Le habían contado una historia en el patio de la
escuela. Una historia en la cual no había reparado hasta ese momento.
Estaba sentado en la hamaca, con las manos sujetando
las cadenas que lo balanceaban levemente. Frente a el estaba Manuel, y lo
rodeaban los demás chicos que oían la historia en silencio, quizá con miedo. No
como él que era católico y creía en Dios, en su poder de salvarlo de todos los
males. Amén.
Manuel contó que antes de que su abuelo pisase la
tierra para ararla, antes que el gran paraíso que se levantaba en medio del
patio de la escuela mostrase sus primeras hojas; antes incluso que existiese el
pueblo. Antes de todo eso había una pulpería, el dueño era Don Bermejo, un
hombre que vivía solo, no tenía familia. Esposa, hijos nunca lo habían rodeado,
vivía solo para su pulpería, solo para él.