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viernes, 25 de septiembre de 2009

ROMA, PASADO Y PRESENTE: EL FORO (II)

El Foro Romano constituyó el centro comercial, político y religioso de la ciudad, y sus orígenes tienen que ver con la expansión de las villas que crecieron en las partes más altas de las colinas que la rodean. El valle donde se encuentra el Foro yace entre el Palatino, el Capitolio y las primeras cuestas del Viminal y el Quirinal, y tal vez fue afectado, marginalmente, por la presencia de algunas construcciones modestas y los lugares de enterramiento, que databan de la Edad de Bronce y los inicios de la Edad de Hierro. No fue hasta el final del siglo VII que la Cloaca Maxima se llevó por delante las aguas estancadas y se pudo comenzar a "pavimentar".
A partir de entonces, la parte del valle al pie del Capitolio se dedicó a las funciones políticas, y el resto, mucho más amplio, formó parte de "la plaza" donde se ponían tiendas y tenderetes del mercado mezclándose con los santuarios de Vesta, Saturno, Janus y Cástor y Pollux. Había un pequeño santuario que consistía en un altar y una columna honoraria que se decía era la tumba del legendario fundador Rómulo.
La Vía Sacra cruzaba toda la longitud de la plaza, de donde ascendía al Templo de Jupiter Optimus Maximus en el Capitolio.

Arriba, reconstruccion de la Plaza del Capitolio, abajo, estado actual

La construcción de las primeras basílicas (Porcia, Opimia, Sempronia y la Basilica Aemilia) enfatizaron aún más el carácter del Foro como centro político y administrativo. Se construyó el Tabularium, seguido de la Basílica de Julia frente a la de Aemilia, marcando así los largos lados de la plaza, y finalmente se posicionó el Templo del Divino Cesar, ordenado por Augusto para cerrar el lado norte.
La construcción de nuevos edificioe, como el Templo de Vespasiano y Tito y el de Antoninus y Faustina, construido por Antoninus Pius en memoria de su esposa, que más tarde el Senado dedicaría al emperador, respetaba el diseño original Augusto. Lo único que se salía un poco de lo convencional fue la erección de una estatua ecuestre gigantesca dedicada a Domiciano.
Templos de Saturno y Concord, arriba reproduccion, abajo, hoy

Arriba, reproduccion del aBasilica Eemilia, y abajo, lo que queda hoy.

Los Templos de Divus Julius y Castor y Pollux, originariamente y ahora

El Templo de Vesta y el Arco de Augusto

La Casa de las Virgenes Vestales. Hoy sólo queda césped y algunas de las estatuas del lateral.

La Basilica de Maxentius

El Foro de César

El Foro de Augusto


Y para terminar todo esto, aquí os dejo el video que venía en el Cd acompañando al libro y que he encontrado en Youtube. La música que lo acompaña es simplemente deliciosa.



miércoles, 16 de septiembre de 2009

ROMA, PASADO Y PRESENTE: EL COLISEO (I)

Cuando fui a Roma, además de los souvenires básicos o kit del turista que le llamaría Geno, y del calendario de curitas cañón, adquirí este librito que me fascinó en cuanto el guía que contratamos para la visita al Coliseo y el Foro lo utilizó para mostrarnos y explicarnos el antes y después de uno de los monumentos más emblemáticos de la Ciudad Eterna. Viene acompañado de un Cd con rutas virtuales por la Roma clásica.
Y es que el libro es curioso, porque en lugar de mostrarnos simplemente en fotografías el antes y el después de los monumentos y/o edificios, lo hace con unas láminas transparentes donde se han añadido los elementos hoy desaparecidos.

El Colosseum era conocido en su tiempo de esplendor como el Anfiteatro Flavio, y se alzaba en medio de un valle entre el Palatino y las colinas de Esquilino y Celio, donde Nerón había situado el lago en los jardines de su Domus Aurea.
Fue comenzado por Vespasiano poco después del año 70 DC y abierto por Tito diez años más tarde, cuando se celebraron ceremonias y juegos durante cien días y se mataron unos 5000 animales salvajes. El Coliseo tenía unos 50 metros de altura, la mayor de sus axis de su planta elíptica es de 188 metros de longitud y la menor de 156 metros. Los ochenta arcos a nivel del suelo fueron progresivamente numerados para que coincidieran con el de la tarjeta de admisión del espectador, que guiaba, mediante un sistema de corredores internos a los 160 salidas que llevaban al visitante a su lugar en los asientos de la cavea.

Junto al anfiteatro se alzaba el Coloso de Nerón, una gigantesca estatua de broce dorado de 30 metros de altura, trabajo del escultor griego Zenodoros. Al parecer originalmente representaba al Emperador, pero tras su muerte se modificó para que representara al dios del sol.

El interior del Coliseo consistía en un suelo de madera con un lecho de arena que cubría un área de unos 76 x 46 metros y las secciones de asientos escalonados que estaban subdivididos y rigurosamente reservados para las distintas clases sociales de los ciudadanos. Los de arriba se asignaban a los menos importantes, aunque la entrada era gratuita para todos. También había sitio para espectadores a pie, por lo que podía acomodar a unas 70,000 personas.
Los espectáculos eran variados. Desde luchas de gladiadores o con bestias salvajes a shows menos importantes de diferentes clases. Un toldo protegía a los espectadores del calor del sol.
Durante los shows, toda el área de la arena se rodeaba de una malla metálica colmada de rodillos de marfil para que los animales no pudieran escapar. Y por si acaso, las hornacinas en el podium al pie de los escalones siempre estaban llenos de arqueros preparados para intervenir en caso de emergencia.
El último espectáculo conocido data del 523 DC bajo el reinado de Teodorico el Grande, rey de los Ostrogodos y consistió en cazas de animales, porque las peleas de gladiadores habían sido abolidas en el 438 DC.
El primer cristiano en morir como mártir en el Anfiteatro Flavio fue San Ignacio, Obispo de Antioquía en el segundo siglo DC.

Bajo la arena se extendía un complejo sistema de pasadizos y habitaciones construído cuando finalmente se decidió que ya no se representarían batallas navales (el Coliseo solía llenarse de agua y se representaban batallas con barcos incluídos). Estos corredores bajo tierra tenían almacenes donde guardaban el equipo de escena y todo tipo de aparejos y props. Había también "ascensores" para uso humano y animal que se hacían funcional usando contrapesos. Primero se conducía a los animales por los pasillos y se les hacía entrar en jaulas que se elevaban entonces a niveles superiores, donde se abrirían las mismas y salían a una pasarela conectada a una rampa, con una trampilla al final por la que saldrían al exterior.
En una ocasión este sistema se utilizó para sacar a la vez a cientos de leones, y sus rugidos fueron tan intensos que la multitud se asustó tanto que quedó en completo silencio.
Los gladiadores salían directamente desde sus "cuarteles" situados junto al Coliseo usando una serie de túneles que les llevaban al anfiteatro.

La Gran Plaza del Coliseo llegó a su belleza máxima cuando se acabó la construcción del Templo de Venus y Roma y su diseño se ha preservado más o menos hasta nuestros días. Se cree que fue ordenado y diseñado por Adriano. Este templo está dedicado a los ancestros divinos de la familia Juliana y a la ciudad, e inaugurado en el 135 DC y reconstruido en el 310 por Maxentius tras ser destruido por un incendio.
Los restos del vestíbulo de la Casa Dorada de Nerón fueron derruidos para acomodar el templo, e incluso el Coloso de Nerón tuvo que ser cambiado de lugar, utilizando para ellos 12 pares de elefantes.

Al comienzo de la carretera que abandona la Plaza y baja al Forum había una fuente construída a mediados del primer siglo DC con una forma parecida a los puntos en los que los carros del Circo giraban en el circuito, por lo que que fue conocida como Meta Sudans o el Giro de Sudor.
El último monumento añadido para adornar la plaza fue el Arco de Constantino, que como su inscripción indica, fue eregido en el 312 por el Senado y la Gente de Roma en honor de su Emperador, que había liberado a la ciudad y al estado de la tiranía de Maxentius con su vitoria en la Batalla del Puente Milvio.

Próxima parada: El Foro.

domingo, 4 de enero de 2009

RETRATO DE UN RETRATO


Era la Notte Bianca de hace un par de años, coincidencia grata en nuestros quince días de vacaciones en Roma. Tras hacer colas durante horas para poder disfrutar de cinco minutos de concierto en directo de Ennio Morricone en la Piazza del Campidoglio, en la antigua Colina Capitolina que se cierne sobre el Foro. Enclaustrados entre la masa humana de una noche de verano, ascendimos casi dolorosamente por las escalinatas empinadas para alcanzar la plaza casi más de una hora después, justo a tiempo de oir los últimos acordes de la orquesta. Aún así, mereció la pena haber compartido espacio, aunque fuese acústico, con tan magnífico maestro de la música.
La idea de las Noches Blancas se han extendido por media Europa, dejando museos, galerías y centros de esparcimiento lúdico abiertos gratuitamente durante casi 24 horas. Por desgracia las colas eran tan kilométricas y el tiempo tan escaso, que poco pudimos ver esa calurosa noche romana, pero una de esas exposiciones itinerantes nos permitió disfrutar, en las fauces del enorme monumento a Vittorio, del trabajo fotográfico de varios artistas de la lente. El nombre del autor de la fotografía de arriba, que si mi memoria no me falla está tomada cerca de la Plaza de Venecia en Roma, me es desconocido, pero esta foto me cautivó, por curiosa y por las interpretaciones que de ella se pueden hacer desde el "marco" filosófico.

sábado, 2 de agosto de 2008

TRES BOLITAS, TRES...

Hay una esfera dorada que, a donde quiera que voy, veo. No es una obsesión, ni un espejismo. Y sólo me percaté de ello hace relativamente poco, mientras miraba unas fotos de pasadas vacaciones.

La primera vez que la vi fue allá por 1999 en Dublín, en el icónico Trinity College. Entonces me enteré de que se llama Esfera Dentro de una Esfera, de 1982, y había sido una donación del artista Arnaldo Pomodoro.




Años después, en Marzo del 2002 la volví a ver, pero no sonó ninguna campanilla en mi mente. Esta vez el escenario era Nueva York, en los jardines de las Naciones Unidas.



En Septiembre del 2004 fue la última vez que la avisté, en el patio interior del Museo Vaticano en Roma, dorada y reluciente como de costumbre.

No es que sea una escultura en serie, pero existen algunas más, del mismo autor. Aparte de éstas, al parecer hay otras tres que se encuentran en el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, en Wahington D.C., en el Christian Technological Seminary en Indianápolis y en la Universidad de Berkeley en California, por lo que encuentro poco probable volvérmela a encontrar a mi paso, de momento no tengo intención de visitar ninguno de estos tres lugares.