Jaime Bayly: El cojo y el loco
Alfaguara, 2009
La crítica ha dicho de esta novela que es sórdida, convulsionada, machista, hiperbólica, áspera, desagradable, tremendista y tremenda, sombría, despiadada, corrosiva, cruel, abyecta, violenta, salvaje, maligna. A ver si consigo escribir algo sin repetir adjetivos.
La primera vez que puse en este blog algo sobre Jaime Bayly, aunque quise hacerme la chulita, daba, en realidad, explicaciones avergonzadas de por qué me gusta lo que escribe este hombre.
Y otra vez compruebo que ando de puntillas y digo "lo que escribe este hombre" y no "este hombre", porque Bayly, además de escritor, es un personaje excesivo que no a todo el mundo cae simpático y da mucho que hablar. Para que os hagáis una idea: lo último que he leído sobre él es que ha anunciado que será candidato a la presidencia del Perú y que el Departamento Administrativo de Seguridad de Colombia (Bayly vive ahora en Bogotá) alertó recientemente sobre un plan para asesinarlo. También me he enterado de que estuvo en Barcelona por San Jordi, pues apareció en el programa de Buenafuente.
Bayly siempre ha sido un escandaloso, una especie de escritor maldito que, sin embargo, ha tenido y tiene fans tan importantes como Vargas Llosa, Roberto Bolaño o Luis Antonio de Villena. A mí, después de leer "El cojo y el loco", me sigue gustando de él lo que me ha gustado siempre: su talento para la prosa cantarina, afilada, deslumbrante, para la oralidad y para el ritmo, que aquí se convierte en pura pirotecnia, y sus relatos pegados a su biografía.
Con todo, en "El loco y el cojo" aprecio dos cambios importantes: primero, que se trata de una narración mucho más desbocada y destartalada y, segundo, que no hay ningún alter ego evidente. Así lo dicen y lo repiten las críticas que han llegado a mis ojos, aunque no estoy yo muy segura de que el relato de dos jóvenes cachorros de la alta burguesía limeña despreciados por sus familias a cuenta de sus deficiencias físicas y psíquicas no tenga nada que ver con él y no cuente un poquitico de su propia vida.
Con todo, en "El loco y el cojo" aprecio dos cambios importantes: primero, que se trata de una narración mucho más desbocada y destartalada y, segundo, que no hay ningún alter ego evidente. Así lo dicen y lo repiten las críticas que han llegado a mis ojos, aunque no estoy yo muy segura de que el relato de dos jóvenes cachorros de la alta burguesía limeña despreciados por sus familias a cuenta de sus deficiencias físicas y psíquicas no tenga nada que ver con él y no cuente un poquitico de su propia vida.
Que yo sepa, nadie ha incluido nunca a Bayly entre los cultivadores del género negro, pero podría decirse que con esta novela pone un piececito en territorio noir, porque con varios asesinatos, violaciones, huidas de la justicia y ese recrearse en los bajos fondos, si no negro, sí que alcanza al menos un gris bastante oscuro.