El libro titulado 'Pensando en Jaén. Ruta literaria comentada por autores gienenses, de la editorial Ediciones Blanca. Juan Eduardo Latorre ha sido el coordinador de este proyecto, además es el autor de los dibujos que incluyen los textos de sesenta y cuatro autores y autoras. El libro promete el re-descubrimiento de los maravillosos rincones de Jaén a la mirada de escritores y escritoras en un paseo literario y cultural. Entre los autores se encuentra la colaboración de nuestra compañera Juani Lombardo González con el siguiente texto:
Erase una vez una fuente que…
Paseo distraída por una larga calle, avezada en el pasado del arrabal de la vieja ciudad, hoy llamada Millán de Priego. Toda vestida de asfalto, me dejo llevar por ella; curiosa, la observo y le pregunto con voz queda, ¿dónde has escondido tu historia? Me ignora, aunque no desisto en mi intento de descubrir algún vestigio de ella.
Y ahí está, frente a la desaparecida Puerta del Sol, ese pequeño monumento a la vida, uno más de los hijos del raudal de la Magdalena. Solemne, elegante, renacentista, con su piedra oscurecida y dañada por el tiempo, sabiéndose salido de aquel otro en que los vecinos del arrabal de la Puerta de Baeza hicieron una petición, tan ancestral como necesaria, demandaban una fuente, y con esta petición en 1573, nació; su diseñador Alonso Barba (discípulo de Andrés de Vandelvira), su creador, el cantero Miguel Ruiz de la Peña.
Tres cuerpos, apoyados, originariamente, en el lienzo de la muralla. Del primero, con sus dos hornacinas con leones helioformos, brotarán dos caños de agua. Un segundo será adornado con tres escudos: Corregidor y pagador y el central de mayor tamaño que podría ser el imperial y un tercero, también ornamentado y, coronado con un jarrón con flamero sobre cartela, custodiada por perros o leones sedentes y una inscripción fechada en 1574.
Aprendido tiene en su quehacer de siglos como con el amanecer se va llenando de “voluntades”, que al llegar la noche con paso rápido desaparecerán y ella quedará serena conversando con la luna a la espera de un nuevo amanecer. Sabe que no podrá regalar la inmortalidad, ni ofrecer la eterna juventud pero sí que refrescará los campos, a los cansados labios y en todo momento ofrecerá alivio a los fatigados animales.
El Pilar del Arrabalejo. Siempre vinculado al sentir del paseante, a las zambullidas de traviesos gorriones, al laborioso trabajo de incipientes investigadores..., Ya no puede mirar hacia el horizonte pintado de huertas y moreras, ni se acercarán los rocines para beber y agradecer su frescor, ya dejamos de ver a la pintoresca multitud proveyéndose de agua con sus cántaros, aprovechando de paso para susurrar sus amores, gemir de melancolía o cantar su alborozo. Pero ahí permanece en pie, esencia de un pasado casi convertido en sueño inventado. Ahí está, solemne para decirle al que quiera escuchar “Erase una vez una fuente que…” Cuántas miles de historias podría contar mientras ofrece su agua, traída por siglos de la Magdalena, a todo el que tiene sed.
Juani Lombardo