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15 feb 2020

Al faro - Virginia Woolf

No es que esté en contra de los temas que se tratan en Al faro. De hecho encajan a la perfección en mis gustos. Conflictos familiares. Cómo se puede torcer la vida de los vástagos por los errores cometidos en su educación. Por la frialdad o exceso de autoridad de uno de los progenitores. La eterna confrontación padres-hijos. La hipocresía del matrimonio. De las relaciones humanas, si queremos ir un poco más allá. Muy bien también por Virginia Woolf por mostrarnos sin ambages ni medias tintas que una mujer puede ser feliz y tener una vida completa sin necesidad de casarse con un hombre. ¡Bravo por ella!

De lo que estoy en contra es del estilo, de las yuxtaposiciones, explicativas, interminables, separadas por comas, símiles, con transfondo lírico, que no aportan nada, a la historia que se narra; la cosa no acaba aquí, porque después de una yuxtaposición de seis, de siete, de ocho elementos, o de más, que te obligan a detenerte, una y otra vez, para intentar tomar conciencia de qué se está hablando en realidad, hay un punto y coma, y de nuevo, más enumeraciones, de elementos, sin apenas verbos conjugados, con una intención poética, repletas de sensaciones, de emociones, con imágenes intensas, que por supuesto, se separan por comas.

De lo que estoy también en contra es del cambio de narrador, cada tres o cuatro frases, me obliga a alterar el contexto a cada poco, adaptarme al punto de vista de quien habla, sin descanso, nuevas perspectivas, sin parar, diferentes enfoques, según nos hable la madre, un poco después el padre, la invitada solterona, el hijo pequeño, la hija mayor, el invitado pobre y cascarrabias, el ama de llaves, los jóvenes casamenteros, también alojados en la casa de verano, sin aviso previo, en la mayor parte de los casos, poco más que una referencia al siguiente narrador, con algo de suerte.

Todo el rato así, el libro se me ha hecho interminable, insoportable. Y por momentos con tantas flores, campo, mar, playa, excursiones, pájaros, insectos, libros y comidas, ninguno de los cuales vienen a colación de nada, yo no sabía dónde estaba, quién hablaba, qué nos intentaba decir. Lo mismo que en La Señora Dalloway. Que no es que no tenga mérito o no sea válido, más bien me resulta muy pesado, nada atractivo, a mí no me gusta, no aguanto este tipo de prosa; con este libro de hoy he tenido más que suficiente, me despido de la obra de Virgina Woolf. No pudo ser, Mrs. Woolf, adiós.

9 abr 2013

La Señora Dalloway - Virginia Woolf

He tenido la mala suerte de leer La Señora Dalloway justo después de Viaje al Fin de la Noche. A pesar de que se trata de una novela que tiene muchos puntos destacables, el tono general de la misma, con todos esos sentimientos de chichinabo que de por sí me aburren soberanamente, me ha resultado total y absolutamente intrascendente en comparación con la inmediatez, descaro y rabiosa ferocidad de la novela de Céline, que tan fresca tengo.

Ya he dicho más de una vez que la glorificación gratuita de los sentimientos, así porque sí, porque lo lírico es maravilloso y nos hace verdaderamente humanos y qué bonita es la sensibilidad y el amor y la amistad etc. etc. etc., pues no es lo mio. No me va, no, que no me dice nada. Punto. Y lamentablemente para mí estamos ante una novela que no hace otra cosa que circunnavegar en torno a todos estos temas que tanto rechazo me provocan, ¡argh!. Aunque he dado cuenta de ella en un par de sentadas, tengo que admitir que Virginia Woolf me ha hecho sufrir de lo lindo con todas esas descripciones interminables que se anidan en tantos niveles que dejas de saber de qué estaba hablando. Por no hablar de las constantes menciones a las nubes, las rosas y las hortalizas (y mira que a mí, que solo me alimento de productos de origen vegetal, las hortalizas me encantan). ¡Qué cansina! Si el libro llega a tener 10, sólo 10 páginas más, lo dejo antes de terminar.

Sin embargo, también es verdad que dejando de lado tanta tontuna sentimentaloide, toca temas muy interesantes (auge del feminismo y derechos de la mujer a principios del S. XX, homo/bisexualidad, depresión y enfermedad mental), y sobre todo a nivel narrativo me ha sorprendido por su originalidad. La acción transcurre en Londres en un solo día, aunque está plagada de flashbacks para dotar de fondo a la historia. Al empezar toma la voz la Señora Dalloway, una mujer de 52 años perteneciente a lo mejor de la sociedad londinense que va a dar una fiesta en su casa esa misma noche, y a partir de ella, la autora -muy hábilmente todo hay que decirlo-, va cediendo la palabra y enlazando personaje tras personaje de una manera aparentemente casual, tomando siempre un detalle nimio para hacer de nexo entre ellos. De esa forma va cediendo la palabra al siguiente al vincularlo con un elemento cualquiera de áquel a quien se la quita. Lo cierto es que de esta manera teje una trama bastante elaborada, donde al final, todos están relacionados de una forma muy inteligente y sutil. En cierto sentido, me ha parecido muy moderna, muy visual y cinematográfica. Lástima que me traigan completamente sin cuidado los problemas de la clase alta británica de los años de entreguerras.

Para finalizar, un breve comentario sobre la edición que he leído, publicada por Losada. Por un lado está bastante bien de precio (casi 4 euros menos que la de Lumen), pero por otro la traducción tiene giros y dialectalismos típicos del español de Argentina, cosas como 'pilotear', que ya sabemos todos que quiere decir 'manejar un carro' y se entiende sin problemas, pero por lo menos en mi caso, estas diferencias consiguen que desvíe la atención del texto. Podéis echar un vistazo a otras reseñas en Encuentros de Lecturas, Un Libro al Día y Tras la Lluvia, Literatura. No en todos los casos sale bien parada.
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