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Runa. Bombardeos en la Barceloneta. El código


Paseo Nacional. Efectos del bombardeo del 1 de octubre de 1937. La Barceloneta fue bombardeada muy duramente entre marzo de 1937 y enero de 1939. Era un objetivo fácil, que quedaba lejos del amparo de los antiaéreos del Carmel y Montjuic. Por eso tuvo que ser evacuada. 
Foto sin fecha de autor desconocido, ANC, fons Generalitat Segona República, sobre una fotografia posterior (© Ricard Martínez, 2008).

Ya dije que las fotos de este blog no encajan. Pero si que se ajustan a un código que ellas mismas describen: todas están tomadas en el mismo lugar en que se obtuvo la foto antigua que contienen. Todas excepto la de arriba. A pesar de que ambas se ubican en el Paseo Nacional, no sé el lugar exacto de la antigua. Por eso he decidido saltarme el código y situarlas ahí, al principio de paseo, donde, además, parecen encajar como una matriosha dentro de otra.

En las siguientes sucede lo contrario. Ambas están tomadas al final de la calle Almirall Aixada, donde estuvo la Escola del Mar hasta que fue bombardeada el 7 de enero de 1938. Aquí no hay nada que haga coincidir ambas ubicaciones, excepto el propio código, que, en este caso, no me he saltado.

Restos de la Escola del Mar, tras el bombardeo del 7 de enero de 1938.
Foto sin fecha de autor desconocido, sobre una fotografia posterior, Comissariat de Propaganda. IEC, Fons Nicolau d‘Olwer (© Ricard Martínez, 2008)

Esta entrada ha sido la última que he elaborado a partir del material con el que preparé Runa, la instalación que inauguramos en setiembre de 2008 y que ha dado tanto de sí.

El primer bombardeo aéreo de Barcelona. Una ciudad que no encaja.

Calle Creu dels Molers esquina con Anníbal, 16 de marzo de 1937. Ese día Barcelona sufrió el primer bombardeo aéreo de su historia. (Pérez de Rozas-AFB, sobre una foto de Ricard Martínez)

No hay ninguna de las fotos de este blog en la que coincida correctamente la imagen antigua con la moderna. Esto forma parte del trabajo. Es una manera de dejar caer que las cosas no encajan del todo. Como si el tiempo pasado no se articulara correctamente con el presente. A primera vista parece que si, pero si te fijas bien, solo unos pocos elementos de las dos imágenes se corresponden. De esta manera, es el observador quien acaba el trabajo, al percibir las dos fotos con cierta coherencia. Yo me limito a suministrarle unos pocos elementos formales para dejar que acabe el relato y, eso es importante, algún elemento descriptivo que permita sellar un pacto con él, por el que éste confía en que la foto actual ha estado tomada en el mismo lugar que la antigua. Ese pacto, por cierto, es una reedición de aquel otro tan peliagudo que certifica que una foto describe un hecho real. Pero no seguiré por ahí, que es un lío y ya hablé de ello hace un tiempo.

Volvamos al encaje, o, mejor dicho, al desencaje. Por todo lo que hasta ahora he dicho, hay que recordar que, cuando alguien comenta, como a menudo sucede, lo bien que se ajustan las imágenes, en realidad está hablando de una victoria compartida, un trabajo a pachas entre quien emite el comentario y quien emite la foto, realizado a partir del trabajo de un tercero, el fotógrafo original. Por eso me alegré hace unos días, cuando recibí este mensaje:

Hola, buenas noches! Me dirijo a ti-vosotros (no se) por la foto de Centelles de los caballos de la calle diputación. He visto que el montaje (refoto?) que tenéis colgado no está del todo bien situado. Modestamente, mi montaje queda mejor encuadrado. Los arboles no tienen hojas y eso me ha dado mas puntos de referencia. Os mando la imagen por si la queréis sustituir. También os envío alguna otra cosilla que tengo de la bomba del Coliseum. Tengo algún montaje chulo. Si os interesa estoy a tu-vuestra disposición.

Quien así escribe es Josep Maria Martinez Tamborero. Esta es su foto, para que la podáis comparar con la que publiqué. Próximamente él mismo os mostrará su trabajo en esta misma pantalla.

Caballos muertos en la calle Diputación, 19 de julio de 1936. (Agustí Centelles, sobre una foto de Josep María Torrero)

El primer bombardeo de Barcelona

Impacto de un obús en la finca de la calle Torres, 11, esquina Tagamanent, en el barrio de Gràcia. En la actualidad ese lugar recibe el nombre de la plaza del Gato Pérez. © Ricard Martínez, a partir de una fotografía de autor desconocido (Generalitat de Catalunya-Comissariat de Propaganda/ANC)

El trece de febrero de 1937, hacia las 21:45h, Barcelona sufrió su primer bombardeo de una serie que duró hasta enero de 1939. El ataque consistió en lanzar 24 bombas sobre la ciudad y sus habitantes, desde un barco situado a unos 9 Km. Las bombas impactaron en un sfumatto de edificaciones situadas entre Pueblo Nuevo, el Ensanche y Gracia. Causaron daños y desperfectos en 63 fincas. Mataron a 18 personas e hirieron a 18 más. Esta dispersión difumina el contorno de los términos objetivo y víctima y anuncia la entrada de Europa en la guerra moderna.

La bomba que cayó en la finca de la la fotografía causó daños en la fachada, la pared interior, los tabiques y el techo, valorados en 2958pts (17,82€). No hubo muertos ni heridos. Todavía puede verse en la fachada la silueta del impacto.

El bombardeo de Sant Felip Neri y Dora Bruder

Escrito en el reverso: “Niñas del colegio Antonio Solís de Alcalá de Henares, durante el recreo en el patio del refugio nº 1. 9-1936”
(ANC, Fons Brangulí Fotógrafs)

El treinta de enero de 1938 la plaza de Sant Felip Neri fue atacada con bombas dos veces, a las 9h y a las 11,20h de la mañana. Allí estaba el refugio de guerra nº 1 destinado principalmente a niños procedentes de Madrid. Muchos de ellos murieron en esos atentados camuflados en una guerra.

Acompaño a esta foto de unos niños refugiados jugando en esa plaza, con unos fragmentos de Dora Bruder, de Patrick Modiano. Un pequeño relato que me ha hecho descubrir Alex Espinós. Está confeccionado con una combinación de recuerdos propios del autor y documentos administrativos relativos a personas desconocidas. Nos habla de otro hecho terrible justificado con uniformes. La deportación a campos de exterminio de unos ciudadanos franceses, llevada a cabo por otros conciudadanos. Pero el libro también trata del ejercicio de recuperar esos recuerdos y de cómo, durante ese proceso aparecen fragmentos de la propia biografía del escritor con zapatos de investigador.

Hace ocho años, en un viejo ejemplar de Paris-Soir, con fecha del 31 de diciembre de 1941. me llamó la atención una sección, “De ayer a hoy”, en la página tres. Leí:

París
Se busca una joven, Dora Bruder , de 15 años, 1.55 m, rostro ovalado, ojos gris-marrón, abrigo sport gris. pullover burdeos, falda y sombrero azul marino, zapatos sport marrón. Ponerse en contacto con el señor y la señora Bruder, bulevar Ornano, 41, París.

Conozco desde hace tiempo el barrio donde está el bulevar Ornano. De niño acompañaba a mi madre al mercado de las Pulgas de Saint-Ouen. Bajábamos del autobús en la puerta de Clignancourt y a veces en el ayuntamiento del distrito XVIII. Siempre en sábado o el domingo después de comer.

En invierno, en la acera del bulevar, que discurre a lo largo del cuartel de Clignancourt . Solía estar entre la multitud de gente. con su trípode. un fotógrafo gordo de nariz grumosa y lentes redondos que ofrecía una “foto de recuerdo”. En verano se instalaba en el puerto de Deauville. Pero allí, en la puerta de Clignancourt, los transeúntes no parecían tener muchas ganas de fotografiarse. Levaba un viejo sobretodo y un zapato agujereado.

(…)

Lleva tiempo conseguir que salga a la luz lo que ha sido borrado. Quedan pistas en los registros pero se ignora dónde están escondidos y qué guardianes los vigilan y si querrán enseñárnoslo. O tal vez simplemente, han olvidado que esos registros existen.

Plaza Sant Felip Neri. (Ricard Martínez, 7 de enero de 2007)

Sant Felip Neri, la primera bomba trampa

Plaza de Sant Felip Neri, poco después del bombardeo del 30 de enero de 1938 (ANC, fons Brangulí fotógrafs)

La estampa actual es radicalmente distinta, la bella plazuela fue maltratada por la guerra. Una de las mayores bombas de aviación cayó en ella y, en espacio tan cerrado, la onda de compresión había de causar forzosamente grandes daños. Tres casas, entre ellas la que se atravesaba por debajo fueron prácticamente barridas; los muros de la iglesia y convento resistieron mejor pero quedaron acribillados de manera indescriptible; y las puertas de la primera, que eran gruesas y forradas de hierro, arrancadas de sus fuertes goznes, y llevándose por delante el gran cancel, fueron a parar al presbiterio.
La plaza fue desescombrada, quedando mayor que antes; pero dos de sus lados, como puede verse en las fotografías que acompañamos no son mas que solares abiertos y limitados por horribles medianeras; todo el encanto ha desaparecido y cuando se le pondera a alguien que no la ha conocido antes se tropieza con una incredulidad mas o menos discreta.”
Este aspecto destartalado desaparecería cuando se edificasen los dos solares que hemos citado; pero la experiencia enseña que si se abandona esto a la iniciativa particular el resultado es lastimoso; no hay mas que ver la casa que después de la guerra se ha construido en la esquina de la calle San Felipe Neri y que hace pensar con nostalgia en las devastadoras bombas.
Adolfo Florensa, La Plaza San Felipe Neri, ayer, hoy y mañana.
Publicación del Ayuntamiento de Barcelona. 1958




Dos vistas del aspecto que ofrecía la plaza a finales de los años 50. (Publicado en La Plaza San Felipe Neri, ayer, hoy y mañana)
Quiero agradecer la ayuda de Joaquin Reyes Lettieri. Habitualmente hace unas delicadas estenotipias de aspecto ancestral, pero, además, su destreza como domador de photoshop, ha hecho posible la publicacion de estas fotos, y muchas de las que, a partir de ahora, aparecerán en este blog. Gracias, Joaquin.

La plaza Sant Felip Neri fue atacada el 30 de enero de 1938. Era el primer ensayo de bombardeo por saturación sobre una ciudad europea. La cosa consiste en atacar una zona y volver a hacerlo al cabo de poco tiempo. Se consigue así causar víctimas, no solo entre los ocupantes de las viviendas, sino también entre las personas que han acudido a prestar socorro. La primera explosión es lo que hoy llamaríamos una bomba trampa.

En
Sant Felip Neri, este ataque tuvo lugar a la 9 de la mañana. El segundo, poco después de las 11h. Hubo muchos muertos. Mas de 80. La mayoría niños refugiados acogidos en el ex-convento. Trataré esto en una segunda entrega.

Antes del bombardeo, la plaza tenía la mitad de superficie que ahora. Era tan pequeña que actuó como metralla de si misma. Se destruyeron todos los edificios, excepto la iglesia y el convento adjunto. Un zócalo de grandes impactos da fe de este ataque. Este zócalo no es continuo. Su extensión nos indica las dimensiones de la antigua plaza.



Tras la guerra, la plaza era un solar hasta que fue remodelada — como anuncia Florensa — a principios de los años 60. Poco antes, se había reedificado el único inmueble de viviendas. Para la reforma se trasladaron las fachadas de dos edificios. El del Gremi de Calderers y el del Gremi de Sabaters. Este último había estado en la calle Corríbia, frente a la catedral. Esa zona fue demolida tras la guerra, ya que había sido muy afectada por los mismos bombardeos que destruyeron la plaza que da acogida a estos edificios.
A pesar de lo que indica la fecha, el estado de la plaza reflejado en este plano, seria el mismo hasta enero de 1938. (Publicado en La Plaza San Felipe Neri, ayer, hoy y mañana)

El edificio del Gremi de Calderers fue desmontado durante las obras de apertura de la Via Laietana. Posteriormente estuvo en la plaza Lesseps, donde se hizo esta fotografía. La imagen de la derecha, del Gremi de Sabaters, está obtenida desde las escaleras de la catedral. (Publicado en La Plaza San Felipe Neri, ayer, hoy y mañana)

John Langdon-Davies y la Plaça Nova

Los escombros que aparecen en la imagen habían constituido las casas número 1, 3 y 5 de la Calle Corríbia, en la confluencia con la plaça Nova. Estas viviendas fueron destruidas por los ataques del 30 de enero de 1938. (© John Langdon-Davies, 1938 Archivo Sant Feliu de Guíxols. Fondo John Langdon-Davies)

Ese día resultaron derribados más edificios de la zona. En este plano podemos ver el área afectada. Superpuesto a todo ello, el punto de vista que ocupaba John Langdon-Davies en el momento de obtener su fotografía. (fuente: Junta Local de Defensa Pasiva. Arxiu Municipal Administratiu de Barcelona)

Tras la guerra, se reformó toda la zona. Por un lado, se recuperó la idea de abrir -aunque de forma parcial- una de las vías que, a través del casco antiguo de la ciudad, proponía Ildefonso Cerdà en su proyecto de ensanche de Barcelona de mediados del siglo XIX. Por otro lado, la operación permitiría poner al descubierto una parte de las murallas sobre las que se apoyaban algunas edificaciones. Así se seguía completando esa creación del siglo XX llamada Barrio Gótico.
No puedo evitar hacerles una sugerencia. Tras apreciar in situ las causas y los efectos de esta reforma urbanística, les propongo que crucen la Vía Laietana, rebasen el Mercado de Santa Caterina y se adentren en un paisaje que no ha necesitado de ningún bombardeo para justificarse.

Retrato de John Langdon-Davies durante un mitin a favor de la República, en Nueva York, el 13 de enero de 1938. Unos días después, de vuelta en Barcelona, obtendría la fotografía que encabeza esta entrada. (Arxiu Sant Feliu de Guíxols. Fondo John Langdon-Davies (procedencia: Patrícia Langdon-Davies) Autor desconocido. Reg. 12865.)

John Langdon-Davies, escritor y ensayista británico, mantuvo dos grandes relaciones. Un affaire con el siglo XX. Por eso, no faltó a ninguna de las citas importantes con su época. Y un romance con Catalunya, que le hizo volver una y otra vez, hasta poco antes de su muerte, en 1971. Veinte años después, Miquel Berga escribió su biografía.


Cuando estalló la Guerra, él llevaba ya unos años entre Inglaterra, los Pirineos, Estados Unidos y la Costa Brava. Esta situación orbital, alternada con innumerables aterrizajes profundos, le permitía percibir los hechos violentos que aquí se estaban produciendo con una dolorosa y alta resolución. Pero también le habilitaba para analizar estos acontecimientos con la nitidez de una, hasta cierto punto, sosegada perspectiva. Y todo ello, sin dejar de tomar partido.


Estas percepciones y meditaciones eran publicadas con rigurosa rapidez. En noviembre de 1936 aparecía Behind the Spanish Barricades. Escrito a partir de las experiencias como corresponsal para el News Chronicle, entre mayo y setiembre de aquel año.


En 1938 publicó Air Raid, del que ya he escrito, sobre los bombardeos realizados sobre Barcelona en marzo de ese mismo año. Ese mes había llegado a Barcelona con el objeto de realizar gestiones para un programa de apadrinamiento de niños refugiados que había resuelto iniciar unos meses antes. Después de su estancia entre mayo y setiembre de 1936, había regresado a Barcelona en enero de 1937. Para entonces la situación había cambiado. Ya no había barricadas, ni gasolina. La Vía Laietana se había convertido en Vía Durruti. Todas las ventanas estaban cruzadas por cinta de papel engomado. Tiritas contra las bombas.


También se encontró con muchísimos refugiados en una situación dramática. Es entonces cuando decidió fundar una organización que hoy llamaríamos ONG.


“El objetivo es organizar unas colonias para las criaturas refugiadas españolas procedentes de las regiones en guerra, mantenidas por padres adoptivos ingleses (...) El padre adoptivo asegura la cantidad de una libra al día durante un año, suma que cubre los gastos de mantenimiento de una criatura. A la recepción del primer pago, se elige un niño entre los miles de huérfanos que constan, y en su día, el padre adoptivo recibe un informe con el nombre, la edad y un breve historial sobre las características del niño, acompañado de una fotografía. Se explica claramente a los niños quien los mantiene y de qué manera, a la vez que se les anima a escribir a los padres adoptivos. El padre adoptivo, por su parte, recibe un boletín mensual de los organizadores de España, así como noticias, cartas, dibujos, etc., con cierta frecuencia. Se pide que los padres adoptivos envíen fotografías, cartas, algún detalle de vez en cuando y, si es posible ropa. De esta manera, los niños que han perdido todos los vínculos personales notan la existencia de un amigo, en lugar de alguien que les hace caridad. Esta es la clave del programa de los padres adoptivos.”
Folleto explicativo de Forsters Parents Plan (Archivo personal de Patrícia Langdon-Davies. Citado por Miquel Berga)

Esta organización, de nombre tan sencillo, se extendió con rapidez por Inglaterra, Australia y Estados Unidos. Actualmente continua su actividad, aunque con una denominación aun más simple.

Volvamos a la foto de la plaça Nova. Para la instalación Runa había querido utilizar esta imagen no solo por una cierta simpatía con su autor. Se trata del lugar de Barcelona que más ha sido modificado como consecuencia de un bombardeo. Además es uno de los mas frecuentados de la Ciudad. Dado que la fecha de inauguración de Runa coincidía con las fiestas de la Mercè, opté por no colocar la foto en su lugar, el centro de la, ahora expandida, plaça Nova, porque estaba previsto realizar allí conciertos durante aquellas fechas. En lugar de eso, preferí buscar el más que significativo apoyo del Colegio de Arquitectos.

Me costó mucho convencerme de que debía descartar esta pieza por un recorte en el presupuesto.



Quiero agradecer a Patricia Langdon-Davies, viuda del escritor, y a Maria Àngels Suquet y Marc Auladell del Archivo de Sant Feliu de Guíxols su colaboración para la elaboración de este escrito.

Layetana esquina Durruti

Barcelona, 29 de mayo de 1937. Los ciudadanos observan los efectos del bombardeo de la noche anterior. Carlos Pérez de Rozas (Arxiu Fotogràfic de Barcelona)

Casi ni me acordaba que, la idea al abrir este blog, era mostrar las propuestas que no habíamos llegado a montar en el proyecto Runa. Aun quedan algunas. El itinerario se iniciaba en la montaña, en los antiaéreos del Carmel, desde donde se intentaba defender la ciudad de los ataques, y hay que llegar hasta el mar, por donde llegaba el peligro.


La imagen de hoy corresponde al primer bombardeo aéreo nocturno sobre la ciudad. Los efectos del ataque se extendían desde la Barceloneta hasta el Ensanche y desde Hostafrancs hasta la Mina -de hecho las bombas habían alcanzado casas en Sant Adrià y Santa Coloma. Una agresión importante que había causado 64 muertos y, entre 88 y 157 heridos, según las fuentes.


Acerquémonos un poco.

La gente también se había aproximado para ver el resultado de los ataques. Pérez de Rozas fotografió la multitud y el lugar desde el que había tomado la primera imagen. (AFB)

Un fotógrafo menos madrugador fotografió el mismo lugar por la tarde. Hay más gente y se ha colocado un perímetro de seguridad. Generalitat de Catalunya-Comissariat de Propaganda (ANC)

Los efectos del bombardeo del 29 de mayo de 1937 en la fincas de la Vía Layetana, 57. 59 y 61. Carlos Pérez de Rozas (AFB)

El juez que hacía la instrucción del sumario dejó escrito esto:


Seis personas y un coche frente a la finca de Layetana, 59 afectada por el bombardeo del 29 de mayo de 1937. Carlos Pérez de Rozas (AFB)Placa que da el nombre de Via Durruti a la Via Layetana. Barcelona, 1 de julio de 1937, Carlos Pérez de Rozas (AFB)


La Vía Layetana recibió el nombre de Vía Durruti tras la muerte del líder anarquista. La nueva denominación perduró, hasta la entrada de los franquistas, cuando recuperó su antiguo nombre. Fue en la confluencia de ambas calles, la actual Layetana y la Vía Durruti de aquellos días, dónde obtuve las dos fotografías que os he mostrado.

Lecciones de Barcelona

Gran Vía-Balmes. Marzo, 1938. Kati Horna. (MCU, CDMH)

Kati Horna (Hungría, 1912-México, 2000) estuvo en España unos meses, entre 1937 y 1938. Como otros foto-reporteros centroeuropeos, había llegado aquí, tras su paso por París. Llegaba movida por el ascenso del nazismo y motivada por la lucha antifascista. Durante el tiempo que estuvo aquí, colaboró con revistas de órbita anarquista y realizó encargos para el Gobierno. Son especialmente interesantes sus fotografías del Barrio Chino. En ellas retrata la frágil vida cotidiana en una ciudad en guerra. En ese período, también pudo registrar los efectos de los duros ataques de los días 16, 17 y 18 de marzo. Os muestro aquí un par de esas fotografías. Sus desequilibradas composiciones en diagonal nos hablan de la influencia vanguardista que traían esos fotógrafos y del caos que provocaron aquellas bombas.

Los días 16, 17 y 18 de Marzo de 1938, la aviación italiana realizó un ensayo, dentro de su campaña de guerra franquiciada. Se trataba de atacar Barcelona, de manera constante durante tres días. No se había hecho nunca. La prueba se hizo con éxito. El colapso de la ciudad fue total. La constancia de los sucesivos bombardeos hacía que las alarmas no sirvieran para otra cosa que aterrorizar aun más a los ciudadanos, que no sabían si éstas avisaban de un nuevo ataque, o si anunciaban el final del peligro.


Después, se iniciaron los análisis, por parte de las diferentes autoridades implicadas, o simplemente interesadas, en esta nueva manera de hacer la guerra. A parte de la documentación generada por las dos Juntas de Defensa Pasiva, la Local, dependiente del Ayuntamiento, y la Central, dependiente de la Generalitat, se conservan dos estudios particularmente interesantes sobre esos ataques:
ARP (air raid precautions) Lessons from Barcelona. Some hints for local authorities and for the private citzens. Un informe realizado por encargo de gobierno británico, a cargo del militar Noel de Putron MacRoberts, tras su visita a la ciudad en abril de 1938. Publicado recientemente por la Fundación Carles Pi i Sunyer.
Air Raid - the Technique of Silent-Approach High-Explosive Panic, Routledge, Londres, junio 1938. Reeditado por Haskell House Publishers, en 1975. Lo pueden encontrar en la Biblioteca del Pavelló de la República.

Informe de la Junta Central de Defensa Pasiva. 17 de marzo de 1938. En él se detallan las fincas afectadas por uno de los bombardeos, el que tuvo lugar entre las 13.58h y las 14.42h. Podemos ver que uno de los lugares que resultó destruido totalmente fue el teatro Novedades, en la calle Caspe, junto al paseo de Gracia -entonces Pi i Margall- y quedó parcialmente destruido el teatro Tívoli, justo enfrente. Los únicos teatros afectados durante los ataques conocidos como la bomba del Coliseum. (ANC. Fondo JCDP)

Es posible que exista también algún estudio en los archivos italianos. No lo he buscado. Pero tenemos una buena colección de las fotografías de la Aviazione Legionaria a nuestro alcance, en el Centre d'Història Contemporània de Catalunya. Se trata de las imágenes que realizaban durante los ataques. En ellas resulta tan interesante el anverso, como el reverso.

Anverso y reverso de la fotografía tomada el 30 de enero de 1938, a las 11.20h por la aviacion italiana. El humo señala la explosión de una bomba en la plaza Sant Felip Neri. A esa hora, los servicios de ayuda, estaban rescatando los cuerpos, muertos y vivos, de las víctimas de una bomba que había caído justo allí dos horas antes -no es cierto que una bomba nunca cae donde ya lo ha hecho otra-. Se trata del primer bombardeo por saturación que se realizo sobre Barcelona. (CHCC)

Langdon-Davies, realiza una tabla en la que divide los tres días que duraron los ataques en tres categorías: pánico con peligro real -el tiempo en que los aviones sobrevuelan la ciudad y hay aviso de bombardeo-, Pánico sin peligro real -el período en el que ya han marchado los aviones, pero las alarmas no han avisado que ha pasado el peligro- y, suspense -el período entre las sucesivas alarmas. El análisis de las tablas que resultan de esta división y la cantidad de aviones que participan en cada ataque, le llevan a la conclusión de que unos veinte minutos -que es el tiempo total que están los aviones italianos sobre la ciudad, en grupos de tres o de cinco- son suficientes para colapsar cualquier otra actividad que no sea morirse de miedo, durante los 4300 minutos restantes.
Hoy en día, nuestra sociedad es incapaz de generar y leer en voz alta, análisis de este tipo -en términos de eficacia- sobre, por ejemplo, el ataque del 11M.

Gran Via. Kati Horna. Marzo de 1938. (MCU, CDMH)

Clases de defensa Anti-gas en la Escuela Industrial



L’agudització de la guerra aèria I la intervenció molt activa per part d’Alamanya i Itàlia al costat d’en Franco va fer pensar que potser no s’hi mirarien gens a emprar gassos asfixiants. Per això la JDP va iniciar un programa d’exercicis a escoles i voluntaris mirant que fossin realistics, a l’aire lliure, etc. Amb màscares, vehicles. Ramon Parera. Dietario, noviembre de 1938 (foto ricard martínez, 2008-ramon parera, 1938)

Estas fotografías de Parera están tomadas en la Escuela Industrial de Barcelona. En ellas podemos ver cómo los voluntarios -en su mayoría adolescentes- reciben instrucciones para defender -en la medida de lo posible- a la población de los ataques de dos Estados y medio.




Clases y ejercicios de  defensa contra ataques con gases (ramon parera, 1938 Fondo Abadia de Montserrat)

Lo que queda de nosotros

Rambla de Catalunya, agosto de 1938. Fotografía de Ramón Parera, ingeniero de la Junta Central de Defensa Pasiva de la Generalitat de Catalunya. Abadía de Montserrat. Parera anota en su dietario: Refugi subterrani a la Rambla de Catalunya. Part de l’excavació i l’entrada en construcció.

Os propongo ahora que leáis estos fragmentos de un artículo de Manuel Cruz. Como sucede con Runa, aparenta tratar sobre el recuerdo, cuando, en realidad, está hablando de nosotros, y de lo que queda de nosotros.

Recordamos Mal

Bien está que haya lugares comunes, pero resulta francamente tedioso que los haya unánimes. Si los primeros se identifican con los tópicos. Los segundos son directamente banalidades, seudoeviodencias que se han incorporado al discurso ordinario hasta el límite del automatismo, que se han incrustado en nuestro lenguaje hasta hacerse imperceptibles, cargando de oscura razón nuestros enunciados, deslizando en su interior un sentido que siempre permanece velado. Así, la valoración positiva de la memoria se ha convertido de un tiempo a esta parte en uno de esos lugares comunes incuestionados, por no decir universalmente aceptados. Siempre cabe discutir acerca de si en la práctica se le presta a la evocación del pasado la intención que se merece, pero, en todo caso, lo que parece claro es que resulta insólito encontrar hoy en día a alguien que manifieste estar resueltamente en contra de la memoria o, viceversa, que reconozca ser un fervoroso partidario del olvido a cualquier precio.
(...)
Recordar no es -no puede ser- un fin en si mismo, ni constituye un valor supremo, último, que no pueda ser impugnado desde lugar alguno. El mero ejercicio de la memoria todavía no nos garantiza nada, por más que tantos se empeñen en sostener que constituye una actividad inequivocamente progresista con el argumento, ciertamente sumario, de que nos garantiza no reincidir en los errores del pasado.
(...)
No se trata, por tanto de recaer por enésima vez en la estéril contraposición entre memoria y olvido. Lo que, concretando, equivale a afirmar que si se nos formulara la siguiente pregunta: “entonces, ¿Recordamos poco o demasiado?” a mi entender sólo cabría ofrecer una respuesta: recordamos mal, y, añado, a corregir esta distorsión de la propia memoria deberíamos aplicar nuestros mayores esfuerzos.
(...)
Esto empieza a parecerse de manera inquietante a Balde Runner (con sus replicantes incapaces de dilucidar, salvo por medio de un test científico, si aquel pasado que creían recordar les pertenece realmente). De ahí mi convencimiento: si algo se trata de reivindicar no es tanto mayores dosis de memoria (que tal vez constituyeran ya auténticas sobresdosis), como algo más preciso y, sin duda, mucho más necesario: la autonomía de la memoria. Lo que se parece mucho a decir: que nos dejen recordar por nuestra cuenta de una maldita vez.

(...)
A mi me parecía -y me sigue pareciendo- que no puede ser casual (...) tanto empeño en resucitar lo perdido. Lo que sucede (...) parece estar informando de un cambio en nuestra manera de percibirnos y representarnos. El cambio en cuestión refiere directamente al pasado y al presente e, indirectamente, al futuro. Al margen de más detalles, a los que aludiré a continuación, el resultado es que el presente queda vaciado de contenido, devaluado a la simple condición de mirador desde el que contemplar el pasado. Devaluación en cierto sentido cómoda: el pasado ofrece la gran ventaja de parecer un asunto de otros, en concreto de quienes lo hicieron ser como fue. El futuro, en cambio, resulta profundamente incómodo: cualquier representación del futuro informa, con precisión de orfebre, del presente desde el que está realizada; no pasa de ser, a ojos vista, una proyección hacia adelante de los anhelos y los temores de hoy. Y tal vez sea esto lo que se pretende evitar.
(...)
Efectivamente, ha desaparecido de nuestro campo visual la idea de futuro. El tiempo venidero ha perdido los rasgos y las determinaciones que poseía aquella venerable idea, a pasar a ser el espacio de la reiteración, de la proyección exasperada del presente. Ya no es el territorio imaginario en el que habitan los proyectos, intenciones o sueños de la humanidad, sino el lugar en el que lo que hay persevera en su ser. Expresión de ese nuevo convencimiento se diría que es la forma en que nos habla de él: en clave de designio inexorable (casi naturalista), anticipándonos las curvas de población, advirtiéndonos de las dificultad
es de tesorería que tendrá la hacienda pública dentro de treinta años, o cosas por el estilo. Tal vez sea porque incluso los sectores que antaño se autodenominaban progresistas han ido asumiendo este convencimiento -esto es, han ido percibiendo el nulo margen de actuación que un futuro así entendido les dejaba- por lo que sus propuestas han ido girando, de manera creciente, hacia el pasado. Como si no quedara más proyecto posible que el de mantener lo mejor de lo que hubo. Como si nada otro (que no sea terrorífico) pudiera ser pensado. Según parece, la esperanza pasó de largo ante nosotros sin que nos diéramos cuenta: ahora, algo tarde, debemos aplicarnos a salvar aquello que era, sin nosotros saberlo, nuestro único horizonte. Se comprende que recordemos mal: la atmósfera del pasado está francamente enrarecida.
Manuel Cruz. Hacer cosas con recuerdos. Sobre la utilidad de la memoria y la utilidad de rendir cuentas. Katz Editores. Buenos Aires, 2007.Finales de enero de 1939. En algún lugar indeterminado, durante un errático itinerario hacia la frontera. Los miembros de la Junta Central de Defensa Pasiva posan juntos por última vez, antes de dejar de ser funcionarios, para convertirse en exiliados. En su dietario, Parera habia dejado escrito:
Dimarts, 24
Els caps de secció tots vam decidir que el nostre deure era seguir l'evacuació amb la resta del Govern de la Generalitat.
Vam cridar i reunir tots els membres del personal i els vam exposar la situació i vam expressar que la Junta com a entitat no podia fer-se càrrec d'evacuar a cadascuns dels emplats.
Alguns van explícitament expressar que pensaven quedar-se. Independentment de la seva decisió, es va pagar la mesada (144,05 pts). Això tingué lloc abans de la 1 del migdia.
El mateix dia 24 a les 14,15 en Davó em va telefonar i va indicar-me l'agreujament de la situació i que ens hem de veure de seguida. Jo me'n vaig anar a casa (que era a Salmeron, 50 de Gràcia, i a 5 minuts de la Junta) i em vaig despedir de la família. Del meu pare, de la meva promesa, Pilar Sanent, de la meva germana Joana. El meu pare i la Pilar vam donar-me tot el suport per la decisió de marxar.


Mirar con las botas puestas


Antonio Anson escribe sobre fotos. Sigue una muestra. Está extraída de El Limpiabotas de Daguerre, publicado en Murcia, en 2007. Le quería pedir un fragmento de su libro para acompañar alguna foto de este blog, pero, el muy astuto, se me ha adelantado.

A cambio, le tomo prestado este otro capítulo sobre los zapatos.Os lo pongo a continuación, como un injerto y, al final vuelvo para contaros el fruto que he recogido de este cruce.

Unos zapatos
Quién iba a imaginar, en un principio, la incuestionable relevancia que tendrían en el curso de la historia de la fotografía. Gracias a unos zapatos fue posible la primera imagen fotográfica que conservamos del hombre. El azar dispuso que una de sus ocupaciones más modestas lo sustrajera del tiempo para conducirlo al otro olvido, mayor incluso, de la Historia temporal: el limpiabotas del boulevard du Temple.
A través de los zapatos intuimos la convicción de los personajes, la indumentaria que los prolonga, su actitud visual y vital a la postre. Para el que no los tiene denotan, además de precariedad, atónita desventura e indefensión terrenal, transparencia: pues el que posa descalzo lo hace sobre el suelo, abiertamente, sin auparse a ningún sitio.

Consumiendo las suelas y los días
Recuerdo una fotografía en la que cientos de zapatos aparecían amontonados, enmudecidos: cientos de mañanas acalladas en un campo de exterminio. Afirman, en cualquier caso y para siempre, una pertenencia carnal: los zapatos que Robert Doisneau fotografió en el vestuario del Central Sporting Club (1954), los de García-Alix, que de forma reveladora le sirven de autorretrato, se adelantan al cabo, murmuran el modo decidido y voraz en cómo van consumiéndose las suelas, y los días.
Unos zapatos vacíos son un hueco inalienable. Podemos ocupar prendas que han tenido aliento y conservan ademanes propios. Pero los zapatos adoptan el modo del caminar, la pesantez real del paso del hombre, del propietario de ese camino. Los zapatos perpetúan el desvanecimiento del que anda, y se deforman bajo el perfil personalísimo de un tiempo recorrido: por eso es imposible usar otros zapatos, otro tiempo que no sea el que nos pertenece.
Antonio Ansón. El limpiabotas de Daguerre. Centro Municipal Puertas de Castilla. Murcia, 2007.

Refotografiar es el género fotográfico del que se nutre Runa. Consiste en colocar la cámara en el mismo lugar en que lo hizo otra persona antes que tu. Para ello, has tenido que poner tus pies -y tus zapatos- exactamente el el mismo lugar en que lo hizo tu predecesor en esas coordenadas. Visto así, la foto que puedas hacer se convierte en un producto subsidiario de esa visita; un testimonio de que tu también estuviste allí. Por eso, he rebautizado esta metodología como arqueología del punto de vista.

Runa, sencillamente, transmite la oportunidad a otros sujetos, contemporáneos míos, de poner sus zapatos en el mismo lugar en que lo hizo alguien antes, durante unos acontecimientos dolorosos para las personas y transcendentales para el Estado.

Los vecinos del pasaje Gaiolà observan los efectos del bombardeo de la noche anterior en el número 17 de su calle. 14 de febrero de 1937, (foto Ricard Martínez, 2008-Carlos Pérez de Roza, 1937. Arxiu Fotogràfic de Barcelona)

Calle Torres, 11


Calle Torres, en el barrio de Gracia, la mañana del 14 de febrero de 1937. Ricard Martinez, 2008-Comissariat de Propaganda/ANC)

Como complemento a esta fotografía del Comissariat de Propaganda, ahí va este fragmento del peritaje que se efectuó por orden del Juzgado. Lleva el sello del Sindicat d'Arquitectes de Catalunya y se conserva en el archivo del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya.


Árboles preconstitucionales


Los arboles de estas dos fotografías son los mismos. Como los edificios, aunque ahora hay alguno más. La calle también es la misma, pero entonces se llamaba paseo García Hernández. El topónimo, y alguno de sus habitantes, los estaba perdiendo de una manera violenta. Nos lo recuerda el boquete en la pared medianera (esta vez la bomba no ha entrado por la ventana). (foto Ricard Martínez, 2008-Comissariat de propaganda/ANC, 1937)

Este trabajo nos está hablando de la violencia que ejerció un grupo de personas para hacerse con el control del Estado. El proceso es tan sencillo, como laborioso. Se trata de localizar y señalar los escenarios de aquellos ataques. Esta evidencia se materializa en unas imágenes que nos llevan a ese momento estelar, que podemos llamar período mitológico fundacional del Estado español moderno. Una era de cuya violencia, victoriosa y aun vigente, a mucha gente le resulta difícil o incómodo hablar. Será porque unos árboles, jóvenes entonces y no muy viejos aun, nos recuerdan que no hace tanto tiempo de esos ataques.

Córcega esquina García Hernández


(foto Comissariat de Propaganda/ANC)

Seguimos en la mañana del 14 de febrero de 1937. Los barceloneses salen a hacer su pasedo dominical. Van a ver los lugares bombardeados la noche anterior desde un barco italiano, en un ataque franquiciado por unos militares sublevados.

(foto Comissariat de Propaganda/ANC)

En estas fotos del Comissariat de Propaganda, los ciudadanos rodean lo que queda de la camisería London, en Córcega, esquina con García Hernández. Aquella noche, ese paseo había empezado a perder su nombre a cañonazos, hasta acabar convertido en el paseo de San Juan que conocemos hoy.
(foto Ricard Martínez, 2008/Comissariat de Propaganda/ANC, 1937)

En esa esquina, olvidada como el nombre de la calle, o la camisería, hemos puesto esta otra foto con el detalle del boquete. De nuevo, la bomba habia entrado por la puerta.

Venus esquina con Peligro


(foto Ricard Martínez, 2008-Comissariat de Propaganda/ANC, 1937)

Estas coordenadas que parecen fatalmente metafóricas, corresponden a una esquina de Barcelona en la que, la noche del 13 de febrero de 1937 cayó otra de las bombas que lanzó sobre la ciudad el barco italiano Eugenio de Savoia. Se dice que el ataque pretendía alcanzar la fàbrica Elizalde, en el paseo de San Juan esquina con Córcega. Pero la dispersión de los impactos nos habla muy mal, ya sea de la punteria de los atacantes o del verdadero objetivo del ataque.

La fotografía de época en este fotomontaje es de Carlos Pérez de Rozas y se conserva en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona.
Retomamos los pasos del juez que, de oficio y en nombre del Estado, investiga los hechos.

“Acto seguido el juzgado se traslada a la calle Peligro número 45, que hace esquina a la calle de Venus, el cual, por su construcción y estado de conservación indica que data e muchos años. Dicho inmueble consta de tres pisos de altura y los moradores de los mismos, sin duda por su estado, no habitan en él por lo cual no poede ser examinado su interior.”

"Por su parte exterior se observa que junto ó mejor dicho en el balcón del último piso, o sea el que ocupaban el matrimonio interfecto Jaime Ribas y Margarita Caralt, existe una gran mancha como de un fogonazo que ha abierto un gran boquete en el muro y lo ha resquebrajado pudiéndose apreciar desde la calle que el suelo ha caído y queda al descubierto el piso inferior inmediato.”

Hasta hace dos años se podía aún ver el remiendo que tapaba el boquete en la fachada. Ya no.



(foto Ricard Martínez)