dimecres, 23 de setembre del 2009
Doncs això
A L'A Viva Veu avui parlem de llibres que et canvien la vida (o gairebé) i de la programació del BAM, entre altres coses. I com que no he presentat abans aquest blog fet amb tant d'amor, dedicació i paciència, aquí us deixo un link i us obligo animo a fer-hi una ullada.
dijous, 17 de setembre del 2009
dimarts, 15 de setembre del 2009
Foul shots!
Me he comprado un carrete caducado en b/n de película de asa 400, dos caducados en color desde el año 2003 (asa 100) y un pack de tres carretes Redscale Negative de Lomography. Los caducados huelen tanto a rotulador permanente que hasta marean, pero bueno, eso en principio no será mi problema porque no los puedo revelar yo... Así que lo importante hoy es anunciar que si hay alguien interesado por una salida matutina ya sea detrás o delante de la cámara (preferiblemente la última), será más que bienvenido/a.
Dejo algunos ejemplares para los curiosos:
1. Blanco/negro caducado, (vía: National Geographic)
2. Redscale Negative de Lomography, 35mm (ISO 100)
3. Caducados en color
Por Pulguita
Por Lady In The Radiator
parlant de
Photography
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dilluns, 14 de setembre del 2009
District 9
Hablar de algo cuando no sabes mucho de ese algo es un tanto arriesgado. Lo pensaba mientras volvíamos a casa mis amigas las amígdalas y yo conversando en silencio sobre District 9, la película que acabábamos de ver. “Es que todo el mundo habla tanto y tan bien o tan mal, que depende de lo que digamos la gente nos va a mirar peor que nosotras al gore cinematográfico”, diálogábamos. Ahora que ha pasado un tiempo prudencial y la no-euforia post-fílmica sigue siendo no-euforia, creo que puedo comentar lo que me ha parecido sin el riesgo de retractarme después y quedar mal.
District 9 es de esas películas que en general pintan bien, pero que a su vez en lo más profundo de tu alma ya te incitan a desconfiar un poco antes de verla. La campaña de publicidad es buenísima, hay que decirlo, pero peca de dos cosas (una de las cuales la descubres después): a) huele peligrosamente a Blockbuster palomitero y b) instiga una idea sinóptica de lo más patillera. Cada vez que voy a trabajar el 7 me presenta una y otra vez sus paradas de bus sólo aptas para humanos, me muestra que puedo llamar a tal número gratis si deduzco que mis padres o mis profesores se han convertido en alienígenas (destaco: padres y profesores, por lo tanto absténganse como público potencial sexagenarios o superior) y me da a entender que lo que presenta la película es más un experimento sociológico que una peli de acción trepidante con presupuesto desorbitado.
Y bueno, la cosa no iría tan desencaminada si no fuera porque a la mitad del filme, el señor Blomkamp decide aparcar el formato documental (uno pocos atisbos de innovación de la película) y así perder la perspectiva con subtramas hiperbólicas y efectistas (ejemplo: un hombre agónico sale del hospital en casi paños menores –dígase pantalones azules y camisa blanca con cordoncito en la nuca- y se pone a correr alegremente por la campiña hasta que su esposa lo llama a su teléfono móvil que ¡sorpresa! está en el bolsillo de los pantalones que acaba de robar en una casa). No falta la épica y la tergiversación tópica tan previsible como satisfactoria de los malos son los buenos, los buenos son los malos, la condición humana es asquerosa y deplorable, el malo es supermalo y el bueno es superbueno, el sálvate tú ya me quedo yo, los litros de sangre y las manos en los ojos, el el protagonista no es tan feo como me parecía al principio, el tu padre te engaña no sé cómo puedes hacerle caso, y el no puedo estar contigo pero en el fondo I will always love you. Todo acompañado por una banda sonora tan encantadora como las criaturas del filme.
Pero los tópicos existen, y si existen es porque en el fondo tienen una razón de ser que dulcemente los justifica. No todo es tan malo en District 9, porque los tópicos están bien tratados, tiene un formato muy interesante (aunque pierda fuelle), distrae y porque la venden como lo que no es pero sin ofender. Si la función primordial del arte es entretener, la película se basta y se sobra, porque en ella hay de todo. Pero en mi opinión, toda la parafernalia es un poco como la teoría de los requisitos mínimos: un producto absoluto de masas que por lo general gusta, pero que en particular carece de identidad. Quizá me equivoque, pero la ciencia ficción es un género que ya es ordinario y, por consecuencia, para salvarlo de la trilla hace falta algo más que marketing, presupuesto y un par de buenas ideas. Pero ahí no todo está perdido, creo
Eskimo Snow
Tenía aquella idea de que las cosas que no querían que ocurrieran no ocurrirían nunca, pero de la misma manera que las cosas que habían ocurrido habían ocurrido en realidad, lo que no querían que ocurriera era susceptible de suceder. La cuestión es que la negación de todo era proporcional a lo impredecible de la inercia. Porque en verdad en todas las rutinas hay este pequeñominúsculo margen de excepción que da paso a una imaginación débil o a algo inesperado. El problema vino cuando lo inesperado representó la esencia de lo que no se espera (porque supongo que la mayoría de lo conocido como inesperado es algo que esperamos para bien). El símil más apropiado para hoy era el encontrarse en la calle en esos días de diluvio universal sin paraguas y con atenuantes. El símil más apropiado para entonces era saber quién era sin que supiera quién eres tú.
divendres, 11 de setembre del 2009
Evelyn Waugh was a man
dimecres, 9 de setembre del 2009
Et reliqua
Decía Nietzsche que, para él, la literatura (y en especial, el rol del escritor) personificaba ese deseo inherente y reservado de los seres humanos de estar en otra parte, de ser diferente a lo que se es y ajeno a lo que se tiene. Ese concepto se opone con la música en el sentido que la música traslada ese deseo recóndito de abstracción del escritor a la realidad.
Uno de los efectos de una buena novela (o lo que sea) es absorber la conciencia individual para transformarla en una conciencia literaria: uno pasa a ser lo que lee, y se identifica con eso (o lo rechaza). La música, en cambio, explosiona la conciencia individual. En mi caso nunca estoy tan dentro de mí como cuando escucho música, potencia mi conciencia hasta el punto de permitirme su identificación. Mientras que la literatura es el deseo de evasión y de estar en otra parte, la fuga temporal y escurridiza de uno mismo, la música es la evasión del entorno, el billete de ida a lo que somos, sentimos y pensamos. Es casi una contradicción de opiniones que complementan mi vida y a su vez explican muchas cosas. Por qué no puedo leer o estudiar y escuchar música a la vez, por ejemplo.
Cuando pienso en todo esto, si me lo preguntan, veo que no puedo elegir entre las dos. La cosa es simple: la música me hace sentir viva, la literatura hace que viva lo ajeno. Reflexión versus efugio, el eterno problema.
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