Todo pudo
haber sido como lo cuento, pero es mi interpretación personal y no pretendo
hacer juicio influenciable. Mejor que cada cual valore o me haga un favor y
busque otra versión interpretable.
Anteriormente
a conocerlo solo fue alguien que si acaso, ocupaba un espacio secundario, que
nunca destacó y que dudo incluso, que en algún momento de mi vida estuviera
presente. Poco a poco comenzó a tomar protagonismo, de manera que muchas de las
escenas importantes de mi vida quedaron desvalidas y hasta compartidas, por lo
que en algún momento en que me paraba a pensar, incluso dudaba de si era yo o
era él quien se había casado con mi mujer. O si mi hijo me llamaba papá a mí o
era a él. Los días de sus partidos, la recogida a las 7 de la academia...poco a
poco todo parecía resetearse en mi memoria. Incluso me vi imposibilitado de
recordar cosas que eran íntimamente mías, llegando a verme como un
extraño...subalterno de mis recuerdos.
Fue ahí
donde me vine abajo, y como suele pasar, no fue de extrañar, que al cabo de un
tiempo mis amigos y familia fueran sintiéndose incómodos, que me ignoraran y
huyeran de mí, por lo que casi tomé la determinación de desaparecer de sus
vidas, de desaparecer ¡A la mierda!
Pero
casualmente y por sorpresa, y ahora…sí sé que es fuerte lo que cuento, cuando
casi todas las personas que de alguna manera se habían confabulado conmigo,
decidieron dar marcha atrás en su actitud –volvía a ser yo, recibía su cariño-.
Uno a uno fueron admitieron todo lo que os cuento. Me sirvió para aprender,
creedme…
Esa tarde,
el Padre Damián, durante el quinto aniversario de mi fallecimiento, dijo muchas
verdades.