Hemos conocido un pequeño pueblo leonés, muy cerquita de Astorga. Una casona rehabilitada con tanta ilusión y tanta hospitalidad por Jorge que sería un delito no dedicarle un pequeño espacio en este mi rincón. Nos ha tratado tan bien que es peligroso, porque antes de salir ya piensas en volver. ¿Se puede uno sentir a gusto con alguien que piensa tan dispar a tí?. Jorge, quien nos abrió las puertas de su casa con la misma facilidad que las de su maravilloso recetario, mi amigo asturiano y yo somos el claro ejemplo, basta con no hablar de lo que no hay que hablar para que sea la amistad la que hable. Parece triste, pero es simplemente práctico, cuando hay dos ideas irreconciliables que pueden pudrirlo todo ¿no merece la pena el esfuerzo del silencio para que lo demás luzca como se merece?. Eso ha pasado en esta casona asturiana, recuerdos, risas, los pequeños, sidra, mucha sidra (mi único exceso en meses...) y los platos preparados por Jorge, un cocinero incombustible, amigo de sus amigos y del vinito de las doce, el del paseo de la tarde, y ¿cómo no?, del chupito de noche con las cartas y los amigos. Si nos tratas tan bien, ¿cómo esperas que no volvamos?.
Sirvan estas letras de sincero homenaje a todo, la tierra, la gente y, por su puesto, la amistad.