La ciudad nos devora: el tráfico, la prisa, el cansancio, los horarios, un ritmo que no da pausa, una rutina que a veces no nos permite mirar, ver. Sin embargo, algo nos lleva, como tendiendo un puente, a otra ciudad posible.
"Oimene tajy poty pe cerro omopytamba. Oiméne hyakua porä opárupi ka'aguy”…Así canta y cuenta una conocida polca paraguaya, y no se equivoca, pero los lapachos también están aquí: abrazando a la ciudad.