Decíamos ayer que
B-NY-B sólo tocaba lo universal y lo muy local y qué más local, privado y cercano que la familia. Sale mucho la familia en esta novela. No sólo la del autor-personaje, sino también la de otros personajes tan reales como él.
Sale, por ejemplo, desde el principio, con el pintor
Aurelio Arteta (1). Tras el bombardeo de Gernika le encargaron pintar un cuadro que diera al mundo noticia de la matanza, pero Arteta lo rechazó porque prefirió reunirse con su familia, que estaba exiliada en México. Uribe se admira de tal decisión, de cómo Arteta antepuso la gente que quería a la creación, quizás a la gloria artísitica, y se pregunta si él mismo sería capaz de hacerlo, con un
androcentrismo atroz que no advierte que eso mismo que hizo Arteta es algo que han hecho y hacen millones de mujeres todos los días: anteponer su familia, principalmente sus hijos, pero también sus padres, esposos, hermanos, suegros, a todo, a absolutamente todo, lo demás, a la vida laboral, la vida social, la vida intelectual, la vida.
Si esa decisión que tomó Arteta la hubiera tomado una pintora, Uribe ni se molestaría en mencionarlo. Pero, claro, a una pintora no le habrían hecho el encargo que luego fue a parar a manos de Pablo Picasso.
La familia, como digo, es importante en
B-NY-B. En el comienzo Uribe nos adelanta que va a dedicar más atención a su familia paterna, a los Uribe, a pesar de que no sabe demasiado de ellos, porque su padre no contaba gran cosa de los suyos. Sin embargo, de su familia materna sabe montones de historias y anécdotas y nos señala con cierta sorpresa tal desequilibrio.
Uribe, hijo, no te sorprendas tanto, que eso pasa en todas las familias: todos conocemos mejor a nuestra familia materna que a la paterna, todos tenemos más relación con nuestros abuelos, tíos y primos por parte de madre que por parte de padre, porque las familias las crean las mujeres, son ellas las que se molestan y se preocupan por mantener los lazos, por transmitir el conocimiento familiar. En la novela sucede lo mismo: los hombres "cometen las hazañas", pero las mujeres ligan las salsas en las que se cuecen y esas mujeres no son sólo las más cercanas, sino que también abren paso a las de la familia extensa: tías, primas e incluso vecinas.
Porque el sentido de la familia de Uribe es amplio (más que de familia, se trata de un clan, o incluso una tribu, ya que también están ahí las vecinas) y heterodoxo: son familias que ni siquiera necesitan vínculos de sangre, que ni siquiera necesitan ser familia. En varios comentarios sobre la novela he leído que
B-NY-B cuenta la historia de tres generaciones. Pues no, no son tres generaciones. Son cuatro, porque también forma parte de la historia, y es una parte muy importante, el hijo de Uribe, que, como dice en el poema final, nació con trece años.
(1) En la foto os he puesto "El puente de Burceña", un cuadro de Arteta que me gusta mucho y está, cómo no, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
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