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domingo, 16 de diciembre de 2018

Albóndigas estilo vietnamita


Ingredientes:
- 500 gr de carne de ternera picada.
- 90 gr de cebolla picada en brounise.
- 4 ajos (15 gr) cortados muy pequeños.
- 8 gr de cilantro fresco muy picado.
- 12 gr de jengibre picado.
- 20 ml de salsa de pescado.
- 8 ml de miel.
- 30 ml de aceite.
- 1 chile thai (opcional).
Para la salsa:
- 75 gr de salsa Hoisin.
- 30 ml de salsa de soja.
- 30 ml de agua.
- 15 ml de salsa de pescado.
- 1 chile thai (opcional).
Elaboración:
   Mezcla muy bien todos los ingredientes de la primera lista en un bol y deja reposar una media hora en el frigorífico para que se integren todos los sabores.
   Mientras que reposa esa mezcla, ve preparando la salsa. Para ello debes mezclar en un cuenco todos los ingredientes de la segunda lista, moviendo bien para que se una todo perfectamente.
   Pasado ese siempo forma las albóndigas (lo más cómodo para eso es aceitar un poco las manos) y fríelas en una sartén con un poco de aceite (dependiendo del tamaño así tardarán en hacerse). Según las vayas friendo, lo mejor es que las pongas sobre papel absorbente para que recoja el exceso de aceite.
   Una vez que están todas fritas, sirvelas junto con la salsa (puedes echarla por encima o dejarla en el bol para que cada uno se ponga la cantidad que le apetezca) acompañadas de arroz (pinchando aquí veréis como lo preparo) y tomate fresco.

Notas:
   Como siempre vamos a las dudas que pudiera haber (ya sabéis que si tenéis alguna que no explico aquí, me lo preguntáis en los comentarios o lo que es más rápido, por redes sociales, ya sea en la página del blog de Facebook o en mi cuenta personal de Instagram, de las que hay enlace en el lateral).


   Realmente esta foto es para que se vea lo que abultan 8 gr de cilantro, por si no tenéis un peso en casa y no queréis molestar al frutero. Con el jengibre para tres cuartos de lo mismo, que sirve el volumen. Otra cosa a comentar es que aunque esta vez se vea en la foto el chile thai, no siempre lo tengo en casa y por lo tanto, no siempre lo pongo. Y ojo, muy importante, en la foto está la cebolla entera y no los 90 gr, por lo que eso no vale como orientación.


   Lo que suelo hacer en este tipo de recetas es que en vez de picar mucho los ajos a cuchillo, los meto en el prensador de ajos y listo. La diferencia de hacerlo así a cortarlos de forma tradicional es que de esta forma queda la preparación más aromática (de ahí que no siempre sea recomendable usar esta herramienta).



   Cierto es que yo no suelo ensuciar ninguna máquina para mezclar esto muy bien, pero como digo, se puede hacer con la "infernal" o cualquier otro procasador o robot de cocina que tengáis a mano. Por cierto, no está de más decir que si las albóndigas se van a hacer el bocado, cuanto más pequeña se pique la cebolla, mejor.



   ¿Veis? Realmente mezclado a mano queda perfecto. El tiempo de reposo en el frigorífico lo que hace, además de hacer que todos los sabores se unan, es que la masa coja un poco de cuerpo para que nos resulte más sencillo formar las albóndigas.


   La salsa no tiene mucho misterio, solo decir que sin el chile queda perfecto. Eso sí, una cosita, yo suelo poner la salsa para que cada uno se sirva al gusto, menos cuando las hago en plan aperitivo, que entonces lo monto yo todo. Y otra cosa, también está la opción de una vez fritas las albóndigas, poner la salsa en una sartén, calentar y dejar cocer dentro las bichillas un rato para que caramelice.


   Esta foto es para que se pueda ver el tamaño de las albóndigas. Como siempre, quitando las que hago rellenas en la olla lenta (pinchando aquí os llevará a esa receta), las hago del bocado, ya que me resulta bastante más cómodo a la hora de comer, sin contar con que al ser enanas se hacen por dentro perfectamente.


 Esta foto es para que se vea el aceite que uso, aunque reconozco que otras veces pongo menos, ya que como digo, al ser pequeñas se hacen en nada y sin necesidad de usar mucha grasa.


   Cuando están así por fuera y con el tamaño que las hago es que están ya listas y van de cabeza al papel para retirar el exceso de grasa (es algo que siempre hago incluso cuando uso un "flus" de aceite).


   A ver, ahora llega el momento salsas en las que alguien puede decir eso de "jo, pues ya no puedo hacer la receta, puesto que no encuentro eso en mi barrio"... ¡INTERNET! jejejeje.
   La salsa Hoisin es salada, oscura, espesa, ... Está muy rica y sería como la barbacoa aquí, una salsa que vale para todo. Para los rollitos de primavera, para un Pho, para el pato pekinés y mil usos más.


   Y estas dos son, por un lado la salsa de soja clara (izquierda) y la salsa de pescado (derecha). Las tres no faltan nunca en casa.
   Como digo, no es excusa dejar de hacer esta o cualquier otra receta de corte oriental si no tenéis en este momento estas salsas en casa. Si vivís en Madrid hay mil tiendas donde comprar todo esto, aunque mi favorita es la que hay en la calle Leganitos (entrando por la parte de Plaza de España está a mano derecha), también se puede encontrar en el super de la Plaza de los Mostenses, en los de la zona de Usera, en General Margallo... En Sevilla en la tienda de productos orientales de la calle Aponte seguro que la tienen, en Málaga había un super llamado "Delicias Orientales" en la Explanada de la Estación y así podría seguir un rato largo. Y por internet por ejemplo en Amazon, en El Corte Inglés, en web especializadas en alimentación oriental.

Apuntes:
   La verdad es que esta receta debía llevar publicada desde hace una semana, pero entre unas cosas y otras, no me ha dado. La semana pasada estuve en el pueblo, ya que a madre se le antojó ir a Zafra a por unos olivos (si mi abuela levantase la cabeza y viera a su hija con estas cosas...), por lo que cogí el coche, me fui al pueblo y a Zafra que nos fuimos a por los arbolillos, aunque más que arbolillos son ramas de lo chicos que son (tienen un año).


   Ya hay tres plantados. Miguel dice que si le prenden esos olivos a madre, que se encarga personalmente de levantarle un monumento. En principio se iba a esperar a ponerlos todos en marzo, pero ella ha querido probar a poner tres ahora.


   Y sé que es época de enseñar grullas en el blog, pero el otro día estuve a punto de estampar la cámara de fotos contra un chaparro (del que por cierto cogí unas bellotas riquísimas), hasta que me relajé y eché la culpa de la porquería de fotos a la parte de la cámara culpable: ¡el objetivo!.


   Es una faena (pondría putada, pero esto lo lee madre y me regaña), pero ese día que fuimos a plantar los olivos me llevé un objetivo que me ha dejado un amigo (si me lo ha dejado es por algo) puesto en la cámara. Lo hice por tener un buen alcance, pero claro, para fotos con trípode, guay, para pulsos buenos, guay, para acordarte cuando haces la foto de que el objetivo no tiene estabilizador, guay, pero si no cumple ninguno de los requisitos anteriores pasa lo que pasa y es que el buitre sale que da auténtica pena. La verdad es que con el mío me apaño muy bien y por eso he dejado el prestado en el pueblo, paso de tenerlo haciendo bulto en Madrid cuando no lo voy a usar. NO, no lo voy a usar, ya os lo aseguro. Lo tengo desde agosto y es la segunda vez que lo cojo y no creo que lo saque del cajón más. La pena es que hasta agosto del año que viene no se lo puedo devolver. Bueno, creo que tal vez lo saque una vez más y es que tengo una foto pendiente, aunque primero tengo que ver como la planteo, pero como es en el pueblo,  allí se queda.
   En fin, me desquitaré otro día, ya que como he dicho muchas veces, mi pueblo bonito no es (ojo, eso lo puedo decir yo, pero vosotros no oséis a decirlo, que os muerdo), pero está situado en un paraiso natural y es raro el día que sales al campo y disfrutas de mil pajarracos maravillosos.

   Con respecto a las albóndigas espero, como con cada receta que subo, que os animéis a prepararla en casa. Como podéis haber comprobado, no es nada complicada y además, puede hacerse en plan comida formal o también queda genial para ponerlo en plan aperitivo cuando se sientan unos pocos a la mesa (estos días que llegan se suelen prestar a ello). No me entretengo más por hoy, que es domingo y tengo que ver una opción de la cámara de fotos para intentar hacer una cosa.

   Nos vemos en unos días... ¡Feliz semana a todos!


jueves, 29 de noviembre de 2018

Pastel de chocolate Texas


Ingredientes:
- 230 gr de harina de repostería.
- 400 gr de azúcar.
- 1/4 tsp. de sal.
- 225 gr de mantequilla.
- 45 gr de cacao.
- 240 gr de agua hirviendo.
- 120 ml de buttermilk.
- 2 huevos M.
- 1 tsp. de bicarbonato.
- 1 tsp de vainilla.
Para el frosting:
- 200 gr de mantequilla.
- 45 gr de cacao sin azúcar.
90 gr de leche.
- 1 tsp de vainilla.
- 400 gr de azúcar glas.
- 50 gr de nueces sin cáscara.
Elaboración:
   En un cuenco grande pon la harina, el azúcar y la sal, mezclando todo muy bien y reserva. También es aconsejable que prepares el molde antes y que enciendas el horno a 175º C. 
   En un cazo derrite la mantequilla, añade el cacao, mezcla bien y añade el agua hirviendo, moviendo y dejando que cueza a fuego no muy fuerte unos 30 segundos. Vierte en la mezcla que tenías reservada de harina y mueve bien para que se mezcle todo y de paso se enfríe un poco la mezcla.
   En un bol pon el buttermilk, añade los dos huevos batidos, la vainilla y el bicarbonato, moviéndolo bien y mezcla con todo lo anterior. Ponlo en el molde que tienes preparado y hornea unos 20 minutos a 175º C.
   Mientras, prepara el frosting derritiendo la mantequilla en un cazo al fuego. Cuando esté, añade el cacao y deja cocer con cuidado otros 30 segundos. Aparta del fuego y añade la leche, la vainilla y el azúcar glas, mezclando todo muy bien. Cuando lo tengas, incorpora las nueces picadas y vuelve a mezclar.
   En ese tiempo debería estar listo la torta de chocolate. Saca del horno y vierte el frosting por encima antes de que enfríe. Deja que se cuaje la superficie y estará lista para servir.

Notas:
   Como se puede ver, esta torta de chocolate es muy sencilla de hacer, solo hace falta un poco de organización y ahora paso a explicar la forma que tengo de hacerlo yo con unas fotos (para variar).


   Cuando hago este pastel, comienzo preparando todos los ingredientes del frosting o crema que va por encima, así después voy directa, ya que el tiempo de horneado es corto. Lo pongo en una bandeja o lo que tenga más a mano para poder moverlo de sitio con comodidad y que no moleste.


    Por cierto, una cosa antes de que se me olvide, con nueces del país o nueces de California está muy rico, pero con nueces pecanas es delicioso. También decir que si no se quieren poner nueces, se quitan del medio y listo (que igual tenéis  algún alégico a ese fruto seco en la familia y sería una pena que se quedase sin probarlo).


     No tengo buttermilk... No es excusa para no preparar la receta de hoy, ya que en casa se prepara en un abrir y cerrar de ojos. En un vaso mezcla 120 ml de leche y 7 gr de zumo de limón, deja que repose unos 10 minutos y listo. Y sí, ya sabéis que siempre tengo limón congelado para cuando lo necesito.


   Como se puede ver, la leche es como si se cortase por el ácido del limón. Llegados a este punto decir que también se puede hacer cambiando el zumo de limón por vinagre.


   Sigamos... Una vez que tenéis el buttermilk listo, se preparan el resto de ingredientes que irán a esa mezcla para, de nuevo, tenerlo todo organizado. Y al rincón para que no molesten.


   Evidentemente no tiene ningún misterio el mezclar harina, azúcar y sal, pero la foto es para que veáis la cantidad de sal necesaria, por si todavía no habéis comprado las tazas y cucharas medidoras. Y como se ve, ya estamos metidos en faena y hemos empezado a preparar el pastel.


   Cuando la mantequilla está derretida se añade el cacao sin azúcar. Lo hay de varias marcas, podéis elegir el que más rabia os dé. El de Valor, Hershey's, ... Yo suelo tener el que venden en Mercadona, que es de la marca Valor, por una cuestión de que es el super que tengo más a mano. Y una vez que se ha disuelto, se añade el agua hirviendo, lo que ayudará a que el cacao se deshaga bien y de paso, potenciar el sabor.


   ¿Y cuánto son 45 gr de cacao? Pues son cuatro cucharadas colmadas, como se puede ver en la foto (esas me las regaló mi queridísima "Copito" y para mí son muy especiales por como fue ese momento regalo en plena calle Valverde.


   Mientras que el cacao, la mantequilla y el agua cuecen esos 30 segundos, añado en el vaso el huevo batido.


   Y también incorporo la pasta de vainilla, que al igual que el cacao, puede ser de la marca que mejor os venga. Ya hay muchos sitios donde la venden, por lo que no es difícil de encontrar. Ni qué decir tiene que también se le pueden incorporar las semillas de una vaina de vainilla, como siempre eso depende de vosotros. Sigamos...


   Bien, una vez pasados esos 30 segundos en los que hemos estado cociendo la mezcla de cacao, mantequilla y agua (siempre con mesura, para que no se nos queme), se añade a la mezcla de harina, azúcar y sal.


   Y se une todo muy bien, haciendo que la masa temple un poco. Eso hará que después quede mucho más jugoso y que los sabores sean más potentes.


   Una vez que está listo el paso anterior, se incorpora al buttermilk el bicarbonato (recordad que ya teníamos dentro los huevos y la vainilla). Puede que alguno se pregunte cuál es el motivo de hacerlo tan a última hora, ¿verdad? Pues es muy simple, a diferencia del impulsor químico (el Royal de toda la vida) que se activa con el calor, el bicarbonato empieza a activarse con el contacto con líquidos, o símplemente con la humedad de la masa, de ahí que se ponga casi en el momento de llevar al horno. También contesto aquí a la posible pregunta del motivo por el que se usa bicarbonato en esta receta y no el impulsor químico "Royal". Pues bien, cuando el dulce que sea en cuestión lleva algo ácido, se le pone bicarbonato para neutralizar esa acidez (que por cierto, eso también hace que se active). Ya está, podría enrollarme más, pero pa qué.


   Cuando hemos mezclado todo bien, incorporamos a todo lo anterior, que ya debe haber enfriado (veréis que se hace todo bien con una cuchara, no hacen falta máquinas que batan ni cosas por el estilo) y se unifica de nuevo todo muy bien.


   No os asustéis, ya que la masa queda bastante líquida, pero eso ayudará a que se extienda bien por todo el molde.


   Cuando tenemos todo muy bien mezclado, es el momento de poner en el molde que irá al horno. Aunque no es necesario, ya que esta torta no se desmolda entera, si no que se va partiendo en trozos para servir, a mi me gusta poner papel en la bandeja que, como se ve en la foto, es grande. Yo utilizo una de 43x33 cm más o menos. La altura no es problema, con que tenga unos dos centímetros y medio debe ir sobrado (la mía tiene 4). Tampoco es excusa para no hacerlo, ya que el molde se puede comprar por internet o incluso en los típicos bazares chinos. Y no hay que gastarse un dineral,  que esta mía me costó la friolera de 5 euros hace ya mucho y sigue como nueva, por eso no me animo nunca a comprar las de Nordic Ware (aquí enlace). Soy, desde hace tiempo, de la peña "compra solo lo que necesites y no seas ansias". En fin, sigo... Recordad extender bien la masa y no os asustéis, ya hemos dicho que es una torta y que queda fina. Como ya está dicho más arriba no repetiré que la temperatura son 175ºC y que el tiempo son unos 20 minutos (JA). Pero vigilad, que cada horno es un mundo. La torta debe salir bien cocida y al introducir un palillo debe salir seco.


   Es el momento de recuperar la bandeja en la que tenemos todos los ingredientes de lo que cubrirá esa torta (aunque parezca que ha pasado mucho tiempo, esta receta se hace rápido, pero es que yo me enrollo muchooooooooo). Bien, una vez que tenemos derretida la mantequilla, incorporamos el cacao, mezclamos bien y dejamos cocer unos 30 segundos, con cuidado de no quemarlo (no, no estáis teniendo un déjà vu, es que el paso es similar a uno comentado anteriormente, jejeje). Pasados esos 30 segundos, se aparta del fuego.


   Se añade la leche y la vainilla mezclando bien.


   Y se incorpora el azúcar glas (yo suelo tamizarlo antes, aunque no es necesario), mezclando todo muy bien para que se deshaga y no queden grumitos.


   Este paso, como comenté más arriba, es totalmente opcional y es el momento de añadir las nueces. Si lo hacéis, mezcladlas bien. Más o menos en este tiempo el bizcocho debe estar casi a punto.


   Justo al sacarlo del horno es cuando hay que echar el frosting por encima. Con tanta foto y no hice una cuando lo saqué del horno... Pa matarme, la verdad. El calor del bizcocho hará que se deslice bien por toda la superficie, pero si veis que no llega a los bordes, con ayuda de una espátula, cuchara, cuchillo o lo que tengáis a mano, ayudáis un poco.


   Y ya no pongo más fotos en las notas de esta receta, ¡lo prometo! Solo esta, para que veáis que el secreto de poner por encima la crema con el bizcocho caliente hace que se empape y quede jugoso. Os lo prometo, es pecaminoso. Por cierto, nada de frigorífico, que esto es para comerlo templado o a temperatura ambiente.

Apuntes:
   Ni qué decir tiene que con el rollo que he metido hoy, aquí no os voy a seguir castigando, juaaaaasss...
   Solo comentar alguna curiosidad sobre este pastel, cuyo nombre original es "Texas sheet pan", como que tiene ese nombre por el recipiente en el que se suele hornear. Es un clasico de la repostería de Estados Unidos y es normal, ya que es una delicia.
   Hay quien dice que el origen de esta receta está en el "German chocolate cake" (1852), que ojo, no es que sea un pastel de procedencia alemana, como muchos creen erróneamente, es que ese pastel lo creó Sam German y en la compañia de chocolates donde trabajaba lo llamaron el pastel de German en su honor (en inglés lleva el genitivo sajón o posesivo y con el tiempo se perdió, de ahí que exista ese error y muchos piensen que es un pastel alemán). En fin, que el nombre del pastel en cuestión nunca se debería traducir como "pastel alemán", sino como "pastel German", que ya sabemos que somos de traducir todo, pero por Dios, respetemos los apellidos.
   El caso, que por los años 30 del siglo pasado se empezó a gestar una variante con una capa en vez de tres y con el tiempo se le empezó a poner nueces en el glaseado. Vamos, que por 1970 ya lucía esta deliciosa torta con todo su esplendor. Y ahora disfrutamos de varios pasteles diferentes, que es lo maravilloso de la cocina. Por cierto, otro día os pongo otro pastel de chocolate bastante famoso por esos lares, pero cuando se me pase el empacho de este, que sí, como habéis podido ver, ligero no es que sea precisamente. Lo siguiente es algo salado y así sigo  publicando recetas pendientes, que ya me vale...


Nos vemos en unos días... ¡Feliz semana a todos!

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Chilli Powder


Ingredientes:
- 15 gr de chile Ancho.
- 8 gr de chile Morita.
- 1 tsp. de comino.
- 1/2 tsp. de cilantro en grano.
- 1/2 tsp. de ajo en polvo.
- 1/2 tsp. de orégano.
- 1/4 tsp. de pimentón de la Vera dulce.
- 1/4 tsp. de cacao sin azúcar.
- 1/4 tsp de cebolla en polvo.
Elaboración:
   Empieza quitando las semillas a los chiles. Pon en un molinillo, todas las especias excepto el cacao y el pimentón y muele hasta dejarlo con la textura que más te guste (como ves, yo no lo reduzco a polvo totalmente).
   Mezcla bien con el pimentón y el cacao reservado y guarda en un bote bien cerrado.

Notas:
   Como en casi todas las mezclas de especias, pocas cosas hay que explicar hoy, como siempre, os dejo una foto de las especias por separado para que si todavía no os habéis animado a comprar las cucharas medidoras, al menos tengáis una referencia. Aunque también podéis medir con cucharas de las que todos tenemos en casa, respetando más o menos cantidades.


   Pongo esta mezcla por ser ya muy sencillo encontrar todos los ingredientes, incluyendo los chiles, que hace años costaba encontrar. Además de los ingredientes que pongo, se puede completar con algún extra, como pimienta negra, canela y/o clavo, pero yo no suelo ponerlo.
   También se puede cambiar el pimentón ahumado por chile chipotle. Como siempre, la mezcla la debéis adaptar a vuestros gustos. Hay quien le pone cayena, pero yo creo que los chiles le aportan ya suficiente picante.
   Y seguro que muchos podéis pensar para qué narices sirve esta mezcla de especias, pues por ejemplo forma parte del "rub" de barbacoa que compartí hace tiempo en Instagram, tambien es bueno para preparar el famoso chilli, con verduras, huevos, ensaladas o incluso en algunos postres.

   En el caso de que os resulte complicado conseguir los chiles, que no creo, os dejo otra opción  bastante más sencilla de esta mezcla, que sería 2 Tbsp. de pimentón, 1/2 tsp de pimentón ahumado (si es de La Vera, pues bastante mejor), 1/2 tsp de cayena, 1 tsp de comino, 1/2 tsp de orégano, 1 tsp de ajo molido, 1/2 tsp de cebolla molida y 1/2 tsp de cilantro.
   Como veis, hay muchas mezclas posibles, por lo que dad rienda suelta a la imaginación.

Apuntes:
  Ya sabéis que me encantan las especias, que a ver, no es que entienda mucho, pero poquito a poco me voy haciendo con ellas. Lo bueno de tener una buena colección es que casi siempre puedo preparar las mezclas en casa, ya que suelo tener de todo y lo mejor, que haciéndolo en casa, adaptas el sabor a los gustos que tienes ¡Y para colmo es muy entretenido!

Antes de que se me olvide (esto es editado, ya que se me olvidó cuando subí la mezcla esta, jejeje), os dejo otra mezcla en la que poder usar el chili powder, que es un "rub" de barbacoa, así no hago otra entrada solo con esto, que os voy a marear con tanta entrada de especias.
Rub para barbacoa:
- 1/4 cup de paprika.
- 2 Tbsp. de azúcar moreno.
- 2 Tbsp de comino.
- 2 Tbsp de sal.
- 2 Tbsp de pimienta negra.
- 2 Tbsp de ajo molido.
- 2 Tbsp de chilli powder.
- 1 Tbsp de mostaza.
- 1 Tbsp de cayena.
Mezclar todos los ingredientes y guardar en un bote bien cerrado hasta su uso.
Todos los ingredientes son molidos y ya sabéis que una "Tbsp" son 15 ml y que el cuarto de taza (cup) son 60 ml. También decir que el grado de picante lo dais poniendo a vuestro gusto la cayena. Y como siempre, comentar que estas mezclas que pongo las podéis adaptar a vuestros paladares.
 

   Y ahora una cosa importante, además de una curiosidad, no siempre el "chilli powder" es lo mismo, depende de la receta, del origen de la receta... Es que os cuento, durante una buena temporada a veces veía recetas que lo pedían, pero también veía que pedían poner cayena y siempre me preguntaba el motivo por el que pedían el "chilli powder", que a ver, lo lees y lo traduces automático por "polvo de chile" y también pedían poner cayena, que también era chile, hasta que un día me dio por profundizar un poco y por fin vi la diferencia:
   Por ejemplo, cuando vemos una receta de India y pone entre los ingredientes "chilli powder", se refiere a chiles molidos, sin adulterar con otros ingredientes, puede ser cayena u otro tipo de ají, pero siempre puro. Sin embargo, cuando leemos una receta cuyo estilo es de cocina "Tex-Mex" y entre los ingredientes pida usar "chilli powder", se referirá a la mezcla que hoy estoy compartiendo con vosotros (bueno, con esta o la que más os guste a vosotros). Y en este caso, el matiz de sabor lo dará el tipo de chile que usemos, por ejemplo, si buscáis un sabor plano, pues con cayena se encuentra, si queréis un punto ahumado, el Morita se lo da, pero también el Chipotle, si lo que queréis es aportar un punto afrutado, el Ancho es genial para eso, ya que tiene toques de ciruela y pasas. Lo dicho, al gusto.

   Y antes de publicar la entrada, otra cosa que siempre se me olvida decir y es que yo no tuesto las especias cuando hago la mezcla, no tiene sentido potenciar esos sabores para después guardar todo en un bote a la espera de ser usado. En mi caso, prefiero añadir las especias sin tostar cuando el propio calor del guiso hará que suelten todos los aromas. Por el contrario, cuando las especias van en una preparación en crudo, puede ser buena idea darles un punto de tostado antes de añadirlas, para que esos aromas se potencien. Lo sé, me acabo de explicar bastante mal, pero en mi cabeza todo tiene sentido...
   En fin, voy a ver si me organizo para poder publicar de una vez o la ternera glaseada o el "jambalaya" criollo, que no cajún (que me gusta un poco menos, aunque también está impresionante) o una riquísima tarta de chocolate. Y es que a pesar de tener las entradas escritas en el blog desde el año uno, no tengo fotos para ilustrarlas y siempre que preparo las recetas en casa, pasa algo (normalmente son las prisas) para que no saque la cámara.

   Nos vemos en unos días... ¡Feliz semana a todos!

lunes, 27 de febrero de 2017

Philly cheese steak


Ingredientes:
- 400 gr. de ternera.
- 110 gr. de cebolla (1/2)
- 60 gr. de pimiento verde (1)
- 100 gr. de champiñones (4)
- 70 gr. de queso.
- 1 tsp. de ajo molido.
- 1 tbsp. de salsa Perrins.
- Sal.
- Pimienta negra.
- Aceite de oliva virgen extra.
- 4 panecillos de viena.
Elaboración:
   Lo primero que debes hacer es rallar el queso, (en mi caso Enmental), abrir los panecillos por la mitad, sin llegar al final y picar la cebolla, pimiento verde y champiñones en juliana.
   En una mitad de la plancha pon un chorro de aceite y cocina un poco la cebolla hasta que pierda el crujiente. Añade el pimiento verde y deja que se haga un poco. Mientras que acaba de cocinarse, saltea la ternera en la otra mitad de la plancha. Cuando esté casi lista, añade los champiñones laminados a la cebolla y el pimiento y deja que se cocinen un poco.
   Une todos los ingredientes y mezcla bien. Añade el ajo molido, la salsa Perrins, rectifica de sal y pimienta y vuelve a mezclar todo.
   Haz cuatro montones y pon encima de cada uno parte del queso que tienes rallado. Deja que se derrita (en este punto lo mejor es taparlo para que se haga antes).
   Cuando el queso se haya derretido reparte esos montones en los panecillos, que previamente habrás tostado un poco y sirve acompañado de ensalada, si lo quieres más ligero o de patatas fritas, si las calorías no son un problema.

Notas:
   Antes de nada, decir que según voy poniendo ingredientes en la plancha voy salando, de ese modo controlo mejor las cantidades y todo va cogiendo mejor sabor desde el principio. También decir que la "tsp." de ajo corresponde a una cucharita de café, o a 3'5 gr., para los que utilizáis báscula de precisión y la "tbsp." en el caso de la salsa Perrins, corresponde a una cucharada sopera o,  en medidas exactas, a 15 ml.


   La carne original de esta receta es ternera, pero si os apetece, la podéis preparar también con pollo, eso sí, cortado en tiras similares a las de la foto. De este modo se hará más rápido y los bocados serán más agradables y compensados con el resto de los ingredientes.


   Ya sabéis de la importancia de tener a mano y listos todos los ingredientes de una receta antes de comenzar a prepararla, lo que en el argot de cocina se conoce como "mise en place". Después vienen las prisas y si se nos olvida algo podemos echar a perder nuestro plato.


   No he puesto en los ingredientes el tipo de queso por un sencillo motivo y es que lo suyo es que pongáis el queso que más os guste, eso sí, siempre que funda bien. Esta vez le he puesto Enmental, pero otras veces pongo Provolone, Gouda o el que tenga más a mano. Como ya he dicho muchas veces, yo lo rallo con uno de mis amados Microplane, pero por supuesto que se puede poner en lonchas finas. Como digo, lo importante es que funda bien.


   Con respecto a los panecillos (en este caso son comprados, antes de que algún bicho diga algo), pueden ser alargados o redondos, lo único importante (bueno, importante, lo que se dice importante...) es que sean tiernos. En la foto no se aprecia bien, pero están cortados, como digo en la elaboración, sin llegar hasta el final. Si os gustan sin tostar, pues nada... Pero en el caso de os gusten tostados, podéis hacerlo en la tostadora que tengáis o como hago yo, que los hago en la misma plancha, antes de empezar a elaborar el relleno. Quien dice tostados dice un poco calentitos, que están mucho mejor.


   En esta secuencia de fotos os muestro lo que he explicado más arriba. Ni que decir tiene que si no hay plancha en casa lo suficientemente grande para hacer todo, se puede hacer en sartén. Es más, si ese fuera el caso y no os apeteciera ensuciar dos sartenes, perfectamente se puede hacer todo en la misma, eso sí, poniendo la carne después de la cebolla y añadiendo el pimiento y los champiñones una vez que esta estuviera bien salteada. Por cierto, aunque la sal la voy poniendo según voy añadiendo ingredientes, la pimienta la pongo una vez que está todo mezclado.


   Aunque al inicio de las notas os he puesto las cantidades tanto de la tsp. como de la tbsp., os pongo una foto para lo que aún no las tenéis. Como siempre os la recomiendo, ya que es una forma muy rápida de tener ciertas medidas controladas.


   Aquí veis los montoncitos de queso y como quedan una vez fundidos. Evidentemente la cantidad que yo he puesto es orientativa, ya que si os gusta con más es tan sencillo como poner un extra (sí, yo a veces pongo bastante más)


   Y así es como tapo yo los montones de carne con el queso para que funda bien, ya que para la plancha no tengo una tapadera que me de para taparlo todo. Un trozo de papel de aluminio y listo, una cosa menos que se ensucia.

Apuntes:
   Empiezo diciendo que la semana pasada no publiqué por dos motivos, uno, que estaba perrísima y otro, que no quería poner dos semanas seguidas una receta dulce y como no tenía nada preparado, no me apetecía hacer algo a prisa y corriendo. Dicho esto, sigamos pues...

   Este fin de semana ha tocado estar en casa tranquila, nada de pueblo, nada de salir, no por gusto propio, la verdad, por lo que tengo poco que contar, pero para que esto no se quede más soso que la comida de un hipertenso en un hospital, creo que os voy a contar un poco la historia de este bocata.
   Primero decir que llegó a mi vida gracias a uno de esos programas americanos de televisión dedicados a mostrarnos las comidas rápidas. Tal y como lo vi, lo apunté en mi libreta de pendientes y se convirtió en un imprescindible en mi cocina desde hace ya mucho tiempo. Unas veces lo hago con ternera y otras con pollo, dependiendo de lo que tenga más a mano.
   Este bocadillo, llamado en origen "steak sandwich", se creó allá por 1930, en un modesto puesto de perritos calientes de Philadelphia. Cuentan que Pat Olivieri, aburrido de comer siempre lo mismo, mandó comprar un poco de ternera y decidió ponerla en un pan de perrito, junto con un poco de cebolla para cambiar un poco. Un taxista que allí estaba en ese momento, le dijo que le preparase uno y le dijo que se dejase de perritos, que empezase a vender eso. Y junto con su hermano, Harrie Olivieri, es lo que hizo. Años más tarde, por deseo de algunos clientes, fue cuando se le empezó a añadir queso.


   En la foto podéis ver los diferentes tipos de bocadillos que hacen, comienza con el básico de cebolla y carne y a eso, se le van añadiendo al gusto otros ingredientes. Puedes pedirlo con champiñones, con pimientos, puedes elegir entre tres tipos diferentes de queso, en fin, que hay unas pocas de combinaciones posibles.
   Fuera de esa ciudad se le conoce con el nombre de "Philadelphia cheese steak", en el caso de este que lleva queso y sin el "cheese" de por medio cuando no lo lleva. Evidentemente por un ahorro del lenguaje, familiarmente se le conoce como "Philly cheese steak". Y el que yo preparo es un "echa de todo lo que tengas"

   En fin, que como siempre digo, no me enrollo más, espero que os animéis a prepararlo en casa, ajustando las cantidades a vuestro gusto personal, ya que los ingredientes que pongo son meramente orientativos y el fin es que con eso ya vayáis jugando hasta dar con vuestro bocata perfecto.

   Nos vemos en unos días... ¡¡¡Feliz semana a todos!!!


jueves, 19 de mayo de 2016

Garbanzos especiados


 Ingredientes:
- 400 gr. de garbanzos cocidos.
- 1/2 cebolla.
- 30 ml. de aceite.
- 3 gr. de anardana.
- 2'5 gr. de comino.
- 2 gr. de cilantro.
- 1 gr. de pimienta negra.
- 0'2 gr. de clavo.
- 2 dientes de ajo.
- 3 gr. de jengibre fresco.
- Sal
Elaboración:
   Pon la sartén a calentar con el aceite. Cuando coja temperatura, añade la cebolla partida en juliana y saltea hasta que esté tierna, con cuidado de no quemarla.
   Añade las especias a la sartén junto con el jengibre, los ajos bien machacados y la sal. Da unas vueltas para que se tuesten un poco y añade los garbanzos escurridos. Saltea para que se impregnen bien de los sabores y para que cojan temperatura.
   Este plato se puede servir tanto caliente como a temperatura ambiente.

Notas:
   Empiezo diciendo, para los que no lo sepáis, que la anardana es simplemente la semilla de la granada. Se puede conseguir sin problema en tiendas de especias bien surtidas o, como siempre, por internet. Si no la pudiérais conseguir, no pasa nada, se omite y listo.


   En la foto podéis ver todos los ingredientes necesarios en la receta, excepto la sal y el aceite (también podéis probar a poner ghee (pinchando aquí obtendréis la receta), que le da un sabor muy bueno). En la foto además podéis ver unas cucharas medidoras, en este caso, regalo de mi queridísima Nieves, que me dio un sorpresón cuando me las puso en la mano con su preciosa bolsita de regalo. Si las tenéis en casa os diré que para medir los ingredientes de la receta los gramos corresponderían a 2 tbsp de aceite, 1 tsp de jengibre fresco rallado, 1 tsp de anardana, 1 tsp de comino, 1 tsp de cilanto, 1/4 tsp de pimienta negra y 1/8 tsp de clavo. Igual así vais más rápidos. También pongo la foto para los que no tenéis ni cucharitas, ni báscula de precisión, cosa que como siempre, recomiendo que os compréis.


   Los garbanzos los podéis cocer en casa o utilizar de los que vienen cocidos ya en cristal. Hoy los míos son de bote, que iba con prisas, estaba de antojo y no quería esperar a remojarlos y cocerlos. Si los utilizáis de bote, no olvidéis enjuagarlos.


   Como véis, en esta ocasión, en vez de rallar el jengibre, lo he machacado junto con el ajo. El motivo por el que se ralla es para que quede más fino, pero así queda también genial.


   Aunque la receta original va con cebolla roja, la receta la hago siempre con la que tengo a mano. En este caso va con cebolla amarilla. La diferencia es que la roja es algo más picante, pero realmente, la diferencia no es tan abismal como para dejar de hacer la receta por no tenerla a mano.
   Como veis, no la frío en exceso, tan sólo lo suficiente para que se quede tierna. Una vez que está, se añaden todas las especias junto con la sal para que se tuesten y suelten sabor en el aceite, que después se pasará a los garbanzos. Hay que tener mucho cuidado de no quemarlas!! 


   Los garbanzos no deben saltearse mucho tiempo, tan sólo lo justo para que se impregnen del sabor de las especias y se calienten. Como digo en la elaboración, no es un plato que se tenga que comer caliente a la fuerza.

Apuntes:
   Y vuelvo con un plato bien especiado y delicioso, si os gustan estos sabores. Como ya he dicho en las notas, la anardana es la semilla de la granada, de la que soy fan incondicional desde tiempos inmemoriales. Esta se utiliza mucho en la cocina india y en la persa, ayudando a acidificar el plato, del mismo modo que se utiliza el zumaque o el amchoor, con la diferencia de que la anardana aguanta muy bien las cocciones y se puede añadir desde el principio de la receta. Cocinado con cordero queda bárbaro, en las "anardana aloo", queda de muerte lenta, en adobos, en el hummus, añadiendo lo que en cocina viene siendo un flus, no os imagináis el puntazo que le da!!. En fin, en mil y un platos, incluyendo las ensaladas, pescados e incluso como parte de la receta de un pan cualquiera.
   Esta receta me la encontré un día dando un paseo por la red y me enamoró tanto por la el tipo de especias que llevaba, que la apunté en la libreta dedicada a "recetas pendientes" que siempre tengo al lado del ordenador, ya que si no lo hago así, sé que después, lo normal, es no dar con ellas de nuevo.
   Aunque os parezca una mezcla muy potente, mucha cantidad de especias, en serio, probadla, eso sí, siempre que os gusten los sabores especiados...

   Y casi sin darnos cuenta estamos ya a mediados de Mayo, vamos, que tenemos el verano a la vuelta de la esquina, aunque esta primavera haya tardado en llegar. Tengo que decir que el primer día que he tenido esa sensación de calorcito fue el domingo, en Sevilla. Sí, en Sevilla, ya que he bajado a ver como mi sobrino recibía su Primera Comunión. Sabéis que a los eventos familiares ni se puede, ni se debe faltar siempre que sea posible. Llegamos la madrugada del viernes al sábado, puesto que por el trabajo de Caco salimos de Madrid a las mil, pero llegamos, que es lo importante. Podría poner foto de Ignacio, que es quien era el protagonista, pero sabéis, los que seguís el blog habitualmente que de quien suelo poner fotos aquí es de Carlota, otra de mis sobrinas, por lo que ahí la tenéis, en el momento en el que me pidió que le hiciera una foto.


   Estáis en lo cierto, ahí estaba todavía sin peinar, pero mi hermana sabía que si lo hacía antes, no llegaba bien al evento, por lo que la peinó al bajar del coche. Dos años, casi dos meses y la perruza sigue casi sin hablar, sigue utilizando el famoso dedo mágico que todo lo consigue, por lo que me sorprendió cuando me pidió la foto, la verdad.
   Lo pasamos genial, la verdad, aunque yo terminé la noche algo accidentada preparando unas pizzas en casa de mi hermana por la noche, después del fiestorro en el sitio de la comunión. El domingo madrugué para tomarme un café con Marga y con padre, que se alargó mucho rato, pero es que yo estaba tan bien que no tenía prisa por volver a casa, la verdad. Al final nos echó el sol, que como he dicho, apretaba de lo lindo y yo iba más vestida de medio invierno que de medio verano, pero os juro que por la mañana temprano hacía fresquete.
   Después nos llevaron mis padres a conocer la Lonja del Barranco, que a pesar de haber bajado unas pocas de veces a Sevilla, entre unas cosas y otras, no había ido a conocerlo. La verdad es que está fenomenal, sitio pijillo, molón, con luz y con comida rica. La pena es que esta vez me he quedado sin comer el clásico piripi (aquí la receta), pero lo haré cuando vuelva a bajar.

   En fin, que como siempre suelo decir, no me entretengo más, que ya os he soltado suficiente rollo por hoy. Tengo ganas de poner un par de recetas en el blog, una salada y una dulce y no sé en el orden en el que irán, pero irán las dos, sin duda alguna. Una es de pasta y otra es de unas riquísimas galletas de mantequilla. La primera que vuelva a hacer será la primera en ir al blog.

   Nos vemos en unos días... Feliz semana a todos!!!