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miércoles, 23 de septiembre de 2015

ENTREMÉS -Damas de Honor-

Uno de mis mejores amigos se casa por todo lo alto. Tres días antes de la celebración me comenta que la orquesta que tocará en directo tras el banquete le dejará a él y sus otros colegas aficionados a la música dar un mini-concierto durante el baile, me pide que participe cantando "Today" de Smashing Pumpkins.

"Estúdiala bien de aquí al sábado, eh", desliza guiñando el ojo...
"Descuida -acepto el desafío- esa canción lleva veinte años grabada a fuego en mi memoria, eso sí... hay ciertas notas a las que ya te advierto que no llego ni con la barra libre de por medio!!!"

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La mañana de la boda, mientras me ducho en el hotel, "ensayo" por primera (y última) vez la canción.

Vamos a la Iglesia. Durante los meses anteriores, entre los amigos del novio, se había propagado cierto rumor: "las amigas solteras de la novia no nos tocarían ni con un palo"

Todas ellas ejercen de "Damas de Honor" y tras echarles un primer vistazo, a pesar de no conocerlas de nada, distingo en casi todas una indisimulada altivez que sin duda fundamenta la citada rumorología.
La mayoría no solo no nos tocarían ni con un palo... ¡ni siquiera nos mirarían de reojo!

De hecho así sería durante toda la ceremonia religiosa, cocktail de recepción, comida y baile.

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Ya llevamos bastante rato de bailoteo y han caido unas cuantas copas. Mi amigo sube al escenario, agarra la guitarra eléctrica y ataca el "Blitzkrieg Bop" de los Ramones.
A continuación comienza a sonar la intro del "Here I go again" de Whitesnake y me pide que suba a acompañarle intercambiando estrofas al micrófono.

Llega la esperada "Today", cumplimos el expediente y tras abandonar el escenario me invitan de nuevo a subir para participar en el resto del setlist: "Carrie" de Europe, "Space Oddity" de David Bowie y el final mitad apoteósico, mitad vergüenza ajena, con "Sweet child of mine" de Guns n' Roses.


Voy lo suficientemente pedo como para pasar por alto cualquier desliz vocal, me limito a disfrutar haciendo el tonto con mis amigos sobre el escenario, recreando poses, dejándome llevar...

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Finalizado el concierto voy directo a la barra para pedir otra copa. Una de las más altaneras amigas de la novia está sentada en una butaca y con un gesto de la mano llama mi atención, "Rific, ven un momentito", dice.
"¿Sabe mi nombre? -pienso- qué raro..."

"¿Sí?", me inclino hacia ella.
"Que sepas Rific que me ha gustado mucho cómo has cantado al principio, eso sí... luego... al final del todo... ya no me ha gustado tanto", dice.
"Bueno mujer, no deja de ser una cosa improvisada hecha para divertirnos y que el novio disfrute -comento-, ya imagino que los berridos de la última canción habrán sido lamentables, pero si intentas imitar a Axl Rose en medio de una boda, además borracho... ¡lo raro es que salga bien!"

La Dama de Honor me mira frunciendo el ceño, se queda callada... ¿sabrá quién es Axl Rose?
"Bueno -prosigo- si por un casual hacemos un segundo pase más tarde no nos juzgues muy severamente...", levanto mi copa y sonriendo regreso donde mis amigos.

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Un par de copas después estoy hablando con mi amigo Pablo y una amiga de la novia se cruza en nuestro camino, Pablo la agarra del brazo y le pregunta quién está "libre" en la boda, si nos puede presentar a alguna soltera, etc...
La chica inmediatamente va a la barra del bar y toca el hombro de la imperiosa dama de honor que antes tuvo a bien compartir conmigo su juicio del miniconcierto.

Nada más girarse, sin darse cuenta de que era Pablo quien esperaba ser presentado, me dedica una orgullosa mirada y sin hacer caso a la amiga se me acerca y dice: "Vamos a ver Rific, que tú y yo ya hemos hablado todo lo que teníamos que hablar..."
No doy crédito a lo que estoy oyendo. "¿Perdón?", pregunto.

Lo repite: "pues eso Rific, que tú y yo ya hemos hablado todo lo que teníamos que hablar... ¿valeee?"
Me inclino hacia su oído: "no puedo estar más de acuerdo contigo -arranco, agarrando tan fuerte mi copa que por un momento temo que acabe rompiéndola-  de hecho si te paras a pensar, esta es la segunda vez que hablamos y en ningún caso he sido yo quien ha iniciado la conversación, de hecho ni siquiera sé cómo te llamas... cuando quiera decirte algo descuida que lo haré, puedes volver a tu taburete que se te van a deshacer los hielos de la copa, espera sentada mejor".
Nuevamente levanto mi copa, sonrío y vuelvo donde mis amigos.

"¿Qué le has dicho?", me pregunta Pablo, ofreciéndome un cigarrillo.
"Me temo que los rumores eran ciertos...", contesto, buscando mi mechero.


lunes, 6 de julio de 2015

"MISTERIO A MEDIO RESOLVER" (La buena, el feo y lo malo -4ª parte-)‏

"Mary_82" protagonizó hace cuatro años una de las más célebres trilogías de este blog.
La historia de nuestras dos citas y su sorprendente desaparición posterior quedó glosada en las siguientes tres entradas:
2ª parte - Moviola
3ª parte - Mutis

En todos estos años de vez en cuando me he acordado de ella, he vuelto muchas veces a los lugares donde nos vimos y el "misterio" de su volatilización jamás dejó de intrigarme.

Con aquel último extraño mensaje procedente de su número (escrito por un supuesto tipo sevillano) no puse fin a las "investigaciones" llevadas a cabo los dos meses siguientes a su súbito silencio. 

Meses después, pasando las vacaciones en otra provincia, probé a llamar al número varias veces desde diferentes teléfonos fijos; también lo intenté con un móvil de prepago que regalaron a mi madre... jamás contestaron ninguna de esas llamadas, realizadas en todas las franjas horarias posibles.
Aunque fuera un inocente chico de Sevilla digo yo que alguna vez podría haber contestado.

El correo electrónico desde el cual me escribió y mensajeó durante nuestra breve historia dejó de estar operativo, los mails me eran devueltos con el clásico "Delivery Status Notification (Failure)"


Aquel fue el sospechoso balance con el que se alcanzó el "primer aniversario" del misterio.

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El año pasado pillé un smartphone y comencé a utilizar Whatsapp. Aún tenía su número en la agenda y al ver que "el titular" era usuario de dicha aplicación decidí saludar.
Me contestó preguntando quién era, cuando dije que era un amigo de Mary_82 (sin dar mi nombre) me dijeron que no sabían de quién hablaba y esta vez no hubo ningún rollo o cuento sevillano, se limitaron a pedirme de manera cortante que dejase de escribir a ese número.

Mi intriga no quedaba saciada, sin embargo accedí a la petición: odio los diálogos de besugos.

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Hace tres viernes estuve "limpiando" mi teléfono de archivos, fotos y conversaciones chorras... el caso es que haciendo un barrido por la agenda me encontré de nuevo con el teléfono de Mary_82. 

Siguiendo un impulso de lo más extraño pulsé la opción de llamada, daba tono... al igual que las anteriores veces años atrás me recosté en el sofá esperando que se agotasen los tonos sin respuesta, pero de repente, un lustro después, sonó una voz al otro lado de la línea, una voz de hombre, un recio acento de lo más seco, para nada sevillano...

"¿Quieeeennnn eeesss?", dijo
"¿Sí? -me puse a improvisar a toda leche, no tenía nada preparado- perdona, ¿está Mary_82?
"Síii, soy SU PAREEEJAA -recalcó, elevando el tono con esa última palabra- ¿se puede saber qué es lo que quieres?
(Nos vamos a reir, pensé) "¿Podría hablar con ella por favor? Es que me han dado este número para localizarla..."
"Sí, un momento, ahora te la paso...", me interrumpe, ¡bingo!

"¿Síiii? -no me lo puedo creer, es ella, su voz sigue siendo inconfundible a pesar del tiempo transcurrido- ¿Quién es?"
"¡Mary_82! ¡Qué alegría escucharte! -finjo alegría, aunque la sorpresa es absolutamente auténtica- ¿qué tal estás? Soy Rific, nos conocimos hace unos años, ¿qué tal te va?
"Mmm, perdona, pero es que no sé quién eres...", su sorpresa también superaría el polígrafo sin problemas, su frase ya no tanto.
"Rific, hace ya bastante es cierto, pero bueno, me alegro de haber podido localizarte al fin... dime, ¿sigues en la ciudad, te fuiste a Madrid o dónde?"
"P-p-perdona pero es que no sé quién eres, ¿Rific? ¿Qué Rific?", vuelve a preguntar.

"Ah, vaya... -dije- bueno Mary_82, no pasa nada, si no te acuerdas de mi entonces nada... ¡hasta luego!"
"Eehh...", fue lo último que salió de su boca.

Colgué.
Supo de sobra quién era (aún recuerdo lo pesada que se puso en su día con mi nombre), imagino que con su chico al lado no podría hablar y (ante semejante atraco) tras colgar mantendría la mentira hasta las últimas consecuencias.

El misterio ha quedado resuelto en parte, me quedo con lo mejor: Mary_82 está viva y coleando.
¿Lo "malo"? Las razones por las que salió pitando siguen sin saberse. 

En su día me habló de su exnovio, un tipo manipulador que hackeaba sus cuentas de correo, teléfono, etc... me habló de un chico de Barcelona con el que se lió una vez (esta anécdota sirvió para mantener viva la llama del misterio a lo largo de los años) con el que perdió contacto y por lo visto un día de manera milagrosa lo recuperaron y se enteró que el chaval le había escrito mogollón de mails y mensajes que fueron todos borrados por su ex. ¿Habré sido yo víctima también de una conspiración similar?
¿Fue el ex quien me escribió aquel mensaje haciéndose pasar por un chico de Sevilla?
¿Acaso Mary_82 no lo había dejado del todo con su ex aquella quincena que duró nuestra aventura y tras el escarceo fue pillada y regresó arrepentida?

Quizás todo sea mucho más sencillo y Mary_82 sea una cobarde que no supo dar la cara y tras no convencerle el asunto optó por romper cualquier contacto a las bravas, destruyendo ella misma todos los puentes y escribiendo aquel mensaje tan chapucero.

Tras colgar no pude evitar sonreir. Imagino que esta repentina llamada habrá sido motivo de conflicto (o discusión) de algún tipo en el actual hogar de Mary_82... tener que dar ciertas explicaciones, dar lugar a una situación incómoda.

De ser así, esa será mi venganza, ese será mi legado.

Sea como fuere, ahora ya sí, la historia llega a su FIN.


lunes, 29 de diciembre de 2014

"Y en tu fiesta me colé" - Numerus Clausus

Hace un tiempo, a estas alturas de mes y a punto de acabar el año, yo me encontraba un poco desanimado en lo relativo a mis relaciones con las chicas.
Aquel año estuve detrás de una en concreto y mis torpes esfuerzos no obtuvieron recompensa... alrededor de ella transitaron algunas "satélites" pero mi mala racha alcanzó dimensiones épicas, todo lo que pudiera salir mal a la hora de relacionarme acababa sucediendo, de hecho solía bromear con mis amigos afirmando estar bajo el influjo de una maldición gitana o algún siniestro mal de ojo.

La tarde/noche del sábado anterior a nochevieja llamé a mi colega Sergio para ver qué plan había y me contestó que se había enterado de que Gustavo (un chaval que solía salir con nosotros desde la época del instituto) organizaba una fiesta en su pisito de estudiante.
"He hablado con Chemita, ya está allí, me ha dicho que hay bastantes chicas... -Sergio mostraba entusiasmo al describir el inesperado plan- ven a buscarme dentro de media hora y vamos juntos para allá"

Dicho y hecho, pillé una botella de Jim Beam en el supermercado, pasé por donde Sergio y caminamos hasta la casa de Gus, en plena zona de las facultades.



No recordábamos el número del portal ni del piso, volvimos a llamar a Chemita y nos los dijo: "daos prisa que hay un grupo de extranjeras que no tardarán demasiado en irse...", añadió.

Tocamos el timbre abajo y nos contestó una chica, nos anunciamos como amigos de Gustavo y nos abrió la puerta... arriba lo mismo. La puerta daba directamente a la cocina, allí estaban Chemita y tres chicas, todos ellos sirviéndose bebidas.
Se oía murmullo al fondo del piso, música y vidrios procedentes del salón.
Dejé la botella sobre la primera mesa a mi alcance y mientras agarrábamos sendos vasos de plástico empezamos a hablar con el grupo de la cocina.

Una de las chicas se llevó un cigarrillo a la boca y me pidió fuego, se lo dí y a continuación encendí yo uno de los míos... dos caladas después se desató la Tormenta Imperfecta.

Gustavo apareció en la cocina hecho una furia y comenzó a gritarnos. "¿Pero qué hacéis aquí vosotros dos? ¿Quién os ha invitado? Teneis un morro que os lo pisáis ¿no? Vaya poca vergüenza presentarse aquí así por las buenas..."

Sergio le explicó que había hablado con Chemita, que él le dijo que fueramos sin problema... también le dijo que abajo en el portal le había llamado a él primero para preguntarle el número del piso pero como no contestaba llamó de nuevo a Chemita...
Sergio trataba de mantener la calma pero ambos estábamos alucinando por el modo en que Gustavo nos estaba gritando, absolutamente desencajado.

Miró a Chemita en busca de confirmación del testimonio de Sergio y nuestro "cómplice" se encogió de hombros, "no pensé que fuera a molestarte tanto tio", dijo.
"Pues para otra vez ya sabes lo que tienes que hacer o no vendrás tú tampoco -le señaló con el dedo, amenazante, después se giró hacia mi y blandiendo el mismo dedo acusador prosiguió- ¿y tú qué haces fumando aquí? ¡En esta casa no se fuma! ¡Apágalo!"

Se me estaban hinchando las narices pero decidí contar hasta cinco y morderme la lengua, ciertamente era su casa y no teníamos permiso directo suyo para acudir a la fiesta, quizás le habíamos pillado ya pedo y cabreado por algo...

"Encendí el cigarrillo justo después de que ella lo hiciera", contesté, señalando con la punta del pitillo la esquina de la cocina donde la boquiabierta chica (todos los presentes estaban flipando) fumaba ajena a todo mal.

Gustavo se acercó a ella y sonriendo nervioso, poniendo un tono de voz meloso dijo "cariñosamente": "joo Loreenaa, os había dicho antes que aquí era mejor que no fumase nadie... no vuelvas a hacerlo porfi"



Mi paciencia se acabó, verlo convertido en una penosa mezcla de Hulk, Gollum y Arturo Fernández y tratarnos de aquella manera no era de recibo... di un paso al frente: "osea que a mi por fumar me pegas un ladrido, ¿y a ella medio segundo después por lo mismo le haces una carantoña?? ¡Que te den!", agarré la botella de Bourbon, tiré la colilla al fregadero y me dirigí a la puerta. La abrí y Sergio vino detrás.

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Unas horas después, un par de chicos que asistieron a la fiesta nos llamaron y se vinieron al bar donde Sergio y yo tomábamos algo. Su testimonio fue tan inesperado como revelador... a la par que triste.

Nos contaron que Gustavo llevaba dos meses organizando ese tipo de fiestas "clandestinas", intentando aprovechar desesperadamente su reciente independencia en el piso de estudiante... nosotros no sabíamos nada porque Gus solo invitaba a los amigos que consideraba "feos" o que "no pudieran hacerle sombra".
Invitaba a un montón de chicas de la uni y solo a unos pocos varones, todos ellos con un reconocido prestigio a la hora de no seducir ni a una mosca...

Pregunté a uno de los "confidentes" por qué demonios se prestaba a semejante juego... pero apenas supo encogerse de hombros, imagino que ellos en cierta extraña manera habían compartido la penosa teoría de Gustavo hasta que ésta, al enésimo fracaso, se vino abajo por sí sola.

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Paradójicamente, lejos de sentirme ofendido por haber sido expulsado de aquella fiesta, lo agradecí inmensamente... durante un tiempo incluso lo llevé a gala.

Como dije al principio del relato, mi estado anímico por aquel entonces en lo relativo a mis asuntos con las mujeres era más bien bajo... de repente, el saberme parte de la "lista negra" de Gustavo y advertir que alguien tan rabiosamente competitivo (y bien parecido) como él me consideraba un adversario, supuso un inesperado empujoncito y un curioso chute de autoestima.

El año nuevo arrancó por todo lo alto y la "buena racha" (no exenta de ciertos lógicos baches) por entonces iniciada, aún perdura.
Toco madera.

¡Feliz 2015 para todos... y que corra la Fanta!  


jueves, 20 de noviembre de 2014

"COMECOCOS"

Llego antes de tiempo al concierto así que entro en una gran superficie comercial junto al Auditorio para pasar un poco el rato.
Voy hablando por teléfono cuando cruzo la puerta principal y en la primera cafetería veo sentada (con otras cuatro chicas, formando un círculo, algunos carritos de bebé rodeando su mesa) a Helena.

En tercero de carrera Helena se sentaba conmigo en clase y probablemente haya sido una de las tres chicas más guapas que he conocido en mi vida, una belleza deslumbrante...
Era tan guapa que nadie se acercaba a ella, siempre se sentaba sola.
Yo solo iba a aquella clase para recibir una asignatura, no conocía a nadie, así que un día le eché valor y me acerque a hablar con ella para preguntarle algo de la clase anterior... para mi sorpresa Helena se ofreció a dejarme los apuntes y me invitó a sentarme a su lado.



No abandonaría ese lugar "de privilegio" por lo que restó de curso, lo cual fue recibido por los demás alumnos con reacciones de lo más dispar: algunos chicos me adoptaron como nuevo ídolo y buscaron mi amistad para acercarse a ella... otros me odiaban en silencio... y algunas chicas de las consideradas populares de repente empezaron a saludarme por los pasillos o incluso en los bares los fines de semana.
Todo muy siniestro.

Helena tenía novio, un tipo bastante guaperas y cachas, así que no di ningún paso en falso durante el curso, me limité a ser su amigo aunque por las noches en la soledad de mi cuarto fantaseara con poseerla de todas las maneras posibles.

Solo fuimos asiduos la una del otro durante aquel curso, después nos limitábamos a saludarnos en los pasillos o la calle/bares si nos veíamos... o intercambiar (como mucho) tres o cuatro frases de cortesía.

Dos años después, una noche que estaba de cena con mis compañeros de clase, coincidimos en una discoteca con Helena y sus amigas. La saludé y hablé un par de minutos con ella junto a la barra. Cuando regresé donde mi grupo un gañán de clase se interesó por saber cómo es que yo conocía a semejante bellezón, que él llevaba años observándola por los pasillos de la facultad y estaba tremenda... que se la presentase...
Le dije que conocía a Helena de compartir clase un curso entero, que no tenía la suficiente confianza con ella como para molestarla con eso y que además ella tenía novio... vamos, que pasaba de líos (no tenía intención de presentarle a un borrachuzo babeante dando a entender que semejante tipo era mi amigo).

El desgraciado de mi compañero entonces pasó de mi y fue directamente a hablar con Helena... observé la escena desde una prudencial distancia y al principio reconozco que sentí cierto placer al ver como él se acercaba torpemente y ella ponía cara de disgusto con cada una de sus aproximaciones, sin duda él estaba siendo grosero y ella estaba tratando de quitárselo de encima... pero de repente algo cambió en el gesto de Helena.

Mi compañero empezó a susurrarle cosas al oído, señaló con el dedo hacia donde yo estaba... y ella abrió la boca primero con sorpresa y luego con indisimulado asco.
Me miró y se zafó del marcaje de mi compañero... agarró a una de sus amigas de la mano y se largaron del local. Pasó a mi lado sin mirarme ni decirme nada.

"¿Pero qué coño le has dicho?", pregunté al capullo de mi clase.
"Nada, como no quería irse a tomar algo conmigo le he dicho que igual querría irse contigo, que tenías muchas ganas de follártela... quise echarte una mano pero ya ves que no ha salido bien", dijo, apestando a ron.

Desde entonces las tres o cuatro veces que Helena y yo nos hemos cruzado ha actuado como si no me conociese.

Más de una década después paso delante de su mesa y ella levanta la vista... pero por suerte no me ve, sigue siendo tan preciosa como miope.
Acelero el paso dejándola atrás y entro en el supermercado.

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Tengo hambre y me dirijo a la sección de bollería para pillar algo. De repente en el pasillo central casi soy atropellado por un carrito que conduce una niña pequeña, detrás de ella va la que seguramente sea su madre: Marta.

Marta fue compañera de facultad el mismo año que Helena, pero en una clase distinta. Tenía mi edad pero salía con un chico bastante mayor y asalvajado. Ella y yo tonteábamos a menudo, un día me invitó a la fiesta de su cumpleaños y fue una noche memorable.
Su novio nada más vernos a mi y a otro colega nos consideró una especie de amenaza así que la tomó con nosotros (se pensó que éramos unos flojos) y nos desafió a juegos de beber... pero para su desgracia (e infamia) fue él quién acabó vomitando en la esquina de un callejón.

Marta lo pasó fatal, se avergonzó mucho del comportamiento de su novio y aquello le supuso una seria crísis de pareja.
En una de aquellas etapas críticas tuvo lugar una de las fiestas de mi facultad. Eran apenas las doce de la noche pero yo llevaba de fiesta desde pronto por la mañana y mi estado era lamentable... cuando salí del local Marta me preguntó dónde iba, cuando le conté que a casa ella me dijo que también quería irse y propuso compartir un taxi.



Lo que sucedió en aquel taxi me lo tuvieron que explicar a la semana siguiente amigos comunes de la facultad porque yo solo recordaba parte de la historia.
Hasta donde yo estoy seguro ella se echó sobre mí, apoyando la cabeza en mi hombro, melosa...yo la rodeé con mi brazo y empezamos a besarnos. Cuando le agarré una teta por debajo del abrigo me paró los pies y se apartó brúscamente. The End.

Lo que me contaron fue que de repente me comporté como un mandril en celo, que llevé una de sus manos hacia mi entrepierna y que cuando ella se zafó de mi acoso me repantingué en la parte trasera del taxi diciendo incongruencias y cayendo dormido en apenas cinco segundos.

A lo largo de la década siguiente Marta dejó de hablarme... y ahora en el pasillo central del supermercado nuevamente gira la cabeza ante mi presencia.
Tiene cierta guasa (¿justicia poética?) que ahora su hija intente atropellarme con un artefacto de cuatro ruedas.

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Con mis donuts en la mano me dirijo a la fila única para esperar mi turno en caja y confieso que me entra cierta risa floja al levantar la vista. En una de las cajas está trabajando otra compañera de la universidad, de la misma época.
De ésta ni siquiera recuerdo el nombre, lo único que sé es que en su día un compañero de clase estuvo loco por ella y en una fiesta a la que asistimos en una residencia universitaria se enfadó conmigo porque intenté ligármela.
Yo no sabía nada de su enamoramiento, de todos modos la chica en cuestión me dio unas sonoras calabazas.

Siguiendo la ilustre tradición de ex-compañeras de universidad, también dejò de hablarme.



Su caja es la número siete, espero mi turno acercándome cada vez más al final de la cola donde el marcador electrónico anunciará la caja que me corresponde. Algo dentro de mí sabe que me tocará la siete... y así es. ¡Bingo!
Intentando burlar a mi chistoso destino cedo mi turno a la señora que empuja un cargado carrito detrás de mi. Me mira sorprendida y agradece el gesto que lejos de ser galante constituye una fuga en toda regla.

Me siento protagonista de una especie de comecocos, doblando esquinas descontroladamente para esquivar encuentros desagradables, como una rata de laboratorio dando vueltas en un laberinto diseñado por alguna sádica Asociación de Antiguos Alumnos...

Salgo del supermercado y de camino a la puerta principal distingo a lo lejos que Helena sigue allí sentada con sus amigas. Doy media vuelta y salgo por la puerta trasera del centro comercial.
No merezco otra cosa.


miércoles, 29 de octubre de 2014

"ALGUNAS CHICAS CON PAREJA"

Alguna vez me he relacionado con chicas que tenían pareja aunque no siempre he estado al tanto de dicha circunstancia.

EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS eran gente que sabían perfectamente lo que hacían y "pecaban" alegremente y con todas las consecuencias... pero a veces ciertos ataques de inoportuna moralidad (o extraña melancolía) convirtieron las experiencias en algo delirante, casi ridículo.

Hay "adúlteras" que al poco rato de poner la maquinaria en marcha se arrepienten (¡dios mío pero qué estoy haciendo, esto no puede ser!) y salen (literalmente) corriendo.
Otras disparan con silenciador:
1) Te besan o hacen de todo pero no follan.
2) Otras te follan pero ni se te ocurra besarles en la boca.

Ambas cosas me han sucedido. En el primer caso las razones/excusas que me pusieron fueron que "no se fiaban y tenían miedo de pillar y luego traspasar a su marido algún bichito difícil de explicar"... "que esa parte de su vida sexual quedaba reservada para su chico, mientras que del resto podría disponer a mi antojo"... "que con otro amante que tuvo se les rompió el condón y no estaba dispuesta a volver a pasar por aquello"

Lo segundo me sucedió dos veces. La primera fue impresionante porque pasamos una noche entera follando (de hecho fue idea suya, me llamó exprésamente para eso) pero solo le faltó ponerse un bozal... el par de veces que instintivamente busqué su boca me esquivó con felina astucia.
No fue algo con lo que me sintiera especialmente cómodo pero obtuve cierta mezquina "venganza" al observar como ella fue incapaz de disfrutar la mayoría de los polvos por estar tan tensa y alerta para evitar ser besada.

Cuánto daño hizo "Pretty Woman" a toda una generación...



La otra chica lo había dejado recientemente con su pareja y apenas me dejó besarla una vez en la boca. Ahora que lo pienso aquel "robo" fue toda una hazaña por mi parte ya que no se me permitió repitirlo. A la chica en cuestión le sirvió para encenderse y decidir llevarme a su casa, pero insistió en que una vez allí no la besara más en la boca ni le acariciara las tetas.

Me soltó un rollo larguísimo acerca de lo mal que estaba llevando su separación, lo mucho que echaba de menos a su chico y las ganas que tenía de volver con él... eso según ella justificaba su falta de ganas de besar a nadie en la boca de manera tan íntima. Lo de las tetas era porque según ella eran muy feas, no le gustaban, etc.
Bajo mi modesta opinión en ambas cosas estaba equivocada.

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Y es que hay chicas que para lo que es el caso da igual que tengan pareja o que lo hayan dejado hace poco... que sigan enamoradas de su ex o le odien a muerte... sus reacciones en la intimidad a pesar de estar libres de compromiso pueden llegar a equipararse con aquellas propias de las adúlteras poco convencidas.

Alguna vez en medio de algún rollo se me han puesto a (literalmente) llorar por cualquiera de esos cuatro motivos.
Sí, súbitamente y a moco tendido... creedme, no hay nada más ridículo que tener que consolar emocionalmente a alguien (o dar palmaditas en la espalda) llevando una erección a cuestas.
Semejante rigidez es como la bomba atómica (pura kryptonita) para cualquier tipo de empatía...

Una de las lloronas arrepentidas una vez, durante su "monólogo redentor" me mostró (entre lágrimas) el móvil con una foto de su hija pequeña... estiró el brazo poniéndome casi la pantalla en la cara, como esas madres de víctimas que desafían a asesinos a la salida de un juzgado.
En aquella ocasión se invirtió la estadística y quien salió corriendo fui yo.
Me temo que lo peor en las relaciones no es ser infiel, sino ser gilipollas.


lunes, 29 de septiembre de 2014

"BENDITO OLVIDO"

Hace casi once años quedé para salir un sábado noche con mis dos amigos habituales de la época. La novia de uno de ellos apareció un par de horas después con sus tres mejores amigas y nos las presentaron.
Una de ellas, Adela, me gustó al instante.
Era guapísima y bastante bromista, pareció seguirme el juego de todas las coñas que solté y para mi sorpresa no hizo caso de mi otro amigo "soltero" (más guapo siempre según todas) quedándose conmigo todo el tiempo.

El finde siguiente estábamos de nuevo los chicos solos y empecé a recibir unos misteriosos sms de un número desconocido, todo el improvisado chat derivó en otro encuentro con las chicas a última hora para tomar unos chupitos... y sí, el móvil desconocido pertenecía a Adela.

El final de la noche fue un desmadre: todo el mundo estaba borrachísimo, saliendo del servicio Adela me agarró del brazo, le canté en plan juguetón la estrofa de la canción de Dandy Warhols que estaba sonando en el bar, me abrazó en la esquina y nos besamos.


Aquella madrugada yo me fui a casa extasiado, en una nube... tres semanas después cuando coincidí con ella de nuevo en otro sábado multitudinario ella me aseguró que no recordaba nada de lo que "habíamos hecho", que iba muy borracha, que lo sentía pero que no...

No fui sensato, en vez de asumir su reacción sin más y aceptar la derrota no dejé de echar leña al fuego de mis expectativas; era la chica más guapa con la que había estado hasta entonces y pensé (penosamente) que si una vez se lió conmigo podría volver a suceder... que tan solo debería "estar allí" para cuando bajase la guardia.
Nada más lejos de la realidad.

Esa torpe determinación coincidió con el arranque de 2004. La primera mitad de aquel año mi obsesión por Adela fue en aumento e hice bastante el ridículo. La llamaba o escribía muy (demasiado) a menudo y ella me vacilaba, por desgracia era de esas chicas que adoran sentirse el centro de atención y nunca fue del todo sincera conmigo, de hecho en cada conversación o correo me proporcionaba un poco más de cuerda para que yo mismo (tan deliberadamente torpe) me fuera ahorcando.

El comportamiento de mis allegados tampoco ayudó. Mi estrecho marcaje a Adela era vox populi entre mis amigos cercanos, la novia de mi colega, sus amigas... pero se limitaron a contemplarlo en silencio o comentándolo entre ellos en sus chascarrillos privados.
Solo al quinto mes de "acoso" una de sus amigas (la más noble quizás... o envidiosa, nunca estaré seguro del todo) se me acercó en un bar y me advirtió de lo inútil de mi comportamiento. "No sigas por ahí, ella disfruta sabiéndote detrás de ella pero es mala, no quiere nada de nada contigo... además está liada con un compañero de trabajo en Madrid..."

A esas alturas de la película me daba igual todo, en contra de lo que sus amigas pensaban yo no estaba enamorado sino más bien obsesionado, cegado con la idea de volver a liarme con ella, verla ceder... que estuviera con otro me daba lo mismo, mi carencia de orgullo y autoestima era total.
Años oscuros aquellos...

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Por suerte llegó el verano e hice un par de viajecitos que me vinieron bien para desfogarme, en todos los sentidos.
A la vuelta decidí tomarme el asunto de Adela con calma pero como buena diva fue ella la que de repente dio señales de vida (llamándome) extrañándose por mi ausencia... una palabra suya bastó para liarme.

Sin embargo el desenlace fue de lo más insospechado. Durante las fiestas de mi ciudad, el día grande, Adela apareció con una amiga suya de fuera que se quedaba a pasar la noche en su casa... su amiga se medio lió con uno de mis colegas y de repente Adela se me arrimó bastante, puso los mismos ojitos que aquel primer día, volvía a reirse con todo lo que yo decía... erase and rewind.

El momento cumbre fue un rato que salí a la calle y me senté en un portal a fumar un cigarrillo, Adela salió un minuto después y se sentó a mi lado. Yo iba colocadísimo y me la quedé mirando mientras ella apoyaba su cabeza en mi hombro y me agarraba el brazo y la mano... mi clarividencia fue sorprendente. Adela se había quedado sola porque su amiga se había "perdido" con mi colega y por ese motivo recurría a mi, solo por eso, es su perversa naturaleza.
Si yo le gustara mínimamente habría dado alguna muestra de ello en los nueve meses anteriores... ¿debería besarla y pasar jodido otro año de pajas mentales?


Me preguntó qué tal estaba, puso ojitos de cordero degollado y me preguntó qué me apetecía hacer, se mordió el labio... yo miré al frente, dí una última calada al cigarrillo y dije: "irme de aquí".

Su cara cuando me levanté fue un poema. Encendí otro cigarrillo sin pensar, mi pedo era de lo más elocuente, me puse en cuclillas frente a ella y le conté el chiste del hombre que va al médico y se pone a mover la mano de arriba a abajo, compulsivamente... "doctor, cuando hago esto me duele", dijo, y el médico contestó: "pues entonces no lo haga".

De repente apareció su amiga, sola. Dijo algo poco amable sobre mi colega y se fueron las dos a otra parte, sin despedirse siquiera.
Nueves meses, lo que dura un embarazo, fue lo que tardé en escaparme... y mirando directamente al carcelero a los ojos.

Tres semanas después Adela se compró un coche, me escribió por si me apetecía verlo y de paso me llevaría a algún lado a tomar café.
Acepté, necesitaba convencerme de la curación total.

Fuimos a un bar del extrarradio y la "cita" fue deliberadamente anodina, me limité a escuchar... y se le escapó que en su oficina en Madrid la gente pensaba que estaba liada con un compañero y eso estaba creando cierto mal ambiente, por supuesto me negó categóricamente que aquello fuera cierto.

Después del café me dejó en casa y ya está, prueba superada.
Esa noche se me acercó el amigo cuya novia nos presentó a esas chicas y me dijo en tono confidente: "sé que esta tarde has quedado con Adela, ten cuidado con lo que haces porque esa chica no es trigo limpio. Avisado quedas"
"A buenas horas me dices nada cabrón", pensé. "No te preocupes, todo está bajo control", contesté.


Dos semanas después fui al cine de un centro comercial de las afueras con un amigo a ver "Alien Vs Predator". Antes de entrar estábamos fumando en el parking cuando de repente el coche que teníamos delante encendió los focos y salió... me pilló de plano cegándome y no pude ver nada, pero mi colega me dijo que había cazado a Adela entrando en ese coche acompañada de un chico.

Aquella fue la última vez que la vi... curiosamente, sin verla. 

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Hace tres semanas yo iba con unos amigos por la calle de noche y pasamos delante de un grupo encabezado por una chica que empezó a mirarme con gesto cómplice, como si me conociera.
Era preciosa así que no aparté la mirada, dos pasos después ella avanzó hacia mi diciendo: "Qué pasa Rific, ¿acaso no me ibas a decir nada?"
Contesté educadamente, "perdona es que no me había dado cuenta...", pero no tenía ni idea de quién era... "¿Cuánto tiempo no?", rematé en plan neutro sin demasiado riesgo de meter la pata.

El siguiente minuto de conversación fue de lo más surrealista ya que ella me hablaba y hablaba y yo seguía sin saber quién era... la observaba con atención, era demasiado guapa para haberme olvidado de ella... ¿o tanto habría cambiado estos años? ¿Un patito feo convertido en cisne?


Pero de repente soltó una de sus risitas tras uno de mis comentarios... nuevamente las sirenas de "Kill Bill" anunciando el flashback, ¡era Adela!
Instintivamente di un paso hacia atrás, creo que incluso me cambió el semblante. Lo más curioso de todo es que NO HABÍA CAMBIADO FÍSICAMENTE, y estando "igual"... no la había reconocido.

Eso sí, casi once años después seguía representando el mismo papel: "he estado trabajando en Amsterdaaammm, en Loondresss y ya he vuelto por una temporada, ¿sabes??"
Ella, ella y solo ella... no me preguntó nada, qué tal me iba, por dónde andaba, qué había sido de mi vida... NADA.
Soltó su discurso presidencial y regresó a su grupo.
"Me alegro de verte, que te vaya bien", me despedí. "Igualmente", dijo. Dos besos.

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La siguiente media hora la pasé un poco rayado. No por haber vuelto a ver a Adela (ni fu ni fa) sino por el hecho de haber sido incapaz de recordarla.
Si media hora antes me hubieran pedido que hiciera un top-ten de las chicas que más me han impactado a lo largo de mi vida quizás ella habría figurado en los primeros puestos... pero luego voy, me cruzo con ella por la calle, y ni me entero.

Qué frágil es todo, la pasión, los recuerdos... lo primero que pensé fue que en estos casi once años he bebido demasiada cerveza y he conocido a demasiadas chicas como para conservar mínimamente fresca la memoria de Adela, pero acto seguido repasé de arriba a abajo al par que más me han marcado y con ellas no cabría duda posible, las reconocería entre una multitud.

Prefiero pensar en el maravilloso mecanismo de defensa que diseña nuestra memoria borrando ciertas experiencias, ciertas caras tan hermosas como hostiles... y ciertos sinsabores.



miércoles, 9 de julio de 2014

"MANOLITO"

Mi amigo Rafa ha sido padre hace apenas un mes. Cuando estábamos en el instituto y hacíamos fiestas en su casa solíamos poner siempre las mismas cintas de música, entre ellas destacaba el mítico disco "Por Biafra" de Los Toreros Muertos.
Nos lo sabíamos de memoria y aparte de "cómico" (muy apropiado para aquellos saraos) siempre lo defendimos desde el punto de vista estrictamente musical. Siempre han sido una banda fetiche y apreciada para ambos.

Este año Los Toreros Muertos se han reunido. Cuando llamo a Rafa para anunciarle la buena nueva noto que se emociona, cuando añado que nuestra ciudad está incluida en la gira (nunca pudimos verlos en directo en su día) directamente enloquece.


Nuestra canción favorita de Los Toreros siempre fue "Manolito", una irónica apología de la simplona amistad masculina. Siempre que sonaba en aquellas fiestas los tíos la coreábamos y las chicas ponían mala cara... recuerdo que cuando alguna se reía por la letra sabía que había encontrado a alguien especial, capaz de entender un buen sarcasmo sin quedarse solamente con la aparente soflama machista.

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Es la primera salida nocturna de Rafa desde que es padre, antes de eso también llevaba una larga temporada sin hacerlo, demasiado...
Llegamos al recinto del concierto y pilla tickets para los cubatas de dos en dos. Rock and roll.

Otros grupos preceden a nuestro plato fuerte de la noche, de momento nos situamos más cerca de las barras que del escenario, observamos el ambiente y es raro ver a alguien menor de treinta y cinco años, me entran ganas de fumar, de emborracharme, de despeinar a Rafa y sacarle la camisa de dentro del pantalón...

De repente pasa delante de nosotros un grupo de cuatro chicas. Rafa y yo nos miramos sorprendidos, no hace falta que nos digamos nada, con la mirada basta... "Mira tú por donde", exclamamos a coro.

Eran cuatro de las diosas de nuestro instituto, eran del curso anterior, un año mayores... es decir: nosotros sabíamos sus nombres, vida y milagros... y para ellas nosotros éramos escoria anónima.
Muchos años después la historia se repite, ellas pasan a nuestro lado sin hacer ni puto caso, ignorantes de quiénes somos... y nosotros las observamos recordando sus dos jodidos apellidos.

 
Dos de ellas siguen estando bastante ricas, se sitúan en la primera fila y montan un jaleo considerable. "Siguen obsesionadas con dar la nota eh", susurro al oido de Rafa.
De repente es como regresar a la fiesta de clausura de la semana cultural del insti, la morena alta de rizos (siempre la jefecilla) cortando el bacalao, empujando a algún chico de al lado, colocando a sus amigas a su gusto entre el público, las otras dejándose mangonear, chicos entrándolas y ellas mandándolos a paseo histriónicamente, sacando copas gratis a los pobres incautos, una pillándose la gran tajada y la cabecilla vigilándola, llevándola de acá para allá, idas y vueltas al servicio molestando a los presentes...
"Lo que siguen siendo es unas cabronas", sentencia Rafa.

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Ya llevamos cuatro copas cada uno cuando Pablo Carbonell y los suyos saltan al escenario. Agarro a Rafa y nos acercamos hasta la primera fila... "Ya están aquí, Los Toreros Muertos, ya están aquíííí... muertos, muertos!!!", nos desgañitamos.

Volvemos a tener quince años, otra banda mítica tachada de la lista de "pendientes" en directo, sonrisa de oreja a oreja... y al lado las tipas del insti dando por saco con los grupos de tios adyacentes. Chocando y derramando bebidas, pegando voces, haciendo la ola celebrando cada cobra...

De repente sucede algo imprevisto: la diva rubia, la que en su día solíamos comparar con la infame Kelly Taylor de "Sensación de Vivir", se me queda mirando.
Le aguanto la mirada, ella porfía en el duelo, sonríe y se acerca... no sé si reir o llorar, "Kelly" junta los labios, pone morritos de besar, cierra los ojos (al menos uno) y se acerca a mi rostro.

No muevo un solo músculo en su dirección (nada de lo que se me pasa por la cabeza por lo que llevo observando en la última media hora es bueno), finalmente ella abre los ojos y me ve impasible negando con la cabeza.

Su primera reacción es abrir la boca sorprendida, a continuación (divina providencia) comienzan los primeros acordes de "MANOLITO"... Rafa y yo nos agarramos y dando saltos delante de la rubia coreamos el estribillo... Kelly se encoge de hombros y da media vuelta.
"Quiero estar a solas con mis amiiigosss", berreamos en su dirección.


La jefecilla/morena de rizos no puede estar sin ser el perejil de todas las salsas, se me acerca y pide algo así como disculpas en nombre de su amiga, que si está muy borracha, bla bla bla... le digo que no hay nada que perdonar pero que si se sienten tan mal podrían invitarnos a mi amigo y a mi a un cachi de cerveza, por las molestias...
Evidentemente no lo hace y regresa (estupefacta/indignada) con el resto de las Bananarama.

Rafa se descojona, "¡ha sido un momentazo!", exclama... "Tienes que salir más a menudo -le digo- aún tenemos que ajustar cuentas con aquellos que siempre nos ganaban al fútbol en el patio... y con aquella chica de la clase de al lado que se liaba con todo dios menos con nosotros... lo de hoy tan solo es el comienzo".

Durante el resto del concierto pillo otro par de veces a la rubia mirándome, se ve que sigue inquieta dando vueltas al incidente.
Después de los Toreros hay dos actuaciones más, en mitad de una de ellas se me acerca una mujer embarazada, en una mano lleva un cigarrillo y en la otra un cubata, me pregunta una chorrada y empieza a coquetear... los años noventa no son lo que eran.


miércoles, 23 de abril de 2014

"PORTARSE BIEN" (Tirar, empujar...)

Este año 2014 lo comencé asistiendo en Madrid al conciertazo de una mítica banda británica.
No era la primera vez que los veía, la anterior ocasión tuvo lugar hace varios años y tuvo su miga más allá del delirio musical.

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Cinco meses antes del concierto quedé un día con una chica en cierto pueblo del Norte. Era la primera vez que nos veíamos en persona: visitamos el lugar, paramos en varios bares, nos pusimos contentillos, a mediodía alquilamos una habitación en un hostal, follamos un par de veces, regresamos a la estación de autobuses y a la noche cada uno estaba de vuelta en su casa... un crímen casi perfecto.


Poco después inicié una especie de relación con otra chica así que mi situación con la de la mencionada excursión quedó aparcada, no volvimos a quedar.

Mi nueva relación empezó aparentemente bien pero tres meses después se convirtió en un tormento... a pesar de todo intenté poner de mi parte para que saliera adelante. Por eso cuando la chica de la excursión me escribió para decirme que iba a ir al mismo concierto que yo, que si quedábamos, etc... preferí evitar situaciones raras y contesté poniendo excusas para impedir el reencuentro.

Llegó la semana del concierto y no volví a pensar en ello. Quedé con mis amigos para la apertura de puertas, nos tomamos unas copas y nada más entrar en el estadio... ¡zas! Me doy de bruces con la chica de la excursión.
Nos saludamos brevemente y me escabullo como puedo para seguir camino hacia la zona de mi entrada. La despaché educadamente y en ningún momento se me pasó por la cabeza el típico "joder qué putada, en otras circunstancias hoy podría haber..."

Debo reconocer que yo mismo fui el primer sorprendido ante tanta bendita mansedumbre.

No obstante, esperando que arrancase el espectaculo me dio por pensar en las posibilidades que había de encontrarnos entre las miles de personas presentes... muy pocas.
Lo normal habría sido tomarlo como una especie de señal divina o capricho del destino, un atajo demasiado evidente para caer en la tentación... sin embargo permanecí resuelto a "portarme bien".

Lo que me sucedió en las siguientes tres horas solo puede compararse al efecto de una sobredósis de droga euforizante.

Inoportuno mensaje de la chica con la que estaba, cabreada porque me había ido de concierto deseándome entre líneas que el show fuera un desastre... mi contestación "políticamente correcta" que no le llegó por la falta de cobertura o la saturación de líneas en el recinto... mensaje de la chica de la excursión diciéndome el lugar exacto donde estaba viendo el concierto, bastante cerca de donde me encontraba, firmando con un "venga, tomemos una cañita después"... no contesté... nuevo sms de mi presunta pareja cabreada porque no contesto, presumiendo que estaré borracho y pasándomelo genial SIN ELLA, demostrando ser un auténtico bicho por no entender que si a ella no le gusta una cosa yo vaya igualmente a verlo SIN ELLA...


Pues no, no me lo estaba pasando genial por su puta culpa, por sus tópicos lamentos prefabricados, sus reproches infundados, su cabreo preventivo, por toda la mierda que me quería hacer tragar y eso que tan solo estábamos en el principio de algo... el principio del fin.

Miré a mi alrededor y tomé aire. Pensé en la primera vez que escuché a aquel grupo, los vídeos musicales que ponían en la tele cuando yo era niño, las fiestas adolescentes en los bares, en la playa, sonando sus canciones de fondo, mis cintas TDK grabadas reproducidas hasta la saciedad en la soledad de mi cuarto...
Apagué el móvil y me pillé un cachi de cerveza. Las próximas dos horas no me las jodería nada ni nadie.

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El concierto fue espectacular y especialmente emocionante. A la salida del estadio no tuve ningún otro "encontronazo" y solo después de subir al transporte público camino de casa decidí encender el móvil.

Tenía un par de mensajes de la "excursionista", comentándome momentos del concierto, ciertas canciones o bailes del cantante... y uno de mi "aguafiestas" insinuando que si había apagado el móvil sería porque me traía algo turbio entre manos...

Mi agobio era tremendo. Contesté de manera neutra a la chica del norte, dándole la razón en los momentazos del show y deseándole un buen viaje de vuelta a casa.
El mensaje de la otra ni lo contesté, no negocio con terroristas.

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Llegué a casa y cuando estaba a punto de acostarme recibí otro mensaje: "estoy con mis amigos en un bar muy cerca de tu casa, no pienso irme de esta ciudad hasta que bajes a tomar algo conmigo".


Me miré en el espejo del cuarto de baño y tras comprobar que no quedaba ni rastro de mansedumbre en mi mirada solté un largo resoplido y agarré de nuevo las llaves y la cartera.

Bajé por el ascensor pero parecía una nube, bailando las canciones del grupo que aún resonaban en mi mente, crucé la calle hacia el bar imitando algunos pasos del cantante...
Entré en el local y descubrí que no me había dicho toda la verdad, ¡sus amigos no estaban!... el último tramo de la alfombra roja se desenrollaba bajo mis pies, ella sonrió maliciosa al verme entrar mientras me acercaba a su esquina... fin de trayecto.

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Media hora más tarde me llevó al servicio de chicas y me hizo una inesperada mamada... fue su regalo de despedida antes de tomar el último tren hacia su tierra.

El concierto de este pasado mes de enero quizás haya estado algo mejor, pero debo confesar que eché en falta un servicio post-venta como aquel de la primera vez...


miércoles, 19 de marzo de 2014

"Cadáveres Insepultos"

Me acosté con ella en verano, ninguno de los dos encajó bien la experiencia... a los cinco minutos de acabar no encontré ningún motivo para quedarme a su lado y ella no movió un solo dedo para retenerme.
No hemos vuelto a vernos.

Un mes después me envió algunos mensajes preguntando qué tal todo... si yo seguía yendo al bar donde nos conocimos (ella no había vuelto, supuestamente "avergonzada"), si por fin me había decidido a querer "algo más" con alguien, etc...

Curiosidad morbosa, simple cotilleo, ninguna intención de volver a quedar.

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Hoy vuelve a asomar, lo hace con las mismas preguntas de meses atrás, un test tan jodido como rutinario: si estoy con alguien... si sigo abordando chicas en tugurios... que por qué no siento cabeza...


Pero hay algo diferente, me pregunta si estoy libre un día de estos para tomar un café o irnos de pinchos.

No me ha gustado que me sermonee con su cuestionario previo así que decido averiguar sus verdaderas intenciones a estas alturas de la película... sugiero que estaría bien regresar al lugar del crímen, tomar algo en el bar donde nos enrollamos... ella se ríe pero acepta al instante.

Coquetea, se muestra extrañamente nostálgica rememorando nuestro incidente veraniego, quizás el paso del tiempo haya jugado a mi favor, a lo mejor se ha olvidado de que realmente no le gusto...

Su repentino interés es tan sorprendente como contagioso, le confieso que me gustaría repetir la experiencia en un nuevo escenario, con otras circunstancias... su respuesta me deja de piedra: "¿pero por qué todos me queréis solo para eso?", exclama.

De repente recuerdo mis prisas del pasado verano para salir pitando de su casa.
"Bueno -contesto- no sé qué te habrá pasado últimamente con otros chicos pero no seré yo quien asuma culpas ajenas... sin duda te malinterpreté: hoy me saludaste de manera casta, desinteresada... y yo aquí en cambio tratando de llevarte nuevamente al huerto... ¡soy lo peor!"

Creo que ahora ella recuerda las razones por las que me retiró la palabra durante seis meses... se hace otra vez el silencio, uno definitivo.

Quizás mañana pregunte (adjuntando un par de iconos sonrientes) si sigue en pie lo del café... o los pinchos.


lunes, 30 de diciembre de 2013

ADULTERIO - 3 - (los Aretes de la Reina)

(Viene de la entrada anterior - pinche AQUÍ para verla)


SIGUE SIENDO AGOSTO: Al mediodía siguiente coincidimos en el messenger.
Aún sigue excitada por todo lo que sucedió ayer, dice... por la noche tuvo cena con su marido y los amigos de éste pero no se le iba de la cabeza nuestro "fogoso" revolcón, insiste... el primer rato que ha tenido sola en casa se ha masturbado a lo bestia, añade... se arrepiente de no haberse dejado follar, concluye...

Propongo ir a un motel u hostal cualquier horita suelta de la semana entrante pero ella no lo ve claro: "esos sitios no me ponen nada, prefiero la cama deshecha de un soltero".

A la noche volvemos a coincidir conectados unos minutos y me sorprende anunciando que ha soltado en casa la bola de que el sábado próximo tiene "cena en la ciudad con los del cursillo"... así que podremos quedar.
Hay un problema: ya tengo planes para ese sábado noche.

Conociéndola sé que no se lo va a tomar bien...
Premio, en cuanto le digo que lo siento pero yo ese día no puedo quedar monta en cólera, me dice que si estoy tonto, que ella ya lo ha dicho en casa... contesto que no me parece sensato por su parte anunciar algo así sin haberme consultado primero, dando por sentado que podría quedar en cualquier día, hora y circunstancia.

"Ni que tuvieras algo mejor que hacer", me escribe...
"Mejor quizás no -contesto- pero eso es asunto mío, el viernes sí que puedo, di en casa que te has equivocado y la cena es un día antes..."
"No puedo tío, ya está dicho y no puedo cambiarlo, además el viernes me va fatal..."
"¿Por qué te va mal el viernes? -no puedo evitar escribir la siguiente frase- ¿tienes algo mejor que hacer?"

Me manda a la mierda. "Tú sabrás lo que te pierdes", sentencia antes de desaparecer.

Sé perfectamente lo que me pierdo, ayer mismo estuvo en mi cama guarreando a lo bestia y no quiso follar... la que no se entera de nada es ella.

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El resto del mes de agosto transcurre sin noticias suyas, absolutamente nada. En otras palabras: "¡lo que me estoy perdiendo!"

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A punto de concluir el mes me sorprende una mañana de sábado llamándome por teléfono. Me pregunta qué hago, si estoy ocupado (esto último con toniquete), que está en el pequeño parque debajo de mi casa por si me apetece tomar algo...

Bajo y lo primero que me pregunta es dónde hay un estanco, que necesita fumar... vamos y pilla un minipaquete de esos cigarrillos finos tan, tan... curiosos.


Se repite la historia de nuestra última cita: vamos a un bar, pedimos un par de cañas y cuando nos ponen la tapa dice que no se piensa comer esa puta mierda... ¡más para mi!.

"Me apetece cerveza negra", dice, así que vamos a un irlandés cercano... son las 11:45 de la mañana y empiezo a pedir pintas de Guinness, esto no hay quien lo pare.

Nos ponemos en una esquina del bar pero ella se muestra distante y altiva, nuevamente transmite esa sensación de conceder una gracia con su presencia y compañía, estirada en la silla con el cuello erguido, se mira pero no se toca...

Me pregunta cuántas tías me he follado desde el último día que nos hemos visto, se muestra inquisitiva en su estilo clásico de Fiscal del Distrito de película americana, ¿ordenó usted el código rojo?... el Pueblo contra Mr. Rific.

Tras mentir un poco (esta misma noche de sábado he quedado con una para "cenar" en mi casa) pregunto si sigue en contacto con aquel tipo de Madrid que se folló el año pasado... me dice que no, pero que hace poco conoció a través de Facebook a otro de Zaragoza con el que quedó un día para tomar café.

"Está en mi misma situación, casado, con dos hijos, hasta los cojones de todo... pero no pienso volver a verlo. Sólo nos besamos un poco, nada más", se explica.
No sé por qué pero la creo.

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La llaman un par de veces por teléfono y sale fuera a hablar. En una de esas me sobresaltan unos golpecitos en el cristal a mi espalda, es ella haciéndome señales para que le saque el paquete de tabaco... salgo y le doy un pitillo, lo enciende y se aparta unos metros para seguir la conversación en privado.

Me quedo en la puerta, se está bastante a gusto al sol, también prendo uno de esos cigarrillos tan "delicados"... entre calada y calada observo fijamente a mi disparatada acompañante, me sonríe con picardía, saca un poco la lengua mientras asiente con la cabeza a algo que le dicen al otro lado de la línea... suelto el humo por la nariz lentamente, absolutamente seguro de que esta vez sí me la voy a tirar.

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Regresamos al bar, acabamos esa pinta y pido otra ronda. La Fiscal del Distrito de repente se convierte en testigo de la defensa, nos besamos, gruñe un poco, finalmente cede... pago la cuenta, salimos del bar y sin necesidad de decir nada nos dirigimos a mi casa.
Son casi las tres de la tarde.

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Entramos en el piso y me dice que está harta de cerveza, que le apetece un refresco, saco un par de latas de bitter kas y vamos al salón.
Nos sentamos, abre su bebida, llena el vaso hasta arriba y posa la lata sobre la mesa dando un sonoro golpe. "¿De qué va?", pienso.

Brindamos con refresco y sin demorarnos demasiado pasamos a repetir sobre el sofá la escena de su anterior visita, más porno si cabe.


Me entretengo un buen rato con sus gloriosas tetas, ella se inclina sobre mi y me la saca, metiéndosela en la boca con ansia. Estiro el brazo para bajar la persiana de la ventana situada a nuestra derecha, el salón se oscurece y le quito las bragas sin que ella interrumpa su almuerzo.
Fundido en negro.

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La siguiente escena se desarrolla en mi cuarto. A diferencia de la otra vez sí se quita toda la ropa, sí se quita los zapatos, sí se tumba voluntaria en la cama...
Conecto la minicadena y pulso el play, dentro hay un recopilatorio de Led Zeppelin así que perfecto, subo el volumen a tope...

"¡Qué morro tienes!", me dice... "al final te vas a salir con la tuya..."
Hago como que no escucho, me subo sobre ella y se la meto entre las tetas...
"¿Esto te pone eh? -insiste, recuperando el tono previo a las cervezas negras- ¿cuántas veces has imaginado que me lo hacías eh? Confiesa..."
No digo nada, jamás he fantaseado con nada parecido, será mejor follar cuanto antes porque me temo que los efectos del encantamiento están desapareciendo a toda velocidad...

Me levanto por un preservativo, me lo pongo y ella se queda rígida en la cama, me pregunta un par de veces si los condones son de buena marca, no vayan a estar rotos, que me asegure de ponerlo bien... subo más el volumen de la música.

Entro en ella y comienza a mirarme fijamente, aprieta los dientes... "¿pero qué estamos haciendo? -susurra- no, esto no debería estar pasando..."

Hasta aquí, mi paciencia alcanza su límite.
"¿Pero qué coño quiere esta chica?", pienso mientras embisto...
El proceso del Pueblo contra Mr. Rific queda visto para sentencia y de seguir así pintará casi tan mal como en las seis citas anteriores... no obstante aún dispongo de un instante para mi alegato final.

Decido cortar por lo sano, no molestarme lo más mínimo en prolongar el polvo, no administrar ni un segundo de placer extra a la pobre Madame Bovary... pongo la directa sin más miramientos, acelero el ritmo y me corro en un suspiro.

"¿Pero yaaaa?", exclama Ana Karenina...
"Ya ves, se ve que tenía tantas ganas acumuladas de estos meses que no he podido contenerme", digo mientras salto de la cama camino del WC para lavarme.

No falla, apenas un minuto después regreso a la habitación y ella se ha vestido casi del todo... "NO, NO -se repite en voz alta- ESTO NO ES LO QUE YO QUERÍA QUE PASARA..."

Va al salón y enciende un cigarrillo. Me visto y me ofrezco a acompañarla a la estación. Caminamos por la calle y de vez en cuando me mira con gesto sumamente decepcionado, finalmente no se reprime y suelta: "joder tio... ¡es que no has durado casi nada!"
"Con el segundo suelo tardar un poquito más -digo encogiéndome de hombros- pero no has querido quedarte para comprobarlo"

Nos despedimos antes de llegar a la estación, nos damos dos besos en las mejillas.
En su gesto se lee claramente que no tiene intención de volver a verme jamás...
"SÍ, SÍ -me repito yo ahora, también en voz alta, camino de casa- ESTO ES JUSTO LO QUE YO QUERÍA QUE PASARA"

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Ya en casa me preparo un sandwich de jamón y queso, me ducho, duermo una larga siesta, cambio las sábanas y a eso de las nueve recibo la visita de la chica con la que inicialmente había quedado.


Antes de cenar vamos a la cama y mientras se desviste, al dejar sus abalorios en la mesita de noche exclama: "¿Y esto qué es?"
Giro la cabeza y veo sobre el radiodespertador los pendientes de la adúltera...

"No sé, serán de mi hermana", digo... por suerte esta chica no sabe que soy hijo único, aparentemente se lo cree y no insiste.

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Ha pasado el tiempo desde aquello y los pendientes siguen guardados en un cajón de mi escritorio.
Un par de días después del incidente, la dueña me escribió un correo diciendo que los había echado en falta, pero tras saber que efectivamente estaban en mi poder jamás los reclamó de vuelta.

Recuerdo que durante un par de meses conservaron el olor de su perfume.


lunes, 18 de marzo de 2013

"HOOLIGAN LOVE"

Hace poco más de dos años, volviendo en el bus urbano procedente del estadio tras un partido, se me puso al lado una chica muy guapa luciendo sonriente la bufanda de mi equipo.
Me puse a hablar con ella. La conversación apenas duró diez minutos, no sé de lo que hablaríamos (seguramente comentamos las mejores jugadas del partido) pero sí recuerdo que al despedirnos le pregunté si el siguiente domingo iría a la ciudad donde nos tocaba jugar, que el club preparaba un desplazamiento masivo de aficionados, etc... y me contestó que sí tenía pensado ir.

"Nos vemos allí entonces", dije, bajando en mi parada.

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Al final el desplazamiento no fue tan masivo pero sí se pudieron llenar unos pocos buses. En uno de ellos monté junto a un par de colegas a las ocho de la mañana... aún con la tajada del sábado noche a cuestas. Imposible dormir, el "jolgorio" habitual de esos viajes impide descansar, las latas altas de Kronenbourg que de repente sacó Juan Carlos de su mochila hicieron el resto...

Nuestro partido era a las doce del mediodía, no teníamos margen para hacer una previa en condiciones así que fuimos directamente a un bar/hotel situado al lado del estadio a tomar "lo que nos diera tiempo".


Allí, al fondo del local, vi sentada en un taburete a la chica del autobús. Miré el reloj, las once y cinco, chungo chungo, pero no imposible... agarré mi pinta y me acerqué.

No recuerdo nada de lo que hice o dije a aquella pobre chica (es la típica historia que cuentan mejor el par de amigos presentes, aunque con el paso del tiempo hayan añadido tantos adornos delirantes que no sé si queda algo de cierto en ella), pero a modo de resumen diré que la entré bastante a saco sin darme cuenta de que a pocos metros estaban sus padres, abuelos, tíos (un grupo de domingueros tranquilotes que fliparon en colores con mi actuación)... y también su novio.

Ahí fue cuando me di cuenta de que lo que estaba haciendo era lamentable, porque el novio tenía una cara de crío impresionante, así que si el novio tenía (¡como mucho!) dieciocho años... ella tendría... ¡uff!
Un par de segundos antes de que los domingueros dieran el primer paso para rescatar a la acorralada doncella, yo plegué velas y regresé a la casilla de salida donde mis amigos llevaban un rato descojonándose a mi costa. 

Dicen que los hooligans son gente que allá donde van sólo buscan montar jaleo o pelear... no es del todo cierto, hay una acepción segregada y menos radical del concepto que incluye a tipos que simplemente pretenden follar.

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Hace poco hice otro viaje con mi equipo, un desplazamiento idénticamente inhumano subiendo al bus tras haber dormido apenas dos horas, a mi lado un fulano soplando una trompeta, tres filas atrás el del tambor, cánticos atonales con rimas asonantes...

El bus hizo la parada de rigor en una estación de servicio pero lejos de ser una tregua, tuvo cierta gracia añadida.


Pedí un café americano y me senté en una de las mesas con las manos en la cara, ojeroso y hecho mierda... levanté la vista y descubrí en la mesa de enfrente a un grupo de gente que me miraba fija y silenciosamente, con la gravedad propia de un pelotón de fusilamiento.
Les miré uno a uno y no me sonaban de nada, hasta que llegué al extremo de la mesa y reconocí a la chica que abordé en aquel viaje de 2011, escoltada por la cuadrilla dominguera y agarrando con firmeza el brazo de su lozano noviete.

Después en el bus descubrí (antes no me había dado cuenta) que la parejita estaba sentada justo delante de mi. Se pasaron el resto del viaje besándose y proclamando su amor a los cuatro vientos.

Me giré y pedí a uno de los peñistas que me pasara el tambor, la trompeta o lo que tuvieran más a mano... de repente me entraron ganas de improvisar una serenata.



domingo, 27 de enero de 2013

DORMIR "COMO AMIGOS" (El nacimiento de Mr.Rific)

Hacía relativamente poco que Carlota y yo nos habíamos liado por última vez, tan poco... que aunque ambos habíamos decidido no seguir así y continuar nuestra relación en tono estrictamente amistoso, a la mínima oportunidad (o a la tercera/cuarta cerveza) nos asaltaban las dudas.

Así que (sabiamente) decidimos poner un poco de distancia, dejando de hablar y de quedar durante casi un par de meses.
En ese tiempo ella se independizó, comprando un pequeño apartamento en un pueblo de las afueras.

Una tarde de viernes en verano, me llamó para tomar un café y durante la conversación surgió el tema del piso. Sin que yo dijera nada se ofreció a llevarme hasta allí en su coche para enseñármelo.
La casa apenas tenía cuatro muebles y según me dijo tan solo había dormido allí una noche desde que le dieron las llaves.


Sacó del frigo un par de botellines de cerveza y nos los tomamos en la terraza, disfrutando de las vistas... de repente se hizo de noche y comenté que ya era hora de que me acercara de vuelta a la civilización, ella se estiró mostrando pereza y tras mostrarse extrañamente pensativa dijo: "oye, ¿y por qué no te quedas a dormir y te llevo mañana prontito cuando baje a la ciudad?"

Juro que no me esperaba aquella salida, Carlota jamás fue lanzada ni especialmente sexual, era la reina del magreo pero NUNCA llegaba hasta el final.
Había gato encerrado.

"Ok, acepto tu sofá, tiene bastante buena pinta", dije... pero ella sin inmutarse contestó que no, que menuda bobada, que podríamos compartir cama sin problema...

Aquel momento fue histórico, por primera vez en mi vida intimando con una chica decidí no saltar al vacío... es más, elaboré una estrategia.

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"No harás nada Rific, ¿me oyes? -me repetí a mí mismo en silencio en aquella terraza una y otra vez- Nada de nada..."

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Ella salió de su habitación con el pijama puesto, vimos un rato la tele, picamos algo y fuimos al dormitorio. Me prestó una camiseta grande de Bart Simpson, me quedé en calzoncillos y me la puse... nos metimos en la cama y siguiendo mi plan dije "buenas noches", me giré ofreciendo la espalda y cerré los ojos.

Silencio...

Apenas pegué ojo, no pude evitar excitarme. Carlota me gustaba, estaba bastante rica pero me tenía harto, siempre hacía lo mismo... te acercabas a ella y te repelía, ibas a besarla y protestaba o se resistía, la tocabas y parecía que molestabas... al final conseguías algo (migajas) pero a base de insistir y sentirte como un usurpador, como un pordiosero que obtiene una limosna a regañadientes de quien la entrega.
Atraer a los chicos para después pararles los pies, el deporte favorito de Carlota.


Aquella noche jugaríamos en su casa pero, para variar, con mis normas.

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A la mañana siguiente, cuando nos despertamos, yo tenía una erección de campeonato pero supe camuflarla. Desayunamos en la terraza y ella me miraba fijamente, sin disimular que algo se escapaba a su entendimiento...
"Sí... -pensé mientras encendía el primer cigarrillo del día- ...esto marcha"

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La semana siguiente Carlota y yo no hablamos nada, pero al llegar el viernes propuse que tomáramos un cafelito en el mismo bar de la vez anterior.

Nuevamente, con la excusa de que echara una mano cargando con unas cajas, insistió en que la acompañara al piso del pueblo... otra vez los botellines en la terraza, las luces a lo lejos... y mi insistencia en que ya era hora de regresar, rechazada con otra propuesta de hacer noche allí con ella.
Acepté, sintiendo un escalofrío al comprobar que todo estaba saliendo según lo previsto...

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Déjà vu. Ella salió del cuarto con el mismo pijama, vimos media peli que echaban en Antena 3, picamos unas patatas fritas y fuimos al dormitorio. Me prestó la camiseta de Bart, nos metimos en la cama y siguiendo mi plan dije "buenas noches", pero no me giré ofreciendo la espalda... sin perderle la cara, le di un fugaz beso en la comisura de los labios y quedándome quieto frente a ella puse una mano sobre su cadera.

Apenas tardó diez segundos en acercarse a abrazarme. Puse mi cara a un centímetro de la suya, pero no moví un músculo... fue ella quien me besó. Mi mano seguía inmóvil sobre su cadera, fue ella quien la acercó hacia su pecho...


Dos minutos después estábamos completamente desnudos, haciendo (para mi sorpresa) un suculento sesenta y nueve.

Curioso, pero gracias a no abalanzarme en la cama sobre "la Doctora No" la semana anterior (dejándola sumamente descolocada, sin poder poner en práctica su papel de inapetente ultrajada) pude volver a ser invitado a meterme en ella un par de noches más... y siendo precisamente Carlota quien (por una cochina vez) tomara la iniciativa.

Así fue como Mr. Rific nació, cierto viernes de verano.