|
Irma Peirano |
OCHO ANTE MERIDIANO
Originas la luz desde la luz. Estás
como hechizada plata durmiendo sobre un río.
Mientras la vida asigna sus vesperales números
a las cosas que pasan, tu estás sobre la luz.
Te salvas de morir como el aire en los pozos.
Te salvas por los altos tallos y su estructura
con el color agudo de una flor solitaria
mientras la tierra acude a cumplir sus entierros.
No estás en lo acabado, en la ceniza. Vives,
inmóvil como un rayo de espesura sombría,
con tu selva compacta de besos y de besos
sólo atisbando el dulce animal de mi carne.
Cunden por desoladas madrigueras del viento
los oscuros alertas y adioses trashumantes,
hartamente convictos de muertes en la aurora,
llevándose sus pálidos marineros varados.
En tanto se deslizan a sus rápidos huecos
todas las cosas, sube tu volumen, tu forma,
con tu olor persistente de flor desagotada
en un artificial vaso desvanecido.
Y tu voz sale a todos los ángulos del ruido.
Sale con su premura de urgente maravilla
sacudiendo la sorda ramazón de las calles
en la librada nota azul de las sirenas.
No se puede morir, no se puede morir
cuando el grito está dado, lanzado sin retorno
y calienta los fríos canales de la sangre
y protege temblando de piedad lo desnudo.
Cuando el día se inicia elemental y blanco
llega tu olor distante trasegado de vida.
Todas las cosas suman tu color y tu forma
mientras pasan las lentas veredas traficadas.
- . - . -
IRMA PEIRANO. Poesía reunida. Selección y prólogo: Martín Prieto. Editorial Municipal de Rosario. Rosario, 2003. Pp. 150-151.