lunes, 29 de septiembre de 2014

"BENDITO OLVIDO"

Hace casi once años quedé para salir un sábado noche con mis dos amigos habituales de la época. La novia de uno de ellos apareció un par de horas después con sus tres mejores amigas y nos las presentaron.
Una de ellas, Adela, me gustó al instante.
Era guapísima y bastante bromista, pareció seguirme el juego de todas las coñas que solté y para mi sorpresa no hizo caso de mi otro amigo "soltero" (más guapo siempre según todas) quedándose conmigo todo el tiempo.

El finde siguiente estábamos de nuevo los chicos solos y empecé a recibir unos misteriosos sms de un número desconocido, todo el improvisado chat derivó en otro encuentro con las chicas a última hora para tomar unos chupitos... y sí, el móvil desconocido pertenecía a Adela.

El final de la noche fue un desmadre: todo el mundo estaba borrachísimo, saliendo del servicio Adela me agarró del brazo, le canté en plan juguetón la estrofa de la canción de Dandy Warhols que estaba sonando en el bar, me abrazó en la esquina y nos besamos.


Aquella madrugada yo me fui a casa extasiado, en una nube... tres semanas después cuando coincidí con ella de nuevo en otro sábado multitudinario ella me aseguró que no recordaba nada de lo que "habíamos hecho", que iba muy borracha, que lo sentía pero que no...

No fui sensato, en vez de asumir su reacción sin más y aceptar la derrota no dejé de echar leña al fuego de mis expectativas; era la chica más guapa con la que había estado hasta entonces y pensé (penosamente) que si una vez se lió conmigo podría volver a suceder... que tan solo debería "estar allí" para cuando bajase la guardia.
Nada más lejos de la realidad.

Esa torpe determinación coincidió con el arranque de 2004. La primera mitad de aquel año mi obsesión por Adela fue en aumento e hice bastante el ridículo. La llamaba o escribía muy (demasiado) a menudo y ella me vacilaba, por desgracia era de esas chicas que adoran sentirse el centro de atención y nunca fue del todo sincera conmigo, de hecho en cada conversación o correo me proporcionaba un poco más de cuerda para que yo mismo (tan deliberadamente torpe) me fuera ahorcando.

El comportamiento de mis allegados tampoco ayudó. Mi estrecho marcaje a Adela era vox populi entre mis amigos cercanos, la novia de mi colega, sus amigas... pero se limitaron a contemplarlo en silencio o comentándolo entre ellos en sus chascarrillos privados.
Solo al quinto mes de "acoso" una de sus amigas (la más noble quizás... o envidiosa, nunca estaré seguro del todo) se me acercó en un bar y me advirtió de lo inútil de mi comportamiento. "No sigas por ahí, ella disfruta sabiéndote detrás de ella pero es mala, no quiere nada de nada contigo... además está liada con un compañero de trabajo en Madrid..."

A esas alturas de la película me daba igual todo, en contra de lo que sus amigas pensaban yo no estaba enamorado sino más bien obsesionado, cegado con la idea de volver a liarme con ella, verla ceder... que estuviera con otro me daba lo mismo, mi carencia de orgullo y autoestima era total.
Años oscuros aquellos...

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Por suerte llegó el verano e hice un par de viajecitos que me vinieron bien para desfogarme, en todos los sentidos.
A la vuelta decidí tomarme el asunto de Adela con calma pero como buena diva fue ella la que de repente dio señales de vida (llamándome) extrañándose por mi ausencia... una palabra suya bastó para liarme.

Sin embargo el desenlace fue de lo más insospechado. Durante las fiestas de mi ciudad, el día grande, Adela apareció con una amiga suya de fuera que se quedaba a pasar la noche en su casa... su amiga se medio lió con uno de mis colegas y de repente Adela se me arrimó bastante, puso los mismos ojitos que aquel primer día, volvía a reirse con todo lo que yo decía... erase and rewind.

El momento cumbre fue un rato que salí a la calle y me senté en un portal a fumar un cigarrillo, Adela salió un minuto después y se sentó a mi lado. Yo iba colocadísimo y me la quedé mirando mientras ella apoyaba su cabeza en mi hombro y me agarraba el brazo y la mano... mi clarividencia fue sorprendente. Adela se había quedado sola porque su amiga se había "perdido" con mi colega y por ese motivo recurría a mi, solo por eso, es su perversa naturaleza.
Si yo le gustara mínimamente habría dado alguna muestra de ello en los nueve meses anteriores... ¿debería besarla y pasar jodido otro año de pajas mentales?


Me preguntó qué tal estaba, puso ojitos de cordero degollado y me preguntó qué me apetecía hacer, se mordió el labio... yo miré al frente, dí una última calada al cigarrillo y dije: "irme de aquí".

Su cara cuando me levanté fue un poema. Encendí otro cigarrillo sin pensar, mi pedo era de lo más elocuente, me puse en cuclillas frente a ella y le conté el chiste del hombre que va al médico y se pone a mover la mano de arriba a abajo, compulsivamente... "doctor, cuando hago esto me duele", dijo, y el médico contestó: "pues entonces no lo haga".

De repente apareció su amiga, sola. Dijo algo poco amable sobre mi colega y se fueron las dos a otra parte, sin despedirse siquiera.
Nueves meses, lo que dura un embarazo, fue lo que tardé en escaparme... y mirando directamente al carcelero a los ojos.

Tres semanas después Adela se compró un coche, me escribió por si me apetecía verlo y de paso me llevaría a algún lado a tomar café.
Acepté, necesitaba convencerme de la curación total.

Fuimos a un bar del extrarradio y la "cita" fue deliberadamente anodina, me limité a escuchar... y se le escapó que en su oficina en Madrid la gente pensaba que estaba liada con un compañero y eso estaba creando cierto mal ambiente, por supuesto me negó categóricamente que aquello fuera cierto.

Después del café me dejó en casa y ya está, prueba superada.
Esa noche se me acercó el amigo cuya novia nos presentó a esas chicas y me dijo en tono confidente: "sé que esta tarde has quedado con Adela, ten cuidado con lo que haces porque esa chica no es trigo limpio. Avisado quedas"
"A buenas horas me dices nada cabrón", pensé. "No te preocupes, todo está bajo control", contesté.


Dos semanas después fui al cine de un centro comercial de las afueras con un amigo a ver "Alien Vs Predator". Antes de entrar estábamos fumando en el parking cuando de repente el coche que teníamos delante encendió los focos y salió... me pilló de plano cegándome y no pude ver nada, pero mi colega me dijo que había cazado a Adela entrando en ese coche acompañada de un chico.

Aquella fue la última vez que la vi... curiosamente, sin verla. 

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Hace tres semanas yo iba con unos amigos por la calle de noche y pasamos delante de un grupo encabezado por una chica que empezó a mirarme con gesto cómplice, como si me conociera.
Era preciosa así que no aparté la mirada, dos pasos después ella avanzó hacia mi diciendo: "Qué pasa Rific, ¿acaso no me ibas a decir nada?"
Contesté educadamente, "perdona es que no me había dado cuenta...", pero no tenía ni idea de quién era... "¿Cuánto tiempo no?", rematé en plan neutro sin demasiado riesgo de meter la pata.

El siguiente minuto de conversación fue de lo más surrealista ya que ella me hablaba y hablaba y yo seguía sin saber quién era... la observaba con atención, era demasiado guapa para haberme olvidado de ella... ¿o tanto habría cambiado estos años? ¿Un patito feo convertido en cisne?


Pero de repente soltó una de sus risitas tras uno de mis comentarios... nuevamente las sirenas de "Kill Bill" anunciando el flashback, ¡era Adela!
Instintivamente di un paso hacia atrás, creo que incluso me cambió el semblante. Lo más curioso de todo es que NO HABÍA CAMBIADO FÍSICAMENTE, y estando "igual"... no la había reconocido.

Eso sí, casi once años después seguía representando el mismo papel: "he estado trabajando en Amsterdaaammm, en Loondresss y ya he vuelto por una temporada, ¿sabes??"
Ella, ella y solo ella... no me preguntó nada, qué tal me iba, por dónde andaba, qué había sido de mi vida... NADA.
Soltó su discurso presidencial y regresó a su grupo.
"Me alegro de verte, que te vaya bien", me despedí. "Igualmente", dijo. Dos besos.

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La siguiente media hora la pasé un poco rayado. No por haber vuelto a ver a Adela (ni fu ni fa) sino por el hecho de haber sido incapaz de recordarla.
Si media hora antes me hubieran pedido que hiciera un top-ten de las chicas que más me han impactado a lo largo de mi vida quizás ella habría figurado en los primeros puestos... pero luego voy, me cruzo con ella por la calle, y ni me entero.

Qué frágil es todo, la pasión, los recuerdos... lo primero que pensé fue que en estos casi once años he bebido demasiada cerveza y he conocido a demasiadas chicas como para conservar mínimamente fresca la memoria de Adela, pero acto seguido repasé de arriba a abajo al par que más me han marcado y con ellas no cabría duda posible, las reconocería entre una multitud.

Prefiero pensar en el maravilloso mecanismo de defensa que diseña nuestra memoria borrando ciertas experiencias, ciertas caras tan hermosas como hostiles... y ciertos sinsabores.



martes, 2 de septiembre de 2014

"LA TRASTIENDA" - Licencia para Matar

Cuando conocí a Jara tuve la sensación de que el hecho de que tuviera novio no sería un impedimento insalvable a la hora de liarme con ella... y acerté.

Sus temas favoritos de conversación eran (por este orden): el sexo, las chorradas que le enviaban a través de diversas redes sociales, lo mucho que se aburría tras casi cinco años con su chico y sus ganas de añadir un toque de pimienta a su rutinaria existencia.
Algo me decía que acabaríamos quedando algún día a escondidas, lo que ni de lejos llegué a imaginar fueron las descacharrantes circunstancias de la cita.

Una tarde después de comer me confesó estar especialmente receptiva, que estaría un rato sola, que podría ir a verla... por desgracia yo solo disponía de poco más de media hora escasa pero vivíamos cerca y ella mantuvo la oferta, me dijo el nombre de una calle cercana y el número del portal: "te espero ahí abajo en la puerta del edificio dentro de diez minutos", me escribió antes de despedirse.
Salí pitando.

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Cuando llegué a la calle fui siguiendo los números de los portales y de repente la vi, pero no estaba en el número que me dijo, sino junto a la puerta de un Centro de Estética justo al lado de ese número.
Sonrió al verme y metiendo las llaves en la puerta del local me dijo: "pasa".

No encendió las luces pero se veía bastante bien, la entrada parecía una peluquería normal con sus espejos, aparatos, carteles fashion, revistas y sillones... pero girando al fondo llegamos a una esquina ocupada por una camilla de masajes, una mesita y un par de sillas. Tan entrañable rincón tenía un amplio ventanal que daba a un patio cerrado de aspecto bastante abandonado.


Pregunté a Jara qué clase de lugar era aquel para vernos, que pensé que nos veríamos en su casa... me explicó que ese centro de estética era de su novio y su cuñada, que ella tenía las llaves porque a veces iba a echar una mano... "vivo aqui al ladito pero hoy no tengo sitio así que podemos usar esto... si se enteran que estamos aquí mi novio me mata -pausa dramática antes de recalcar nuevamente- ME MATA"

El caso es que ahí estábamos los dos en la esquina de la camilla de masajes, ella se quitó las sandalias y corrió detrás de mi una cortina que supuestamente impediría que el reflejo de lo que allí hicieramos diera a la calle.
"¿Sabes? -dijo mientras nos agarrábamos para darnos el primer beso- me gustas mucho, podríamos ser amantes tú y yo..."

Pocos segundos después estábamos desnudos metiendonos mano a saco, ella me agarraba el trasero y la espalda clavándome las uñas con mucha fuerza, cuando le dije que tuviera más cuidado (tengo la piel muy delicada) ella se rió y mordiéndose el labio susurró que si tenía miedo de que mi novia viera las marcas... yo insistí en que no tenía novia pero ella al parecer no se lo creía, o no se lo quería creer, quizás así justificaba mejor su infidelidad cometiéndola con alguien a su vez salpicado por la misma falta... "sí, eso es, ¿qué haría tu novia si te ve estas marcas? Seguro que te mata eh..."

En el frenesí del magreo di un paso atrás, noté que me hundía en la cortinilla situada a mi espalda... Jara me agarró de los brazos y tiró de mi, "no asomes más allá de la cortina que en la calle podrían verte el culo... como se entere alguien me matan"

Los siguientes cinco minutos los dedicamos a darnos placer oral por turnos sobre la camilla de masajes, un mueble de lo más cómodo para tales menesteres... pero la situación comenzaba a superarme: sonó un par de veces el teléfono del centro de estética (Jara insistió en que no nos preocupásemos, que supuestamente el local estaba cerrado a esas horas y nadie debería atender las llamadas)... la cortinilla cada vez me parecía más transparente... imaginé que en el patio que teníamos justo delante pudiera aparecer de repente una señora con un cesto de ropa dispuesta a tenderla... y tanta amenaza de muerte, uff, no me gustaría morir (sobre todo teniendo tan poco pelo) en una puta peluquería.

Me tumbó boca arriba en la camilla y se subió encima, comenzó a morderme el pezón derecho y a clavar sus dientes alrededor del pecho... nuevamente le pedí que fuera más delicada pero ella seguía en su realidad alternativa: "a mí tú no me vas a dar órdenes eh -guiñó el ojo- tienes miedo de que tu novia vea estos mordiscos eh... ¿qué haría ella si los viera? ¿Eh?"



Mientras follábamos me clavó las uñas en el costado, le aparté los brazos de un manotazo y la sujeté por las muñecas... "me gustas ¿sabes? ¿Quieres ser mi amante?", pregunta entre jadeos.
Contesto que sí, que por supuesto... ¿qué otra cosa puedo decir estando dentro de ella y jugando en campo contrario?

Tras llegar al clímax nos levantamos de la camilla, ella se puso el vestido (sin nada más debajo) y fue por un trapo, una bolsita para q tirara el condón y una fregona.
Entregué la goma y observé como ella acicalaba el profanado rincón mientras me limpìaba la entrepierna con un pañuelo de papel... "no podemos dejar ningún rastro, aquí no ha pasado nada... como vean algo raro me matan", añadió tan sonriente como amenazadora.
Mientras me vestía me preguntó dónde iba ahora tan apresurado, le dije que tenía trabajo... "Mira que eres mentiroso -comentó- vas con tu novia y no me lo quieres decir... tranquilo que no pasa nada, jaja".

Mi desasosiego en aquel lugar seguía intacto pero procuré que no se notase demasiado mientras nos despedíamos efusivamente... "Quiero volver a verte, toda esta semana podríamos venir aquí sobre esta hora si puedes", me dijo guiñando un ojo.
"Por supuesto, ya lo concretaremos por el messenger", contesté.



Sonó nuevamente el teléfono, Jara se llevó un dedo a los labios pidiéndome silencio, señaló la puerta de entrada y me animó con un gesto a salir ya... me despedí con la mano y ella volvió a guiñarme el ojo en lo que descolgaba el teléfono. Salí a la calle y cerré la puerta con sumo cuidado.

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Diez minutos después llegué a casa y caí en la cuenta de un detalle. Me conecté por si pillaba a Jara para decírselo. Tuve suerte, allí estaba.

"¡Hola guapo!", saludó ella al verme asomar añadiendo iconos sonrientes...
"Hola Jara, ¿sigues en el centro de estética?", pregunté.
"No, ya no... ¿por?"
"Es que llegando a casa me he dado cuenta de que el pañuelo de papel con que me limpié antes de vestirme igual lo he dejado sobre una de las mesitas al lado de la camilla de masaje... no estoy seguro pero juraría que sí"
"Queeeee??? Jodeeeerrrrrrrr", contestó.
"Pues eso, te lo digo para que vayas y eches un vistazo..."
"Tiooooo", interrumpió.

No hablamos más, me despedí porque en contra de lo que la calenturienta mente de Jara pudiera pensar sí que tenìa un trabajito que hacer a esa hora.
Antes de salir me quité la camiseta delante del espejo y comprobé que tenía medio torso abrasado por sus garras y colmillos... menuda bestia.

Cuando regresé a casa por la noche la vi conectada y saludé. No me contestó y dos minutos después desapareció.
Al día siguiente se repitió la jugada, nada más conectarme observé que ella desaparecía de inmediato.
Jamás volví a tener noticias de ella.