiendo el ritual que siempre desarrollo en estos escenarios.


Conforme avanzaba la mañana y donde debería haber encontrado truchas adultas sólo encontraba juveniles empecé a fijarme en estos. Fue entonces cuando me percaté de que no se trataba de pequeñas truchas, sino de otros peces sin aleta adiposa y con una banda longitudinal, más oscura, en cada uno de los flancos. Mostraban una gran voracidad: cuando posaba mi mosca acudían muchos de ellos a por ella, mordisqueándola de inmediato, pero su pequeño tamaño impedía que llegaran a tomarla entera. Al fin pude hacerme con uno de ellos en el pequeño regato que entra en el ibón, donde decenas de ellos se afanaban por remontar la escasa corriente.


Así comprobé que los cientos de pececillos que ahora poblaban el ibón donde no quedaba rastro de truchas tenían una vistosa y colorida librea, además de presentar tubérculos nupciales en la cabeza, indicando que se encuentran en plena freza. Una rápida búsqueda en internet, ya de vuelta en casa, me confirma mis sospechas: se trata de piscardos (Phoxinus bigerri) una especie de la que había oido hablar pero que nunca había llegado a observar. Al parecer se trata de una especie autóctona en la cuenca del Ebro, pero su uso como cebo vivo (por supuesto totalmente prohibido) ha provocado una importante dispersión más allá de su área de distribución natural.

Desde luego en este ibón no estaba presente hace unos años, lo que me hace pensar que ha llegado aquí traído por algún furtivo, ya sea como cebo propiamente o para ampliar la dieta de las truchas, posibilitando que se críen mayores ejemplares. Pero también he leído que la gran voracidad del piscardo (que como digo pude comprobar al ver cómo atacaban mi mosca) hace que pueda ser nocivo para las truchas ya que se alimentan de los huevos de éstas.

Este ibón dispone de una cuenca vertiente extremadamente reducida, y los aportes de agua llegan por el pequeño riachuelo al que he aludido antes. Esto provoca que la capacidad de reproducción de la población de trucha sea bastante limitada lo que, unido a la depredación de los huevos por los piscardos y la más que segura pesca furtiva, ha conducido a la aparente (y casi segura) desaparición total de las truchas de este lugar. Un lugar al que consideraba un paraíso y que ha desaparecido para siempre.

Saludos y buena pesca