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miércoles, enero 15

Juan Gelman: "El milagro de los milagros es que a veces se producen” Que la tierra te desea leve Maestro




Y hoy mi pequeño tributo a un Maestro de las letras y de la vida, mi admiradísimo Juan Gelman: «Sit tibi terra levis». Que la tierra te sea leve.
 “Sigo buscando ese milagro en la poesía, porque como escritor sufro también de ese síndrome de la insatisfacción permanente”, expresó en el 2012 el poeta Juan Gelman, quien ayer murió a los 83 años de edad.
Periodista, traductor, pero sobre todo un poeta impresionante, un enamorado de la vida que si bien vivió en plenitud, también enfrentó y sufrió el dolor en carne propia cuando perdió durante la última dictadura argentina (1976-1983) a su hijo Marcelo, quien fue asesinado, y su nuera, María Claudia García, quien sigue desaparecida. Gelman luchó durante años para hallar a su nieta y encontrar justicia.



Gelman dijo en una ocasión y me quedo con eso:
"El milagro de los milagros es que a veces se producen”.
Os dejo con algunos de mis poemas favoritos de Gelman y para acompañar, los trabajos de la moldava Victoria Cozmolici, me encantan los colores tan vivos y las pinceladas alocadas, me recuerda mucho al expresionismo alemán.


 Mujeres

Decir que esa mujer era dos mujeres es decir poquito
debía tener unas 12397 mujeres en su mujer
era difícil saber con quién trataba uno
en ese pueblo de mujeres
ejemplo:

yacíamos en un lecho de amor
ella era un alba de algas fosforescentes
cuando la fui a abrazar
se convirtió en singapur llena de perros que aullaban
recuerdo
cuando se apareció envuelta en rosas de agadir
parecía una constelación en la tierra
parecía que la cruz del sur había bajado a la tierra
esa mujer brillaba como la luna de su voz derecha

como el sol que se ponía en su voz
en las rosas estaban escritos todos los nombres de esa mujer menos uno
y cuando se dio vuelta
su nuca era el plan económico
tenía miles de cifras y la balanza de muertes favorables a la dictadura militar
nunca sabía uno adónde iba a parar esa mujer
yo estaba ligeramente desconcertado
una noche le golpeé el hombro para ver con quién era
y vi en sus ojos desiertos un camello

a veces
esa mujer era la banda municipal de mi pueblo
tocaba dulces valses hasta que el trombón empezaba a desafinar
y los demás desafinaban con él
esa mujer tenía la memoria desafinada

usté podía amarla hasta el delirio
hacerle crecer días del sexo tembloroso
hacerla volar como pajarito de sábana
al día siguiente se despertaba hablando de malevich

la memoria le andaba como un reloj con rabia
a las tres de la tarde se acordaba del mulo
que le pateó la infancia una noche del ser
ellaba mucho esa mujer y era una banda municipal

yo
compañeros
una noche como ésta que
nos empapan los rostros que a lo mejor morimos
monté en el camellito que esperaba en sus ojos
y me fui de las costas tibias de esa mujer

callado como un niño bajo los gordos buitres
que me comen de todo
menos el pensamiento
de cuando ella se unía como un ramo
de dulzura y lo tiraba en la tarde










Opinión
Los poemas escritos en
estado de frialdad tienen
una ventaja: están escritos
en estado de frialdad. El odio
del vecino no entra ahí, ni el vecino
atado a su odio y
se puede alabar las bellezas del paisaje.
Alabar es una palabra rara, lleva
del ala al bar donde
el estaño está mudo.
Los poemas sin sangre
tienen una ventaja:
no tienen sangre, ni
sacudones mortales o inmortales, ni
la imperfección, la suciedad
de todos. Eso cae y nada
perturba a la tierra.
A los poetas que practican esa visión y
sin duda escriben hermosos poemas,
habría que levantarles una estatua
ciega que no se vea.
Es bello su no estar.
Todo está bien afuera
de todo lo que está mal, intocado y
lejos de la escritura, lejos,
en un canto bajito.
de
País que fue será
2004















Escribo en el olvido...

escribo en el olvido
en cada fuego de la noche
cada rostro de ti

hay una piedra entonces
donde te acuesto mía
ninguno la conoce

he fundado pueblos en tu dulzura
he sufrido esas cosas

eres fuera de mí
me perteneces extranjera


















Ausencia de amor
Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.

Tu pie. Tu mano.




















Islas
A ver:
un hombre y una mujer
viven en una isla asediada.
Los rodea el océano donde
ardió el plumaje de un jilguero
en el hilo del
amor que canta
en la espesura del vacío.
El jilguero los nombra y son
inseparables de sus nombres.
Los cerca el mundo como
un animal sin luz y cruel.
La tierra lame heridas
que hablan con ojos hacia adentro
y caen con
astros detrás.
A ver:
un hombre y una mujer
muerden las
envolturas marinas
de lo que amaron.
de
Mundar
2007











Lluvia

hoy llueve mucho, mucho,
y pareciera que están lavando el mundo
mi vecino de al lado mira la lluvia
y piensa escribir una carta de amor/
una carta a la mujer que vive con él
y le cocina y le lava la ropa y hace el amor con él
y se parece a su sombra/
mi vecino nunca le dice palabras de amor a la
mujer/
entra a la casa por la ventana y no por la puerta/
por una puerta se entra a muchos sitios/
al trabajo, al cuartel, a la cárcel,
a todos los edificios del mundo/ pero no al mundo/
ni a una mujer/ni al alma/
es decir/a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así/
como hoy/que llueve mucho/
y me cuesta escribir la palabra amor/
porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa/
y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran/
y cuándo/y cómo/
pero el alma qué puede explicar/
por eso mi vecino tiene tormentas en la boca/
palabras que naufragan/
palabras que no saben que hay sol porque nacen y
mueren la misma noche en que amó/
y dejan cartas en el pensamiento que él nunca
escribirá/
como el silencio que hay entre dos rosas/
o como yo/que escribo palabras para volver
a mi vecino que mira la lluvia/
a la lluvia/
a mi corazón desterrado/








Epitafio

 
Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.

Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.

¡Digo que el hombre debe serlo!
Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.



sábado, enero 4

Los instantes fugaces de Patricia Perrier Radix y la dicha rara y pura de Vicente Gallego




Queridos amigos, en esta ocasión os traigo el trabajo pictórico de una artista francesa: Patricia Perrier Radix, una mujer a la que le gusta investigar diferentes técnicas como el acrílico o el óleo y trabajar tanto con pincel como con espátula.
La fascinación de sus obras son en gran parte por las emociones de sus protagonistas, casi siempre con el rostro desdibujado lo que hace muy enigmática la sensación. 
Ella dice que le apasiona captar un instante fugaz y plasmarlo rápidamente en el lienzo para recrearse después en los detalles que ella misma imagina, sobre la vida de las protagonistas de sus cuadros.
De manera consigue la artista hacernos a nosotros partícipes activos puesto que debemos componer una historia a partir de sus creaciones. 
El color y la luz son extremadamente importantes en sus obras también.
Disfrutemos pues del trabajo de Patricia Perrier Radix amigos.
Y junto con el arte, la poesía de Vicente Gallego, un texto magnífico y elocuente.




































Generación espontánea

Este día nublado invita al odio,
predispone a estar triste sin motivo,
a insistir por capricho en el dolor.
Y sin embargo el viento, y esta lluvia,
suenan hoy en mi alma de una forma
que a mí mismo me asombra, y hallo paz
en las cosas que ayer me perturbaban,
y hasta el negro del cielo me parece
un hermoso color.

Cuando no soportamos la tristeza,
a menudo nos salva una alegría
que nace de sí misma sin motivo,
y esa dicha es tan rara, y es tan pura,
como la flor que crece sobre el agua:
sin raíz ni cuidados que atenúen
nuestro limpio estupor.



Vicente Gallego







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