jueves, 5 de mayo de 2022

SUMERGIRSE BAJO LA PIEL DEL OCÉANO



Foto: Centro Botín, Santander

He estado visitando las últimas exposiciones del Centro Botín. Ciertamente no me atraían demasiado, pero el arte, cualquier tipo de disciplina, hay que valorarlo personalmente para luego tener una opinión precisa y particular. Una de las salas recoge la primera exposición en España de la norteamericana Ellen Gallagher with Edgar Cleijne: A law… a blueprint… a scale  incluyendo pinturas, obras sobre papel y tres instalaciones fílmicas creadas en colaboración con el artista neerlandés Edgar Cleijne.  Según recoge la web del Centro Botín “la exposición invita al visitante a sumergirse bajo la piel del océano en un recorrido inmersivo que explora cuestiones sobre la raza, la identidad y la transformación a través de temas como la abstracción modernista y la biología marina”. Otra sala recoge “Itinerarios” que es una exposición anual que muestra los trabajos de los ocho artistas que fueron seleccionados en la última convocatoria de Becas de Artes Plásticas de la Fundación Botín. Las piezas expuestas generan sutiles vínculos sensibles entre ellas, fracturando formal y conceptualmente esta ilusión de independencia que está erosionando nuestros hábitats, vitalidad e imaginación.

Desde mi humilde punto de vista totalmente prescindible. Visitándola me cruzaba a menudo con dos parejas que me miraban sorprendidos y yo les devolvía la mirada cómplice de tanta conceptualidad disuasoria e instalaciones incomprendidas. En un momento dado, al salir de una sala las dos parejas, y yo disponerme a entrar, uno de ellos me dijo” “te va a encantar la sala”. Una vez dentro, la instalación recordaba a varias lámparas y apliques encendidos. Horror!!! Cuando tuve la oportunidad de hablar con ellos coincidimos en el poco gusto expositivo en un lugar con tanta repercusión. Recordamos cuando una empleada de la limpieza tiró por error una bolsa de basura que formaba parte de una exposición de arte moderno presentada en el Tate Britain de Londres.  La obra de arte fue recuperada  en el contenedor de basuras del museo cuando el conservador se dio cuenta de su desaparición.
La obra-bolsa de basura fue realizada por el artista alemán Gustav Metzger en 1960 y titulada sobriamente 'Nueva creación de la presentación pública de un arte autodestructivo'. Colocada sobre una mesa con residuos diversos, la bolsa contenía pedazos de cartón y periódicos viejos. El artista británico Damien Hirst también sufrió una desventura similar, cuando una de sus composiciones, un cenicero lleno de colillas y de paquetes de cigarrillos vacíos, fue arrojada a la basura por una empleada de la limpieza. 
En el Centro Botín, por suerte, todavía no ha habido ningún infortunio pero no me extrañaría que pasara con tanto contenido conceptual y vanguardista de tan dudoso gusto, pero para gustos los colores.

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