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lunes, 26 de noviembre de 2018

Árboles. Diferentes técnicas


   Últimamente he pintado mucho. Sobre todo árboles. Estoy leyendo un libro que hace tiempo me descargué, pues es una de esas antiguas obras inglesas sobre acuarela que nunca se han traducido ni publicado en España. Se llama "Artistic Anatomy of Trees", de Rex Vitat Cole, publicado en Londres en 1920. Se puede conseguir un pdf gratuitamaente en este enlace, cosa que recomiento hacer.
    Dice cosas interesantísimas, especialmente si uno disfruta pintando y dibujando árboles. Como todos los buenos libros sobre cómo aprender a hacer algo, no ofrece más fórmula mágica que observar, estudiar, practicar y ver cómo otros han resuelto los problemas que nos salen al paso.
    Un árbol genérico es difícil de pintar de forma que resulte verosímil. Pasa igual que con los cielos, el agua y otras cosas. Al natural vemos tal variabilidad en formas y colores, en estructura y en matices, que llegamos a pensar que cualquier cosa que pintemos puede valer. Error. Los árboles, las flores, todas las plantas, como cada ser vivo, y algunos que no lo son, como las rocas, el agua o las nubes, siempre se ajustan a unos patrones en su formaciòn y desarrollo. O de fractura si son rocas. No es lo mismo un sauce que un pino; un roble que un álamo. En unos las ramas crecen de dos en dos, una a cada lado del tronco o de otra rama; en otros casos lo hacen alternando altura o dirección, en algunas especies siguen otros patrones de crecimiento. Unos árboles van perdiendo las ramas inferiores, que se secan por falta de luz o se rompen por la nieve acumulada o por otras causas. Por el contrario, otras especies suelen conservar esas ramas, incluso pueden nacer nuevas, cosa que no ocurre en todas los árboles. El libro ofrece mucha ayuda sobre el tema esstudiando los tipos de árboles mas frecuentes en su forma, hojas, ramas, patrones de crecimiento, incluso desciende a analizar los cambios que el terreno o el viento acaba produciendo en su forma adulta.

   También nos aconseja sobre cómo pintar la frondosidad de sus hojas, como es natural no haciendo un inventario de ellas, sino sugiriendo las masas según la luz va separando unas de otras. Cómo pintar las hojas cuando les da el sol desde arriba o a contraluz, haciéndoles perder la forma e incluso el color. Para ello pone ejemplos pintados o dibujados por él mismo o por pintores que han destacado como paisajistas.
   El caso es que leyendo el libro se renuevan las ganas de pintar árboles. O nuevos o repetir algunos de los que dibujamos hace tiempo, cosa que ayuda a ver si algo hemos aprendido. También es cierto que al leer este libro uno comprueba que muchas cosas las he venido haciendo mal desde siempre y que conviene hacerlas de otra forma.
   En esta nueva entrada se muestran árboles distintos: olivos, naranjos, álamos, pinos, junto con otros jóvenes o viejos que salen de fotos que no hemos hecho nosotros y que no nos permiten reconocer la especie concreta. Se impone tener a mano alguna guía para identificar lo que uno pinta o fotografía. Nos pondremos a ello. Los anteriores son de Ulldecona, del Maestrazgo y de Aranjuez. El siguiente, un naranjo del patio del renacentista Hospital de de Santiago de Úbeda. El pino vencido por el viento es del Pinet, en Alicante. Los dos siguientes son árboles de Galicia, sacados de fotos del amigo Vilaboa. El último, un tronco seco prácticamente inventado para probar colores y blancos con lápices o rotuladores sobre papel tintado.



viernes, 27 de julio de 2018

Dibujos en papeles tintados. Árboles, flores y barbas.

 Últimamente estoy haciendo probaturas con papeles tintados. Un bloc de papel marron, papeles kraft verdes, azules, amarillos... Pendiente está el papel Canson negro que he comprado en bloc. Empecé con estilográfica cargada con tinta indeleble negra o marrón y sacando algunas luces con un lápiz blanco o rotulador. De ahí pasé a buscar en los cajones cajas de lapiceros de color que hace muchos años que no usaba. Los hay acuarelables de Conté, lápiz pastel de la misma marca y dos cajas de Poychromos de Faber-Castell. Una de ellas una gama de 12 del blanco al gris; otra un arcoiris de 36 colores
    Como de una cosa se va pasando a otra, recordé un plumier lleno de lápices de Conté y Pitt de Faber Castell,  un lote de sanguinas, sepia, negros y blanco, completado con algún otro lapicero blanco graso, de esos que dibujan en cualquier sueprficie. Al final es el que más he usado. También los he encontrado en barritas. Ya ni recuerdo cuándo compré estas cosas.
    Aqui se ven algunos de esos materiales y el bloc de papel marrón, donde se han hecho casi todos los dibujos de esta entrada.
   Aqui, para este jarrón con flores, se ha usado algo de acuarela, aunque hay mucho trabajo con el lápiz. Buscando lápices encontré algunos bastante antiguos que compré en un rastro. Lápices copiativos, de esos que se mojaban con la lengua para marcar bien, en violeta y un rojo oscuro, borgoña. Como lleva toques de témpera blanca también, se ha mezclado a veces con la acuarela ultramar que usé en el jarrón. Los verdes también de acuarela.
   Papel kraft verde. Dibujo con lápices de colores, blanco entre ellos.
   Acuarela, témpera blanca y lapicero blanco.
   Lápiz carbón, sanguina, sepia y blanco sobre el consabido papel marrón.
   Probatura con lápices pastel de Conté. Quería aplicar una técnica que muchas vevces he utilizado dibujando con grafito. Se trata de grabar unas rayas en el papel, presionando ligeramente con algo afilado pero que no corte. En este caso fue con una capucha de boli Bic, lógicamente no con el extremo romo, sino con el trozo que hace de clip. Al dibujar por encima de esas hendiduras en el papel no toman el color, quedan del tono del fondo. Muy dulzón y relamido ha quedado, pero lo que se quería probar funciona.
    Un taray de las Tablas de Daimiel con estilográfica, lápices acuarelables verde y siena claro y trazos con el lápiz blanco en fondo y luces.