Mostrando entradas con la etiqueta Trabajo en equipo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Trabajo en equipo. Mostrar todas las entradas

jueves, 11 de julio de 2019

Trabajo en equipo: La hondura de Barracus o la simpleza de Jane

Publicado originalmente el 12 de abril de 2013

*****

La línea descendente que marca el declive mostrado por la TV, no sólo se manifiesta en momentos ruborizantes —como arrojar (proto)tipos a una piscina, en una humillante y renovada parada de los monstruos—, sino que, de modo más preocupante, la ficción (hablo de la americana, por supuesto), servida a domicilio (y seriada), ha perdido su capacidad para mostrar referentes válidos.

Pongamos que intento averiguar qué es un equipo.

*****

Lo mejor del trabajo en equipo es saber que tienes a otros de tu lado y que, todos, pueden llegar a pensar como uno sólo.

Un equipo se mimetiza, consigue mirar siempre en la misma dirección y también, siempre, consigue ver lo mismo.

Después de cuatro años, el equipo avanza, ya, como una sola persona, y una sola mente.

"Un gran equipo sería algo así" Foto: lumaxart

Quizá no entiendas por qué se plantea la evolución apoyada en torno a ciclos de cuatro años.

Yo tampoco.

Sólo puedo esgrimir, en mi defensa, que es una cita textual, extraída de un anuncio (que acompaño, para que, los suspicaces, puedan realizar las comprobaciones pertinentes).
Así que, ya sabes: delego toda la responsabilidad en Patrick Jane, antiguo feriante, hoy colaborador de la policía y conocido, urbi et orbe, como “el mentalista”.

De forma más apropiada: en su publicista.

Y, concretando todavía más: en TNT (España).

Seré más claro, exponiendo de forma diáfana mi propósito: refutar su tesis y convencerte de que es un charlatán de feria, un tipo peligroso; de los que hablan y hablan y no dicen nada.

Un aprendiz de político.

Una escoria social.

Un paria.

*****

—Pues a mí me resulta simpático.
—Y a mí también, pero eso no significa que sepa de lo que está hablando.
—Cambia de canal.
—Eso voy a hacer.
—Pero no pongas fútbol, anda...

*****

La otra gran ficción televisada.

El deporte.

El fútbol, para ser exacto (y sus triquiñuelas).

Esa estrategia desplegada de forma permanente por los que se colocan a la sombra de los llamados astros (no de los que se ocupa Sandro Rey) y que consiste, básicamente, en el examen minucioso del gesto. El análisis ad nauseam de cualquier detalle, por nimio que sea, para ampliar la repercusión y el alcance de los nuevos héroes de la modernidad: las estrellas del balompié.

No lo son [héroes, me refiero] por su deseo desinteresado de contribuir a la defensa de causas justas, o por su empeño en alcanzar un anhelo duramente perseguido.

No.

Se mueven por su propio interés: la búsqueda de la riqueza y la fama [ese reverso siniestro asociado al reconocimiento ajeno de las gestas individuales].

Todos creen que llevan dentro al nuevo Messi y que conseguirán que su padre (y el resto del clan) abandone el ostracismo y la pobreza.

Un modelo (defendible en ocasiones), pero que acarrea peligros al tratar de trasponerlo a otros ámbitos, cuando, algunos, se empeñan en que se convierta en una forma de vida paradigmática (y de entender el mundo y las relaciones sociales).

Por decirlo claramente: el espíritu de superación, el deseo de integrarse en colectivos, el trabajo en equipo, la competición como forma de estimular el deseo de perfeccionamiento, son buenos y deseables. Pero, estructurar la práctica del deporte en torno a victorias (y derrotas), no debería ser la forma excluyente de entender la superación personal y colectiva.

Más aún, con total rotundidad: nunca llegará a ser la única forma de entender las relaciones. Más allá de la competitividad (entendida como la forma de vencer a la competencia), permanecerá la colaboración (en la que, todos, según sus capacidades, contribuyen a alcanzar objetivos compartidos, abordados con miras de mayor alcance y trascendencia).

*****

"Orquestando un trabajo conjunto" Foto: miss mass

La búsqueda (individual) del virtuosismo se incardina en un esfuerzo (plural), organizado y sincronizado, que se manifiesta en una viva demostración de talento. No requiere de vencedores (ni vencidos), pero atiende, igualmente, a un alto nivel de sacrificio y exigencia.

Mueve (y conmueve) a cualquiera que se interese.
Algunos lo llaman arte.
No importa su nombre.
Para que funcione correctamente, sus miembros deben trabajar en equipo.

*****

¿Cuáles son las características esenciales de un equipo?

Reducidas a su mínima extensión, son dos:

— Son plurales. Formados por varios; cada uno, con su propia identidad.

— Buscan alcanzar un objetivo común.

Una definición para subrayar:

Grupo de personas que trabajan coordinadas en una empresa común. Muestra su eficacia alcanzando los resultados previstos”.

*****

— ¿Podrías poner un ejemplo?
— Por supuesto.

*****

Si tiene usted algún problema y si los encuentra, quizá pueda contratarlos.

Entre 1983 y 1987 (en USA) mostraron de lo que eran capaces. En España, hoy mismo, te los puedes encontrar, sin que tengas que, necesariamente, estar buscándolos.

Pueden suponer un problema —por su ingenuidad sonrojante—, aunque, en una velada insomne o un domingo sin planes, despiertan esa complicidad reservada para los amigos antiguos, a los que, a fuerza de conocerlos, se les termina perdonando todo.

Son, todos lo admitimos, un equipo.
  
Eran:

John “Hannibal” Smith (En España, Aníbal). El ideólogo del grupo. Fumaba habanos y sentía predilección por disfrazarse ante desconocidos.
Templeton “Faceman” Peck (aquí, Fénix). Apuesto. Seductor. Un galán. Todo ingenio y descaro. Un conseguidor.
H. M. “Howling Mad” Murdock. Para Barracus, una pesadilla. Para el resto del mundo, un loco. Él se sentía comandante de sus (delirantes) sueños.
Bosco Albert “B. A.” Baracus” (para nosotros, “M A Barracus”). Su mote (“mala actitud”) se justifica en su incapacidad para mostrar sentimientos, más allá de los que pueden expresarse en un gruñido. Su gran corazón (y sus nobles intenciones), se ocultaban bajo el vestuario estándar del Carrefour fin de siècle (zapatillas deportivas, pantalones de chándal —o petos— y camiseta de tirantes). Su atracción por el oro se convierte en garantía de un trapecio hipértrofe. El pelo, a cepillo, es la única diferencia apreciable con un Rafa Mora sometido a una sesión intensiva de rayos UVA.

En la vida real respondían a otros nombres.

George Peppard, Dirk Benedict, Dwight Schultz y Mr. T. En la primera temporada, les acompañaba una periodista, interpretada por Melinda Culea. Su nombre incluye todas las claves para que puedas averiguar, por tu cuenta, los motivos de su contratación.

La otra cara del equipo A (según La hora chanante).


*****

Utilizar, de forma provechosa, las diferencias entre los componentes del equipo, será ineludible. Si se combina con otro estilo de liderazgo, distribuido —en el que todos los miembros adquieren relevancia y deben ejercer su aportación particular en la persecución del objetivo común—, estaremos construyendo un modelo diferente, mucho más interesante y responsable.

Así podremos adoptar a Barracus. Su tótemica figura resulta imponente, presidiendo el salón familiar; mejorando el desvaído porte de Patrick Jane, vistiendo un terno, y tratando de resultar sorprendente.

*****

En un equipo, muchos están dispuestos a echar una mano.
Chus, Santi o Adolfo (entre otros) lo hacen siempre de forma ejemplar.




martes, 23 de abril de 2013

(S)elección de personas


En todos los proyectos en que nos vemos envueltos, debemos participar junto a otros. Por eso somos sociales: no tanto porque nos deba gustar la charla intrascendente, sino, en realidad, porque estamos conectados en nuestras relaciones con los demás, que nos hacen involucrarnos en una compleja trama a la que no podemos renunciar.

"Hay veces que me siento como un mono enreda(n)do" Foto: DaBok

Con la mayoría tenemos que cargar a la fuerza, sin que seamos partícipes de su naturaleza ni tengamos nada que ver con ellos en la práctica. Son todos esos que te rodean y a los que consideras gente.

Pero algunos, a los que tratas como personas —les has otorgado identidad propia y puedes describirlos empleando características singulares— comparten, sin fecha de caducidad (o de consumo preferente), aspectos de tu vida. Son tu pareja, tu familia o tus amigos. Aquellos a los que sientes como próximos y con los que has desarrollado unos vínculos que, en su definición, incluyen algunos rasgos concretos: mutua aceptación, reciprocidad, compromiso, flexibilidad y adaptación a nuevas circunstancias concurrentes y a los cambios personales que se produzcan.

Este tipo de relaciones, electivas, en caso de mantenerse lo hacen de forma madurativa; adquieren mayor sutileza y precisión conforme se fortalecen.

Elegimos a nuestros compañeros. Es por tanto responsabilidad nuestra, aunque compartida, lograr que la relación sea verdaderamente provechosa.

*****

En ocasiones, algunos son encargados de liderar proyectos. Deben involucrarse en seleccionar a los que participarán y establecer el sistema de trabajo en equipo que van a protagonizar.

Ahora, cuando se enfatiza exageradamente la polivalencia, se olvida que un equipo eficaz debe tener miembros diferentes: la diversidad es un incentivo para acercar el éxito. Aplicar un mismo perfil, olvidando las especificidades de cada caso concreto, sólo conduce a la clonación que, además de antinatural, es increíblemente aburrida y estéril.

¡Hola! Soy nuevo... Foto: Mark Fischer

A eso tan bonito, a lo que me dediqué por primera vez hace muchos años, lo llaman ahora hacer un casting.


lunes, 31 de octubre de 2011

Liderazgo

Nos encontramos ante una habilidad: es decir, una capacidad para hacer algo de una determinada manera.

Foto: Chris JL
Se manifiesta en un contexto social; necesita de la interacción.

Es una habilidad finalista y, debido a ello, puede analizarse o describirse conforme a los resultados que posibilita alcanzar.

Es determinista: su presencia implica la sutil distinción entre grupos y equipos. También es determinante: condiciona el establecimiento de relaciones sociales, establecidas dentro de grupos que actúan como equipos, orientados a la consecución de resultados.


No es, por el contrario —pese a que es una creencia extensamente generalizada— una característica de personalidad. No se explica por la aparición de un carácter dominante que subyuga a los demás y les obliga a hacer —contra su voluntad— cosas que, por si solos, nunca hubieran hecho. No es sugestión, ni tampoco carisma. No es un poder omnímodo. No deviene de la tenacidad de su poseedor, ni está codificado en el ADN. No es una cualidad innata, ni una forma de deslumbrar a incautos o no iniciados. No es necesario ejercerlo entornando los ojos en una torva mirada, ni hace falta poner la voz grave.


Ésta puede ser la buena noticia del día:
Se puede liderar sin parecer siniestro


La principal conclusión, por ahora, es que el liderazgo no se posee, sino que se ejerce.


Los humanos nos asociamos en grupos, de diferente naturaleza, atendiendo a diversos focos de interés. Los grupos se dotan —o poseen— un grado de complejidad interno que depende de su estructura y de las reglas por las que se rigen.

Una empresa es un grupo, como también lo es la familia, la cuadrilla de amigos, un Estado, un Gobierno o un club deportivo.

Existen grupos formales, con estructuras claras y definidas y que poseen algún tipo de organización funcional jerarquizada.

También existen grupos NO formales, en los que, pese a plantear objetivos comunes —el principal factor de cohesión—, no existen reglas ni jerarquías sistematizadas.

Foto: rogilde - roberto la forgia
Los grupos se transforman en equipos cuando sus miembros actúan de forma coordinada y subordinan sus objetivos particulares a la consecución de los objetivos comunes.

Cuando los equipos se constituyen de forma organizada y se orientan hacia la consecución de sus objetivos comunes, necesitan de la intervención de sus líderes.


Debe considerarse la existencia de distintos tipos de líderes y diferentes formas de ejercer el liderazgo.

Debe distinguirse también entre líderes formales y NO formales. La diferencia se establece por la naturaleza de la asignación del papel de líder. Hay situaciones en las que un líder recibe explícitamente el papel que debe representar para el equipo. Todos los participantes del grupo conocen —y deben reconocer— la asignación del liderazgo. Pero en otras ocasiones se desarrollan líderes no formales: son quienes desempeñan esa función de forma tácita. No han recibido un nombramiento, no todos los miembros perciben esa realidad, pero realmente sucede: hay quienes, por encima de su responsabilidad nominal, ejercen su positiva contribución sobre el grupo.

Ésta es la característica fundamental del liderazgo: la contribución. Y ésta es la definición que aquí proponemos sobre el líder:

“Toda persona que contribuye activamente
a la consecución de los objetivos comunes

sábado, 11 de junio de 2011

La práctica deportiva

Mis hijos practican deporte. Lo hacen porque les gusta, pero también les hemos animado. Ahora que ya le han encontrado el gusto, lo hacen por su propio interés, aunque al principio, sutilmente, tuvimos que empujarles. Queríamos que hicieran deporte como parte integral de su plan de desarrollo personal. No era tan sólo que quisiéramos que les gustara echar un partido de fútbol con sus amigos de vez en cuando. El propósito es que se apuntaran a un club y se federaran para entrenar y competir.

Éstas son las ventajas de la práctica deportiva:

  1. “Mens sana in corpore sano”. Cuidar el cuerpo con el que van a tener que pasar toda su vida. Adquirir hábitos saludables. Mejora el tono muscular, la coordinación psicomotriz.

  1. Contribuye a formar niños activos, reales, sociales. Personas que quieren tener experiencias de verdad, vivencias compartidas y que escapan de la pasividad y el sedentarismo.

  1. Formar personas completas, que no tengan un único ámbito de interés. Los niños deben salir del círculo académico para incluir, al menos, alguna otra actividad que favorezca su crecimiento individual y personalizado.

  1. Favorece la integración en grupos. Los niños descubren la importancia de la socialización y la pertenencia.

  1. Permite el descubrimiento y el perfeccionamiento del trabajo en equipo. Trabajar juntos, aprovechando las virtudes de cada uno y ayudándose para superar las dificultades y alcanzar los objetivos comunes.

  1. Asumir responsabilidades desde pequeños. Comprender el significado del compromiso. Asimilar que la búsqueda de la excelencia viene determinada por la exigencia (de los demás y de uno mismo).

  1. Aprender a ganar y a perder. Buscar el triunfo y aceptar la derrota. Afrontar con entusiasmo las circunstancias que no dependen de uno mismo. Reconocer que la vida no siempre es justa.

  1. Entender que las metas, los objetivos son permanentemente renovables y crecientes en dificultad.

  1. En los deportes colectivos, asimilar que en la base del trabajo se encuentra la colaboración.

  1. Desarrollar un espíritu de (auto)superación. El verdadero reto de un deportista es mejorar en su desempeño, no conquistar la victoria. Los contrincantes son adversarios, no rivales. La verdadera superación se produce en el entrenamiento, en el reto que uno mismo se marca y que cuesta mucho superar.

  1. Desarrollar lazos, establecer vínculos con los compañeros y los adversarios. Mezclarse con personas que, en principio, comparten los mismos hábitos saludables y con los que están unidos por una pasión común.

  1. Ocupar el tiempo de ocio en una actividad estimulante, satisfactoria, real, social, saludable y sacrificada.

  1. Adquirir hábitos y virtudes, principios y habilidades que acompañarán toda su vida a los deportistas.

  1. Comprender los esfuerzos y sacrificios propios y ajenos.

  1. Establecer horarios. Combatir la pereza y la desgana. Evitar el desarrollo de la desidia y la flojera.

  1. Viajar.

  1. Protagonizar experiencias que no podrían ni imaginar al margen del deporte.

Al hacer partícipes a nuestros hijos de las virtudes indisociablemente asociadas a una nueva forma de entender la práctica deportiva —y el mundo— contribuiremos, por su mediación, en la construcción de otra sociedad, formada por personas que:

ü      Buscan la autosuperación personal

ü      Prefieren la colaboración a la competición

ü      Quieren alcanzar la excelencia por medio de la exigencia

ü      Entienden las virtudes del esfuerzo

ü      Asumen su responsabilidad social y colectiva.

Una sociedad construida sobre estos valores es una sociedad más interesante, más digna y más provechosa. Nuestra responsabilidad como padres está en ayudar a conseguirlo.

Gracias al deporte lo tenemos más fácil.

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...