En
nuestra aventura lisboeta hemos optado por utilizar el transporte público y,
ante todo, os carros eléctricos e os elevadores.
Los
tranvías (carros eléctricos) en Lisboa son más que un simple
método de transporte por la capital portuguesa. Sus colores llamativos y su
diseño antiguo aportan un sello identificativo a la ciudad y nos sería muy
difícil reconocer Lisboa, hoy en día, sin su presencia.
Aún
teniendo que esperar muchos minutos en una parada o quedar atrapados en un
atasco porque alguien ha dejado un coche imposibilitando el paso.
Entre
ellos destaca la línea 28 que realiza la ruta más larga y famosa de Lisboa. En
su periplo discurre por las estrechas y empinadas callejuelas del antiguo
barrio de Alfama esquivando esquinas y coches aparcados con precisión
milimétrica.
Subirse
al tranvía 28 es, sin duda, una forma ideal para moverse y conocer los rincones
más interesantes de Lisboa.
Pero
también utilizamos el 15 y el 25.
En
nuestro deambular por Lisboa, que es un sube y baja continuo, por sus siete
colinas, también utilizamos los funiculares (elevadores), como el de la Glória.
Pero también el elevador de Santa Justa, que es otra cosa.
Los
autobuses, menos, no poseen el mismo encanto.