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Esta foto está tomada "de por ahí", y lamento que en mi ciudad está muy limitada la calefacción con leña por la contaminación que produce. Nosotros eliminamos la nuestra hace años ya. |
Me gusta, en invierno como ahora, cuando se cierran las ventanas y se corren las cortinas. Con las luces de luz cálida todo se siente más íntimo, más hogareño. Dan ganas de arrebujarse y mantenerse tibios, pero sólo tibios; el calor me apachurra, me deshace, me licúa, salvo en la playa, cerca de la corriente de Humboldt que viene directo de la Antártica y aligera la canícula.
Me gusta la casa silenciosa en general. Si alguien pone música, que no sea de fondo, y menos muy fuerte, salvo que sea para bailar, y aún así no es necesario reventarse los oídos. Dicen que en el cielo todo será música o silencio, pero jamás ruido, del que me imagino que estará lleno el infierno ¡y no servirá taparse las orejas!
No me gusta, en general, hablar socialmente por teléfono. Me cuesta partir con una conversación telefónica, pero cuando la entablo, no tengo problemas para mantenerla. Creo que es porque por ese medio no nos vemos las caras y la sola compañía, sin la voz, no sirve, se hace ominosa, y si en el momento no se me ocurre algo hay que rellenar y soy tan tonta que siento que el peso de la charla lo tengo yo. Prefiero escribir. (¡Qué raro!, ¿no?)
Bueno, ¿a quién le importará lo que me gusta o disgusta?
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