Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

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viernes, 26 de abril de 2013

Un fragmento de Vicente Huidobro





"...Soy yo Altazor el doble de mí mismo
El que se mira obrar y se ríe del otro frente a
          ( frente
El que cayó de las alturas de su estrella
125
Y viajó veinticinco años
Colgado al paracaídas de sus propios prejuicios
Soy yo Altazor el del ansia infinita
Del hambre eterno y descorazonado
Carne labrada por arados de angustia
130
¿Cómo podré dormir mientras haya adentro
          ( tierras desconocidas?
Problemas
Misterios que se cuelgan a mi pecho
Estoy solo
La distancia que va de cuerpo a cuerpo
135
Es tan grande como la que hay de alma a alma
Solo
          Solo
                    Solo
Estoy solo parado en la punta del año que
          ( agoniza
140
El universo se rompe en olas a mis pies
Los planetas giran en torno a mi cabeza
Y me despeinan al pasar con el viento que
          ( desplazan
Sin dar una respuesta que llene los abismos
Ni sentir este anhelo fabuloso que busca en la
          ( fauna del cielo
145
Un ser materno donde se duerma el corazón
Un lecho a la sombra del torbellino de enigmas
Una mano que acaricie los latidos de la fiebre..."



Fragmento de "Altazor". Canto I.