jueves, 12 de diciembre de 2019

SOBRE JAZZ, CALLE 52 DE MIGUEL GARCÍA URBANI

Calle 52 



El primer concierto en directo de jazz al que acudí fue cuando tenía diecisiete años. Fue en Madrid, concretamente en el mítico “Whisky Jazz”, desaparecido en 1995. Fui acompañado de mi hermano, que por entonces estudiaba en Madrid y era asiduo a las noches de “El Johnny” (colegio mayor San Juan Evangelista) y un gran enamorado del buen jazz. La actuación fue a cargo del maestro brasileño Jayme Marques. Desde entonces, he seguido atrapado por el jazz y he visitado en varias ocasiones los festivales de San Sebastián, Vitoria, Madrid o Peñíscola, por poner algún ejemplo,  habiendo tenido el privilegio de ver a muchos grandes de ese ambiente musical. 
Ayer acabé de leer “Calle 52, historias y jazz”, de Miguel García Urbani, y recordé todo lo que he escrito anteriormente y, también, los conciertos de cinco de los artistas que aparecen en su libro. Miles Davis (Madrid, 1989); Wynton Marsalis  (San Sebastián, 1980 y 1988); Diana Krall (San Sebastían, 2000);  Enrique Morente -con Lagartija Nick- (Benicasim, 2008) y Paquito D´Rivera -con Chano Domínguez-  (Peñíscola, 2009) 
  
El final del libro de García Urbani me pilló escuchando (mientras acababa de leerlo) a Miles Davis, concretamente su tema “Someday My Prince Will Come”. De manera que, todavía analizando en conjunto el libro recién terminado, me dejé llevar por esos últimos acordes -en compañía del Mediterráneo- intentando reposar tanta información recibida y analizando dos de las muchas frases geniales que contiene el libro. “Lo bueno está muy lejos de lo imprescindible” y “Nadie sabe lo suficiente de la soledad”. 
El libro es una huida en mitad de la noche, donde poesía y magia se mezclan en partes proporcionadas. Noche, angustia, tristeza, soledad, alcohol, sueños, azar, improvisaciones, que aparecen y desaparecen haciendo uso de la música como herramienta imprescindible. Y del silencio, como medio o huida, para seguir avanzando por la senda que nos marca nuestro destino inmediato. García Urbani es un domador de la noche y lo plasma de una manera definitiva en su poesía asequible hecha realidad. Desconozco qué pensará una persona que no conozca el jazz cuando lea el libro, pero lo que sé es que  un enamorado del jazz se enganchará a él desde la primera hasta la última palabra. Describe la vida misma, lenta, suave, a veces convulsa, única, definitiva, buscando como hermandad la música y la soledad, pero también la compañía que casi siempre es esquiva y nos devuelve, con todas esas notas nostálgicas que destila el jazz, a momentos   en los que no nos queda otra que encontrarnos con nosotros mismos. ¡Qué otra cosa es el sonido de la trompeta de Miles Davis sino la soledad misma! 

Mientras tanto, y esperando con ansiedad el próximo libro de Miguel, todo va bien, el jazz es el momento presente, sigamos jugando para que no salga el fatídico cero. Vivamos!!! 

viernes, 6 de diciembre de 2019

CALLE 52, HISTORIAS Y JAZZ. Miguel García Urbani


Conocí por casualidad a Miguel García Urbani, fue en un avión que  salió de Buenos Aires para regresar a Buenos Aires. Inexplicable, ¿verdad?, pero por esos azares de la vida, hubo un problema con uno de los motores y el comandante de la nave decidió regresar al punto de partida para no atravesar en esas circunstancias el océano con destino a Madrid. Miguel se dirigía a España, su segunda patria, a presentar su último libro “Calle 52. Historias y jazz”. Anteriormente, había publicado su volumen de cuentos “Tangos y falsas promesas” y   “Plateados por la luna, textos para el reencuentro de Carlos Gardel y Federico García Lorca”. Escribe ficción y ejerce el periodismo gráfico y radial desde hace tres décadas. Desde 2010 ha sumado a sus actividades profesionales la interpretación de sus textos en el escenario, junto a notables músicos del mundo del tango y el jazz. Y, por último, es argentino de la ciudad de Mendoza, donde hay buen vino de Malbec, variedad de uva muy especial para hacer vino tinto. También allí está el Aconcagua, un pico de 6.960 metros, en la cordillera de los Andes, la cima más elevada de América. Pero, sobre todo, allí nació Quino, el creador de Mafalda. Todo esto que escribo tiene guasa y, creo, que tan solo lo entenderá Miguel.

Una vez en España, tras dos largos vuelos para recordar toda la vida, seguí a Miguel por Facebook en su enriquecedor viaje, antes había habido otros, por nuestro país. Madrid, la Alpujarra granadina, Córdoba, Alicante, Murcia, Sevilla, Valencia, Barcelona… aunque no por éste orden y, seguramente, me falte alguna ciudad, fueron los destinos de presentación de su nuevo libro en su nueva gira española. Todas esas presentaciones aderezadas, además, con la música en directo de Agustín Leal (guitarra); Mauro Bianchinelli (saxo) y Diego Álvarez (bajo acústico). Durante todo ese periodo, y a pesar de su intenso trabajo, pudimos intercambiar algunas conversaciones por WhatsApp. Posteriormente, quise conseguir su libro pero fue tarea harto difícil. Precisamente ayer me llegaron dos ejemplares de “Calle 52” gracias a su mediación. Además, tuvo la gentileza de enviarme sus dos libros anteriores, versión digital,  por correo electrónico.  Actualmente, tengo el placer de estar leyendo “Tangos y falsas promesas” y, también ,“Calle 52”.

Seguimos manteniendo contacto y se lo agradezco, siempre es una placer que te lleguen noticias desde Argentina. Lo que me parecía sorprendente era que Miguel solía enviarme WhatsApp a las ocho de la mañana, hora española. Una vez le llamé madrugador y le hizo gracia. Entendí entonces que su programa de radio era nocturno y lo corroboré comprobando la programación de Radio Nihuil, efectivamente finaliza a las dos de la madrugada, hora argentina, que son aquí las seis de la mañana. Ahora que me ha enviado enlaces a sus programas de radio entiendo lo que hace con gran profesionalidad. Ahora también soy su seguidor “radial”.


Os recomiendo su nuevo libro que, además de original y emanar jazz por todos los costados, tiene un código QR que accede a una lista de Spotify con los temas musicales que acompañan sus relatos. El libro, copio de la solapa, es el ínfimo, pero exquisito resumen de una notable trayectoria: el programa radial Calle 52, que creó y conduce Miguel García Urbani desde 2001. El jazz, esa música y esa cultura que no pueden comprenderse sin la palabra libertad, atraviesa todo el siglo XX y sigue ofreciendo nuevas formas, nuevos intérpretes, siempre enlazados con los grandes creadores que dieron sustancia, magia y hasta su vida por el género. Acompañado por Lómax, personaje central de esta aventura poética, el autor evoca y nos muestra los principales momentos y realizaciones de ese arte imprescindible. Las ilustraciones de Luis Scafati hacen de este volumen una verdadera joya.



Si alguno de vosotr@s está interesado en “Calle 52” y recibirlo de manera inmediata, por 16 Euros, poneros en contacto conmigo y os facilito dirección y cuenta corriente.





Junto a Miguel García Urbani en el aeropuerto de Madrid tras 24 horas de viaje

martes, 12 de noviembre de 2019




“LA BRISA DEL RECUERDO” es el segundo libro publicado por Luis López Martínez. El primero fue “SÉ DÓNDE DUERMEN LAS ARDILLAS”, un recorrido onírico por cincuenta sueños del autor.

“LA BRISA DEL RECUERDO” consta de varios relatos cortos inspirados en lo cotidiano, la historia y los viajes. Es un recorrido por el lado humano de personajes reales que aparecen en cualquier rincón del mundo. Luis López escudriña, con especial atención, los hechos relevantes que ocurren a su alrededor describiendo historias apasionantes basadas en situaciones reales que sucedieron en un tiempo pasado. Se nutre de la realidad cotidiana para intentar encontrar explicaciones sobre el mundo en que vivimos. Sus personajes son variados: discapacitados, oficiales anarquistas, payasos, hombres tranquilos, escritores… Todos ellos componen un engranaje especial que va encajando a medida que van sucediéndose las páginas.

ALGARVE SECRETO- 4. ALBUFEIRA Y EL OJO DE HORUS

Albufeira siempre ha sido mi centro operativo en Algarve, pero han pasado cerca de 24 años desde la última vez que estuve por aquí. El tiemp...