FUMAR O NO FUMAR...A MI LADO, ESA ES LA CUESTIÓN:
Lo recuerdo perfectamente, el primer lugar en el que no dejamos fumar fue en el coche. Ambos, mi pareja y yo, no fumamos pero compartíamos espacio con un porcentaje de personas (entre la mitad y dos tercios por entonces) que sí eran fumadores. En casa, hasta el nacimiento del primer hijo del grupo, se podía fumar. En todas. Con la llegada de Dani, el hijo de unos de nuestros mejores amigos, nos dimos cuenta de que fumar era malo para ellos. Entonces, de forma automática, los fumadores, todos, sin excepción, empezaron a ocupar balcones, terrazas, cuando no la calle de forma directa. Hace de esto 24 años. Hasta entonces nadie en mi entorno se había planteado si fumar era molesto o no para el que tenía al lado. De hecho empecé a trabajar y aun se podía fumar en los puestos de trabajo. ¿Qué quiero decir con esto? Que hay realidades asumidas que necesitas que alguien sacuda para que te des cuenta de lo molestas que son. Los bares eran odiosos y no lo sabíamos, lo sabemos ahora que no se puede fumar en ellos. Y yo, al menos, si hubiera unos que sí y otros que no, jamás entraría en uno de los que sí. Llegó un gobierno valiente que se atrevió a regular, con más sentido común que de momento la historia parece concederle. El mundo conocido iba a desaparecer, entendiendo el mundo, como el ocio patrio. No ocurrió, es más, recibió un peculiar impulso al rentabilizar espacios exteriores fuera de verano que antes eran obviados. Ahora se plantean prohibir que se fume en las terrazas. Y ya no necesito la prohibición, porque a mí me molesta, y si puedo, me cambio de sitio. Jamás le diría a nadie que dejara fumar si se puede hacerlo. Pero si ahora tuviera un hijo, estuviera con mi carro y no encontrara un lugar donde sentarme, antes de perder mi derecho a tardear, pediría, muy educadamente, eso sí, a esa persona que fumara en otra dirección, al menos durante el tiempo que mi hijo estuviera a tiro de sus bocanadas. Todo esto es necesario, como las cacas de los perros, por la falta de educación. Quizá hasta que no te sacudan, puedes escudarte en la rutina, pero ahora que somos conscientes, sabemos que fumar, y no limpiar la mierda de nuestro perro, molesta. Así que de nuestra educación depende, si es necesario regular, multar, prohibir, es porque no somos lo suficientemente educados.
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