Por estas fechas y desde hace muchos años, el grupo de dibujantes urbanos (y rurales) de Ladrones de Cuadernos, nos reunimos en artñístico concilio para dibujar todo lo que se pone a tiro, charlar y degustar los productos de la zona y algunos de fuera de ella. Este año está la cosa cruda por las virulencias y los obligados retiros. No se compadece la situación con nuestra forma de relacionarnos y, a falta de abrazos, tertulias, cercanías y la unión fraternal en el refectorio o en algñun antro de perdición, no merece la pena convocar junta si hay que mantener distancias y comparecer embozados. Como ocurrió con el encuentro en elche al que comparecemos invitados por nuestros colegas de Cuadernos Viajeros, pasamnos a un encuentro virtual, es decir, cada uno o cada una dibuja en su cuaderno en su casa o donde le venga bien, en la soledad del claustro o en el campo, si le es posible.
El lugar elegido en esta ocasión era Valencia y la Albufera. Antes fueron El Escorial, Tarazona y el monasterio de Veruela, Huesca, Sigüenza, Elche, y otros lugares. Como puede verse siempre buenos sitios. La compañía, desgraciadamente, no puede verse, pero es a juego con los lugares de cita, incluso mejor.
Como Valencia nos pilla cerca y suele además ser zona de paso hacia otros lugares, es ciudad muy conocida y su entorno visitado con cierta frecuencia. Gracias a eso no han faltado fotos para inspirar dibujos y acuarelas sobre esta ciudad maravillosa. Todos los dibujos están hechos sobre un cuaderno de papel kraft, marrón, con estilográfica cargada con tintas variadas, casi siempre marrón o negra. Unas veces se coloresa con acuarela, otras con lápices, sin olvidar el blanco que tanto juego da con los papeles tintados.
No es lo mismo que dibujar rodeado de lo que estás pintando y de buena gente, pero a la fuerza ahorcan. Al ser las fotos propias, cierto es que cuando una foto se hizo es porque algo vimos en el lugar, de alguna forma ya estábamos pensando que eso se podría pintar, incluso a veces el encuadre ya quedó hecho. Hay sitios tan hermosos que es dificil equivocarse, donde hay mil y un parajes, monumentos, recodos, árboles o temas que pintar. De hecho lo que ha costado es parar, decir que ya había suficientes, pues en esos encuentros en carne mortal tampoco suelo hacer más, prefiero dedicar el tiempo a conversar ante un café o un pacharán, que es lo que ahora echo en falta. Y me refiero a mis amigos y mis amigas, porque si no están no apetece tomarse el pacharán.
Bueno, aquí están los dibujos de este encuentro virtual, hechos a ratos en tres o cuatro días y esperando ver los de el resto de la congregación, uno de los placeres de los encuentros reales.